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Población y Poder
Es necesario un cambio de actitud tanto a nivel político como a nivel social para fomentar la natalidad.
Alo largo de la Historia uno de los
factores que ha influido en las transformaciones sociales y
políticas es el demográfico. Centrándonos en nuestro entorno
vemos que una de las causas, entre otras muchas de la caída del
imperio Romano fue el descenso de la población romana frente al
empuje de los pueblos bárbaros que progresivamente penetraron en
el imperio hasta adueñarse de el. En España la decadencia del
siglo XVII se debe en parte a la disminución de la población
debida en este caso a las guerras, las malas cosechas, las
enfermedades y a la emigración.
Observando la situación de España actualmente asistimos a un
descenso del crecimiento demográfico impresionante durante el
último tercio de este siglo. Este fenómeno no sólo se da en
España sino en toda Europa donde desde 1975 la natalidad ha sido
baja. En España en los años sesenta se inició un acercamiento
a las tasas de los países europeos y a mediados de los setenta
se puede decir que la demografía española no difería respecto
de los países miembros de la CEE. La tasa de fecundidad en 1964
era de 3,03 hijos por mujer, en 1977 de 2,66 y en 1997 se ha
situado en 1,21 hijos por mujer.
España ocupa la penúltima posición en el índice de natalidad
en todo el mundo. Solo en Italia se da un menor número de
nacimientos. Las consecuencias sociales y económicas del
creciente envejecimiento de la población española son
múltiples especialmente por lo que respecta al incremento de
gastos para la Seguridad Social.
Se prevée que en el primer tercio dei siglo XXI la población
mayor de 65 años llegue a ser del 20% lo que ya esta en vías de
darse en Aragón; Castilla y León, Castilla-la Mancha y
Extremadura. Las razones de toda esta situación son muy diversas
por una parte la alta tasa de paro motivada por un sistema
económico injusto, cierta inseguridad en el futuro y una fuerte
disminución de la nupcialidad.
Por otra se está dando una mayor permisividad social de las
parejas de hecho o cohabitación y un mayor egoísmo y hedonismo
fruto de la sociedad de consumo que conduce igualmente a no
querer adquirir responsabilidades.
Se ha dado un cambio en el sistema de valores de la sociedad
española, especialmente respecto a la familia y a las relaciones
sociales unido a una mayor disponibilidad y utilización de
métodos anticonceptivos.
La postura de los poderes públicos respecto a esta cuestión no
deja de ser deplorable. Las ayudas a la familia en España sólo
pueden calificarse de raquíticas en relación con los países de
nuestro entorno -con los que tanto nos gusta equiparamos- que en
este tema en los últimos tiempos han rectificado su política,
ayudando a las familias y fomentando la natalidad.
En España nuestra clase política dirigente, tan miope como
siempre, se ha dejado arrastrar por una mentalidad
"progre" o "pseudoprogre" en la que el hijo
aparece como un obstáculo, el gran enemigo de la felicidad de
las personas.
Así se permitió la expedición de métodos anticonceptivos en
1978 y se introduce el crimen execrable del aborto por la ley
Orgánica 9/1985 de 5 de julio. Se ha instalado un sistema
económico que dificulta enórmemente la inserción laboral de
los jóvenes con el consiguiente retraso en la edad de la
nupcialidad. Por lo visto ahora nuestros gobernantes van a
introducir unas medidas de ayudas a las familias mediante la ley
de Presupuestos Generales del Estado y la ley de Medidas
Fiscales, Administrativas y de Orden Social que la acompaña; da
la sensación de que son meros parches a un problema que va a
adquirir considerables dimensiones y graves consecuencias en la
próxima centuria.
Es necesario un cambio de actitud tanto a nivel político como a
nivel social dejando de lado la demagogia barata, el ser más o
menos "progresista" o "moderno" el
permisivismo social y adoptando medidas concretas que favorezcan
a las familias. De seguir con la actual situación España
tendrá graves dificultades tanto internas, como es el caso del
envejecimiento de la población, quiebra del sistema público de
pensiones, aumento de gastos en Sanidad, como externas puesto que
su papel internacional será menor y si no ya se verá de cara a
la futura ampliación de la Unión Europea hacia el Este.
José A. Martínez *
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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