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Los alardes y la tamborrada

José I Bonaparte pretendió separar la parte norte del Ebro de España y los Vascos lucharon, como los navarros, aragoneses y catalanes, contra su separación

En los días de verano son frecuentes la celebración de festividades en todos los pueblos y ciudades de España.

En Guipúzcoa tienen la particularidad de conmemorar estas fiestas haciendo particular hincapié en tamborradas y alardes. Anecdóticamente éstos han contado los últimos años con la polémica de una antihistórica protesta feminista para que participaran las mujeres en los desfiles como soldados.

¿Dónde están el origen de estas fiestas ?.

Proceden de los diversos intentos de invasión que los franceses han llevado a cabo desde el siglo XVI. Por fin la Invasión francesa se materializó a principios del siglo XIX en el País Vasco con el establecimiento de destacamentos militares en diversas localidades. Su presencia aunó las diferencias existentes entre el campo y la ciudad, que ya configuraba buena parte de la historia vasca, y que en caso de Vizcaya, se traducía en el antagonismo de la Villa de Bilbao con la tierra llana del Señorío.

Este enfrentamiento había tenido sus antecedentes con la "Zamacolada" de 1804. En aquel entonces, el jauntxo Zamácola, líder de los notable rurales quiso construir con permiso real un puerto, fuera de los límites de Bilbao. Hecho que si se producía, estrangularía el desarrollo comercial de la ciudad. Pero la tensión llegó a motín y Bilbao fue invadida por los habitantes de las anteiglesias (distritos rurales). En consecuencia el proyecto del puerto fue revocado y todo quedó como estaba, en beneficio de la ciudad.

Pero en esta ocasión, la élite comercial se haría clandestinamente afrancesada. No le faltaría a esa burguesía buenas conexiones con José I Bonaparte, a través, de sus ministros Mariano Luis de Urquijo y del almirante José de Mazarredo. Este último presidió en 1808 las Juntas Generales de Vizcaya, en las que José Bonaparte juró como Señor de Vizcaya.

Sin embargo, la masa del pueblo, atacada en sus tradiciones y enardecida por el bajo clero contra los revolucionarios franceses, se opusieron a su presencia de todas las formas posibles. Entretanto, las autoridades forales se debatían entre el miedo a Napoleón y la solidaridad con el pueblo en armas. Finalmente, fueron arrastrados a la dirección del movimiento insurreccional.

Los acontecimientos político-militares fueron diferentes en Bilbao, con respecto al resto de las capitales vascas. Mientras, San Sebastián y Vitoria se mantuvieron bajo el dominio francés durante todo el transcurso de la guerra, Bilbao cambió de manos varias veces. No obstante, fue la revuelta de agosto de 1808, que fue incentivada por los frailes residentes en la ciudad, la que tuvo una dura represión.

En el plano político, la presencia francesa se manifestó en la aplicación del sistema tributario en un territorio tradicionalmente exento y que tenía su propio sistema de recaudación foral. Otra medida importante, fue la aprobación en julio de 1808 de la Constitución de Bayona como carta otorgada y que socavaba las bases del antiguo régimen. En concreto, el artículo 144, hablaba sobre revisar en el futuro el sistema foral vigente en las provincias vascas. Este intento de uniformidad al estilo francés, tuvo una ligera oposición de los delegados vascos en Bayona, aunque finalmente tuvieron que aceptar el polémico artículo.

No obstante, la constitución no llegó a aplicarse, pero si lo hizo un decreto de febrero de 1810, en el cual se separaba a los territorios situados al norte del Ebro, del resto de España que seguiría bajo la férula de José Bonaparte. Ante la necesidad de recaudar dinero, el Emperador pensó en la anexión del norte de España, pasando por la fase transitoria de los gobiernos militares. De los que se formaron cuatro: Cataluña, Aragón, Navarra y País Vasco. Siendo el general Thouvenot, el gobernador de Vizcaya, aunque en esta referencia se incluyese a las otras dos provincias vascas.

El gobierno era el máximo responsable del orden y la economía, estando sujeto a las órdenes directas del Emperador. Entre sus medidas, la más polémica fue la supresión de las diputaciones forales y las juntas generales. Sin embargo, la fuerte implantación guerrillera impidió el asentamiento de las instituciones francesas y la derrota gala de Vitoria de 1813, marcaría el definitivo final del poder napoleónico. Poco después, las tropas tomaban San Sebastián, pero produciendo un incendio que arrasaría la ciudad, y con la victoria de San Marcial en Irún, se ponía colofón final a la presencia napoleónica en España. En recuerdo de ello, la fiesta de la Tamborrada de San Sebastián y el alarde de San Marcial en Irún celebran el hecho histórico que significó la liberación de la provincia de los franceses. *


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