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Balcanes, reyes y su identidad histórica
Estos países, vivieron una época esplendorosa antes del comunismo, como fue el caso de Hungría, Eslovaquia o Croacia. La solución es recuperar la mentalidad perdida, los valores que proporcionaron que generaciones de hombres levantasen la gloria de sus países..
En la
península europea de los Balcanes, desde la caída de los regímenes totalitarios
comunistas han iniciado un feroz despertar de las diferentes nacionalidades existentes en
ellos. Los antiguos odios y venganzas han vuelto a recordarse y la situación
catastrófica de la economía, junto a la carencia de una enseñanza en los valores más
rudimentarios durante varias generaciones que han sufrido el materialismo marxista han
convertido a las sociedades de estos países en fácil presa de los pícaros de turno,
tanto especuladores del dinero, como de las almas, a través de las sectas.
La necesidad de una profunda catarsis espiritual que renueve la identidad nacional y
permita una resurreción nacional ha motivado que en muchos de estos países se planteé
la pregunta de si la vuelta a un régimen monárquico podría revitalizar las raíces
históricas y conectar al país al mundo desarrollado occidental. La creencia de que una
testa coronada pueda ser el demiurgo mágico que haga desaparecer la miseria y transforme
a la nación, olvidando los cuarenta años de atraso comunista, en Rusia más del doble,
se cimenta en las cualidades que algunas casas reales tuvieron en esos países.
Rumanía, Bulgaria y Servia son países que se forjaron en la lucha contra el enemigo
turco en una acción paralela a nuestra Reconquista. Sus reyes fueron caudillos militares
que ayudaron a la formación de la nación y se convirtieron en símbolos de esa unidad.
Junto a sus iglesias ortodoxas, son columnas de la identidad nacional, primero contra el
turco, luego contra el comunismo. Miguel, Simeón y Pedro son en la actualidad tres
antiguos repatriados occidentales que estan dispuestos a ofrecer su carisma internacional
para ayudar a conseguir importantes créditos internacionales.
Pero, no todo lo hace la visita de un rey, como ocurrió hace poco con la llegada del
monarca Leka a Albania, donde la depauperada población se volcó en el hijo del antiguo
rey del país de las aguilas. Estos países, vivieron una época esplendorosa antes del
comunismo, como fue el caso de Hungría, Eslovaquia o Croacia. La solución es recuperar
la mentalidad perdida, los valores que proporcionaron que generaciones de hombres
levantasen la gloria de sus países. El catolicismo militante de croatas, eslovacos y
eslovenos es comparable al de sus hermanos polacos, eslavos de raza y católicos de
religión, que no se dejaron seducir por el ateismo materialista. La respuesta fue la
pervivencia en las familias de una verdadera catequesis que formó, ante la ausencia de
una educación espiritual y de una Iglesia que vivía perseguida, a generaciones de
jóvenes en los ideales con los que sus abuelos supieron hacer frente a turcos y herejes.
Estas familias miran a occidente para aprender de nosotros, pero, esta Iglesia del
silencio durante tantos años y esos hermanos ortodoxos que con auténtico fervor de
cruzados reconstruyen sus iglesias arrasadas después de años de obcecación materialista
nos enseñan el coraje, el sacrificio y la importancia de la familia unida, como
instrumento alternativo de enseñanza en los valores, cuando el sistema educativo esta
emponzoñado de ideas contrarias al ser natural. Si un rey ayuda a recuperar la fe en las
antiguas raíces cristianas de sus nacionalidades, estupendo, pero que no vean en el
oropel del trono, la espoleta del bienestar material. Ese sólo se conquista con el
trabajo, el sacrificio y una autoridad fuerte que sabe negociar contratos comerciales
justos para sus productores, y no se vende a intereses extranjeros a cambio de beneficios
particuales.
En la actualidad, eslavos, latinos y magiares han de saber convivir con su rica variedad y
entrecruzamiento de culturas y religiones, recuperar sus identidades perdidas en el magma
unificador del comunismo y volver a aportar a Europa su realidad creativa. Nuestra
comunidad europea no puede desarrollarse sin la savia de estas comunidades que en su
tiempo dieron a Strojmajer, Iorga, Ionesco, Rilke, Manoilescu, Petöfi, Smetana, o Teresa
de Calcuta. . .
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"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y
Crítica", es editado por el Foro Arbil
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