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Editorial
La primavera de los valores y su nuevos enemigos.
La caída
del comunismo trajo consigo el desprestigio de una serie de valores enfeudados al
marxismo, que dejaron de contar entre las élites intelectuales, cuando en 1989, el
paraíso comunista dejó ver un mundo sombrío, donde el interés personal y la ausencia
de valores trascendentes habían carcomido la misma dignidad de la persona humana en los
súbditos del antiguo imperio. Sin embargo, en el mundo occidental el materialismo
producido por el disfrute del placer del tener y el relativismo liberal procedente de la
flexibilidad moral en obtener lo deseado a costa de lo que cueste, no nos presentaba como
una sociedad que pudiésemos servir de modelo a unas personas que demandaban un
enriquecimiento de su integridad personal.
No obstante, el final del milenio esta siendo protagonizado por una vuelta de las nuevas
generaciones a los valores transmitidos por las religiones monoteístas. En Israel, los
hijos de los secularizados askhenazíes, pioneros de los Kibbutzin, han retomado la
religión de sus mayores y presionado por identificar el Estado de Israel con la creencia
en la religión judía, favoreciendo la defensa de los valores de la Torah y no los
propugnados por la praxis laborista heredera del laicismo liberal decimonónico europeo.
En el mundo islámico, el laicismo del socialismo nacionalista esta desprestigiado y la
juventud creciente de estos países vuelven a ver en la religión un camino para asumir
unos valores que los llenen como personas y les permita mostrarse orgullosos de su
presente, identificándose con un pasado glorioso idealizado. En Turquía los miembros
más activos en la profunda islamización creciente de la sociedad turca, en contra de las
directrices occidentales de las autoridades herederas del ideal laico de Kamal Atatürk,
son los emigrantes de Alemania que a su vuelta a Turquía reasumen su identidad turca y
musulmana, ante el rechazo de la población occidental a su integración y ante el choque
profundo en su mentalidad, campesina y musulmana con la capitalista y relativista de todo
vale.
En el mundo cristiano, también esta siendo progresivo esta nueva toma de conciencia y las
nuevas generaciones van viendo la necesidad de tomar la religión católica como una toma
de referencia moral necesaria para su formación integra como persona humana. La Iglesia
Católica, tras la profunda transformación sufrida en el Concilio Vaticano II se
encuentra en la mejor aptitud para afrontar los nuevos dilemas del próximo milenio. Las
iglesias reformadas y evangélicas como reflejo de la verdad, pero no sustentadoras de
ésta, se encuentran cada vez más en una pugna agónica, en el sentido etimológico, que
las va disgregando y enmoheciendo entre la pervivencia del sentido evangélico del mensaje
cristiano y los profundos cambios en la praxis substancial de éste, que permiten
relativizar los valores defendidos y no creer en la culpabilidad del pecado. En cuanto a
los ortodoxos, la colaboración de sus autoridades con el comunismo no debe impedir ver la
entrega y martirio sufrido por muchos de los miembros de las iglesias orientales
cristianas. Sin embargo, en la actualidad se encuentran con el profundo problema de una
vuelta de un sector importante de la población a la religión, aunque no de su práctica
regular, son setenta y dos años de ausencia de formación religiosa en la educación y en
el marco familiar, y la imposibilidad de ofrecer un clero numeroso y capaz. Los seminarios
son escasos y los candidatos están poco y mal formados, pero muy necesario para la
articulación de su Iglesia, que ve como los fieles prefieren a lo católicos, mucho mejor
formados y sostenedores de los verdaderos valores.
A pesar de todo, la necesidad de unos valores en la sociedad occidental se hace necesaria
y del mismo modo que Jürgen Habermas propugna un patriotismo fundamentado en el
constitucionalismo, aunque fuese relativo, por la variabilidad del articulado del texto
constitucional en función de los requerimientos de la sociedad. Quentin Skinner defiende
la necesidad de fundar una sociedad de valores puramente humana y social, carente de una
perspectiva trascendente. Esta praxis sería posible si, como Karl Popper trasmite,
occidente se hace garante no de una idea o religión, sino de diversas ideas. La cultura
laica occidental debe asumir en su seno los nuevos valores, como en su tiempo hizo con los
cristianos y los marxistas. Los derechos del hombre, del trabajo, igualdad social,
libertad de expresión, responsabilidad y participación política...
Sin embargo, como son valores contradictorios por la diferente procedencia de ellos. Esta
misma tabla ética es relativa y carente de su funcionalidad como tal al estar abierta a
los cambios requeridos por los propios inspiradores de la misma, invalidando la
funcionalidad que pretender darle como substitutivo de la moral natural innata en el
hombre. La creciente necesidad de un referente moral en la sociedad obliga a las
autoridades religiosas a dar su opinión pública sobre las diversas cuestiones morales
que el hombre de hoy debe enfrentarse, como la licitud de la vida en diversas condiciones,
experimentos con genes humanos o la progresiva degradación de la persona en el mundo
laboral. Esta necesidad de la sociedad de una toma de referencia obliga, en el caso de los
católicos, a contar con la opinión pública de su jerarquía en puntos cruciales, aunque
ello ofenda la creencia de las autoridades políticas de creer en la falsa interpretación
de que la religión es una cuestión particular que debe vivirse en la intimidad de la
persona.
El futuro milenio prevé la obligada colaboración de las religiones monoteístas,
defensoras de los mismos valores de la persona humana, ante la formación de una ética
liberal defensora de valores mutables con el tiempo, según la sociedad vaya requiriendo
su cambio. Esta relatividad que sostiene la permanencia de unos valores exclusivamente
apoyados en la superficialidad de la cantidad de apoyos del momento es la mayor amenaza
existente de los derechos de las marginados e indefensos de la sociedad: ancianos, niños,
emigrantes, enfermos. *
"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y
Crítica", es editado por el Foro Arbil
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