|
Nacionalismos de "patria chica"
Los nacionalismos americanos fueron, paradójicamente, producto de una voluntad ideológica ajena a América, la del Iluminismo filosófico.
Aun cuando
el término nacionalismo posee una polisemia abundante es universalmente aceptado que el
nacionalismo es la ideología del Estado-nación y paradójicamente es a partir de este
primer y elemental enunciado del concepto que se nos plantea la diferencia sustancial
entre los diversos nacionalismos. Los viejos filósofos aconsejaban primero distinguir
para luego unir. Y la distinción primera que exige nuestro tema es entre nacionalismo
europeo y nacionalismo hispanoamericano.
El Estado surge en Europa a partir de la nación mientras que, por el contrario, en
Nuestra América el Estado crea la nación. Así en Europa los movimientos lingüísticos
y filosóficos de cepa romántica del siglo XIX aspiraban a formar estados nacionales, por
el contrario, en América el movimiento se realizó a la inversa. La finalidad de este
Estado-nación de carácter republicano y liberal creado a principios del siglo XIX será
la creación de las naciones. Este Estado-nación tendrá por ideología el nacionalismo
"de fronteras adentro", expresión de los localismos más irreductibles
encarnados por las oligarquías vernáculas, impermeables a una visión continental. Los
Estados independizados de España como repúblicas llegan luego de desvastadoras luchas
civiles recién a finales del siglo XIX a transformase en naciones. De ahí que la
expresión histórica por antonomasia de este nacionalismo localista, hijo putativo de
Inglaterra, liberal en economía y conservador en política sea el "nacionalismo
"mitrista" argentino.
Los nacionalismos europeos fueron imaginados sobre una base étnica, lingüística y
geográfica común en tanto que los nacionalismos americanos fueron, paradójicamente,
producto de una voluntad ideológica ajena a América, la del Iluminismo filosófico.
Siendo sus gestores políticos Gran Bretaña y su Secretario de Estado George Canning
quien se apresuró en 1825 en reconocer la independencia de los nuevos Estados, luego del
triunfo de Ayacucho (1824) sobre el último ejército realista.
Vemos pues, como estos nacionalismos de "patrias chicas" son europeo
dependientes tanto en su génesis como en su contenido. Ello explica en gran parte su
fracaso político reiterado. Carecen de encarnadura popular. Y son elitistas no por
méritos propios, ya que carecen de nobles, sino porque su ideología conduce a la
exclusión del otro.
Estos nacionalismos de invención europea surgidos ante la quiebra de la cristiandad a
causa de la reforma protestante, "han venido a llenar el vacío dejado por el
debilitamiento de la religión cristiana y el sentido de seguridad de los pueblos en un
mundo secularizado". Ello explica el hecho, aparentemente curioso, que la mayor parte
de estos Estados-nación republicanos surgieron antes en América que en Europa. Porque
aquí se crearon Estados virtuales porque eran Estados sin naciones, lo que explica a su
vez la carencia de soberanía nacional. Cambiamos el envase, las instituciones, sólo para
pasar de un amo a otro, a Gran Bretaña en el sigo XIX y a los Estados Unidos en el siglo
XX.
Este nacionalismo al ser un producto ideológico trasplantado desde Europa a América,
carece en nosotros de genuinidad. Este nacionalismo es el que engendró las pocas guerras
que tuvimos en Hispanoamérica. La Guerra del Pacífico entre Perú, Chile y Bolivia
(1879); la del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-35); la de la Triple Alianza entre
Brasil, Argentina y Uruguay por un lado y el Paraguay por el otro (1865-1870) donde al
decir de Franz Josef Strauss "por primera vez en la modernidad el deseo del vencedor
fue lograr una rendición incondicional -traducción moderna del clásico vae victis- lo
que condujo a un resultado abominable".
Una variante de este nacionalismo en América en el presente siglo ha sido el nacionalismo
antiimperialista, que de Lenín sólo heredó su aspecto "latinoamericanista"
(socialismo mundial) pero que, de hecho, fue un producto salido de las manos de Stalin con
su idea de revolución comunista por Estados. Este nacionalismo marxista, importado en
todo -lenguaje, enseñas, emblemas, consignas, políticos y teóricos- marcó el máximo
extrañamiento con respecto a Nuestra América. Llegando a negar nuestras tradiciones más
telúricas como religión, etnia o patria. Y afirmamos que ha sido una variante del
nacionalismo de "patria chica" porque no superó la idea de Estado-nación sino
sólo declamatoriamente cuando se proclamaba "latinoamericano".
Nacionalismo "de patria Grande":
El sentido continental nace con el descubrimiento hispano de América, dado que antes del
descubrimiento no existía tal sentido. Es el mundo ibérico que introduce la noción de
pertenencia a una ecúmene cultural de carácter continental como lo es Iberoamérica.
Lengua, religión e instituciones compartidas durante tres siglos por todos los pueblos de
esta región del globo, crearon en la conciencia hispanoamericana un sentimiento de unidad
continental que doscientos años de pertinaz liberalismo político e iluminismo
filosófico no han podido desarraigar. Y así, de tanto en tanto, surgen nuevos intentos
de construcción política de una "Patria Grande" que son abortados ab ovo por
aquellos que son históricamente enemigos de la unión continental de nuestros pueblos.
Claro está, la conformación, con un poder unificado, de un gran espacio continental
habitado hoy por 400 millones de hombres, significa un desafío a los poderes mundiales
difícil de tolerar. Este nacionalismo continental tuvo una segunda manifestación durante
las luchas por nuestra independencia y logró su expresión más acabada en Simón
Bolívar y su idea de creación de los Estados Unidos de Suramérica que conformarían la
más grande nación del mundo('), donde el Itsmo de Panamá sería para los
hispanoamericanos lo que el itsmo de Corinto fue para los griegos. Pero el Congreso de
Panamá de 1826 convocado a tal efecto fracasó tanto por la oposición de los
nacionalistas "de patria chica", los localistas creadores de las nuevas
oligarquías criollas, como por error garrafal de Bolívar de meter el zorro en el
gallinero invitando a los representantes de Washington a participar activamente en el
Congreso. Estados Unidos ya tenía una idea clara y distinta sobre qué hacer con América
enunciada tres años antes en la Doctrina Monroe y su lema "América para los
americanos", que a buen entendedor debía leerse como "América para los
norteamericanos" y cuya estrategia como la de Zeus en el gobierno del Olimpo fue
desde entonces dividir para reinar . Este nacionalismo continental reaparece luego de casi
un siglo como consecuencia de la Guerra Hispano-Norteamericana de 1898 y tiene su
expresión más acabada en el Ariel (1900) de José Enrique Rodó y el arielismo o
Generación del Centenario de nuestra independencia. Autores como José Vasconcelos,
Gonzalo Zaldumbide, Francisco García Calderón, Manuel Ugarte son los que recrean el
viejo ideario de "la creación de un continente" o de "la nación
hispanoamericana" según los títulos de sus propios libros. Esta tercera etapa del
nacionalismo continental se caracteriza respecto de las dos anteriores porque al ideario
de "gran espacio" adiciona su antiimperialismo pero estuvo limitada al plano
intelectual, careció de funcionalidad política. Es decir, no se realizó, en esa época,
en ningún movimiento político de nuestros países. Sin embargo sus efectos políticos se
plasmaron años después, en nuestra opinión, en tres movimientos políticos de
significativa importancia para Nuestra América: a) En el nacionalismo antiimperialista de
Augusto César Sandino y su lucha por la liberación de Nicaragua (1927-32); b) A partir
de 1924 en el aprismo de Víctor Haya de la Torre y c) desde 1945 en el peronismo
argentino y su idea de unión continental: "El año 2000 nos encontrará unidos o
donúnados". Este nacionalismo continental va a ser en Augusto Sandino
"latinoamericano". Así en su principal escrito Plan de realización del supremo
sueño de Bolívar (1929) va a insistir expresamente en la incorporación de Haití al
proyecto de unidad continental. En tanto que en Haya de la Torre va a ser
"indoamericano". Pero contrariamente a lo que pueda pensarse el indoamericanismo
de Haya, que tiene su fuente en Vasconcelos y su Raza Cósmica no es indigenista sino
indiano, expresión ésta que valoriza el mestizaje como lo genuinamente americano.
Finalmente en Perón el nacionalismo continental va a ser "iberoamericano", pues
prioritariamente la política exterior del peronismo, 1946/55; 73/76 y aún la actual, que
de peronista tiene sólo el nombre, estuvo siempre dirigida a lograr la unión con Brasil
.
Prognosis de una idea
Los estudiosos de este tema, o sea, de la unidad continental nos tienen acostumbrados
primero a hablar de "latinoamérica" y segundo caracterizarla como
"utópica". Ellas son, en nuestra opinión, dos tipificaciones erróneas. Pues
la unidad continental fue, salvo la excepción vista de Sandino, siempre hispano o
iberoamericana y el carácter de utópica no le corresponde, pues esta unidad tuvo un
lugar, existió durante tres siglos, y lo que siempre se propuso fue su restauración bajo
distintos modelos. La unidad continental no es un no lugar, una utopía como las de Santo
Tomás Moro, o la de Campanella y su Ciudad del Sol o la Nueva Atlántida de FrancisBacon,
esta es una visión eurocéntrica de interpretar la unidad del continente. Ella debe ser
interpretada a partir de lo que tuvo ya lugar, de lo contrario se transforma eo ipso en
una idea ilustrada como es la que tiene la izquierda progresista de América. Llámese
teología de la liberación o escuela de antropología social. Hoy día la unidad
continental está expresada en distintas subregiones, como el Pacto Andino o el Mercosur,
más como "unidad de intereses" que como "unidad de ideales", pero sin
embargo este inicio como "unidad de intereses" le otorga a la idea de unidad
continental una verosimilitud de la que carecía otrora. La tarea actual reservada a los
hombres de la cultura y a los pensadores nacionales iberoamericanos es recrear la
"unidad de ideales" que den contenido a la mera "unidad de intereses".
Y aún cuando el futuro nos esté vedado, no olvidemos que en la caja de Pandora sólo la
prognosis quedó encerrada, se vislumbra que la constitución de grandes espacios
autocentrados es el único remedio ante el proyecto de globalización y extrañamiento de
los pueblos. Y este gran espacio está dado para nosotros los iberoamericanos en la unidad
continental apoyada en un nacionalismo de "patria grande". De lo contrario,
nuestra identidad como nación corre serios riesgos de desaparición. Es apropiado en este
sentido recordar, ya que nuestros ilustrados los han echado al olvido, los viejos versos
del Santos Vega que parecen escritos a propósito: Si mi voz es impotente para arrojar con
vosotros, nuestras lanzas, nuestros potros, por el vasto continente; si jamás
independiente veo el suelo en que he cantado, no me entierren en sagrado donde una cruz me
recuerde; enciérrenme en campo verde donde me pise el ganado.
Alberto Buela
Agradecemos su colaboración a Betty Buela
*
"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y
Crítica", es editado por el Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición de la gente
siempre bajo los criterios de buena fe y citando su origen.