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Un Mártir mexicano contemporáneo: el Padre Miguel Pro.
El Padre Pro fue un valiente sacerdote y conocido pastor de los católicos mexicanos durante la gran persecución religiosa que azotó a ese país durante los años 1925-1930. La policía lo perseguía a muerte, pero él les hacía unas maniobras que los desconcertaba. He aquí algunas.
El Padre Pro rezando antes de ser fusilado. Dice: "Señor, tú sabes que soy inocente. Perdono de corazón a mis enemigos". |
El padre Pro, momentos antes de ser fusilado, extendió sus brazos en cruz. Tenía un rosario en una mano y un Crucifijo en la otra. Exclamó: "¡Viva Cristo Rey!". |
Mientras la
policía lo buscaba de casa en casa para matarlo, él, muy campante, estaba en un teatro
dictando conferencias espirituales a más de cien muchachas del servicio. Y ninguna de
ellas contó a nadie dónde estaba el Padre Pro.
En una ocasión iba el Padre Pro en un taxi y, de pronto se dio cuenta de que la policía
lo venía persiguiendo en otro carro. -"Siga usted su viaje, sin detenerse" -
dijo al taxista - "que yo me lanzo a la calle". Y así lo hizo. Pero para
disimular el porrazo que se daba, echó luego a andar por la calle como caminado de
borracho y diciendo palabras sonoras. La policía creyó que era un verdadero borracho y
siguió adelante. Sólo unos minutos después se dieron cuenta los agentes de que el tal
"borrachito" era el "Padre Pro", y se devolvieron corriendo, pero ya
se les había escapado.
Un día en plena calle se dio cuenta de que unos policías venían en su busca. Entró
entonces a una farmacia y, tomando del brazo a una hermosa señorita, le dijo: "Diga
que es mi novia, porque, si no, me echan a la cárcel"-. La señorita aceptó, y la
policía al verlo del brazo con una muchacha (él iba vestido de civil) creyó que éste
no podía ser el padre que ellos buscaban... Unos momentos después llegó el sargento y
al describirle ellos cómo era el "novio", les grito furioso: "¡Pues ese
es el cura Pro!". Corrieron a prenderlo, pero ya se les había escapado otra vez.
Estando el Padre Pro en un alto edificio, presidiendo una reunión de muchachos de Acción
Católica, cuando menos pensaron, se hallaron con que la policía había rodeado el
edificio. El Padre se escondió en un armario en el preciso momento en que entraba al
salón el coronel, con dos pistolas en las manos, preguntando por "El Cura Pro".
Los muchachos le dijeron que ellos no sabían dónde estaría dicho sacerdote, pero el
militar, lleno de furia les gritó: "Tienen un minuto para que me digan dónde está
ese padre, o los mato a todos". Mas en ese momento sintió que le colocaban un
cañón frío en la nuca. Era el Padre Pro, que había salido del armario.
-"Suelte esas pistolas o muere", le dijo el Padre. El coronel, tembloroso,
soltó las pistolas que fueron recogidas por los muchachos. -"Ahora ustedes
huyan", gritó Miguel Pro a los jóvenes. Y éstos salieron apresuradamente a
esconderse y salir luego por los subterráneos del edificio. Luego el Padre dijo con tono
picaresco: "Y usted, señor coronel, vuélvase, para que vea con qué lo puse manos a
lo alto y lo desarmé". El coronel dio media vuelta y vio con gran humillación que
el cañón frío que había sentido con miedo en la nuca era el pico de una botella
vacía. Con una simple botella vacía había desarmado el padrecito a un coronel que
llevaba en sus manos pistolas cargadas.
Al final, para evitar que mataran a varios católicos que tenían presos, el Padre Pro se
entregó a la policía, y ésta lo fusiló el 23 de noviembre de 1927. Camino al lugar de
fusilamiento uno de los agentes le preguntó si le perdonaba. El Padre le respondió:
"No solo te perdono, sino que te estoy sumamente agradecido". Sus últimas
palabras fueron: "VIVA CRISTO REY".
-Adaptado del libro del P. Eliécer Sálesman.
"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y
Crítica", es editado por el Foro Arbil
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