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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Literaturas clásicas.

Son las literaturas que han marcado la pauta en la que se escribirán las otras literaturas del mundo. Forman la base cultural y social de las civilizaciones actuales. Las más conocidas y estudiadas, aunque no las únicas, son la latina y la griega.

El término "clásico" designa el aspecto total que presenta una lengua en el momento de su apogeo literario.

Así, hablamos de español clásico para referimos a la lengua española tal como fue escrita por los grandes literatos de los siglos XVI y XVII (F. Lázaro Carreter). Pero, y es el sentido que nos interesa aquí, también designa el estudio de las lenguas y literaturas griega y latina, tal como lo recoge la filología clásica.


Ya Horacio recomendaba un concienzudo estudio de los exemplaria greca, señalando de este modo lo que para la cultura latina era paradigmático. Los siglos fortalecerán tales indicaciones y, a su vez, las extenderán, incluyendo en lo que es "ejemplar" la lengua, la literatura, el arte y la civilización en general de los dos pueblos: el griego y el romano.

Si intuitivamente la literatura se nos presenta como una colección de textos heterogéneos, una mirada atenta -la del escritor y la del buen lector- comprueba que por un lado, todo texto es único, en tanto que por otro es hasta cierto punto una invención, pero ninguno es enteramente original.

En efecto, la literatura es, de un modo esencial, tradición, continuidad a partir de un texto original. Esto es lo que ha aportado la idea de los "clásicos", la constitución de un punto de partida que establece unos modelos, y la historia de la literatura occidental se configura en la proximidad, también algunas veces, en el distanciamiento de él.

Este momento original, como todo origen, es mítico -como se verá, Homero, el padre mítico fundador, es en muchos sentidos una incógnita-, pero señala un comienzo en este diálogo -"todo es discurso contra discurso", dirá Hölderlin- que es la literatura.


Literatura griega

Aunque extensa, como veremos más adelante, la literatura griega tiene un marcado carácter social, ya que sus diferentes manifestaciones dependen absolutamente de los diferentes periodos políticos y están, además, claramente diferenciados.

Aunque las primeras muestras literarias son de poesía, la literatura griega abarca todos los géneros y subgéneros que puedan existir en el arte de la escritura.

La época arcaica

Recordemos, ante todo, algunos datos históricos fundamentales, obtenidos esencialmente de la lingüística y de la arqueología:

Antes del siglo XX a. de J.C.: Existencia, en el mundo mediterráneo que se extiende entre la Grecia continental y la actual Turquía, de una civilización prehelénica de aspectos múltiples (por ejemplo, la civilización cretense).

Siglos XX-XII a. de J.C.: Llegada de indoeuropeos, en diversas oleadas, a los que, según Homero, se da el nombre de aqueos. Estos son los fundadores de la civilización llamada micénica, cuyos centros principales fueron Micenas y Tirinto.

Siglos XIV-XII a. de J.C.: Apogeo de la civilización aquea (micénica).

Siglo XII a. de J.C.: Llegada de guerreros dóricos que destruyen la civilización aquea.

Siglo XII a. de J.C.: Aumento de las divisiones lingüísticas:

Dialectos dóricos en el noroeste de la Grecia continental, en las costas del Peloponeso, en las islas meridionales del archipiélago y en la Magna Grecia. Es la lengua de Teócrito, Píndaro y de toda la poesía bucólica y coral.

Dialectos no dóricos, divididos en tres grupos: el eolio (Anatolia septentrional, Lesbos, Tesalia, Beocia), en el que compusieron sus poesías Alceo y Safo; el arcadio (Arcadia, Chipre, Panfilia); el jónico (costas occidentales de Asia Menor, islas septentrionales y centrales del archipiélago, Eubea, Ática), en él se expresaron Homero, Hesíodo y Heródoto.

Siglo IV a. de J.C.: El dialecto ático se convierte en la lengua común del mundo griego. En él escribieron Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Tucídides, Jenofonte, Platón, Demóstenes, Esquines y Lisias.

Los aqueos utilizaron, para escribir, los signos gráficos de los cretenses (o minoicos, pueblo prehelénico). Los textos más antiguos (inscripciones) que pueden leerse se remontan a los años cercanos al 1400 a. de J.C.

Primer período. La poesía épica: Homero y Hesíodo

Los primitivos habitantes de Grecia, los pueblos de las civilizaciones egea y micénica, poseyeron una literatura oral, compuesta en su mayor parte por canciones referentes a las guerras, las cosechas y los ritos funerarios.

Homero

El poeta ciego. Los griegos de la época clásica (los de los siglos V y IV a. de J.C.) consideraban como un hecho absolutamente indiscutible que la Ilíada y la Odisea, los dos grandes poemas épicos, compuestos sin duda en el siglo IX o en el VIII a. de J.C., eran obra de un mismo poeta, de un genio inmenso, al que llamaban Homero (cabe pensar que Homero -si es que existió- era jonio, originario de Esmirna, y que habría muerto enla zona de Ios).

El historiador Heródoto le hace vivir hacia 850 a. de J.C., fecha que indudablemente no es exacta, pero que no es incompatible con el conjunto de datos que han podido reunirse en tomo a la creación de los dos grandes poemas homéricos. Una tradición muchas veces repetida pretendía que Homero era ciego, y que por lo menos siete ciudades griegas se disputaban el honor de haberlo visto nacer.

Desde la más remota Antigüedad se han atribuido a Homero las dos epopeyas tituladas Ilíada y Odisea (alrededor de 28.000 versos) y que, efectivamente, se remontan al siglo IX-VIII a. de J.C., así como diversos himnos dedicados a los dioses (llamados himnos homéricos; se trata de textos claramente posteriores, compuestos por autores diversos y en fechas diferentes), y un poema burlesco, compuesto en realidad entre los siglos VI y IV a. de J.C. por un autor anónimo: La batracomiomaquia.

La cuestión homérica

Se originó en el siglo XVII, con las conjeturas del abate D'Aubignac, escritas en 1674 y publicadas en 1715: este autor llega a la conclusión de que Homero no existió y de que los poemas homéricos (en particular, la Ilíada) no serian más que colecciones, obras colectivas, realizadas en varias etapas.

El italiano Vico, en Principios de una ciencia nueva, desarrolla una tesis parecida a comienzos del siglo XVIII. La posición más sistemática al respecto fue la que sostuvo el erudito alemán Friedrich August Wolf en 1795 (Prolegómenos a Homero).

En nuestros días, la cuestión homérica puede resumiese así:

- La unidad de composición de la Ilíada y la Odisea apenas se discute. En ambos casos puede ponerse en evidencia un núcleo poético al que se habría sumado una serie de elementos diversos (adiciones, interpolaciones, etc.).

- En este caso, Homero sería, según unos, el creador del núcleo original; según otros, el poeta-rapsoda únicamente habría reagrupado y unificado el conjunto núcleo + adiciones.

- Subsiste una cuestión: la Ilíada y la Odisea presentan, tanto en su fondo como en su forma, unas diferencias importantes. ¿Debe admitirse que existieron dos "Homero", uno el de la Ilíada y otro el de la Odisea, o bien que el mismo autor es el origen de los dos poemas y que su estilo cambió de uno a otro?

Hay que destacar que durante siglos estos dos poemas constituyeron la base de la educación griega, pues Homero atesoraba toda la sabiduría y todo el conocimiento.

La Ilíada

Es una epopeya de veinticuatro cantos que relata el sitio de Troya (Ilión), en Jonia, por los aqueos. El origen de este conflicto es el rapto de Helena, la mujer del rey aqueo Menelao, por Paris, hijo del rey troyano Príamo. El hermano de Menelao, Agamenón, es el jefe de los griegos (de los aqueos), cuyo héroe es Aquiles. El poema no cuenta la totalidad de la guerra de Troya, sino sólo su último año.

Formación del texto. La Ilíada fue compuesta en el siglo IX o en el VIII (entre 800 y 750 a. de J.C. para muchos críticos).

El núcleo esencial es la cólera de Aquiles, a quien Agamenón ha arrebatado su esclava Briseida y que, por despecho, se retira del combate. Durante todo el tiempo que dura esta "cólera", hasta el canto XVII incluido, el desenlace del combate es incierto. Por último, cuando Aquiles se entera de la muerte de Patroclo, su amigo más querido, se reconcilia con Agamenón y vuelve a la lucha: lleva a cabo una verdadera carnicería entre los troyanos y su acción culmina al matar en singular combate a Héctor, hijo de Príamo y el más valeroso de los troyanos (la Ilíada termina con la descripción de los funerales de Héctor en el canto XXIV).

En los siglos VII y VI a. de J.C., los homéridas (descendientes o discípulos de Homero) difunden el poema por el mundo griego (recitado por rapsodas y aedas) y desarrollan el tema inicial de la Ilíada. Lo mismo hacen con la Odisea y componen nuevos poemas, de los que nos han llegado algunos fragmentos, que forman lo que se denomina el Ciclo troyano, Los retornos, Telegonía (que es una continuación de la Odisea), Versos cipríacos, la Etiópida, el Saqueo de Troya, la Pequeña Ilíada, etc.

Entre los siglos VI y IV a. de J.C., se redactan en Atenas numerosas versiones y copias de los poemas homéricos, bajo el control de las autoridades atenienses. La tradición refiere que una recensión sistemática fue ordenada por Pisístrato, tirano de Atenas entre 560 y 527 a. de J.C.

En los siglos III y II a. de J.C., en Alejandría, los tres grandes críticos Zenodoto, Aristófanes de Bizancio y Aristarco examinan, corrigen y critican los numerosos manuscritos que hay en circulación, y publica cada uno de ellos una edición erudita de los poemas homéricos, en la que adoptan, básicamente, la división en cantos. En el siglo II a. de J.C., Crates, que enseña en la Universidad de Pérgamo (rival de Alejandría), realiza una revisión de la crítica alejandrina y restablece en el texto los versos depurados por los alejandrinos.

En el mundo romano occidental (siglos I-V d. de J.C.), los poemas homéricos quedaron eclipsados por la gloria de Virgilio. En el siglo XV, cuando se reanudan las relaciones entre Roma y Bizancio, los manuscritos afluyen a Italia y se produce en Florencia el renacimiento homérico: el primer "Homero" impreso se publicó en dicha ciudad en 1488. Después, la obra fue compilada, analizada, purificada y traducida a casi todas las lenguas, hasta formar parte del patrimonio cultural de la humanidad.

Aspecto formal de la Ilíada

El término epoyeya procede del griego epos, que significa "el verso por excelencia". La Ilíada y la Odisea están escritas en hexámetros dactílicos.

Es frecuente destacar como un signo del genio literario de Homero la forma de precipitarse en el tema: directamente, in medias res, al decir de Horacio.

Esta peculiaridad, que deja de lado las vicisitudes de la larga Guerra de Troya sin siquiera llegar a la toma de Troya, limitándose sólo a una fase de ella, deriva de la estructura más profunda y característica del arte homérico: no se trata de escribir sobre la guerra sino sobre el asunto que se expone en los primeros versos, es decir, la concepción trágica de que una pelea entre dos hombres, el enfrentamiento de la "perversa arrogancia" de Agamenón y la "funesta ira"de Aquiles, acarreará dolor, muerte y deshonor a muchos otros. Así "cumplíase el plan de Zeus".

Sin embargo, no ha de concluirse de ello que todo estaba dispuesto por los designios de Zeus. Por el contrario, a pesar de que los dioses participan en los asuntos humanos, la Ilíada es fundamentalmente un poema sobre los hombres, y el suceso narrado por Homero lo que hace es mostrar algo que proviene de la verdadera índole de las cosas.

La Odisea

Este poema, dividido en veinticuatro cantos por los filólogos alejandrinos, narra las peripecias vividas por Ulises -uno de los jefes aqueos- y sus compañeros durante su largo viaje por el Mediterráneo (viaje que debe llevarlos a Itaca, patria de Ulises) tras la caída de Troya. La composición de este poema es más compleja que la de la Ilíada por dos razones:

- La historia de los viajes de Ulises está narrada retrospectivamente.

- Al relato de las aventuras de Ulises y de sus compañeros se superponen las aventuras de su hijo Telémaco, que ocupan los cuatro primeros cantos (constituyendo la Telemaquia).

Telémaco, cuyo porvenir está amenazado por los pretendientes de Penélope, su madre, a la que se cree viuda, parte desesperadamente en busca de su padre. Cuando Ulises regresa a Itaca, no es reconocido de inmediato por los pretendientes; acaba con ellos -ayudado por Telémaco- tras darse a conocer por ser el único que puede tensar su propio arco.

Observación critica. La Odisea fue compuesta a finales del siglo VIII a. de J.C., y puede que incluso a principios del siglo VII.

Es indudable que la Odisea fue escrita después de la gran ola de colonización griega, mientras que la Ilíada, con toda certeza, es anterior a esta expansión.

El héroe de la Odisea, Ulises, es un personaje infinitamente más próximo al hombre común que los héroes de la Ilíada. Ulises es "el hombre de las mil mentiras", el "astuto", el "sutil". Durante sus aventuras prodigiosas -puesto que, de hecho, la Odisea es antes que nada un cuento fantástico en el que abundan los monstruos, los personajes extraños, las hechiceras, etc.-, Ulises siempre triunfa de las asechanzas que halla en su camino.

En la Odisea el diseño de la intriga es de una factura notable y compleja, concebida con el fin de hacer resaltar una idea: la desobediencia es contraria a la voluntad de los dioses y, por consiguiente, castigada. Por último, y en relación con el otro gran poema, la Ilíada, conviene recordar la observación del crítico más sutil de la Antigüedad, Longino, según la cual "Homero en la Odisea es como el sol poniente; posee aún grandeza mas no intensidad".

Hesíodo

Nacido en Beocia, Hesíodo vivió, muy probablemente, entre 850 y 800 a. de J.C. Incluso puede que no muriera hasta principios del siglo VII. Desde Ascra, su ciudad natal, parece que emigró al Asia Menor.

Su obra principal está constituida por Los trabajos y los días, poema realista y rural, que opone la vida de los campesinos a la de los guerreros, y que habría escrito para su hermano Perses. Es la primera obra "didáctica" de la historia de la literatura griega.

También se le atribuye la Teogonía, que describe por primera vez a los dioses de la mitología griega en cuadros genealógicos que interesan principalmente a los historiadores de las religiones.

En cuanto al Escudo de Heracles, es un poema apócrifo, compuesto mucho después de la época de Hesíodo (sin duda, en el siglo VI a. de J.C.).

Segundo período. La poesía lírica y didáctica

Entre el período de la composición de la Odisea (hacia 700 a. de J.C.) y la primera tragedia de Esquilo (Los persas, 472 a. de J.C.), en el mundo griego florece una poesía más ligera, más personal, que ya no tiene perspectiva épica.

La poesía elegíaca

La estrofa elegíaca se caracteriza por la alternancia de un hexámetro y un pentámetro (un verso de seis pies y un verso de cinco pies; recordemos que un pie es una combinación de sílabas largas y cortas).

Este ritmo nuevo aparece en Jonia; el primer elegíaco conocido es Calino de Efeso (primera mitad del siglo VII a. de J.C.).

Los temas elegíacos son meditaciones, poemas amorosos y reflexiones morales (incluso, a veces, políticas).

Este metro es empleado por Teognis de Megara (siglo VI a. de J.C.), Solón (640-560 a. de J.C.), el legislador de Atenas cuyas Exhortaciones constituyen una prolongación política de su obra legisladora, y el espartano Tirteo (segunda mitad del siglo VII a. de J.C.), prototipo del elegíaco patriótico.

El género elegíaco nunca desaparecería totalmente de la literatura griega y gozaría de un gran auge en la época alejandrina (es el metro favorito del epigrama).

La poesía yámbica

El yambo es un pie compuesto de una sílaba breve y una larga. Su invención se atribuye a Yambé, esclava del rey de Eleusis, vinculada al culto de Deméter.

El verso yámbico, es decir, parcialmente compuesto de yambos, tiene un ritmo muy parecido a la lengua hablada, y por ello se utilizó en composiciones familiares. La poesía yámbica, de invención jónica, era declamada con acompañamiento musical y utilizada para composiciones rápidas, por lo general satíricas.

El maestro del género fue Arquíloco de Paros (hacia 716-664 a. de J.C.); después de él cabe citar a Hiponacte de Efeso (siglo IV a. de J.C.) y a Simónides de Samos, llamado de Amorgos (siglo VII a. de J.C.), autor de una divertida Sátira contra las mujeres.

El frigio Esopo (siglo VII-VI a. de J.C.), personaje casi totalmente legendario, parece haber sido contemporáneo de Arquíloco. La mayor parte de las 300 o 400 fábulas de Esopo que han llegado hasta nosotros fueron escritas mucho después de su época y por autores diferentes (la colección actual, redactada en prosa griega, se atribuye a un monje del siglo XIV).

Volveremos a encontrar el metro yámbico en los trágicos griegos.

Safo y la lírica monódica: los eolios

La poesía lírica, como indica su nombre, es la poesía cantada con acompañamiento de lira. Originalmente, este instrumento tenía cuatro cuerdas, pero, después de un perfeccionamiento atribuido a Terpandro (670 a. de J.C.), pasó a tener siete (de ahí la posibilidad de alcanzar la octava).

La lírica monódica era cantada por una sola persona. El género nació en Eolia, región de la Turquía Egea situada en torno a la actual Izmir (Esmirna) y de la cual dependían diferentes islas egeas, entre las cuales se contaba Lesbos.

Sólo conocemos algunos fragmentos de los dos primeros líricos eolios: Alceo (alrededor de 620-580 a. de J.C.), nacido en Mitilene, en la isla de Lesbos, inventor de la estrofa llamada alcaica; la poetisa Safo, casi de la misma época que Alceo que vivió en Mitilene, donde dirigía una escuela de poesía y de música para muchachas.

De Safo nos quedan dos odas íntegras y algunos fragmentos del resto de su obra, que debió de ser muy importante; las canciones dedicadas por Safo a sus alumnas en un tono pasional y sensual. Safo inventó nuevos metros, entre ellos el verso sáfico, que empleó con una flexibilidad asombrosa para expresar tanto la pasión como la melancolía o la malicia.

En cuanto a Anacreonte de Teos (siglo VI a. de J. C.), era jónico, pero puede ser clasificado dentro de la lírica eolia, pese a la diferencia dialectal, ya que sus temas (preocupaciones personales y efectivas) y sus metros son eolios. Quedan algunos fragmentos de sus Himnos, de sus poemas amorosos y de sus piezas ligeras. Entre el siglo III a. de J.C. y el siglo V d. de J.C., se escribieron bajo su nombre una serie de piezas cortas, que luego imitarían los poetas europeos del Renacimiento.

Píndaro y la lírica coral

Aproximadamente en la época de Safo, Alcmeón (siglo VII a. de J.C.) crea en Esparta una poesía lírica bastante diferente, que en lugar de expresar el sentir individual expresa los sentimientos de una comunidad: es la poesía que se denomina lírica coral.

Este género alcanzó un éxito considerable en todas las regiones donde se hablaba el dialecto dórico (es la primera forma literaria de origen dórico).

Esta especie de oda era muy adecuada al carácter colectivista y militarista de la civilización dórica. Fue cultivada por Estesícoro (siglos VII-VI a. de J.C.), que vivió principalmente en Himera (Sicilia) y escribió en dórico; por Arión de Metimna (que también escribió según la lírica monódica), y por la poetisa Corin (finales del siglo VI a. de J.C.; vivió en Tebas o en Tanagra), que escribió en dialecto beocio.

Pero el gran representante de la lírica coral es Píndaro (518-438 aprox. a. de J.C.; nacido en Cinoscéfalos), que vivió en Tebas bajo la ocupación persa. Poeta profesional, Píndaro se encargaba de cantar en odas corales a los grandes vencedores de los juegos que tenían lugar por toda Grecia (juegos olímpicos, juegos ístmicos, etc.).

Quedan sus Odas triunfales (Epinicios), en las cuales los vencedores que se celebran son casi todos altos personajes (se trata, por lo general, de los que vencían en las carreras de carros, y sólo podían participar en este género de competiciones los príncipes o los próceres muy acaudalados).

La época clásica. La literatura ática

Durante el siglo VI a. de J.C. se desarrolló sobre todo el drama, que su forma primitiva consistió en un coro de hombres que cantaban y bailaban odas corales. Más tarde, se añadió un actor que dialogaba con el coro.

La tragedia griega

Según la tradición, la tragedia griega fue creada en Ática por Tespis (siglo VI a. de J.C.). En sus orígenes, parece ser que participaron varios elementos.

Existían en la Grecia antigua unas prácticas religiosas, más o menos mágicas, ligadas a la evocación de los muertos, a quienes se ofrecían sacrificios sangrientos a fin de que regresaran entre los vivos. Estos cultos se desarrollaban en una explanada circular, en torno a una fosa central.

Según Heródoto, en el siglo VI a. de J.C., Clístenes, tirano de Sición, reformó los ritos relativos al héroe argivo Adrasto (rey de Argos que tomó parte en la expedición de los Siete contra Tebas).

La parte estrictamente funeraria de los ritos fue aplicada al héroe tebano (ya no argivo) Melanipo (tebano vencido por los argivos cuando su expedición contra Tebas, pero que antes había dado muerte al hermano de Adrasto).

La otra parte de estos ritos, relativa a los cantos, las danzas y lo que podría llamarse el "espectáculo", fue transferida a Dionisos, el dios del vino y del delirio místico.

Esquilo (alrededor de 525-456 a. de J.C.)

Se dice que escribió 90 tragedias, pero sólo siete han llegado hasta nosotros: Los persas (472), Los Siete contra Tebas (467), Las suplicantes (463 a. de J.C., según los datos actuales, y no en 490, como se creía antaño), Prometeo encadenado (fecha desconocida; quizás apócrifa) y las tres que constituyen la Orestíada (458): Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides.

Esquilo es el creador de la tragedia griega. Modificó el "drama sagrado" y aportó al mismo los elementos siguientes:

- Introducción de un segundo actor, con el que dialoga el primer actor (mientras que en los dramas anteriores, el diálogo tenía lugar entre un actor único y el coro).

- Subordinación del coro a la acción y al diálogo de los dos actores (mientras que antes era el canto del coro la parte más importante del espectáculo).

- Introducción de la trilogía, es decir, de una serie de tres tragedias vinculadas entre sí por un tema común (la única trilogía que queda de Esquilo es la Orestíada; las otras tragedias no tienen relación entre sí).

- Es posible que Esquilo no inventara la tetralogía (trilogía aumentada con un drama satírico, es decir, con un drama cuyo coro está formado por sátiros; los únicos dramas satíricos que han llegado hasta nosotros son un fragmento de Sófocles, Los sabuesos y El cíclope de Erípides).

Sin embargo, la obra de Esquilo es más filosófica que dramática. Incluso se ha llegado a creer, a causa de sus orígenes, que se había inspirado en los misterios de Eleusis.

La línea general del pensamiento de Esquilo es la siguiente: en el seno de la ciudad, los hombres viven un drama permanente en el que comprometen su responsabilidad. La creencia primitiva (para Esquilo), según la cual el Destino, la Fatalidad, impone al hombre su sufrimiento, debe ser combatida.

En efecto, los héroes de Esquilo son héroes humanos que enarbolan su voluntad contra una pretendida predestinación: en la Orestíada, una sentencia humana, la de un tribunal reunido en el areópago, es lo que, al absolver a Orestes, pone fin a la trágica sucesión de asesinatos en la familia de los Átridas; en Los Siete contra Tebas, es la voluntad humana de Eteocles la que, al ir conscientemente hacia la muerte, salva la ciudad de Tebas.

Es interesante señalar que las tragedias de Esquilo están escritas en la época en que Atenas intenta sustituir la noción de responsabilidad colectiva y ritual por la noción de justicia individual, en el sentido moderno del término, y reflejan esta preocupación.

Sófocles (alrededor de 496-405 a. de J.C.)

Sófocles fue quien llevó a la máxima perfección la tragedia griega. Se conservan de él siete obras, cuyas fechas, en conjunto, son desconocidas: Filoctetes (409), Edipo en Colona (representada en 401, después de su muerte), Las tarquinias, Ayax, Antígona, Edipo rey y Electro. Escribió también un drama satírico del que sólo se ha conservado la mitad: Los sabuesos.

Sófocles aportó una serie de arreglos a la tragedia de Esquilo:

- disminuyó aún más el papel del coro;
- introdujo un tercer actor en la acción;
- sustituyó la trilogía (encadenando tres tragedias que giran en torno al mismo tema) por la trilogía libre.

Pero, sobre todo, fue el primero en hacer de la tragedia una verdadera obra de arte teatral y no una reflexión metafísica dialogada.

Sobresale en la pintura psicológica de los caracteres. Igual que Esquilo, asigna a la Fatalidad un papel secundario: si existe tragedia, no es porque sus héroes sean juguetes del destino, sino porque son prisioneros de su propia personalidad, de sus errores y de sus pasiones.

La gran moral que puede extraerse de las tragedias de Sófocles quizás está contenida en la máxima délfica que Sócrates pondría de nuevo en vigor: "Conócete a ti mismo."

En Edipo rey es donde mejor se hace patente el genio trágico de Sófocles: ¿por qué Tebas ve abatirse sobre ella el flagelo de la peste? A su rey Edipo le corresponde descubrirlo, dirigir la pesquisa, que le lleva finalmente a la conclusión de que es él, jefe de un Estado modelo, asesino de su padre y esposo de su madre (sin saberlo), la causa del azote. En definitiva, toda la tragedia descansa sobre una indagación conducida por Edipo, quien es a la vez su sujeto y su objeto.

Eurípides

Ignoramos la fecha exacta del nacimiento de Eurípides (¿entre 485 y 480?); sabemos que murió en 406 a. de J.C.

Por tanto, es contemporáneo de Sófocles, unos diez años más joven que él. Por la época en que Eurípides escribe sus tragedias, los sofistas (profesores de filosofía) y Sócrates enseñan en Atenas, donde reina cierto escepticismo intelectual (Sócrates tomará partido contra este escepticismo). La obediencia a los dioses o a las leyes se convierte en fuente de problemas, y las tragedias de Eurípides reflejan estas preocupaciones y estos conflictos.

De Eurípides se ha conservado un drama satírico (El cíclope) y 17 tragedias: Alcestes (438), Medea (431), Hipólito (428), Hécuba, Los Heráclidas, Andrómaca, Hércules furioso, Las suplicantes, Ion, Las troyanas (415), Electra, Ifigenia en Táuride, Helena (412), Las fenicias, Orestes (408), Las bacantes e Ifigenia en Áulide (cuya representación fue póstuma). Se le atribuye también la tragedia titulada El reso.

Si su obra se ha conservado mejor que la de sus predecesores se debe, paradójicamente, a que su éxito en Atenas fue tardío. Su sentido de lo patético, lo que podríamos llamar su "complicación" intelectual, sedujo a los hombres del siglo IV, y este favor se prolongó a expensas de Esquilo y de Sófocles.

Desde el punto de vista teatral, Eurípides introdujo nuevas transformaciones: el análisis psicológico, las preocupaciones científicas y filosóficas (las obras de tesis), se adelantan a otros temas.

El coro ya no es uno de los elementos de la acción, como lo era todavía en Sófocles, sino una especie de reflejo exterior, a veces incluso un comentario. Por supuesto, el papel de los actores se hace más importante y, al mismo tiempo, el de la puesta en escena.

En lo que se refiere a las fuerzas que impelen a sus personajes a la acción y que constituyen el elemento dinámico de sus tragedias, Eurípides también es un innovador: introdujo la pasión amorosa en la escena.

Señalemos, por último, algunos de los temas principales desarrollados en sus tragedias: complacencia por los estados mórbidos e incluso delirantes, realismo psicológico, escepticismo con respecto a los dioses, antifeminismo, humanización y laicización de mitos y leyendas, etcétera.

La comedia

En el origen de la comedia figuran también las costumbres religiosas. En ocasión de las procesiones anuales de los misterios entre Atenas y Eleusis, el cortejo era ritualmente acogido en un lugar preciso por unos personajes que lo escarnecían. Entonces tenía lugar un torneo cómico, una especie de falso altercado. La comedia fue surgiendo progresivamente de esta farsa.

También debe señalarse la importancia del disfraz en la comedia griega: los miembros del coro se disfrazaban (de ave, de rana, de avispa, etc.), y los comediantes llevaban las máscaras típicas.

De esta forma, pues, como en la tragedia, se partió de un canto coral "cómico" al que se añadieron unos diálogos.

Las primeras tentativas de este género parecen haber sido dóricas: un dorio originario de Megara, Susarión, presenta hacia 750 a. de J.C. las primeras obras "cómicas": Las farsas de Megara.

Después de él, a principios del siglo V a. de J.C., Epicarmo de Cos transformó la farsa dórica en una historia burlesca, no sólo relativa a las aventuras de los dioses y de los héroes, sino también a los acontecimientos de la vida cotidiana. En la misma época, Sofrón de Siracusa (hacia 450 a. de J.C.) estableció el libreto de los mimos inspirándose en las costumbres (caricaturizadas) de la gente humilde: artesanos, campesinos, soldados, etc.

Aristófanes

De igual manera que en el caso de la tragedia, la cuna de la verdadera comedia fue el Ática.

Los creadores del género fueron el poeta ateniense Cratino (520-423 a. de J.C.), Éupolis (446-411 a. de J.C.) y, sobre todo, Aristófanes (alrededor de 445-386 a. de J.C.), del que nos han llegado 11 obras: Los acarnienses (425), Los caballeros (424), Las nubes (423), Las avispas (422), La paz (421), Las aves (414), Lisístrata (411), Las tesmoforias (411), Las ranas (405), La asamblea de las mujeres (392) y Pluto (388).


Caracteres de las comedias de Aristófanes.

A través de sus comedias el poeta ataca a sus enemigos políticos y literarios: se erige en adversario de los demócratas atenienses, partidarios de una guerra a muerte contra Esparta; se mofa de las ideologías políticas en Las aves; tira con bala rasa contra Eurípides en Las ranas y Las tesmoforias, y contra Sócrates, a quien ridiculiza en Las nubes.

En Pluto aborda un tema ligeramente diferente: el de la sátira social. En conjunto, se trata de un teatro polémico, que lo mismo combate a los demócratas belicistas que a los que Aristófanes llama lacómanos, violentos admiradores de Esparta y de sus costumbres; ridiculiza la demagogia judicial (Las avispas representan a los jueces populares) y confía, con una buena dosis de optimismo, en que el buen sentido puede salvar a los atenienses de la desgracia y el desastre.

Menandro y la "comedia nueva"

Se da el nombre de "comedia nueva" a la comedia griega de finales del siglo IV y principios del siglo II a. de J.C. Durante largo tiempo sólo fue conocida a través de las imitaciones realizadas por los autores latinos Plauto y Terencio.

A comienzos del siglo XX, los descubrimientos de papiros antiguos nos permitieron conocer las obras de Menandro (aprox. 342-292 a. de J.C., ateniense), que escribió 105 comedias (se han descubierto fragmentos de siete).

Los personajes son atenienses pertenecientes a la clase media (y no gente perteneciente a las clases inferiores), el coro ha desaparecido y la intriga se ha complicado (niños abandonados, personajes que descubren los orígenes de su nacimiento gracias a un amuleto o a una revelación, raptos, aventuras de toda suerte). Pero todos estos recursos no pasan de triviales; lo interesante, en la "comedia nueva", es el cuadro de costumbres, el interés dedicado a ciertos problemas sociales, el papel de las esclavas y de las prostitutas, los intercambios de ideas.

Además de Menandro, los principales representantes de esta "comedia nueva", que gozó de gran predicamento hasta mediados del siglo III a. de J.C., son: Dífilo (342-291 a. de J.C.), Apolodoro de Caristo (siglo IV a. de J.C.) y Filemón (361-262 a. de J.C.).

La historia

Es el primer aspecto de la prosa griega, enaltecido, como veremos, por la elocuencia y la filosofía.

Heródoto de Halicarnaso

Heródoto de Halicarnaso vivió en el siglo V a. de J.C. (alrededor de 484-420).

Casi toda su existencia transcurre entre el final de las guerras médicas y el inicio de la guerra del Peloponeso. Heródoto fue un gran viajero, casi podríamos decir un "reportero", que emprendió una vasta "encuesta" (en griego, historia = búsqueda) a través de todo el mundo mediterráneo.

Con un notable sentido de la narración, un fino espíritu crítico, un gran respeto por toda clase de opinión religiosa, una afición a lo anecdótico y pintoresco, y un interés profundo y reflexivo por todos los aspectos de la actividad humana, Heródoto puede ser considerado el padre de la historia (en Occidente), así como de las ciencias humanas.

Las Historias de Heródoto relatan las guerras médicas y van precedidas de una exposición de las indagaciones emprendidas por el autor para comprender el origen y el desarrollo de estas guerras. El cúmulo de documentos, de datos y de informaciones que aporta es impresionante.

Todavía en nuestros días, Heródoto constituye la única fuente de información sobre muchos aspectos oscuros para la arqueología. Heródoto estuvo, a la vez, más allá y más acá de los historiadores que lo siguieron: cuando concibe la historia como uno de los aspectos de la antropología, es un precursor de la ciencia moderna; pero en el campo de la explicación histórica, es inferior a Tucídides.

Tucídides

Era un aristócrata ateniense que vivió, aproximadamente, entre 460 y 395 a. de J.C. Escribió una Historia de la guerra del Peloponeso (desde su comienzo hasta 411 a. de J.C.). Por tanto, el período que estudió es el que siguió al descrito por Heródoto.

Tucídides es casi de la misma generación que su gran predecesor, pero existe entre ellos un auténtico abismo lingüístico, estético e intelectual, que podría resumiese diciendo que Heródoto es el último gran escritor jónico en prosa y Tucídides el primer gran prosista ático.

Al escribir la Historia de la guerra del Peloponeso, que no pudo terminar, Tucídides trata de una cuestión de actualidad, vivida por él y sobre la cual posee datos directos. Es un historiador-testigo. Con respecto a su obra cabe señalar las características siguientes:

- Constituye un testimonio que quiere ser una explicación. Aquí, Tucídides es original: intenta comprender al hombre por el hombre. Laiciza y humaniza la historia.

- Cree en la importancia de las causas generales, pero también en la acción individual, evidentemente más determinante entonces que en nuestros tiempos.

- El pensamiento político de Tucídides es realista. No cree en fórmulas, sino en los hechos, y no está lejos de hacer la apología del derecho del más fuerte.

- En fin, la Historia de la guerra del Peloponeso es una obra de arte. Tucídides, que vivió en la época de los sofistas y los retóricos, supo utilizar todas las figuras de la elocuencia y construir según las reglas más puras del arte clásico.

Jenofonte

Jenofonte (h. 430-355 a. de J.C.) perteneció al círculo socrático y fue uno de los primeros biógrafos griegos.

Su retrato de Ciro el Grande y, sobre todo, su descripción del sistema educativo persa se fundamentan en la convicción de que los pueblos llamados bárbaros podían tener una auténtica concepción del hombre y oponerla incluso a la griega.

Entre otras obras, se le debe un libro que termina el relato de la guerra del Peloponeso de Tucídides, Las Helénicas; así como la Anábasis (relato de la retirada de los Diez Mil) y Memorables (recuerdos sobre Sócrates).

La filosofía griega

El conjunto de conceptos filosóficos que forman la filosofía griega constituyó el fundamento de toda la especulación filosófica posterior en el mundo occidental.

Las hipótesis intuitivas de los antiguos griegos presagiaron diversas teorías de la ciencia moderna, incluso muchas de las ideas morales elaboradas por los filósofos griegos han sido incorporadas a la doctrina moral cristiana.

Platón

Platón (c. 428-c. 347 a. C.) fue uno de los filósofos griegos más creativos e influyentes de la filosofía occidental.

Nació en el seno de una familia aristocrática en Atenas. Su padre, Aristón, era, al parecer, descendiente de los primeros reyes de Atenas. Perictione, su madre, estaba emparentada con Solón, el legislador del siglo VI a. de J.C.

Su padre murió cuando aún era un niño y su madre se volvió a casar con Pirilampes, colaborador del estadista Pericles.

De joven, Platón tuvo ambiciones políticas, pero se desilusionó con los gobernantes de Atenas. Más tarde se proclamó discípulo de Sócrates, aceptó su filosofía y su forma dialéctica de debate: la obtención de la verdad mediante preguntas, respuestas y más preguntas.

En el año 387, Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo considerada como la primera universidad europea. Ofrecía un amplio plan de estudios, que incluía materias como astronomía, biología, matemáticas, teoría política y filosofía.

Aristóteles fue su alumno más destacado.

Obra de Platón

Los escritos de Platón adoptaban la forma de diálogos, donde se exponían ideas filosóficas, se discutían y se criticaban en el contexto de una conversión o un debate en el que participaban dos o más personas. El primer grupo de escritos de Platón incluye 35 diálogos y 13 cartas. Se ha cuestionado la autenticidad de algunos diálogos y de la mayoría de las cartas.

Primeros diálogos
Los diálogos se pueden dividir en tres etapas de composición. La primera representa el intento que hizo Platón de comunicar la filosofía y el estilo dialéctico de Sócrates.

Algunos de esos diálogos tienen el mismo argumento. Sócrates se encuentra con alguien que dice saber mucho, manifiesta ser ignorante y pide ayuda al que afirma saber. Sin embargo, conforme Sócrates empieza a hacer preguntas, se hace patente que quien se dice sabio realmente no sabe lo que afirma saber y que Sócrates aparece como el más sabio de los dos personajes porque, por lo menos, él sabe que no sabe nada. Ese conocimiento, por supuesto, es el principio de la sabiduría.

Dentro de este grupo de diálogos se encuentran Cármides (un intento por definir la templanza), Lisis (una discusión sobre la amistad), Laques (una búsqueda del significado del valor), Protágoras (una defensa de la tesis de que la virtud es conocimiento y que es posible aprenderla), Eutifrón (una consideración sobre la naturaleza de la piedad), y el libro I de La República (una discusión sobre la justicia).

Diálogos intermedios y últimos
Los diálogos de los períodos intermedio y último de la vida de Platón reflejan su propia evolución filosófica. Las ideas de esas obras se atribuyen al propio Platón, aunque Sócrates sigue siendo el personaje principal em muchos diálogos.

Los escritos del periodo intermedio abarcan los de Gorgias (una reflexión sobre distintas cuestiones éticas), Menón (una discusión sobre la naturaleza del conocimiento), Apología (la defensa que hizo Sócrates de sí mismo durante el juicio en el que fue acusado de ateísmo y corrupción de la juventud ateniense), Crátilo (la defensa de Sócrates de la obediencia a las leyes del Estado), Fedro (escena de la muerte de Sócrates, en la que discute sobre la teoría de las ideas, la naturaleza del alma y la cuestión de la inmortalidad), El Banquete (destacada realización dramática de Platón que contiene varios discursos sobre la belleza y el amor) y la República (máxima obra filosófica de Platón, que es una detallada discusión sobre la naturaleza de la justicia).

Entre los trabajos del último periodo se encuentran Teeteto (una negación de que el conocimiento tiene que ser identificado con el sentido de percepción), Parménides (una evaluación crítica de la teoría de las ideas), Sofista (una reflexión posterior sobre las ideas o las formas), Filebo (discusión sobre la relación entre el placer y el bien), Timeo (ideas de Platón sobre las ciencias naturales y la cosmología), y Leyes (un análisis más práctico de las cuestiones políticas y sociales).

Teoría de las ideas. Teoría del conocimiento

La teoría de las ideas de Platón y su teoría del conocimiento están relacionadas entre sí y deben tratarse juntas.

Influido por Sócrates, Platón estaba persuadido de que el conocimiento se puede alcanzar. También estaba convencido de dos características esenciales del conocimiento. Primera, el conocimiento debe ser certero e infalible. Segunda, el conocimiento debe tener como objeto lo que es en verdad real, en contraste con lo que lo es sólo en apariencia.

La teoría del conocimiento de Platón se expone en La República, en concreto, en su discusión sobre la imagen de la línea divisible y el mito de la caverna. En la primera, Platón distingue entre dos niveles de saber: opinión y conocimiento.

El mito de la caverna describe a personas encadenadas en la parte más profunda de una caverna. Atados de cara a la pared, su visión está limitada y por lo tanto no pueden distinguir a nadie. Lo único que se ve es la pared de la caverna sobre la que se reflejan modelos o estatuas de animales y objetos que pasan delante de una gran hoguera resplandeciente.

Uno de los individuos huye y sale a luz del día. Con la ayuda del sol, esta persona ve por primera vez el mundo real y regresa a la caverna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta ese momento son sombras y apariencias y que el mundo real les espera en el exterior si quieren liberarse de sus ataduras.

El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo físico de las apariencias. La escapada al mundo soleado fuera de la caverna simboliza la transición hacia el mundo real, el universo de la existencia plena y perfecta, que es el objeto propio del conocimiento.

Teoría política

La República, la mayor obra política de Platón, trata de la cuestión de la justicia y, por lo tanto, de las preguntas sobre qué es un Estado justo y quién es un individuo justo.

El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases.

La economía del Estado reposa en la clase de los comerciantes.
La seguridad, en los militares.
El liderazgo político es asumido por los reyes.

Platón asocia las virtudes tradicionales griegas con la estructura de clase del Estado ideal. La templanza es la única virtud de la clase artesana, el valor es la virtud de la clase militar y la sabiduría caracteriza a los gobernantes. La justicia, la cuarta virtud, caracteriza a la sociedad en su conjunto. El Estado justo es aquel en el que cada clase debe llevar a cabo su propia función sin entrar en las actividades de las demás clases.

Platón aplica el análisis del alma humana un esquema semejante: la racional, la voluntad y los apetitos. Una persona justa es aquella cuyo elemento racional, ayudado por la voluntad, controla los apetitos.

Fragmento del Fedón, donde Platón sugiere elevadas consideraciones sobre la inmortalidad del alma.

Influencia de Platón

La influencia de Platón a través de la historia de la filosofía ha sido inmensa.

Su Academia existió hasta el año 529 d. de J.C., en que fue cerrada por orden del emperador bizantino Justiniano I, que se oponía a la difusión de sus enseñanzas paganas.

El periodo helenístico y romano

Las conquistas de Alejandro Magno difunden la civilización helénica, la lengua griega se convierte en una lengua internacional, las formas de vida griegas pasan a ser las formas de vida del imperio de Alejandro; pero, en este molde, el alma ya no es la misma.

Por esta razón se habla del período helenístico, en oposición al período helénico que lo precedió. Alejandría, la ciudad fundada por Alejandro Magno, se convierte poco a poco en la capital del mundo mediterráneo.

Los soberanos (griegos) de Egipto, Tolomeo Sóter (323-283 a. de J.C.), Tolomeo Filadelfos (283-246 a. de J.C.) y Tolomeo Evergetes (246-221 a. de J.C.), crean y desarrollan la universidad (el Museo y la Biblioteca), cuya administración es confiada a las personalidades más eminentes de la época (de esta forma, Calímaco, poeta nacido en Cirene y que vivió de 310 a 235 a. de J.C., fue bibliotecario de Tolomeo Filadelfos).

En esta época, es traducido al griego, en Alejandría, el Pentateuco. En 30 d. de J.C., Alejandría cae en poder de los romanos, pero continúa siendo un brillante centro intelectual hasta su conquista y destrucción por los árabes, en 642.

La poesía

La poesía es la obra básica de la primera escuela de Alejandría. Se trata de una poesía culta, erudita, dirigida a un público restringido. Veremos desarrollarse las técnicas formales, en tanto que el tema del amor se va convirtiendo en la preocupación fundamental de los poetas.

Los principales géneros literarios cultivados por la escuela de Alejandría son:

- El género épico, que tiene como categoría característica el epullion, pequeña epopeya en la cual sólo se trata un episodio de una vasta historia que está simplemente resumida o supuesta.

- El género elegíaco, utilizado para relatos mitológicos, y en el que se injertó el epigrama.

- El mimo, diálogo o monólogo bastante breve, que trataba de temas cotidianos en versos yámbicos; cuando el tema era pastoral, se convertía en idilio.

- La poesía didáctica (científica o metafísica).

- La poesía dramática, la poesía lírica y la poesía paródica, que se cultivaron con mediocridad.

- La poesía filosófica y moral adquirió expresión en los Silloi (burlas, escarnios: composiciones satíricas) de Timón de Fliunte (siglos IV y III a. de J.C.).

La poesía

La poesía es la obra básica de la primera escuela de Alejandría. Se trata de una poesía culta, erudita, dirigida a un público restringido. Veremos desarrollarse las técnicas formales, en tanto que el tema del amor se va convirtiendo en la preocupación fundamental de los poetas.

Los principales géneros literarios cultivados por la escuela de Alejandría son:

- El género épico, que tiene como categoría característica el epullion, pequeña epopeya en la cual sólo se trata un episodio de una vasta historia que está simplemente resumida o supuesta.

- El género elegíaco, utilizado para relatos mitológicos, y en el que se injertó el epigrama.

- El mimo, diálogo o monólogo bastante breve, que trataba de temas cotidianos en versos yámbicos; cuando el tema era pastoral, se convertía en idilio.

- La poesía didáctica (científica o metafísica).

- La poesía dramática, la poesía lírica y la poesía paródica, que se cultivaron con mediocridad.

- La poesía filosófica y moral adquirió expresión en los Silloi (burlas, escarnios: composiciones satíricas) de Timón de Fliunte (siglos IV y III a. de J.C.).

La prosa griega en la época helenística y romana

Posiblemente, las obras más importantes del periodo helenístico fueron realizadas por sabios, científicos, eruditos, médicos, matemáticos, astrónomos y geógrafos, las cuales, naturalmente, fueron manifestaciones literarias en prosa.

Así pues, la prosa de este periodo fue claramente de exposición científica.

La prosa griega en el Imperio romano. Plutarco

Con los Antoninos, la literatura latina entra lentamente en decadencia y, a partir del siglo II d. de J.C., vuelve a predominar la lengua griega.

El gran nombre de principios de la era cristiana es el de Plutarco, nacido en Queronea, Beocia, hacia 46 d. de J.C., y muerto hacia 120.

Las obras de Plutarco comprenden, por una parte, una serie de biografías de hombres ilustres, denominadas Vidas paralelas (el título procede de que los biografiados son estudiados por pares, estableciendo un paralelo entre la vida de un griego y la de un romano: por ejemplo, Demóstenes y Cicerón, Licurgo y Numa Pompilio, Alejandro Magno y Julio César, Agesilao y Pompeyo, Arístides y Catón el Censor, y otros), y, por otra parte, una serie de tratados de importancia variable sobre los temas más diversos (morales, filosóficos, religiosos, cotidianos, etc.) y que han sido agrupados bajo el titulo tradicional de Obras morales (algunos de estos tratados son apócrifos).

Por su erudición, por la abundancia de sus alusiones a la historia intelectual del mundo antiguo y por sus consideraciones morales, Plutarco es tanto más importante cuanto que ha sido el autor de cabecera de todos los intelectuales europeos hasta el siglo XIX, y aun de los del siglo XX.

Cabe mencionar también a Diógenes Laercio o de Laertes (siglo III d. de J.C.) y su conocida obra Vidas, doctrinas y sentencias de los filósofos ilustres.

Literatura latina

La conforman, durante la Edad Media y el Renacimiento, todos aquellos textos de la Roma antigua y de gran parte de Europa Occidental, escritos en latín.

La poesía latina

La poesía romana se modeló a partir de la griega y sirvió a su vez como referencia básica, especialmente en el Renacimiento, para el desarrollo de las literaturas europeas posteriores.

Los logros más importantes se alcanzaron en la poesía épica y lírica.

Los orígenes

Dos son las vertientes de la primera poesía romana: la dramática y la épica, a la cual dedicamos unas palabras a continuación.

La poesía épica

Los tres primeros poetas de la historia de la literatura latina intentaron aclimatar en Roma la poesía homérica. Debe señalarse que los tres eran originarios de la Italia meridional: Livio Andrónico (aprox. 278-204 a. de J.C.), de Tarento; Nevio (aprox. 270-201 a. de J.C.), de Campania (región de Nápoles), y Ennio, el más importante de los tres, de Brucio (239-169 a de J.C.).

De las epopeyas de Livio y de Nevio, sólo escasos fragmentos han llegado hasta nosotros. También sabemos que Livio escribió una Odissia, adaptación de la Odisea homérica en versos saturnianos, y que Nevio compuso, al final de su vida (hacia 209-208 a. de J.C.), una Guerra púnica que es una verdadera epopeya nacional. En ella Nevio relata cómo Eneas, hijo de Anquises, puede ser considerado el fundador (mítico) de Roma. También canta sus amores con la reina Dido, fundadora de Cartago (tema que volveremos a encontrar en la Eneida).

La epopeya de Ennio, Los anales, es una pequeña revolución literaria: Ennio, al cantar a Roma victoriosa de sus enemigos (el poema fue comenzado en 203, un año antes de la batalla de Zama, que señalaría el fin de la segunda guerra púnica), la identifica con las grandes potencias del mundo helenístico. Es una epopeya triunfante y no una epopeya combatiente (como la de Nevio).

El poeta abandona el verso saturniano y adapta al latín el verso de la poesía épica griega, el hexámetro dactílico, y, al hacerlo, se convierte en un "segundo Homero", verdadero padre de la poesía latina (también se deben a Ennio dos poemas, de los que sólo quedan fragmentos, en los cuales desarrolla ideas filosóficas y morales). Livio, Nevio y Ennio también escribieron tragedias.

La poesía moral

Inaugurada por Apio Claudio (censor en 312 a. de J.C., promotor de la expansión de Roma hacia la Magna Grecia y reformador de la ortografía latina).

Apio Claudio dejó unas Sentencias, de las que sólo poseemos algunos fragmentos redactados en versos rimados análogos a los versos saturnianos.

El verdadero creador de la sátira (satyra = obra mixta) es Ennio. Para este género nuevo, a imitación de los griegos, utilizó versos trocaicos y yámbicos. Más tarde, el género satírico fue perfeccionado por el campaniense Lucilio (180-103 a. de J.C.), quien, al utilizar el hexámetro, le confirió un carácter más regular.

La poesía de la época ciceroniana

Comprende toda la poesía escrita bajo la influencia de Cicerón (106-43 a. de C.), político especialmente conocido como escritor y el orador más elocuente de Roma.

Cayo Valerio Catulo (87?-54? a. de J.C.)

Catulo tuvo por amante a Clodia, esposa del procónsul de la Cisalpina Quinto Metelo Celer, y hermana de Clodio, el enemigo de Cicerón.

Catulo cantó su amor desdichado por esta mujer ligera, a la que inmortalizó con el nombre de Lesbia (vinculada así a Safo, la poetisa griega de Lesbos).

Las 116 piezas que constituyen la obra de Catulo, por lo general muy cortas, a la manera alejandrina, y de variado ritmo, son testimonio de un arte muy sutil. No se trata aún de elegías propiamente dichas, pero sí de una poesía flexible, sabia, musical y refinada. La manera con que combina la imitación, el arte y la sinceridad hace de él un verdadero clásico.

Lucrecio

No se sabe nada de este poeta, que, sin duda, vivió entre 98 y 55 a. de J.C. Ignoramos las fuentes de los seis libros de su poema titulado De la naturaleza (el cual, por otra parte, quedó inconcluso) y que Cicerón editó.

De rerum natura quizás es, con la Eneida, la obra poética más notable de la historia de la literatura latina.

Lucrecio expone en ella, en términos de epopeya, las doctrinas científicas y filosóficas del filósofo griego Epicuro. La idea general de la obra es que el hombre, por medio de la ciencia y de la filosofía, debe eliminar de sí mismo los temores supersticiosos y alcanzar, a través de la reflexión, la beatitud interior.

La edad clásica

Los grandes poetas de la época de Augusto se formaron antes del reinado de éste, durante la guerra civil.

Cuando Octavio se convirtió en soberano único (27 a. de J.C.), estos poetas -excepto Ovidio- habían alcanzado ya su plena madurez poética.

Virgilio

Publio Virgilio Marón (79-19 a. de J.C.) es el más grande de los poetas latinos. Sus padres le dedicaban a la carrera política y le hicieron cursar estudios de retórica.

Pero, en Roma, Virgilio prefirió frecuentar más a los poetas que el foro. Participó, pues, en el movimiento de los nuevos poetas, el más ilustre de los cuales era Catulo, y compuso entonces algunas pequeñas piezas a la manera alejandrina.

Hacia el 45 a. de J.C. Virgilio dejó Roma y se dirigió a Nápoles, donde se propuso estudiar filosofía con un griego llamado Sirón. Por aquel tiempo el poeta era partidario de la filosofía epicúrea y permaneció relativamente indiferente a los trastornos políticos de la época.

A partir de las Geórgicas (comenzadas en 39-38 a. de J.C.), las ideas filosóficas de Virgilio sufrieron una transformación: sustituyó el epicureísmo y el materialismo por el neopitagorismo (existencia de un alma distinta del cuerpo, finalidad del mundo organizado por una providencia divina).

Murió durante un viaje a Grecia, en el 19 a. de J.C. En aquel momento, la Eneida no estaba aún terminada y el poeta había exigido que no se publicase. Augusto -cosa que debemos agradecerle- hizo caso omiso de ello y encargó a dos amigos de Virgilio, Vario y Tucca, la publicación de la epopeya.

La obra de Virgilio, además de las Bucólicas, las Geórgicas y la Eneida, comprende un conjunto de piezas de juventud: epigramas y relatos a la manera alejandrina (Culex: epopeya ingenua; Siris: una fábula). El conjunto de estas piezas constituye lo que los críticos llaman el apéndice virgiliano.

Las Bucólicas.

Las Bucólicas es un conjunto de églogas de inspiración alejandrina (Teócrito).

En la voz de pastores y boyeros, Virgilio canta, alegóricamente, al "joven dios", que simboliza a Octavio.

El mundo cristiano admiró particularmente la égloga IV, algunos de cuyos versos fueron interpretados como un anuncio de la llegada del Mesías.

Las Geórgicas

Las Geórgicas, epopeya de la vida rústica, es una obra más ambiciosa.

Virgilio se inspira en Hesíodo, autor de Los trabajos y los días, a quien admiraban los poetas alejandrinos. Y, al hacerlo, piensa explotar el filón poético descubierto por Lucrecio: el arte de cantar el espectáculo del mundo.

Tradicionalmente se ha sostenido que el tema de las Geórgicas pudo haber sido dictado a Virgilio por Mecenas, deseoso de impulsar -por cuenta de Octavio- una política agrícola en Italia. No parece que pueda aceptarse esta tesis. De hecho, los cuatro cantos de las Geórgicas más bien hacen pensar en una meditación poética sobre la naturaleza, tras la cual se encuentra la presencia divina (esta actitud concuerda con la transformación filosófica y religiosa de Virgilio).

La Eneida

La Eneida está considerada unánimemente como la obra maestra de la literatura latina.

La idea de escribir esta epopeya nacional parece habérsele ocurrido a Virgilio en 30-29 a. de J.C. (poco después de la batalla de Actium).

De este modo enlaza con la tradición establecida por Nevio y Ennio; pero, en lugar de orientar su obra hacia la victoria de Roma sobre Cartago (como en el caso de Nevio), Virgilio tiene por objetivo cantar la victoria de Octavio Augusto. La historia que cuenta la Eneida, en 12 cantos, es a la vez una epopeya, una novela de aventuras, una obra política, una historia amorosa y un relato simbólico.

Horacio

Quinto Horacio Flaco (65-18 a. de J.C.) era hijo de un liberto acomodado. Estuvo mezclado, al principio, en la guerra civil, combatiendo en las filas de Bruto y de Casio contra Antonio y Octavio.

Tras la derrota de Filipos, quedó en situación comprometida. Su patrimonio había sido confiscado y el porvenir se le mostró muy sombrío. Escribió entonces, sobre las desdichas de su patria, algunas piezas en verso (Epodos) que llamaron la atención de Virgilio. Sin duda, fue hacia principios del año 38 cuando el mantuano introdujo a Horacio en el círculo de los amigos de Mecenas.

Las obras de Horacio comprenden: las Sátiras (dos libros); las Epístolas (dos libros), reunidas con frecuencia bajo el título común de Sermones (conversaciones); los Epodos, ya citados, y los cuatro libros de Odas.

Sátiras y Epístolas

En las Sátiras y en las Epístolas (es decir, en sus Conversaciones), Horacio enlaza con la tradición de Ennio y de Lucilio.

Se burla ligeramente de las costumbres de su tiempo y discurre sobre algunos grandes problemas morales y literarios (una de sus Epístolas es un auténtico tratado al que suele dársele el nombre de Arte poético).

La filosofía moral que desarrolla es un epicureísmo de buen tono: vivir rústicamente, con moderación, cultivando su jardín y en comunión con sus amigos dentro del mismo ideal estético.

Los versos de las Sátiras y de las Epístolas son hexámetros.

Odas

Las Odas inauguran un género poético nuevo (en la lengua latina), a imitación de los poetas eolios.

Si los ritmos son inéditos, también lo son los temas: Horacio, siempre epicúreo, canta la ataraxia, la paz interior (proporcionada por el "ocio", que en latín se denomina otium), el placer de vivir la vida día a día, no con indiferencia, sino con cierto entusiasmo cotidiano (éste es el sentido del término carpe diem, que significa "aprovecha el día presente").

Con las Odas, Horacio adoptó (con extraordinario acierto) la lírica de los poetas sáficos y la de Alceo, cuyos metros eran más adecuados que los de la lírica de Píndaro para el carácter de la lengua latina.

Ovidio (43 a. de J.C.-17 d. de J.C.)

Poeta dotado en extremo, Ovidio no fue un creador de formas en el recto sentido (como lo fueron Ennio, Virgilio u Horacio): cultivó todos los géneros y en todos ellos se mostró insuperable.

Los amores

Los amores (en tres libros) tienen como "leit motiv" la pasión que Ovidio parece que experimentó por una mujer a la que en sus páginas da el nombre de Corina (cosa que nos recuerda, una vez más, a las poetisas sáficas: Corina, o Corinna, es el nombre de una poetisa griega).

Pero, en este caso, no se trata de una autobiografía amorosa (como las de Catulo o Propercio). Aprovechando el relato de esta pasión (que parece muy literaria), Ovidio desarrolla mil anécdotas amorosas: Los amores son, sin duda, el primer ensayo sistemático de psicología erótica de la literatura occidental.

A Los amores están vinculados tres pequeños libros, ligeros, paródicos, un poco cínicos incluso, que, para nosotros, lectores modernos, poseen un sabor indiscutible. Se trata de un pequeño manual sobre el arte de acicalarse (Cosméticos; Medicamina faciei femineae), del Arte de amar (Arts amandi), pequeño tratado de erotismo, y de Remedios de amor (Remedia amoris).

Las Metamorfosis

Las Metamorfosis (quince libros) son una epopeya cosmogónica. Ovidio, sin duda influido por el neopitagorismo, refiere, en términos simbólicos, la historia del mundo, desde el caos originario hasta Octavio Augusto, reasumiendo -bajo el denominador común de las metamorfosis de un ser en otro- la mayor parte de las leyendas mitológicas .

Los elegíacos

Los dos elegíacos latinos más importantes, y cuyas obras han llegado hasta nosotros, son Tibulo (50-19 a. de J.C.) y Propercio (47-15 a. de J.C.)

Tibulo no pertenecía al Circulo de Mecenas (era protegido y amigo de Valerio Mesala). Escribió elegías rurales.

Propercio empezó imitando a Tibulo en un libro titulado Cintia, en honor de cierta cortesana de quien estaba enamorado. Las elegías de Propercio mezclan sistemáticamente los sentimientos personales y la evocación mitológica, conforme a las reglas del género entre los alejandrinos (se ha dicho de él que era "el Calímaco romano").

En realidad, los cuatro libros de elegías relatan su aventura amorosa en todas sus etapas (ruptura, reconciliación, escenas, engaños, etc.). A medida que avanzamos en la lectura de la obra, comprobamos que Propercio transforma sus elegías en epigramas. Propercio es, pues, un "nuevo poeta"... en una época en que este movimiento figuraba ya en la retaguardia literaria.

La evolución de la poesía latina después de la época clásica

La unificación del Imperio concluye en la paz y la prosperidad. La sociedad se transforma y aparecen nuevos hombres, llegados de las provincias orientales u occidentales.

Veremos, pues, extenderse, en primer lugar, una poesía de tipo "cosmopolita", menos rigurosa, menos respetuosa para con las reglas de la edad clásica y en la cual encontramos los defectos y los excesos de estos no-romanos: afición abusiva a la elocuencia, al color local y al realismo, y cierta confusión de géneros.

Después de los grandes escritores de la época de Augusto, Fedro (15 a. de J.C.-50 d. de J.C., de Tracia), autor de las Fábulas, nos parece un autor menor. Más vigorosas son las obras de Lucano y de Persio.

Lucano (39-65 d. de J.C.), genio precoz, nos ha dejado un poema en diez libros, la Farsalia, donde relata la guerra civil que enfrentó a Pompeyo y César. A través de la retórica y de la grandilocuencia de esta obra se percibe un nuevo tema de inspiración no romana (Lucano era hispano): el sentido patético de la situación humana.

No se trata ya de una epopeya virgiliano; el drama al que asistimos se desarrolla sin intervenciones maravillosas, sin adivinos, sin dioses descendidos del Olimpo. Es un drama humano, a veces ampuloso, pero muy próximo a la experiencia dramática de la época.

Persio (34-62 d. de J.C.) es, como Lucano, un poeta precoz. Dejó una colección de Sátiras.

En la forma, Persio continúa la tradición de Horacio. Pero los temas y los problemas son nuevos, muy próximos a los de Lucano o de Séneca. Es un poeta difícil, si no hermético, que, sin salirse de un estoicismo rígido, expresa sus odios y sus pasiones. En las Sátiras de Persio brilla el mismo fuego que en las tragedias de Séneca.

Los realistas

Se designa así a dos poetas del siglo I: Marcial y Juvenal.

- Marcial (40?-104? d. de J.C.), como Lucano y Séneca, es hispano, originario de Bilbilis, en la Tarraconense. Dejó una colección de Epigramas (catorce libros), compuestos según las reglas adoptadas a partir de la poesía alejandrina, pero en los que transformó el alcance de este género, tradicional en Roma.

Aunque algunas de sus composiciones son de circunstancias, como exige la tradición, la mayor parte de ellas constituye un auténtico diario poético, de tendencia satírica. Sus apuntes, tomados a lo vivo, en la calle, pero también en los salones y en las alcobas, hacen de Marcial el poeta caricaturista por excelencia, que, con habilidad notable, sabe pasar del epigrama preciosista al poema obsceno. Escribe según el humor del momento.Unas veces parece un moralista, otras un escéptico. Sin embargo, no posee el ardor de Lucano, ni el humanismo bonachón de Horacio.

Juvenal (60?- 130? d. de J.C.) es un autor más vigoroso, más vehemente que Marcial. Sus dieciséis Sátiras llevan el sello de la época (la grandilocuencia), pero resuenan ,con nuevo sonido. Si hasta entonces los satíricos, desde Ennio hasta Marcial, describieron y criticaron con una sonrisa los defectos y las taras de sus contemporáneos, Juvenal adopta aires de predicador.

Es un poeta indignado; pero su indignación es tradicionalista, la indignación de un "conservador": siente antipatía por todos aquellos que, a su entender, han desnaturalizado el espíritu romano (metecos, orientales, nuevos ricos, advenedizos) y por las costumbres (malas) que ellos han extendido: el libertinaje, la homosexualidad, el adulterio, etc. Hay que admirarlo por la firmeza de su talento y por la riqueza de su paleta.

El teatro latino

La comedia fue la aportación romana más firme para el desarrollo del drama; las obras vivas y ágiles, sirvieron de modelo a la comedia europea posterior y han sido representadas e imitadas hasta hoy.

Los orígenes

Desde el siglo IV a. de J.C., si damos crédito a Tito Livio, existió en Roma un teatro ritual, comparable -en cierto sentido- al de los misterios de la Edad Media.

En efecto, los sacerdotes organizaban regularmente juegos escénicos, con cortejos, cantos, danzas, mimos, mascaradas, etc. Poco a poco, los elementos rituales y sacros desaparecieron para dar entrada a elementos profanos y pintorescos. La representación religiosa se convirtió entonces en un auténtico espectáculo popular.

La influencia griega

Durante la primera guerra púnica, los romanos que realizaron la campaña de Sicilia tuvieron ocasión de descubrir, en las ciudades de la Italia meridional y de Sicilia, el teatro griego. En Siracusa, en Taormina, en Catania, etc., se representaba a Eurípides y a Menandro, pero también estaban muy extendidos el mimo y el espectáculo que hoy llamaríamos "de variedades".

Asimismo, cuando en 240 a. de J.C. el rey Hierón II (de Siracusa) realizó una visita oficial a Roma, con ocasión de los juegos romanos, los magistrados decidieron ofrecerle una pieza teatral al estilo de los griegos. Esta obra (sin duda, una comedia) fue escrita por Livio Andrónico.

La historia del teatro en Roma

Los primeros poetas de la historia de la literatura latina también fueron, como ya hemos dicho, autores dramáticos. De sus obras sólo han llegado hasta nosotros algunos versos, y, a veces, simplemente los títulos.

Livio Andrónico escribió por lo menos nueve tragedias, que tienen como tema leyendas griegas. He aquí los títulos: Aquiles, Ayax, Egisto, Hermione, Andrómeda, Dánae, Tereo, Ino, El caballo de Troya.

De Nevio, cuya primera tragedia fue representada en 235 a. de J.C., conocemos seis títulos: Ifigenia, Dánae, Licurgo, La partida de Héctor, El caballo de Troya, Hesione. Nevio escribió, además, tragedias pretextas (las primeras en la historia de la literatura romana): un Rómulo y un Clastidio, representadas en 208 a. de J.C., sin duda con ocasión de los funerales de Marcelo, muerto por los bárbaros durante la batalla de Clastidio.

Por el contrario, subsiste una veintena de comedias de Plauto, estrenadas muy probablemente entre 212 y 186 a. de J.C., y siete comedias de Terencio, representadas entre 166 y 160 a. de J.C. Plauto y Terencio son los dos grandes nombres del teatro cómico latino. Entre estos dos autores se sitúa un galo, de nombre Cecilio (alrededor de 230-168 a. de J.C.), imitador de Menandro, que escribió algunas comedias, de las que sólo conocemos el titulo: La cortesana, El aduanero, La carta, El engaño, El pugilista, El desterrado.

En la época de Augusto, se representan los autores antiguos, se aplaude el mimo, pero no hay producción dramática. El último autor trágico latino es Séneca (el filósofo), cuyas nueve tragedias (Las troyanas, Edipo, Tiestes, Hércules furioso, Hércules en el Eta, Las fenicias, Medea, Agamenón, Fedra) inauguran un género nuevo (que obtendrá un gran éxito en Europa a partir del Renacimiento).

A diferencia de las tragedias griegas, las tragedias de Séneca no tienen coro ni una acción bien conducida. La mayor parte de las veces consisten en una sucesión de escenas en las que cada personaje desarrolla, en un largo monólogo, una serie de consideraciones morales y filosóficas.

Al leerlas, estas obras no parecen muy adecuadas para la presentación. Pero no debe olvidarse, como han señalado numerosos críticos modernos, que las tragedias de Séneca eran representadas con montajes de grandes movimientos de masas (figurantes), quizá mudos actores, y todo ello con la magnificencia de la época, lo cual les confería sin duda cierto atractivo.

Plauto y Terencio

Plauto (c. 254-184 a. de J.C.), fue un dramaturgo cómico romano que alcanzó una enorme popularidad entre sus contemporáneos y ejerció una gran influencia en la literatura dramática europea posrenacentista.

Nació en Sársina, Umbria. Según la leyenda, se trasladó a Roma cuando era joven, y allí hizo fortuna trabajando entre bastidores, aunque la perdió en diversos negocios, y comenzó a escribir comedias mientras se ganaba la vida como molinero. Se le atribuyen más cien comedias, de las cuales sólo se conservan veinte completas y una muy fragmentada, Vidularia.

Las comedias que hoy conocemos son obras con vestuario, personajes, tramas y escenarios inspirados en las comedias originales de Menandro, Filemón, Dífilo y otros autores de la nueva comedia griega. Plauto introdujo en ellas numerosas alusiones locales, además de elementos nuevos, como la canción y la danza (los diálogos ocupaban aproximadamente una tercera parte de la obra).

De tema generalmente amoroso, la trama se complicaba con engaños o confusiones de identidad, y los personajes respondían a arquetipos heredados de las comedias griegas, tales como parásitos y soldados fanfarrones. Sin embargo, las comedias de Plauto denotan variedad y originalidad en el tratamiento de los temas y personajes, y abarcan desde la parodia mitológica (Anfitrión) hasta el romance (La cuerda), y desde la burla (Casina) y la farsa (Los menecmos) a la comedia refinada (Los prisioneros y Trinummus), o las famosas Miles Gloriosus (El soldado fanfarrón) y Asinaria (La venta de los asnos).

Terencio era un esclavo africano que, tras su emancipación, tomó el nombre de Publio Terencio Afer (Terencio el Africano). Vivió, aproximadamente, entre 187 y 159 a. de J.C. Sus obras son: Andria (166 a. de J.C.), Hecira (165 a. de J.C.), El verdugo de sí mismo (163 a. de J.C.), Formión (161 a. de J.C.), El eunuco (161 a. de J.C.) y Adelfi (160 a. de J.C.).

A diferencia de Plauto, Terencio, que, sin embargo, imita los mismos modelos griegos, no se preocupa de ridiculizar a los personajes helenísticos. Lleva problemas al teatro (por lo general, de carácter educativo). La contrapartida de este teatro de tesis (aunque el término quizá sea un poco exagerado) es que las obras de Terencio son menos vivas, menos rápidas, menos "arrebatadas" que las de Plauto. También tuvieron menos éxito en su época.

La prosa latina

Los primeros textos en prosa son tratados legales o escritos religiosos; más adelante aparecieron los grandes tratados de filosofía e historia que han servido de cuna para la mayoría de las obras posteriores.

Origen y caracteres

Los primeros textos de la literatura latina están escritos en lengua ritmada. En sus comienzos, la prosa latina no es la simple transcripción de la lengua hablada, sino una lengua escrita que posee un carácter de solemnidad.

Los primeros textos establecidos así fueron: la Ley de las XII tablas (hacia 450 a. de J.C.), las Actas de los magistrados y los Anales, en los cuales consignaban los pontífices los acontecimientos de la historia de Roma (estos documentos no han llegado hasta nosotros, pero los conocemos, especialmente, por la utilización que hace de ellos Tito Livio). Estos textos, medio sagrados, medio utilitarios, constituyen el preludio de la historiografía romana.

Pero resulta interesante destacar que los primeros historiadores romanos sintieran la necesidad de escribir en griego. Este es el caso de Quinto Fabio Pictor (alrededor de 260-190 a. de J.C.) y de Lucio Cincio Alimento, su contemporáneo.

La preocupación utilitaria casi siempre está presente en los primeros escritos en prosa de la historia romana. Los autores suelen tener como objetivo la exaltación del espíritu nacional, la edificación moral o algún programa político.

Un segundo carácter resulta de esta actitud: para ser "práctica", para desembocar en la acción, la prosa latina debe ser clara y simple. El estilo es sobrio y límpido; estilo que se ha calificado de "ático", por alusión a la forma de escribir de los escritores áticos de la gran época (la de Jenofonte).

Las grandes etapas de la prosa romana

Si la literatura romana es imitadora de la griega, ello se debe al potente influjo cultural que Grecia ejerció sobre Roma, el cual se manifestó no sólo en las letras sino, paralelamente, en la arquitectura y las artes plásticas.

Las primeras obras de la literatura latina son producto de escritores profundamente helenizados; después, en pleno apogeo cultural romano, casi todos los escritores se formarán en las escuelas griegas o bajo la guía de maestros griegos.

Es en este período, en que empieza el declive de la literatura griega, cuando las letras latinas la prolongarán dándole un nuevo impulso.

La epopeya, el teatro y la lírica fueron géneros cultivados por los escritores latinos a sabiendas de su origen griego. No en vano el dominio de la lengua griega fue algo corriente entre estos escritores, muchos de los cuales escribieron en ambas lenguas. Marco Aurelio escribió en griego sus "Meditaciones".

El siglo II a. de J.C.

Catón el Censor (234-149 a. de J.C.). Marco Porcio Cato recibió el sobrenombre de Catón el Viejo o el Censor, tras haber ocupado este puesto, en 184 a. de J.C., con una severidad memorable.

Catón es el primer gran prosista romano. Poseemos algunos fragmentos de sus discursos, pero, sobre todo, un libro titulado Orígenes, relativo a la historia de Roma y de las ciudades italianas, desde la fundación legendaria de la ciudad hasta 151 a. de J.C.; un conjunto de consejos titulado Libro a su hijo Marco, especie de profesión de fe cultural, y un Tratado sobre la agricultura.

La elocuencia en el siglo II a. de J.C. Ya hemos señalado las preocupaciones de este género. Los oradores más importantes de esta época fueron, además de Escipión Emiliano, Tiberio (160-132 a. de J.C.) y Cayo Graco (154-121 a. de J.C.), ambos cuñados de Escipión Emiliano (que era su adversario político).

La historiografía romana. Aunque abundante en esta época, sólo conocemos prácticamente el nombre de los autores, algunos títulos y algunas citas. Cabe mencionar, pues, a Publio Cornelio Escipión (hijo de Escipión el Africano), a Lucio Casio Hémina, a Lucio Calpurnio Pisón, a Cayo Fannio -estos dos últimos, discípulos de Panecio- y, a finales del siglo II y comienzos del I, a los autores de anales, como Clodio Cuadrigario, Valerio Antias (historiador poco escrupuloso), Celio Antipater (autor de una Historia sobre la guerra de Aníbal), Sempronio Aselión, Lucio Cornelio Sisena, etc.

Cicerón

Marco Tulio Cicerón (106-43 a. de J.C.), fue escritor, político y orador romano. Aunque su carrera política fue notable, Cicerón es especialmente conocido como el orador más elocuente de Roma y como hombre de letras.

Nacido en Arpinum (actualmente Arpino, Italia), en su juventud estudió derecho, oratoria, literatura y filosofía en Roma.

Los patricios más ricos y poderosos de Roma le apoyaron en su candidatura al consulado en el 64 a. de J.C. por el gran desagrado que les producía el otro candidato, aristocrático pero menos respetable, Lucio Sergio Catilina, y fue elegido.

Más adelante, mientras César fue dictador de Roma, Cicerón vivió apartado de la vida política y se dedicó a escribir. Después del asesinato de César, en el 44 a. de J.C., Cicerón retornó a la política. Esperando ver la restauración de la República, Cicerón fue ejecutado, como enemigo del Estado, después de verse implicado en algunos escándalos políticos, el 7 de diciembre del 43 a. de J.C.

Cicerón creó un elaborado estilo prosístico, que combina claridad y elocuencia, y que se ha convertido en una de los modelos por medio de los que se juzga toda la prosa latina. Su obra contribuyó mucho al enriquecimiento del vocabulario de su propio lenguaje.

Los escritos de Cicerón tratan sobre muchos temas. Sus obras filosóficas revelan su creencia en Dios y en el libre albedrío. Casi todos sus trabajos filosóficos se basan en fuentes griegas y, por lo tanto, aparte de su valor intrínseco, tienen uno añadido: el de haber divulgado y preservado la filosofía griega, que, de no haber sido por él, tal vez se hubiera perdido.

A partir del 45 a. de J.C., en que murió su hija Tulia, Cicerón se retiró de la política para dedicarse por completo a sus escritos literarios y filosóficos. Destacan sus tratados De Legibus (Sobre las leyes), De Officiis (Sobre el deber), y De Natura Deorum (Sobre la naturaleza de los dioses).

Su obra influyó mucho en el poeta italiano Petrarca y en otros escritores del Renacimiento. Sus obras retóricas, escritas en forma de diálogo, en especial De Oratore (Sobre la retórica), tienen gran valor como rica fuente de material histórico. Las más famosas de sus piezas oratorias son las cuatro contra Catilina, conocidas como Catiliniarias, y las catorce contra Marco Antonio, llamadas Filípicas.

Literatura en prosa en tiempos de Cicerón

El siglo I a. de J.C. es, en la historia de Roma, un siglo político por excelencia. Por consiguiente, es una época en la que florecen los géneros histórico y oratorio.

César

César (101-44 a. de J.C.), escribió los Comentarios de la guerra de las Galias (51 a. de J.C.), cuya finalidad primordial era la de demostrar su importancia como gran jefe militar, y los Comentarios de la guerra civil (inacabados), que tratan de sus altercados con Pompeyo. El estilo es de una nitidez y un laconismo castrenses.

César, al escribir sus Comentarios, seguía una tradición de Memorias políticas: las de Quinto Lutacio Catulo, antiguo cónsul (muerto en el 87) y vencedor de los cimbrios; de Marco Emilio Escauro; del senador Rufilio Rufo, y de Sila (136-78 a. de J.C.), cuyas memorias fueron terminadas por uno de sus manumisos.

Salustio

Salustio (Cayo Salustio Crispo, 86-35 a. de J.C.) es el principal historiador del período (infinitamente menos subjetivo que César).

En La guerra de Yugurta y La conjuración de Catilina, describió la decadencia de la República tras la derrota de los Gracos. Salustio, como Cicerón, era un moderado. Le molestaba la corrupción de la nobleza, incapaz de desempeñar su papel político y exclusivamente ocupada en aumentar su fortuna.

Varrón

También cabría citar entre los grandes prosistas de la época ciceroniana al enciclopedista Marco Terencio Varrón (116-27 a. de J.C.), pero, en realidad, su influencia literaria se ejerció en el periodo siguiente, es decir, en el "siglo de Augusto".

La prosa augústea

El único prosista importante de la época de Augusto fue el historiador Tito Livio.

De hecho, la literatura de la edad de oro es fundamentalmente poética. El arte de la elocuencia se pierde, puesto que se ha convertido en un procedimiento mecánico, y la desaparición de la libertad de expresión, consecuencia del autoritarismo imperial, impide toda tentativa de expresión personal.

En el campo de la prosa, sólo hay dos obras importantes: la de Varrón y la del historiador Tito Livio.

Varrón

Varrón (116-27 a. de J.C.) cultivó todos los géneros. Fue el principal enciclopedista romano, y, prácticamente, el único consultado con regularidad desde la época de Virgilio (cuya fuente de inspiración para las Geórgicas fue su tratado De la agricultura) hasta los autores cristianos de la Edad Media.

Tito Livio

Tito Livio (59? a. de J.C.-17? d. de J.C.). Retórico paduano que, a partir de 26 o 25 a. de J.C., y hasta su muerte, escribió una Historia en 142 libros, de los que sólo poseemos los 10 primeros, los libros 20 a 45 y algunos fragmentos.

A diferencia de los historiadores de la época ciceroniana, que escribían desde una perspectiva política, Tito Livio intentó realizar lo que ahora llamaríamos una historia de los acontecimientos de Roma, desde la fundación de la ciudad. Para ello, se sirvió de las obras de los analistas antiguos y modernizó los hechos que describe (de ahí la introducción de trozos ficticios, en particular discursos que ponía en boca de los personajes de quienes hablaba).

Desde el punto de vista literario, Tito Livio no posee el vigor de Salustio. En el aspecto metodológico, deja traslucir la influencia del historiador griego Polibio y no sólo intenta describir los acontecimientos, sino que comprende su evolución y sus causas.

La prosa latina después del siglo de Augusto

Ya hemos dicho que fue una época cosmopolita; los dos escritores más importantes de la época fueron "provincianos": Séneca, español, y Tácito, probablemente originario de la Galia.

Séneca

Lucio Anneo Séneca (c. 4 a. de J.C.-65 d. J.C.), fue filósofo, dramaturgo, político y eminente escritor de la edad de plata de la literatura latina. Nació en Córdoba, hijo del retórico romano Marco (Lucio) Anneo, más conocido como Séneca el Viejo.

Tras estudiar retórica y filosofía en Roma, Séneca el Joven, como hoy se le conoce, quedó profundamente influido por las enseñanzas de los estoicos, cuya doctrina desarrollaría en lo sucesivo.

Su principal preocupación era la ética, pero sus creencias eran más espirituales que las de los primero filósofos estoicos. Sus tragedias en verso ejercieron una influencia notable en la posterior evolución del teatro clásico en Italia. Otras dramaturgos de épocas posteriores también se sintieron atraídos por el estilo retórico y florido de Séneca, su coherencia formal, su capacidad analítica e introspectiva, el fatalismo estoico de sus personajes y la fuerza de los temas que abordaba: el asesinato, el horror y la venganza.

En el año 49 d.C. Séneca se convirtió en pretor y fue nombrado tutor de Nerón, hijo adoptivo del emperador Claudio. A la muerte de Claudio, en el 54, Nerón se convirtió en emperador. Retirado de la vida pública, al perder la confianza de Nerón, Séneca se dedicó plenamente a escribir y a estudiar filosofía.

El estilo artificial y epigramático de Séneca representa espléndidamente la edad de plata. Sus discursos, así como diversas obras científicas, se han perdido, pero entre los numerosos escritos que se conservan destacan las Cuestiones Naturales (54 d.C.), siete libros en los que se analizan los fenómenos de la naturaleza desde un punto de vista estoico, y que hacen referencia a alguno de los cuatro elementos; la Epístola a Lucilio (63-64), 124 cartas dirigidas a un amigo; y varios tratados estoicos sobre temas como la ira (41-44), la serenidad mental y el retiro filosófico (55-56).

Sus diálogos y tratados morales son más humanos y persuasivos que dogmáticos, y hacen gala de una gran humildad. También escribió nueve tragedias en verso, todas ellas adaptaciones libres de antiguas leyendas griegas; las cuatro primera están probablemente basadas en las obras de Eurípides.
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Petronio

Petronio (Cayo Petronio Arbiter, 20?-65? d. de J.C.), es autor de una novela de aventuras titulada Satiricón, de la cual sólo fragmentos han llegado hasta nosotros.

Esta novela de costumbres, que relata los azares de dos jóvenes descarriados perseguidos por la maldición del dios Príapo, a quien han ofendido, es una obra compleja en la cual se mezclan los versos y la prosa (por consiguiente, y según el sentido original del término, es una satura).

Por otra parte, la novela de Petronio es realista en extremo y las descripciones de los personajes de baja condición constituyen otros tantos bosquejos notablemente pintorescos.

Plinio el Viejo

Plinio el Viejo (23-79) dejó una Historia natural, en 37 libros, que no es simplemente un tratado de zoología o de botánica, sino una vasta enciclopedia (aunque menos extensa que la de Varrón y de una ideología bastante trivial). También escribió algunas obras históricas (perdidas), sobre todo una Historia de las guerras de Germania y una Historia de Roma desde Tiberio de gran utilidad para Tácito.

Su sobrino, Plinio el Joven (62-114?), discípulo de Quintiliano, escribió el panegírico oficial de Trajano y dejó una correspondencia de hombre culto, curioso de todo, de humanista, que, sin embargo, resulta bastante superficial.

En cuanto a Marco Fabio Quintiliano (35-96), nació en Hispania, como Séneca, y resumió su enseñanza de la retórica en su obra Institución oratoria. Quintiliano fue un ciceroniano y contribuyó a fijar la lengua clásica y tradicional.

Tácito

El escritor más importante de este periodo es, indiscutiblemente, Tácito (Comelio Tácito, 55?-120?), de quien sabemos que siguió normalmente el cursus honorum y que fue letrado.

Esto explica que se iniciara en la carrera de las letras con el Diálogo de los oradores, en el cual exalta la elocuencia ciceroniana (como Quintiliano), pero donde también señala -cosa que Quintiliano no supo o no osó señalar- que su decadencia está ligada a la desaparición de la libertad de expresión: "La elocuencia ama las revoluciones -escribe- y no sobrevive en un Estado organizado".

La firmeza del análisis de Tácito sobre la decadencia de la elocuencia lleva a ciertos historiadores a considerar que el Diálogo de los oradores no fue escrito en los inicios de su carrera, es decir, entre 80 y 96 d. de J.C., sino en su plena madurez, en la época en que escribió las Historias.

En el 98, Tácito publicó la Vida de Agrícola, su suegro, general de Domiciano cuyas concepciones políticas ataca vigorosamente (debe señalarse que Tácito -como todos los escritores de su época- no podía permitirse el lujo de atacar a la autoridad imperial; por tanto, sus diatribas están dirigidas a emperadores difuntos).

El mismo año, Tácito publicó Germania, pequeña obra de etnografía sobre los "bárbaros" de allende el Rin en la que analiza la amenaza que representa para Roma el pueblo de los germanos.

Las Historias, compuestas entre 104 y 109, relataban, en 14 libros, el período de la historia romana comprendido entre la muerte de Nerón y la de Domiciano (es decir, de 68 a 96, fecha del advenimiento de los Antoninos). De esta obra sólo se han conservado los 4 primeros libros y parte del quinto, o sea, los correspondientes a los reinados de los emperadores Galba (68-69), Otón (69) y Vitelio (69), así como los relativos a los comienzos del reinado de Vespasiano (emperador en 70).

Pero la obra maestra de Tácito está constituida por los Anales, que reseñan la historia de Roma bajo los emperadores Julio-Claudios (Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón).

La patrística latina

No hay que perder de vista que, paralelamente a las últimas producciones de la literatura latina, aparecen las primeras obras cristianas en latín (dado que gran parte de ellas fueron escritas por Padres de la Iglesia, se habla de Literatura patrística).

La literatura latina cristiana producirá obras apologéticas, dogmáticas, morales (Tertuliano) y propedéuticas (Minucio Félix, por ejemplo); pero también poéticas (san Ambrosio de Milán, Prudencia), históricas (Lactancio) y epistolares (san Jerónimo). Y con las Confesiones de san Agustín, proporcionará una de las obras maestras de la literatura universal.

A partir de entonces, será cada vez más abundante, con los escritos monásticos (san Bernardo) y la teología escolástica de la Edad Media (santo Tomás), y proseguirá en Occidente hasta el Renacimiento; e incluso hasta nuestros días, puesto que los textos pontificios siguen redactándose en latín.

Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), filósofo y teólogo italiano, cuyas obras lo han convertido en la figura más importante de la filosofía, escolástica y uno de los teólogos sobresalientes del catolicismo.

Santo Tomás organizó el conocimiento de su tiempo y lo puso al servicio de su fe. En su esfuerzo por reconciliar fe con intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y otros Padres de la Iglesia, de Averroes, Avicena y otros eruditos islámicos, de pensadores judíos como Maimónides y Solomon ben Yehuda ibn Gabirol, y de sus predecesores en la tradición escolástica. Esta síntesis la llevó en la línea de la Biblia y la doctrina católica.


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