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Literaturas clásicas.
Son las literaturas que han marcado la pauta en la que se escribirán las otras literaturas del mundo. Forman la base cultural y social de las civilizaciones actuales. Las más conocidas y estudiadas, aunque no las únicas, son la latina y la griega.
El término "clásico" designa
el aspecto total que presenta una lengua en el momento de su
apogeo literario.
Así, hablamos de español clásico para referimos a la lengua
española tal como fue escrita por los grandes literatos de los
siglos XVI y XVII (F. Lázaro Carreter). Pero, y es el sentido
que nos interesa aquí, también designa el estudio de las
lenguas y literaturas griega y latina, tal como lo recoge la
filología clásica.
Ya Horacio recomendaba un concienzudo estudio de los exemplaria
greca, señalando de este modo lo que para la cultura latina era
paradigmático. Los siglos fortalecerán tales indicaciones y, a
su vez, las extenderán, incluyendo en lo que es
"ejemplar" la lengua, la literatura, el arte y la
civilización en general de los dos pueblos: el griego y el
romano.
Si intuitivamente la literatura se nos presenta como una
colección de textos heterogéneos, una mirada atenta -la del
escritor y la del buen lector- comprueba que por un lado, todo
texto es único, en tanto que por otro es hasta cierto punto una
invención, pero ninguno es enteramente original.
En efecto, la literatura es, de un modo esencial, tradición,
continuidad a partir de un texto original. Esto es lo que ha
aportado la idea de los "clásicos", la constitución
de un punto de partida que establece unos modelos, y la historia
de la literatura occidental se configura en la proximidad,
también algunas veces, en el distanciamiento de él.
Este momento original, como todo origen, es mítico -como se
verá, Homero, el padre mítico fundador, es en muchos sentidos
una incógnita-, pero señala un comienzo en este diálogo
-"todo es discurso contra discurso", dirá Hölderlin-
que es la literatura.
Literatura griega
Aunque extensa, como veremos más adelante, la literatura griega
tiene un marcado carácter social, ya que sus diferentes
manifestaciones dependen absolutamente de los diferentes periodos
políticos y están, además, claramente diferenciados.
Aunque las primeras muestras literarias son de poesía, la
literatura griega abarca todos los géneros y subgéneros que
puedan existir en el arte de la escritura.
La época arcaica
Recordemos, ante todo, algunos datos históricos fundamentales,
obtenidos esencialmente de la lingüística y de la arqueología:
Antes del siglo XX a. de J.C.: Existencia, en el mundo
mediterráneo que se extiende entre la Grecia continental y la
actual Turquía, de una civilización prehelénica de aspectos
múltiples (por ejemplo, la civilización cretense).
Siglos XX-XII a. de J.C.: Llegada de indoeuropeos, en diversas
oleadas, a los que, según Homero, se da el nombre de aqueos.
Estos son los fundadores de la civilización llamada micénica,
cuyos centros principales fueron Micenas y Tirinto.
Siglos XIV-XII a. de J.C.: Apogeo de la civilización aquea
(micénica).
Siglo XII a. de J.C.: Llegada de guerreros dóricos que destruyen
la civilización aquea.
Siglo XII a. de J.C.: Aumento de las divisiones lingüísticas:
Dialectos dóricos en el noroeste de la Grecia continental, en
las costas del Peloponeso, en las islas meridionales del
archipiélago y en la Magna Grecia. Es la lengua de Teócrito,
Píndaro y de toda la poesía bucólica y coral.
Dialectos no dóricos, divididos en tres grupos: el eolio
(Anatolia septentrional, Lesbos, Tesalia, Beocia), en el que
compusieron sus poesías Alceo y Safo; el arcadio (Arcadia,
Chipre, Panfilia); el jónico (costas occidentales de Asia Menor,
islas septentrionales y centrales del archipiélago, Eubea,
Ática), en él se expresaron Homero, Hesíodo y Heródoto.
Siglo IV a. de J.C.: El dialecto ático se convierte en la lengua
común del mundo griego. En él escribieron Esquilo, Sófocles,
Eurípides, Aristófanes, Tucídides, Jenofonte, Platón,
Demóstenes, Esquines y Lisias.
Los aqueos utilizaron, para escribir, los signos gráficos de los
cretenses (o minoicos, pueblo prehelénico). Los textos más
antiguos (inscripciones) que pueden leerse se remontan a los
años cercanos al 1400 a. de J.C.
Primer período. La poesía épica: Homero y Hesíodo
Los primitivos habitantes de Grecia, los pueblos de las
civilizaciones egea y micénica, poseyeron una literatura oral,
compuesta en su mayor parte por canciones referentes a las
guerras, las cosechas y los ritos funerarios.
Homero
El poeta ciego. Los griegos de la época clásica (los de los
siglos V y IV a. de J.C.) consideraban como un hecho
absolutamente indiscutible que la Ilíada y la Odisea, los dos
grandes poemas épicos, compuestos sin duda en el siglo IX o en
el VIII a. de J.C., eran obra de un mismo poeta, de un genio
inmenso, al que llamaban Homero (cabe pensar que Homero -si es
que existió- era jonio, originario de Esmirna, y que habría
muerto enla zona de Ios).
El historiador Heródoto le hace vivir hacia 850 a. de J.C.,
fecha que indudablemente no es exacta, pero que no es
incompatible con el conjunto de datos que han podido reunirse en
tomo a la creación de los dos grandes poemas homéricos. Una
tradición muchas veces repetida pretendía que Homero era ciego,
y que por lo menos siete ciudades griegas se disputaban el honor
de haberlo visto nacer.
Desde la más remota Antigüedad se han atribuido a Homero las
dos epopeyas tituladas Ilíada y Odisea (alrededor de 28.000
versos) y que, efectivamente, se remontan al siglo IX-VIII a. de
J.C., así como diversos himnos dedicados a los dioses (llamados
himnos homéricos; se trata de textos claramente posteriores,
compuestos por autores diversos y en fechas diferentes), y un
poema burlesco, compuesto en realidad entre los siglos VI y IV a.
de J.C. por un autor anónimo: La batracomiomaquia.
La cuestión homérica
Se originó en el siglo XVII, con las conjeturas del abate
D'Aubignac, escritas en 1674 y publicadas en 1715: este autor
llega a la conclusión de que Homero no existió y de que los
poemas homéricos (en particular, la Ilíada) no serian más que
colecciones, obras colectivas, realizadas en varias etapas.
El italiano Vico, en Principios de una ciencia nueva, desarrolla
una tesis parecida a comienzos del siglo XVIII. La posición más
sistemática al respecto fue la que sostuvo el erudito alemán
Friedrich August Wolf en 1795 (Prolegómenos a Homero).
En nuestros días, la cuestión homérica puede resumiese así:
- La unidad de composición de la Ilíada y la Odisea apenas se
discute. En ambos casos puede ponerse en evidencia un núcleo
poético al que se habría sumado una serie de elementos diversos
(adiciones, interpolaciones, etc.).
- En este caso, Homero sería, según unos, el creador del
núcleo original; según otros, el poeta-rapsoda únicamente
habría reagrupado y unificado el conjunto núcleo + adiciones.
- Subsiste una cuestión: la Ilíada y la Odisea presentan, tanto
en su fondo como en su forma, unas diferencias importantes.
¿Debe admitirse que existieron dos "Homero", uno el de
la Ilíada y otro el de la Odisea, o bien que el mismo autor es
el origen de los dos poemas y que su estilo cambió de uno a
otro?
Hay que destacar que durante siglos estos dos poemas
constituyeron la base de la educación griega, pues Homero
atesoraba toda la sabiduría y todo el conocimiento.
La Ilíada
Es una epopeya de veinticuatro cantos que relata el sitio de
Troya (Ilión), en Jonia, por los aqueos. El origen de este
conflicto es el rapto de Helena, la mujer del rey aqueo Menelao,
por Paris, hijo del rey troyano Príamo. El hermano de Menelao,
Agamenón, es el jefe de los griegos (de los aqueos), cuyo héroe
es Aquiles. El poema no cuenta la totalidad de la guerra de
Troya, sino sólo su último año.
Formación del texto. La Ilíada fue compuesta en el siglo IX o
en el VIII (entre 800 y 750 a. de J.C. para muchos críticos).
El núcleo esencial es la cólera de Aquiles, a quien Agamenón
ha arrebatado su esclava Briseida y que, por despecho, se retira
del combate. Durante todo el tiempo que dura esta
"cólera", hasta el canto XVII incluido, el desenlace
del combate es incierto. Por último, cuando Aquiles se entera de
la muerte de Patroclo, su amigo más querido, se reconcilia con
Agamenón y vuelve a la lucha: lleva a cabo una verdadera
carnicería entre los troyanos y su acción culmina al matar en
singular combate a Héctor, hijo de Príamo y el más valeroso de
los troyanos (la Ilíada termina con la descripción de los
funerales de Héctor en el canto XXIV).
En los siglos VII y VI a. de
J.C., los homéridas (descendientes o discípulos de Homero)
difunden el poema por el mundo griego (recitado por rapsodas y
aedas) y desarrollan el tema inicial de la Ilíada. Lo mismo
hacen con la Odisea y componen nuevos poemas, de los que nos han
llegado algunos fragmentos, que forman lo que se denomina el
Ciclo troyano, Los retornos, Telegonía (que es una continuación
de la Odisea), Versos cipríacos, la Etiópida, el Saqueo de
Troya, la Pequeña Ilíada, etc.
Entre los siglos VI y IV a. de J.C., se redactan en Atenas
numerosas versiones y copias de los poemas homéricos, bajo el
control de las autoridades atenienses. La tradición refiere que
una recensión sistemática fue ordenada por Pisístrato, tirano
de Atenas entre 560 y 527 a. de J.C.
En los siglos III y II a. de J.C., en Alejandría, los tres
grandes críticos Zenodoto, Aristófanes de Bizancio y Aristarco
examinan, corrigen y critican los numerosos manuscritos que hay
en circulación, y publica cada uno de ellos una edición erudita
de los poemas homéricos, en la que adoptan, básicamente, la
división en cantos. En el siglo II a. de J.C., Crates, que
enseña en la Universidad de Pérgamo (rival de Alejandría),
realiza una revisión de la crítica alejandrina y restablece en
el texto los versos depurados por los alejandrinos.
En el mundo romano occidental (siglos I-V d. de J.C.), los poemas
homéricos quedaron eclipsados por la gloria de Virgilio. En el
siglo XV, cuando se reanudan las relaciones entre Roma y
Bizancio, los manuscritos afluyen a Italia y se produce en
Florencia el renacimiento homérico: el primer "Homero"
impreso se publicó en dicha ciudad en 1488. Después, la obra
fue compilada, analizada, purificada y traducida a casi todas las
lenguas, hasta formar parte del patrimonio cultural de la
humanidad.
Aspecto formal de la Ilíada
El término epoyeya procede del griego epos, que significa
"el verso por excelencia". La Ilíada y la Odisea
están escritas en hexámetros dactílicos.
Es frecuente destacar como un signo del genio literario de Homero
la forma de precipitarse en el tema: directamente, in medias res,
al decir de Horacio.
Esta peculiaridad, que deja de lado las vicisitudes de la larga
Guerra de Troya sin siquiera llegar a la toma de Troya,
limitándose sólo a una fase de ella, deriva de la estructura
más profunda y característica del arte homérico: no se trata
de escribir sobre la guerra sino sobre el asunto que se expone en
los primeros versos, es decir, la concepción trágica de que una
pelea entre dos hombres, el enfrentamiento de la "perversa
arrogancia" de Agamenón y la "funesta ira"de
Aquiles, acarreará dolor, muerte y deshonor a muchos otros. Así
"cumplíase el plan de Zeus".
Sin embargo, no ha de concluirse de ello que todo estaba
dispuesto por los designios de Zeus. Por el contrario, a pesar de
que los dioses participan en los asuntos humanos, la Ilíada es
fundamentalmente un poema sobre los hombres, y el suceso narrado
por Homero lo que hace es mostrar algo que proviene de la
verdadera índole de las cosas.
La Odisea
Este poema, dividido en veinticuatro cantos por los filólogos
alejandrinos, narra las peripecias vividas por Ulises -uno de los
jefes aqueos- y sus compañeros durante su largo viaje por el
Mediterráneo (viaje que debe llevarlos a Itaca, patria de
Ulises) tras la caída de Troya. La composición de este poema es
más compleja que la de la Ilíada por dos razones:
- La historia de los viajes de Ulises está narrada
retrospectivamente.
- Al relato de las aventuras de Ulises y de sus compañeros se
superponen las aventuras de su hijo Telémaco, que ocupan los
cuatro primeros cantos (constituyendo la Telemaquia).
Telémaco, cuyo porvenir está amenazado por los pretendientes de
Penélope, su madre, a la que se cree viuda, parte
desesperadamente en busca de su padre. Cuando Ulises regresa a
Itaca, no es reconocido de inmediato por los pretendientes; acaba
con ellos -ayudado por Telémaco- tras darse a conocer por ser el
único que puede tensar su propio arco.
Observación critica. La Odisea fue compuesta a finales del siglo
VIII a. de J.C., y puede que incluso a principios del siglo VII.
Es indudable que la Odisea fue escrita después de la gran ola de
colonización griega, mientras que la Ilíada, con toda certeza,
es anterior a esta expansión.
El héroe de la Odisea, Ulises, es un personaje infinitamente
más próximo al hombre común que los héroes de la Ilíada.
Ulises es "el hombre de las mil mentiras", el
"astuto", el "sutil". Durante sus aventuras
prodigiosas -puesto que, de hecho, la Odisea es antes que nada un
cuento fantástico en el que abundan los monstruos, los
personajes extraños, las hechiceras, etc.-, Ulises siempre
triunfa de las asechanzas que halla en su camino.
En la Odisea el diseño de la intriga es de una factura notable y
compleja, concebida con el fin de hacer resaltar una idea: la
desobediencia es contraria a la voluntad de los dioses y, por
consiguiente, castigada. Por último, y en relación con el otro
gran poema, la Ilíada, conviene recordar la observación del
crítico más sutil de la Antigüedad, Longino, según la cual
"Homero en la Odisea es como el sol poniente; posee aún
grandeza mas no intensidad".
Hesíodo
Nacido en Beocia, Hesíodo vivió, muy probablemente, entre 850 y
800 a. de J.C. Incluso puede que no muriera hasta principios del
siglo VII. Desde Ascra, su ciudad natal, parece que emigró al
Asia Menor.
Su obra principal está constituida por Los trabajos y los días,
poema realista y rural, que opone la vida de los campesinos a la
de los guerreros, y que habría escrito para su hermano Perses.
Es la primera obra "didáctica" de la historia de la
literatura griega.
También se le atribuye la Teogonía, que describe por primera
vez a los dioses de la mitología griega en cuadros genealógicos
que interesan principalmente a los historiadores de las
religiones.
En cuanto al Escudo de Heracles, es un poema apócrifo, compuesto
mucho después de la época de Hesíodo (sin duda, en el siglo VI
a. de J.C.).
Segundo período. La poesía lírica y didáctica
Entre el período de la composición de la Odisea (hacia 700 a.
de J.C.) y la primera tragedia de Esquilo (Los persas, 472 a. de
J.C.), en el mundo griego florece una poesía más ligera, más
personal, que ya no tiene perspectiva épica.
La poesía elegíaca
La estrofa elegíaca se caracteriza por la alternancia de un
hexámetro y un pentámetro (un verso de seis pies y un verso de
cinco pies; recordemos que un pie es una combinación de sílabas
largas y cortas).
Este ritmo nuevo aparece en Jonia; el primer elegíaco conocido
es Calino de Efeso (primera mitad del siglo VII a. de J.C.).
Los temas elegíacos son meditaciones, poemas amorosos y
reflexiones morales (incluso, a veces, políticas).
Este metro es empleado por Teognis de Megara (siglo VI a. de
J.C.), Solón (640-560 a. de J.C.), el legislador de Atenas cuyas
Exhortaciones constituyen una prolongación política de su obra
legisladora, y el espartano Tirteo (segunda mitad del siglo VII
a. de J.C.), prototipo del elegíaco patriótico.
El género elegíaco nunca desaparecería totalmente de la
literatura griega y gozaría de un gran auge en la época
alejandrina (es el metro favorito del epigrama).
La poesía yámbica
El yambo es un pie compuesto de una sílaba breve y una larga. Su
invención se atribuye a Yambé, esclava del rey de Eleusis,
vinculada al culto de Deméter.
El verso yámbico, es decir, parcialmente compuesto de yambos,
tiene un ritmo muy parecido a la lengua hablada, y por ello se
utilizó en composiciones familiares. La poesía yámbica, de
invención jónica, era declamada con acompañamiento musical y
utilizada para composiciones rápidas, por lo general satíricas.
El maestro del género fue Arquíloco de Paros (hacia 716-664 a.
de J.C.); después de él cabe citar a Hiponacte de Efeso (siglo
IV a. de J.C.) y a Simónides de Samos, llamado de Amorgos (siglo
VII a. de J.C.), autor de una divertida Sátira contra las
mujeres.
El frigio Esopo (siglo VII-VI a. de J.C.), personaje casi
totalmente legendario, parece haber sido contemporáneo de
Arquíloco. La mayor parte de las 300 o 400 fábulas de Esopo que
han llegado hasta nosotros fueron escritas mucho después de su
época y por autores diferentes (la colección actual, redactada
en prosa griega, se atribuye a un monje del siglo XIV).
Volveremos a encontrar el metro yámbico en los trágicos
griegos.
Safo y la lírica monódica: los eolios
La poesía lírica, como indica
su nombre, es la poesía cantada con acompañamiento de lira.
Originalmente, este instrumento tenía cuatro cuerdas, pero,
después de un perfeccionamiento atribuido a Terpandro (670 a. de
J.C.), pasó a tener siete (de ahí la posibilidad de alcanzar la
octava).
La lírica monódica era cantada por una sola persona. El género
nació en Eolia, región de la Turquía Egea situada en torno a
la actual Izmir (Esmirna) y de la cual dependían diferentes
islas egeas, entre las cuales se contaba Lesbos.
Sólo conocemos algunos fragmentos de los dos primeros líricos
eolios: Alceo (alrededor de 620-580 a. de J.C.), nacido en
Mitilene, en la isla de Lesbos, inventor de la estrofa llamada
alcaica; la poetisa Safo, casi de la misma época que Alceo que
vivió en Mitilene, donde dirigía una escuela de poesía y de
música para muchachas.
De Safo nos quedan dos odas íntegras y algunos fragmentos del
resto de su obra, que debió de ser muy importante; las canciones
dedicadas por Safo a sus alumnas en un tono pasional y sensual.
Safo inventó nuevos metros, entre ellos el verso sáfico, que
empleó con una flexibilidad asombrosa para expresar tanto la
pasión como la melancolía o la malicia.
En cuanto a Anacreonte de Teos (siglo VI a. de J. C.), era
jónico, pero puede ser clasificado dentro de la lírica eolia,
pese a la diferencia dialectal, ya que sus temas (preocupaciones
personales y efectivas) y sus metros son eolios. Quedan algunos
fragmentos de sus Himnos, de sus poemas amorosos y de sus piezas
ligeras. Entre el siglo III a. de J.C. y el siglo V d. de J.C.,
se escribieron bajo su nombre una serie de piezas cortas, que
luego imitarían los poetas europeos del Renacimiento.
Píndaro y la lírica coral
Aproximadamente en la época de Safo, Alcmeón (siglo VII a. de
J.C.) crea en Esparta una poesía lírica bastante diferente, que
en lugar de expresar el sentir individual expresa los
sentimientos de una comunidad: es la poesía que se denomina
lírica coral.
Este género alcanzó un éxito considerable en todas las
regiones donde se hablaba el dialecto dórico (es la primera
forma literaria de origen dórico).
Esta especie de oda era muy adecuada al carácter colectivista y
militarista de la civilización dórica. Fue cultivada por
Estesícoro (siglos VII-VI a. de J.C.), que vivió principalmente
en Himera (Sicilia) y escribió en dórico; por Arión de Metimna
(que también escribió según la lírica monódica), y por la
poetisa Corin (finales del siglo VI a. de J.C.; vivió en Tebas o
en Tanagra), que escribió en dialecto beocio.
Pero el gran representante de la lírica coral es Píndaro
(518-438 aprox. a. de J.C.; nacido en Cinoscéfalos), que vivió
en Tebas bajo la ocupación persa. Poeta profesional, Píndaro se
encargaba de cantar en odas corales a los grandes vencedores de
los juegos que tenían lugar por toda Grecia (juegos olímpicos,
juegos ístmicos, etc.).
Quedan sus Odas triunfales (Epinicios), en las cuales los
vencedores que se celebran son casi todos altos personajes (se
trata, por lo general, de los que vencían en las carreras de
carros, y sólo podían participar en este género de
competiciones los príncipes o los próceres muy acaudalados).
La época clásica. La literatura ática
Durante el siglo VI a. de J.C. se desarrolló sobre todo el
drama, que su forma primitiva consistió en un coro de hombres
que cantaban y bailaban odas corales. Más tarde, se añadió un
actor que dialogaba con el coro.
La tragedia griega
Según la tradición, la tragedia griega fue creada en Ática por
Tespis (siglo VI a. de J.C.). En sus orígenes, parece ser que
participaron varios elementos.
Existían en la Grecia antigua unas prácticas religiosas, más o
menos mágicas, ligadas a la evocación de los muertos, a quienes
se ofrecían sacrificios sangrientos a fin de que regresaran
entre los vivos. Estos cultos se desarrollaban en una explanada
circular, en torno a una fosa central.
Según Heródoto, en el siglo VI a. de J.C., Clístenes, tirano
de Sición, reformó los ritos relativos al héroe argivo Adrasto
(rey de Argos que tomó parte en la expedición de los Siete
contra Tebas).
La parte estrictamente funeraria de los ritos fue aplicada al
héroe tebano (ya no argivo) Melanipo (tebano vencido por los
argivos cuando su expedición contra Tebas, pero que antes había
dado muerte al hermano de Adrasto).
La otra parte de estos ritos, relativa a los cantos, las danzas y
lo que podría llamarse el "espectáculo", fue
transferida a Dionisos, el dios del vino y del delirio místico.
Esquilo (alrededor de 525-456 a. de J.C.)
Se dice que escribió 90 tragedias, pero sólo siete han llegado
hasta nosotros: Los persas (472), Los Siete contra Tebas (467),
Las suplicantes (463 a. de J.C., según los datos actuales, y no
en 490, como se creía antaño), Prometeo encadenado (fecha
desconocida; quizás apócrifa) y las tres que constituyen la
Orestíada (458): Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides.
Esquilo es el creador de la tragedia griega. Modificó el
"drama sagrado" y aportó al mismo los elementos
siguientes:
- Introducción de un segundo actor, con el que dialoga el primer
actor (mientras que en los dramas anteriores, el diálogo tenía
lugar entre un actor único y el coro).
- Subordinación del coro a la acción y al diálogo de los dos
actores (mientras que antes era el canto del coro la parte más
importante del espectáculo).
- Introducción de la trilogía, es decir, de una serie de tres
tragedias vinculadas entre sí por un tema común (la única
trilogía que queda de Esquilo es la Orestíada; las otras
tragedias no tienen relación entre sí).
- Es posible que Esquilo no inventara la tetralogía (trilogía
aumentada con un drama satírico, es decir, con un drama cuyo
coro está formado por sátiros; los únicos dramas satíricos
que han llegado hasta nosotros son un fragmento de Sófocles, Los
sabuesos y El cíclope de Erípides).
Sin embargo, la obra de Esquilo es más filosófica que
dramática. Incluso se ha llegado a creer, a causa de sus
orígenes, que se había inspirado en los misterios de Eleusis.
La línea general del pensamiento de Esquilo es la siguiente: en
el seno de la ciudad, los hombres viven un drama permanente en el
que comprometen su responsabilidad. La creencia primitiva (para
Esquilo), según la cual el Destino, la Fatalidad, impone al
hombre su sufrimiento, debe ser combatida.
En efecto, los héroes de Esquilo son héroes humanos que
enarbolan su voluntad contra una pretendida predestinación: en
la Orestíada, una sentencia humana, la de un tribunal reunido en
el areópago, es lo que, al absolver a Orestes, pone fin a la
trágica sucesión de asesinatos en la familia de los Átridas;
en Los Siete contra Tebas, es la voluntad humana de Eteocles la
que, al ir conscientemente hacia la muerte, salva la ciudad de
Tebas.
Es interesante señalar que las tragedias de Esquilo están
escritas en la época en que Atenas intenta sustituir la noción
de responsabilidad colectiva y ritual por la noción de justicia
individual, en el sentido moderno del término, y reflejan esta
preocupación.
Sófocles (alrededor de 496-405 a. de J.C.)
Sófocles fue quien llevó a la máxima perfección la tragedia
griega. Se conservan de él siete obras, cuyas fechas, en
conjunto, son desconocidas: Filoctetes (409), Edipo en Colona
(representada en 401, después de su muerte), Las tarquinias,
Ayax, Antígona, Edipo rey y Electro. Escribió también un drama
satírico del que sólo se ha conservado la mitad: Los sabuesos.
Sófocles aportó una serie de arreglos a la tragedia de Esquilo:
- disminuyó aún más el papel del coro;
- introdujo un tercer actor en la acción;
- sustituyó la trilogía (encadenando tres tragedias que giran
en torno al mismo tema) por la trilogía libre.
Pero, sobre todo, fue el primero en hacer de la tragedia una
verdadera obra de arte teatral y no una reflexión metafísica
dialogada.
Sobresale en la pintura psicológica de los caracteres. Igual que
Esquilo, asigna a la Fatalidad un papel secundario: si existe
tragedia, no es porque sus héroes sean juguetes del destino,
sino porque son prisioneros de su propia personalidad, de sus
errores y de sus pasiones.
La gran moral que puede
extraerse de las tragedias de Sófocles quizás está contenida
en la máxima délfica que Sócrates pondría de nuevo en vigor:
"Conócete a ti mismo."
En Edipo rey es donde mejor se hace patente el genio trágico de
Sófocles: ¿por qué Tebas ve abatirse sobre ella el flagelo de
la peste? A su rey Edipo le corresponde descubrirlo, dirigir la
pesquisa, que le lleva finalmente a la conclusión de que es él,
jefe de un Estado modelo, asesino de su padre y esposo de su
madre (sin saberlo), la causa del azote. En definitiva, toda la
tragedia descansa sobre una indagación conducida por Edipo,
quien es a la vez su sujeto y su objeto.
Eurípides
Ignoramos la fecha exacta del nacimiento de Eurípides (¿entre
485 y 480?); sabemos que murió en 406 a. de J.C.
Por tanto, es contemporáneo de Sófocles, unos diez años más
joven que él. Por la época en que Eurípides escribe sus
tragedias, los sofistas (profesores de filosofía) y Sócrates
enseñan en Atenas, donde reina cierto escepticismo intelectual
(Sócrates tomará partido contra este escepticismo). La
obediencia a los dioses o a las leyes se convierte en fuente de
problemas, y las tragedias de Eurípides reflejan estas
preocupaciones y estos conflictos.
De Eurípides se ha conservado un drama satírico (El cíclope) y
17 tragedias: Alcestes (438), Medea (431), Hipólito (428),
Hécuba, Los Heráclidas, Andrómaca, Hércules furioso, Las
suplicantes, Ion, Las troyanas (415), Electra, Ifigenia en
Táuride, Helena (412), Las fenicias, Orestes (408), Las bacantes
e Ifigenia en Áulide (cuya representación fue póstuma). Se le
atribuye también la tragedia titulada El reso.
Si su obra se ha conservado mejor que la de sus predecesores se
debe, paradójicamente, a que su éxito en Atenas fue tardío. Su
sentido de lo patético, lo que podríamos llamar su
"complicación" intelectual, sedujo a los hombres del
siglo IV, y este favor se prolongó a expensas de Esquilo y de
Sófocles.
Desde el punto de vista teatral, Eurípides introdujo nuevas
transformaciones: el análisis psicológico, las preocupaciones
científicas y filosóficas (las obras de tesis), se adelantan a
otros temas.
El coro ya no es uno de los elementos de la acción, como lo era
todavía en Sófocles, sino una especie de reflejo exterior, a
veces incluso un comentario. Por supuesto, el papel de los
actores se hace más importante y, al mismo tiempo, el de la
puesta en escena.
En lo que se refiere a las fuerzas que impelen a sus personajes a
la acción y que constituyen el elemento dinámico de sus
tragedias, Eurípides también es un innovador: introdujo la
pasión amorosa en la escena.
Señalemos, por último, algunos de los temas principales
desarrollados en sus tragedias: complacencia por los estados
mórbidos e incluso delirantes, realismo psicológico,
escepticismo con respecto a los dioses, antifeminismo,
humanización y laicización de mitos y leyendas, etcétera.
La comedia
En el origen de la comedia figuran también las costumbres
religiosas. En ocasión de las procesiones anuales de los
misterios entre Atenas y Eleusis, el cortejo era ritualmente
acogido en un lugar preciso por unos personajes que lo
escarnecían. Entonces tenía lugar un torneo cómico, una
especie de falso altercado. La comedia fue surgiendo
progresivamente de esta farsa.
También debe señalarse la importancia del disfraz en la comedia
griega: los miembros del coro se disfrazaban (de ave, de rana, de
avispa, etc.), y los comediantes llevaban las máscaras típicas.
De esta forma, pues, como en la tragedia, se partió de un canto
coral "cómico" al que se añadieron unos diálogos.
Las primeras tentativas de este género parecen haber sido
dóricas: un dorio originario de Megara, Susarión, presenta
hacia 750 a. de J.C. las primeras obras "cómicas": Las
farsas de Megara.
Después de él, a principios del siglo V a. de J.C., Epicarmo de
Cos transformó la farsa dórica en una historia burlesca, no
sólo relativa a las aventuras de los dioses y de los héroes,
sino también a los acontecimientos de la vida cotidiana. En la
misma época, Sofrón de Siracusa (hacia 450 a. de J.C.)
estableció el libreto de los mimos inspirándose en las
costumbres (caricaturizadas) de la gente humilde: artesanos,
campesinos, soldados, etc.
Aristófanes
De igual manera que en el caso de la tragedia, la cuna de la
verdadera comedia fue el Ática.
Los creadores del género fueron el poeta ateniense Cratino
(520-423 a. de J.C.), Éupolis (446-411 a. de J.C.) y, sobre
todo, Aristófanes (alrededor de 445-386 a. de J.C.), del que nos
han llegado 11 obras: Los acarnienses (425), Los caballeros
(424), Las nubes (423), Las avispas (422), La paz (421), Las aves
(414), Lisístrata (411), Las tesmoforias (411), Las ranas (405),
La asamblea de las mujeres (392) y Pluto (388).
Caracteres de las comedias de Aristófanes.
A través de sus comedias el poeta ataca a sus enemigos
políticos y literarios: se erige en adversario de los
demócratas atenienses, partidarios de una guerra a muerte contra
Esparta; se mofa de las ideologías políticas en Las aves; tira
con bala rasa contra Eurípides en Las ranas y Las tesmoforias, y
contra Sócrates, a quien ridiculiza en Las nubes.
En Pluto aborda un tema ligeramente diferente: el de la sátira
social. En conjunto, se trata de un teatro polémico, que lo
mismo combate a los demócratas belicistas que a los que
Aristófanes llama lacómanos, violentos admiradores de Esparta y
de sus costumbres; ridiculiza la demagogia judicial (Las avispas
representan a los jueces populares) y confía, con una buena
dosis de optimismo, en que el buen sentido puede salvar a los
atenienses de la desgracia y el desastre.
Menandro y la "comedia nueva"
Se da el nombre de "comedia nueva" a la comedia griega
de finales del siglo IV y principios del siglo II a. de J.C.
Durante largo tiempo sólo fue conocida a través de las
imitaciones realizadas por los autores latinos Plauto y Terencio.
A comienzos del siglo XX, los descubrimientos de papiros antiguos
nos permitieron conocer las obras de Menandro (aprox. 342-292 a.
de J.C., ateniense), que escribió 105 comedias (se han
descubierto fragmentos de siete).
Los personajes son atenienses pertenecientes a la clase media (y
no gente perteneciente a las clases inferiores), el coro ha
desaparecido y la intriga se ha complicado (niños abandonados,
personajes que descubren los orígenes de su nacimiento gracias a
un amuleto o a una revelación, raptos, aventuras de toda
suerte). Pero todos estos recursos no pasan de triviales; lo
interesante, en la "comedia nueva", es el cuadro de
costumbres, el interés dedicado a ciertos problemas sociales, el
papel de las esclavas y de las prostitutas, los intercambios de
ideas.
Además de Menandro, los principales representantes de esta
"comedia nueva", que gozó de gran predicamento hasta
mediados del siglo III a. de J.C., son: Dífilo (342-291 a. de
J.C.), Apolodoro de Caristo (siglo IV a. de J.C.) y Filemón
(361-262 a. de J.C.).
La historia
Es el primer aspecto de la prosa griega, enaltecido, como
veremos, por la elocuencia y la filosofía.
Heródoto de Halicarnaso
Heródoto de Halicarnaso vivió en el siglo V a. de J.C.
(alrededor de 484-420).
Casi toda su existencia transcurre entre el final de las guerras
médicas y el inicio de la guerra del Peloponeso. Heródoto fue
un gran viajero, casi podríamos decir un "reportero",
que emprendió una vasta "encuesta" (en griego,
historia = búsqueda) a través de todo el mundo mediterráneo.
Con un notable sentido de la narración, un fino espíritu
crítico, un gran respeto por toda clase de opinión religiosa,
una afición a lo anecdótico y pintoresco, y un interés
profundo y reflexivo por todos los aspectos de la actividad
humana, Heródoto puede ser considerado el padre de la historia
(en Occidente), así como de las ciencias humanas.
Las Historias de Heródoto relatan las guerras médicas y van
precedidas de una exposición de las indagaciones emprendidas por
el autor para comprender el origen y el desarrollo de estas
guerras. El cúmulo de documentos, de datos y de informaciones
que aporta es impresionante.
Todavía en nuestros días, Heródoto constituye la única fuente
de información sobre muchos aspectos oscuros para la
arqueología. Heródoto estuvo, a la vez, más allá y más acá
de los historiadores que lo siguieron: cuando concibe la historia
como uno de los aspectos de la antropología, es un precursor de
la ciencia moderna; pero en el campo de la explicación
histórica, es inferior a Tucídides.
Tucídides
Era un aristócrata ateniense que vivió, aproximadamente, entre
460 y 395 a. de J.C. Escribió una Historia de la guerra del
Peloponeso (desde su comienzo hasta 411 a. de J.C.). Por tanto,
el período que estudió es el que siguió al descrito por
Heródoto.
Tucídides es casi de la misma generación que su gran
predecesor, pero existe entre ellos un auténtico abismo
lingüístico, estético e intelectual, que podría resumiese
diciendo que Heródoto es el último gran escritor jónico en
prosa y Tucídides el primer gran prosista ático.
Al escribir la Historia de la guerra del Peloponeso, que no pudo
terminar, Tucídides trata de una cuestión de actualidad, vivida
por él y sobre la cual posee datos directos. Es un
historiador-testigo. Con respecto a su obra cabe señalar las
características siguientes:
- Constituye un testimonio que quiere ser una explicación.
Aquí, Tucídides es original: intenta comprender al hombre por
el hombre. Laiciza y humaniza la historia.
- Cree en la importancia de las causas generales, pero también
en la acción individual, evidentemente más determinante
entonces que en nuestros tiempos.
- El pensamiento político de Tucídides es realista. No cree en
fórmulas, sino en los hechos, y no está lejos de hacer la
apología del derecho del más fuerte.
- En fin, la Historia de la guerra del Peloponeso es una obra de
arte. Tucídides, que vivió en la época de los sofistas y los
retóricos, supo utilizar todas las figuras de la elocuencia y
construir según las reglas más puras del arte clásico.
Jenofonte
Jenofonte (h. 430-355 a. de J.C.) perteneció al círculo
socrático y fue uno de los primeros biógrafos griegos.
Su retrato de Ciro el Grande y, sobre todo, su descripción del
sistema educativo persa se fundamentan en la convicción de que
los pueblos llamados bárbaros podían tener una auténtica
concepción del hombre y oponerla incluso a la griega.
Entre otras obras, se le debe un libro que termina el relato de
la guerra del Peloponeso de Tucídides, Las Helénicas; así como
la Anábasis (relato de la retirada de los Diez Mil) y Memorables
(recuerdos sobre Sócrates).
La filosofía griega
El conjunto de conceptos filosóficos que forman la filosofía
griega constituyó el fundamento de toda la especulación
filosófica posterior en el mundo occidental.
Las hipótesis intuitivas de los antiguos griegos presagiaron
diversas teorías de la ciencia moderna, incluso muchas de las
ideas morales elaboradas por los filósofos griegos han sido
incorporadas a la doctrina moral cristiana.
Platón
Platón (c. 428-c. 347 a. C.) fue uno de los filósofos griegos
más creativos e influyentes de la filosofía occidental.
Nació en el seno de una familia aristocrática en Atenas. Su
padre, Aristón, era, al parecer, descendiente de los primeros
reyes de Atenas. Perictione, su madre, estaba emparentada con
Solón, el legislador del siglo VI a. de J.C.
Su padre murió cuando aún era un niño y su madre se volvió a
casar con Pirilampes, colaborador del estadista Pericles.
De joven, Platón tuvo ambiciones políticas, pero se
desilusionó con los gobernantes de Atenas. Más tarde se
proclamó discípulo de Sócrates, aceptó su filosofía y su
forma dialéctica de debate: la obtención de la verdad mediante
preguntas, respuestas y más preguntas.
En el año 387, Platón fundó en Atenas la Academia,
institución a menudo considerada como la primera universidad
europea. Ofrecía un amplio plan de estudios, que incluía
materias como astronomía, biología, matemáticas, teoría
política y filosofía.
Aristóteles fue su alumno más destacado.
Obra de Platón
Los escritos de Platón adoptaban la forma de diálogos, donde se
exponían ideas filosóficas, se discutían y se criticaban en el
contexto de una conversión o un debate en el que participaban
dos o más personas. El primer grupo de escritos de Platón
incluye 35 diálogos y 13 cartas. Se ha cuestionado la
autenticidad de algunos diálogos y de la mayoría de las cartas.
Primeros diálogos
Los diálogos se pueden dividir en tres etapas de composición.
La primera representa el intento que hizo Platón de comunicar la
filosofía y el estilo dialéctico de Sócrates.
Algunos de esos diálogos tienen el mismo argumento. Sócrates se
encuentra con alguien que dice saber mucho, manifiesta ser
ignorante y pide ayuda al que afirma saber. Sin embargo, conforme
Sócrates empieza a hacer preguntas, se hace patente que quien se
dice sabio realmente no sabe lo que afirma saber y que Sócrates
aparece como el más sabio de los dos personajes porque, por lo
menos, él sabe que no sabe nada. Ese conocimiento, por supuesto,
es el principio de la sabiduría.
Dentro de este grupo de diálogos se encuentran Cármides (un
intento por definir la templanza), Lisis (una discusión sobre la
amistad), Laques (una búsqueda del significado del valor),
Protágoras (una defensa de la tesis de que la virtud es
conocimiento y que es posible aprenderla), Eutifrón (una
consideración sobre la naturaleza de la piedad), y el libro I de
La República (una discusión sobre la justicia).
Diálogos intermedios y últimos
Los diálogos de los períodos intermedio y último de la vida de
Platón reflejan su propia evolución filosófica. Las ideas de
esas obras se atribuyen al propio Platón, aunque Sócrates sigue
siendo el personaje principal em muchos diálogos.
Los escritos del periodo intermedio abarcan los de Gorgias (una
reflexión sobre distintas cuestiones éticas), Menón (una
discusión sobre la naturaleza del conocimiento), Apología (la
defensa que hizo Sócrates de sí mismo durante el juicio en el
que fue acusado de ateísmo y corrupción de la juventud
ateniense), Crátilo (la defensa de Sócrates de la obediencia a
las leyes del Estado), Fedro (escena de la muerte de Sócrates,
en la que discute sobre la teoría de las ideas, la naturaleza
del alma y la cuestión de la inmortalidad), El Banquete
(destacada realización dramática de Platón que contiene varios
discursos sobre la belleza y el amor) y la República (máxima
obra filosófica de Platón, que es una detallada discusión
sobre la naturaleza de la justicia).
Entre los trabajos del último periodo se encuentran Teeteto (una
negación de que el conocimiento tiene que ser identificado con
el sentido de percepción), Parménides (una evaluación crítica
de la teoría de las ideas), Sofista (una reflexión posterior
sobre las ideas o las formas), Filebo (discusión sobre la
relación entre el placer y el bien), Timeo (ideas de Platón
sobre las ciencias naturales y la cosmología), y Leyes (un
análisis más práctico de las cuestiones políticas y
sociales).
Teoría de las ideas. Teoría del conocimiento
La teoría de las ideas de Platón y su teoría del conocimiento
están relacionadas entre sí y deben tratarse juntas.
Influido por Sócrates, Platón estaba persuadido de que el
conocimiento se puede alcanzar. También estaba convencido de dos
características esenciales del conocimiento. Primera, el
conocimiento debe ser certero e infalible. Segunda, el
conocimiento debe tener como objeto lo que es en verdad real, en
contraste con lo que lo es sólo en apariencia.
La teoría del conocimiento de Platón se expone en La
República, en concreto, en su discusión sobre la imagen de la
línea divisible y el mito de la caverna. En la primera, Platón
distingue entre dos niveles de saber: opinión y conocimiento.
El mito de la caverna describe a personas encadenadas en la parte
más profunda de una caverna. Atados de cara a la pared, su
visión está limitada y por lo tanto no pueden distinguir a
nadie. Lo único que se ve es la pared de la caverna sobre la que
se reflejan modelos o estatuas de animales y objetos que pasan
delante de una gran hoguera resplandeciente.
Uno de los individuos huye y sale a luz del día. Con la ayuda
del sol, esta persona ve por primera vez el mundo real y regresa
a la caverna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta
ese momento son sombras y apariencias y que el mundo real les
espera en el exterior si quieren liberarse de sus ataduras.
El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo
físico de las apariencias. La escapada al mundo soleado fuera de
la caverna simboliza la transición hacia el mundo real, el
universo de la existencia plena y perfecta, que es el objeto
propio del conocimiento.
Teoría política
La República, la mayor obra política de Platón, trata de la
cuestión de la justicia y, por lo tanto, de las preguntas sobre
qué es un Estado justo y quién es un individuo justo.
El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases.
La economía del Estado reposa en la clase de los comerciantes.
La seguridad, en los militares.
El liderazgo político es asumido por los reyes.
Platón asocia las virtudes tradicionales griegas con la
estructura de clase del Estado ideal. La templanza es la única
virtud de la clase artesana, el valor es la virtud de la clase
militar y la sabiduría caracteriza a los gobernantes. La
justicia, la cuarta virtud, caracteriza a la sociedad en su
conjunto. El Estado justo es aquel en el que cada clase debe
llevar a cabo su propia función sin entrar en las actividades de
las demás clases.
Platón aplica el análisis del alma humana un esquema semejante:
la racional, la voluntad y los apetitos. Una persona justa es
aquella cuyo elemento racional, ayudado por la voluntad, controla
los apetitos.
Fragmento del Fedón, donde Platón sugiere elevadas
consideraciones sobre la inmortalidad del alma.
Influencia de Platón
La influencia de Platón a través de la historia de la
filosofía ha sido inmensa.
Su Academia existió hasta el año 529 d. de J.C., en que fue
cerrada por orden del emperador bizantino Justiniano I, que se
oponía a la difusión de sus enseñanzas paganas.
El periodo helenístico y romano
Las conquistas de Alejandro Magno difunden la civilización
helénica, la lengua griega se convierte en una lengua
internacional, las formas de vida griegas pasan a ser las formas
de vida del imperio de Alejandro; pero, en este molde, el alma ya
no es la misma.
Por esta razón se habla del período helenístico, en oposición
al período helénico que lo precedió. Alejandría, la ciudad
fundada por Alejandro Magno, se convierte poco a poco en la
capital del mundo mediterráneo.
Los soberanos (griegos) de Egipto, Tolomeo Sóter (323-283 a. de
J.C.), Tolomeo Filadelfos (283-246 a. de J.C.) y Tolomeo
Evergetes (246-221 a. de J.C.), crean y desarrollan la
universidad (el Museo y la Biblioteca), cuya administración es
confiada a las personalidades más eminentes de la época (de
esta forma, Calímaco, poeta nacido en Cirene y que vivió de 310
a 235 a. de J.C., fue bibliotecario de Tolomeo Filadelfos).
En esta época, es traducido al griego, en Alejandría, el
Pentateuco. En 30 d. de J.C., Alejandría cae en poder de los
romanos, pero continúa siendo un brillante centro intelectual
hasta su conquista y destrucción por los árabes, en 642.
La poesía
La poesía es la obra básica de la primera escuela de
Alejandría. Se trata de una poesía culta, erudita, dirigida a
un público restringido. Veremos desarrollarse las técnicas
formales, en tanto que el tema del amor se va convirtiendo en la
preocupación fundamental de los poetas.
Los principales géneros literarios cultivados por la escuela de
Alejandría son:
- El género épico, que tiene como categoría característica el
epullion, pequeña epopeya en la cual sólo se trata un episodio
de una vasta historia que está simplemente resumida o supuesta.
- El género elegíaco, utilizado para relatos mitológicos, y en
el que se injertó el epigrama.
- El mimo, diálogo o monólogo bastante breve, que trataba de
temas cotidianos en versos yámbicos; cuando el tema era
pastoral, se convertía en idilio.
- La poesía didáctica (científica o metafísica).
- La poesía dramática, la poesía lírica y la poesía
paródica, que se cultivaron con mediocridad.
- La poesía filosófica y moral adquirió expresión en los
Silloi (burlas, escarnios: composiciones satíricas) de Timón de
Fliunte (siglos IV y III a. de J.C.).
La poesía
La poesía es la obra básica de la primera escuela de
Alejandría. Se trata de una poesía culta, erudita, dirigida a
un público restringido. Veremos desarrollarse las técnicas
formales, en tanto que el tema del amor se va convirtiendo en la
preocupación fundamental de los poetas.
Los principales géneros literarios cultivados por la escuela de
Alejandría son:
- El género épico, que tiene como categoría característica el
epullion, pequeña epopeya en la cual sólo se trata un episodio
de una vasta historia que está simplemente resumida o supuesta.
- El género elegíaco, utilizado para relatos mitológicos, y en
el que se injertó el epigrama.
- El mimo, diálogo o monólogo bastante breve, que trataba de
temas cotidianos en versos yámbicos; cuando el tema era
pastoral, se convertía en idilio.
- La poesía didáctica (científica o metafísica).
- La poesía dramática, la poesía lírica y la poesía
paródica, que se cultivaron con mediocridad.
- La poesía filosófica y moral adquirió expresión en los
Silloi (burlas, escarnios: composiciones satíricas) de Timón de
Fliunte (siglos IV y III a. de J.C.).
La prosa griega en la época helenística y romana
Posiblemente, las obras más importantes del periodo helenístico
fueron realizadas por sabios, científicos, eruditos, médicos,
matemáticos, astrónomos y geógrafos, las cuales, naturalmente,
fueron manifestaciones literarias en prosa.
Así pues, la prosa de este periodo fue claramente de exposición
científica.
La prosa griega en el Imperio romano. Plutarco
Con los Antoninos, la literatura latina entra lentamente en
decadencia y, a partir del siglo II d. de J.C., vuelve a
predominar la lengua griega.
El gran nombre de principios de la era cristiana es el de
Plutarco, nacido en Queronea, Beocia, hacia 46 d. de J.C., y
muerto hacia 120.
Las obras de Plutarco comprenden, por una parte, una serie de
biografías de hombres ilustres, denominadas Vidas paralelas (el
título procede de que los biografiados son estudiados por pares,
estableciendo un paralelo entre la vida de un griego y la de un
romano: por ejemplo, Demóstenes y Cicerón, Licurgo y Numa
Pompilio, Alejandro Magno y Julio César, Agesilao y Pompeyo,
Arístides y Catón el Censor, y otros), y, por otra parte, una
serie de tratados de importancia variable sobre los temas más
diversos (morales, filosóficos, religiosos, cotidianos, etc.) y
que han sido agrupados bajo el titulo tradicional de Obras
morales (algunos de estos tratados son apócrifos).
Por su erudición, por la abundancia de sus alusiones a la
historia intelectual del mundo antiguo y por sus consideraciones
morales, Plutarco es tanto más importante cuanto que ha sido el
autor de cabecera de todos los intelectuales europeos hasta el
siglo XIX, y aun de los del siglo XX.
Cabe mencionar también a Diógenes Laercio o de Laertes (siglo
III d. de J.C.) y su conocida obra Vidas, doctrinas y sentencias
de los filósofos ilustres.
Literatura latina
La conforman, durante la Edad Media y el Renacimiento, todos
aquellos textos de la Roma antigua y de gran parte de Europa
Occidental, escritos en latín.
La poesía latina
La poesía romana se modeló a partir de la griega y sirvió a su
vez como referencia básica, especialmente en el Renacimiento,
para el desarrollo de las literaturas europeas posteriores.
Los logros más importantes se alcanzaron en la poesía épica y
lírica.
Los orígenes
Dos son las vertientes de la primera poesía romana: la
dramática y la épica, a la cual dedicamos unas palabras a
continuación.
La poesía épica
Los tres primeros poetas de la historia de la literatura latina
intentaron aclimatar en Roma la poesía homérica. Debe
señalarse que los tres eran originarios de la Italia meridional:
Livio Andrónico (aprox. 278-204 a. de J.C.), de Tarento; Nevio
(aprox. 270-201 a. de J.C.), de Campania (región de Nápoles), y
Ennio, el más importante de los tres, de Brucio (239-169 a de
J.C.).
De las epopeyas de Livio y de Nevio, sólo escasos fragmentos han
llegado hasta nosotros. También sabemos que Livio escribió una
Odissia, adaptación de la Odisea homérica en versos
saturnianos, y que Nevio compuso, al final de su vida (hacia
209-208 a. de J.C.), una Guerra púnica que es una verdadera
epopeya nacional. En ella Nevio relata cómo Eneas, hijo de
Anquises, puede ser considerado el fundador (mítico) de Roma.
También canta sus amores con la reina Dido, fundadora de Cartago
(tema que volveremos a encontrar en la Eneida).
La epopeya de Ennio, Los anales, es una pequeña revolución
literaria: Ennio, al cantar a Roma victoriosa de sus enemigos (el
poema fue comenzado en 203, un año antes de la batalla de Zama,
que señalaría el fin de la segunda guerra púnica), la
identifica con las grandes potencias del mundo helenístico. Es
una epopeya triunfante y no una epopeya combatiente (como la de
Nevio).
El poeta abandona el verso saturniano y adapta al latín el verso
de la poesía épica griega, el hexámetro dactílico, y, al
hacerlo, se convierte en un "segundo Homero", verdadero
padre de la poesía latina (también se deben a Ennio dos poemas,
de los que sólo quedan fragmentos, en los cuales desarrolla
ideas filosóficas y morales). Livio, Nevio y Ennio también
escribieron tragedias.
La poesía moral
Inaugurada por Apio Claudio (censor en 312 a. de J.C., promotor
de la expansión de Roma hacia la Magna Grecia y reformador de la
ortografía latina).
Apio Claudio dejó unas Sentencias, de las que sólo poseemos
algunos fragmentos redactados en versos rimados análogos a los
versos saturnianos.
El verdadero creador de la sátira (satyra = obra mixta) es
Ennio. Para este género nuevo, a imitación de los griegos,
utilizó versos trocaicos y yámbicos. Más tarde, el género
satírico fue perfeccionado por el campaniense Lucilio (180-103
a. de J.C.), quien, al utilizar el hexámetro, le confirió un
carácter más regular.
La poesía de la época ciceroniana
Comprende toda la poesía escrita bajo la influencia de Cicerón
(106-43 a. de C.), político especialmente conocido como escritor
y el orador más elocuente de Roma.
Cayo Valerio Catulo (87?-54? a. de J.C.)
Catulo tuvo por amante a Clodia, esposa del procónsul de la
Cisalpina Quinto Metelo Celer, y hermana de Clodio, el enemigo de
Cicerón.
Catulo cantó su amor desdichado por esta mujer ligera, a la que
inmortalizó con el nombre de Lesbia (vinculada así a Safo, la
poetisa griega de Lesbos).
Las 116 piezas que constituyen la obra de Catulo, por lo general
muy cortas, a la manera alejandrina, y de variado ritmo, son
testimonio de un arte muy sutil. No se trata aún de elegías
propiamente dichas, pero sí de una poesía flexible, sabia,
musical y refinada. La manera con que combina la imitación, el
arte y la sinceridad hace de él un verdadero clásico.
Lucrecio
No se sabe nada de este poeta, que, sin duda, vivió entre 98 y
55 a. de J.C. Ignoramos las fuentes de los seis libros de su
poema titulado De la naturaleza (el cual, por otra parte, quedó
inconcluso) y que Cicerón editó.
De rerum natura quizás es, con la Eneida, la obra poética más
notable de la historia de la literatura latina.
Lucrecio expone en ella, en términos de epopeya, las doctrinas
científicas y filosóficas del filósofo griego Epicuro. La idea
general de la obra es que el hombre, por medio de la ciencia y de
la filosofía, debe eliminar de sí mismo los temores
supersticiosos y alcanzar, a través de la reflexión, la
beatitud interior.
La edad clásica
Los grandes poetas de la época de Augusto se formaron antes del
reinado de éste, durante la guerra civil.
Cuando Octavio se convirtió en soberano único (27 a. de J.C.),
estos poetas -excepto Ovidio- habían alcanzado ya su plena
madurez poética.
Virgilio
Publio Virgilio Marón (79-19 a. de J.C.) es el más grande de
los poetas latinos. Sus padres le dedicaban a la carrera
política y le hicieron cursar estudios de retórica.
Pero, en Roma, Virgilio prefirió frecuentar más a los poetas
que el foro. Participó, pues, en el movimiento de los nuevos
poetas, el más ilustre de los cuales era Catulo, y compuso
entonces algunas pequeñas piezas a la manera alejandrina.
Hacia el 45 a. de J.C. Virgilio dejó Roma y se dirigió a
Nápoles, donde se propuso estudiar filosofía con un griego
llamado Sirón. Por aquel tiempo el poeta era partidario de la
filosofía epicúrea y permaneció relativamente indiferente a
los trastornos políticos de la época.
A partir de las Geórgicas (comenzadas en 39-38 a. de J.C.), las
ideas filosóficas de Virgilio sufrieron una transformación:
sustituyó el epicureísmo y el materialismo por el
neopitagorismo (existencia de un alma distinta del cuerpo,
finalidad del mundo organizado por una providencia divina).
Murió durante un viaje a Grecia, en el 19 a. de J.C. En aquel
momento, la Eneida no estaba aún terminada y el poeta había
exigido que no se publicase. Augusto -cosa que debemos
agradecerle- hizo caso omiso de ello y encargó a dos amigos de
Virgilio, Vario y Tucca, la publicación de la epopeya.
La obra de Virgilio, además de las Bucólicas, las Geórgicas y
la Eneida, comprende un conjunto de piezas de juventud: epigramas
y relatos a la manera alejandrina (Culex: epopeya ingenua; Siris:
una fábula). El conjunto de estas piezas constituye lo que los
críticos llaman el apéndice virgiliano.
Las Bucólicas.
Las Bucólicas es un conjunto de églogas de inspiración
alejandrina (Teócrito).
En la voz de pastores y boyeros, Virgilio canta, alegóricamente,
al "joven dios", que simboliza a Octavio.
El mundo cristiano admiró particularmente la égloga IV, algunos
de cuyos versos fueron interpretados como un anuncio de la
llegada del Mesías.
Las Geórgicas
Las Geórgicas, epopeya de la vida rústica, es una obra más
ambiciosa.
Virgilio se inspira en Hesíodo, autor de Los trabajos y los
días, a quien admiraban los poetas alejandrinos. Y, al hacerlo,
piensa explotar el filón poético descubierto por Lucrecio: el
arte de cantar el espectáculo del mundo.
Tradicionalmente se ha sostenido que el tema de las Geórgicas
pudo haber sido dictado a Virgilio por Mecenas, deseoso de
impulsar -por cuenta de Octavio- una política agrícola en
Italia. No parece que pueda aceptarse esta tesis. De hecho, los
cuatro cantos de las Geórgicas más bien hacen pensar en una
meditación poética sobre la naturaleza, tras la cual se
encuentra la presencia divina (esta actitud concuerda con la
transformación filosófica y religiosa de Virgilio).
La Eneida
La Eneida está considerada unánimemente como la obra maestra de
la literatura latina.
La idea de escribir esta epopeya nacional parece habérsele
ocurrido a Virgilio en 30-29 a. de J.C. (poco después de la
batalla de Actium).
De este modo enlaza con la tradición establecida por Nevio y
Ennio; pero, en lugar de orientar su obra hacia la victoria de
Roma sobre Cartago (como en el caso de Nevio), Virgilio tiene por
objetivo cantar la victoria de Octavio Augusto. La historia que
cuenta la Eneida, en 12 cantos, es a la vez una epopeya, una
novela de aventuras, una obra política, una historia amorosa y
un relato simbólico.
Horacio
Quinto Horacio Flaco (65-18 a. de J.C.) era hijo de un liberto
acomodado. Estuvo mezclado, al principio, en la guerra civil,
combatiendo en las filas de Bruto y de Casio contra Antonio y
Octavio.
Tras la derrota de Filipos, quedó en situación comprometida. Su
patrimonio había sido confiscado y el porvenir se le mostró muy
sombrío. Escribió entonces, sobre las desdichas de su patria,
algunas piezas en verso (Epodos) que llamaron la atención de
Virgilio. Sin duda, fue hacia principios del año 38 cuando el
mantuano introdujo a Horacio en el círculo de los amigos de
Mecenas.
Las obras de Horacio comprenden: las Sátiras (dos libros); las
Epístolas (dos libros), reunidas con frecuencia bajo el título
común de Sermones (conversaciones); los Epodos, ya citados, y
los cuatro libros de Odas.
Sátiras y Epístolas
En las Sátiras y en las Epístolas (es decir, en sus
Conversaciones), Horacio enlaza con la tradición de Ennio y de
Lucilio.
Se burla ligeramente de las costumbres de su tiempo y discurre
sobre algunos grandes problemas morales y literarios (una de sus
Epístolas es un auténtico tratado al que suele dársele el
nombre de Arte poético).
La filosofía moral que desarrolla es un epicureísmo de buen
tono: vivir rústicamente, con moderación, cultivando su jardín
y en comunión con sus amigos dentro del mismo ideal estético.
Los versos de las Sátiras y de las Epístolas son hexámetros.
Odas
Las Odas inauguran un género poético nuevo (en la lengua
latina), a imitación de los poetas eolios.
Si los ritmos son inéditos, también lo son los temas: Horacio,
siempre epicúreo, canta la ataraxia, la paz interior
(proporcionada por el "ocio", que en latín se denomina
otium), el placer de vivir la vida día a día, no con
indiferencia, sino con cierto entusiasmo cotidiano (éste es el
sentido del término carpe diem, que significa "aprovecha el
día presente").
Con las Odas, Horacio adoptó (con extraordinario acierto) la
lírica de los poetas sáficos y la de Alceo, cuyos metros eran
más adecuados que los de la lírica de Píndaro para el
carácter de la lengua latina.
Ovidio (43 a. de J.C.-17 d. de J.C.)
Poeta dotado en extremo, Ovidio no fue un creador de formas en el
recto sentido (como lo fueron Ennio, Virgilio u Horacio):
cultivó todos los géneros y en todos ellos se mostró
insuperable.
Los amores
Los amores (en tres libros) tienen como "leit motiv" la
pasión que Ovidio parece que experimentó por una mujer a la que
en sus páginas da el nombre de Corina (cosa que nos recuerda,
una vez más, a las poetisas sáficas: Corina, o Corinna, es el
nombre de una poetisa griega).
Pero, en este caso, no se trata de una autobiografía amorosa
(como las de Catulo o Propercio). Aprovechando el relato de esta
pasión (que parece muy literaria), Ovidio desarrolla mil
anécdotas amorosas: Los amores son, sin duda, el primer ensayo
sistemático de psicología erótica de la literatura occidental.
A Los amores están vinculados tres pequeños libros, ligeros,
paródicos, un poco cínicos incluso, que, para nosotros,
lectores modernos, poseen un sabor indiscutible. Se trata de un
pequeño manual sobre el arte de acicalarse (Cosméticos;
Medicamina faciei femineae), del Arte de amar (Arts amandi),
pequeño tratado de erotismo, y de Remedios de amor (Remedia
amoris).
Las Metamorfosis
Las Metamorfosis (quince libros) son una epopeya cosmogónica.
Ovidio, sin duda influido por el neopitagorismo, refiere, en
términos simbólicos, la historia del mundo, desde el caos
originario hasta Octavio Augusto, reasumiendo -bajo el
denominador común de las metamorfosis de un ser en otro- la
mayor parte de las leyendas mitológicas .
Los elegíacos
Los dos elegíacos latinos más importantes, y cuyas obras han
llegado hasta nosotros, son Tibulo (50-19 a. de J.C.) y Propercio
(47-15 a. de J.C.)
Tibulo no pertenecía al Circulo de Mecenas (era protegido y
amigo de Valerio Mesala). Escribió elegías rurales.
Propercio empezó imitando a Tibulo en un libro titulado Cintia,
en honor de cierta cortesana de quien estaba enamorado. Las
elegías de Propercio mezclan sistemáticamente los sentimientos
personales y la evocación mitológica, conforme a las reglas del
género entre los alejandrinos (se ha dicho de él que era
"el Calímaco romano").
En realidad, los cuatro libros de elegías relatan su aventura
amorosa en todas sus etapas (ruptura, reconciliación, escenas,
engaños, etc.). A medida que avanzamos en la lectura de la obra,
comprobamos que Propercio transforma sus elegías en epigramas.
Propercio es, pues, un "nuevo poeta"... en una época
en que este movimiento figuraba ya en la retaguardia literaria.
La evolución de la poesía latina después de la época clásica
La unificación del Imperio concluye en la paz y la prosperidad.
La sociedad se transforma y aparecen nuevos hombres, llegados de
las provincias orientales u occidentales.
Veremos, pues, extenderse, en primer lugar, una poesía de tipo
"cosmopolita", menos rigurosa, menos respetuosa para
con las reglas de la edad clásica y en la cual encontramos los
defectos y los excesos de estos no-romanos: afición abusiva a la
elocuencia, al color local y al realismo, y cierta confusión de
géneros.
Después de los grandes escritores de la época de Augusto, Fedro
(15 a. de J.C.-50 d. de J.C., de Tracia), autor de las Fábulas,
nos parece un autor menor. Más vigorosas son las obras de Lucano
y de Persio.
Lucano (39-65 d. de J.C.), genio precoz, nos ha dejado un poema
en diez libros, la Farsalia, donde relata la guerra civil que
enfrentó a Pompeyo y César. A través de la retórica y de la
grandilocuencia de esta obra se percibe un nuevo tema de
inspiración no romana (Lucano era hispano): el sentido patético
de la situación humana.
No se trata ya de una epopeya virgiliano; el drama al que
asistimos se desarrolla sin intervenciones maravillosas, sin
adivinos, sin dioses descendidos del Olimpo. Es un drama humano,
a veces ampuloso, pero muy próximo a la experiencia dramática
de la época.
Persio (34-62 d. de J.C.) es, como Lucano, un poeta precoz. Dejó
una colección de Sátiras.
En la forma, Persio continúa la tradición de Horacio. Pero los
temas y los problemas son nuevos, muy próximos a los de Lucano o
de Séneca. Es un poeta difícil, si no hermético, que, sin
salirse de un estoicismo rígido, expresa sus odios y sus
pasiones. En las Sátiras de Persio brilla el mismo fuego que en
las tragedias de Séneca.
Los realistas
Se designa así a dos poetas del siglo I: Marcial y Juvenal.
- Marcial (40?-104? d. de J.C.), como Lucano y Séneca, es
hispano, originario de Bilbilis, en la Tarraconense. Dejó una
colección de Epigramas (catorce libros), compuestos según las
reglas adoptadas a partir de la poesía alejandrina, pero en los
que transformó el alcance de este género, tradicional en Roma.
Aunque algunas de sus composiciones son de circunstancias, como
exige la tradición, la mayor parte de ellas constituye un
auténtico diario poético, de tendencia satírica. Sus apuntes,
tomados a lo vivo, en la calle, pero también en los salones y en
las alcobas, hacen de Marcial el poeta caricaturista por
excelencia, que, con habilidad notable, sabe pasar del epigrama
preciosista al poema obsceno. Escribe según el humor del
momento.Unas veces parece un moralista, otras un escéptico. Sin
embargo, no posee el ardor de Lucano, ni el humanismo bonachón
de Horacio.
Juvenal (60?- 130? d. de J.C.) es un autor más vigoroso, más
vehemente que Marcial. Sus dieciséis Sátiras llevan el sello de
la época (la grandilocuencia), pero resuenan ,con nuevo sonido.
Si hasta entonces los satíricos, desde Ennio hasta Marcial,
describieron y criticaron con una sonrisa los defectos y las
taras de sus contemporáneos, Juvenal adopta aires de predicador.
Es un poeta indignado; pero su indignación es tradicionalista,
la indignación de un "conservador": siente antipatía
por todos aquellos que, a su entender, han desnaturalizado el
espíritu romano (metecos, orientales, nuevos ricos, advenedizos)
y por las costumbres (malas) que ellos han extendido: el
libertinaje, la homosexualidad, el adulterio, etc. Hay que
admirarlo por la firmeza de su talento y por la riqueza de su
paleta.
El teatro latino
La comedia fue la aportación romana más firme para el
desarrollo del drama; las obras vivas y ágiles, sirvieron de
modelo a la comedia europea posterior y han sido representadas e
imitadas hasta hoy.
Los orígenes
Desde el siglo IV a. de J.C., si damos crédito a Tito Livio,
existió en Roma un teatro ritual, comparable -en cierto sentido-
al de los misterios de la Edad Media.
En efecto, los sacerdotes organizaban regularmente juegos
escénicos, con cortejos, cantos, danzas, mimos, mascaradas, etc.
Poco a poco, los elementos rituales y sacros desaparecieron para
dar entrada a elementos profanos y pintorescos. La
representación religiosa se convirtió entonces en un auténtico
espectáculo popular.
La influencia griega
Durante la primera guerra púnica, los romanos que realizaron la
campaña de Sicilia tuvieron ocasión de descubrir, en las
ciudades de la Italia meridional y de Sicilia, el teatro griego.
En Siracusa, en Taormina, en Catania, etc., se representaba a
Eurípides y a Menandro, pero también estaban muy extendidos el
mimo y el espectáculo que hoy llamaríamos "de
variedades".
Asimismo, cuando en 240 a. de J.C. el rey Hierón II (de
Siracusa) realizó una visita oficial a Roma, con ocasión de los
juegos romanos, los magistrados decidieron ofrecerle una pieza
teatral al estilo de los griegos. Esta obra (sin duda, una
comedia) fue escrita por Livio Andrónico.
La historia del teatro en Roma
Los primeros poetas de la historia de la literatura latina
también fueron, como ya hemos dicho, autores dramáticos. De sus
obras sólo han llegado hasta nosotros algunos versos, y, a
veces, simplemente los títulos.
Livio Andrónico escribió por lo menos nueve tragedias, que
tienen como tema leyendas griegas. He aquí los títulos:
Aquiles, Ayax, Egisto, Hermione, Andrómeda, Dánae, Tereo, Ino,
El caballo de Troya.
De Nevio, cuya primera tragedia fue representada en 235 a. de
J.C., conocemos seis títulos: Ifigenia, Dánae, Licurgo, La
partida de Héctor, El caballo de Troya, Hesione. Nevio
escribió, además, tragedias pretextas (las primeras en la
historia de la literatura romana): un Rómulo y un Clastidio,
representadas en 208 a. de J.C., sin duda con ocasión de los
funerales de Marcelo, muerto por los bárbaros durante la batalla
de Clastidio.
Por el contrario, subsiste una veintena de comedias de Plauto,
estrenadas muy probablemente entre 212 y 186 a. de J.C., y siete
comedias de Terencio, representadas entre 166 y 160 a. de J.C.
Plauto y Terencio son los dos grandes nombres del teatro cómico
latino. Entre estos dos autores se sitúa un galo, de nombre
Cecilio (alrededor de 230-168 a. de J.C.), imitador de Menandro,
que escribió algunas comedias, de las que sólo conocemos el
titulo: La cortesana, El aduanero, La carta, El engaño, El
pugilista, El desterrado.
En la época de Augusto, se representan los autores antiguos, se
aplaude el mimo, pero no hay producción dramática. El último
autor trágico latino es Séneca (el filósofo), cuyas nueve
tragedias (Las troyanas, Edipo, Tiestes, Hércules furioso,
Hércules en el Eta, Las fenicias, Medea, Agamenón, Fedra)
inauguran un género nuevo (que obtendrá un gran éxito en
Europa a partir del Renacimiento).
A diferencia de las tragedias griegas, las tragedias de Séneca
no tienen coro ni una acción bien conducida. La mayor parte de
las veces consisten en una sucesión de escenas en las que cada
personaje desarrolla, en un largo monólogo, una serie de
consideraciones morales y filosóficas.
Al leerlas, estas obras no parecen muy adecuadas para la
presentación. Pero no debe olvidarse, como han señalado
numerosos críticos modernos, que las tragedias de Séneca eran
representadas con montajes de grandes movimientos de masas
(figurantes), quizá mudos actores, y todo ello con la
magnificencia de la época, lo cual les confería sin duda cierto
atractivo.
Plauto y Terencio
Plauto (c. 254-184 a. de J.C.), fue un dramaturgo cómico romano
que alcanzó una enorme popularidad entre sus contemporáneos y
ejerció una gran influencia en la literatura dramática europea
posrenacentista.
Nació en Sársina, Umbria. Según la leyenda, se trasladó a
Roma cuando era joven, y allí hizo fortuna trabajando entre
bastidores, aunque la perdió en diversos negocios, y comenzó a
escribir comedias mientras se ganaba la vida como molinero. Se le
atribuyen más cien comedias, de las cuales sólo se conservan
veinte completas y una muy fragmentada, Vidularia.
Las comedias que hoy conocemos son obras con vestuario,
personajes, tramas y escenarios inspirados en las comedias
originales de Menandro, Filemón, Dífilo y otros autores de la
nueva comedia griega. Plauto introdujo en ellas numerosas
alusiones locales, además de elementos nuevos, como la canción
y la danza (los diálogos ocupaban aproximadamente una tercera
parte de la obra).
De tema generalmente amoroso, la trama se complicaba con engaños
o confusiones de identidad, y los personajes respondían a
arquetipos heredados de las comedias griegas, tales como
parásitos y soldados fanfarrones. Sin embargo, las comedias de
Plauto denotan variedad y originalidad en el tratamiento de los
temas y personajes, y abarcan desde la parodia mitológica
(Anfitrión) hasta el romance (La cuerda), y desde la burla
(Casina) y la farsa (Los menecmos) a la comedia refinada (Los
prisioneros y Trinummus), o las famosas Miles Gloriosus (El
soldado fanfarrón) y Asinaria (La venta de los asnos).
Terencio era un esclavo africano que, tras su emancipación,
tomó el nombre de Publio Terencio Afer (Terencio el Africano).
Vivió, aproximadamente, entre 187 y 159 a. de J.C. Sus obras
son: Andria (166 a. de J.C.), Hecira (165 a. de J.C.), El verdugo
de sí mismo (163 a. de J.C.), Formión (161 a. de J.C.), El
eunuco (161 a. de J.C.) y Adelfi (160 a. de J.C.).
A diferencia de Plauto, Terencio, que, sin embargo, imita los
mismos modelos griegos, no se preocupa de ridiculizar a los
personajes helenísticos. Lleva problemas al teatro (por lo
general, de carácter educativo). La contrapartida de este teatro
de tesis (aunque el término quizá sea un poco exagerado) es que
las obras de Terencio son menos vivas, menos rápidas, menos
"arrebatadas" que las de Plauto. También tuvieron
menos éxito en su época.
La prosa latina
Los primeros textos en prosa son tratados legales o escritos
religiosos; más adelante aparecieron los grandes tratados de
filosofía e historia que han servido de cuna para la mayoría de
las obras posteriores.
Origen y caracteres
Los primeros textos de la literatura latina están escritos en
lengua ritmada. En sus comienzos, la prosa latina no es la simple
transcripción de la lengua hablada, sino una lengua escrita que
posee un carácter de solemnidad.
Los primeros textos establecidos así fueron: la Ley de las XII
tablas (hacia 450 a. de J.C.), las Actas de los magistrados y los
Anales, en los cuales consignaban los pontífices los
acontecimientos de la historia de Roma (estos documentos no han
llegado hasta nosotros, pero los conocemos, especialmente, por la
utilización que hace de ellos Tito Livio). Estos textos, medio
sagrados, medio utilitarios, constituyen el preludio de la
historiografía romana.
Pero resulta interesante destacar que los primeros historiadores
romanos sintieran la necesidad de escribir en griego. Este es el
caso de Quinto Fabio Pictor (alrededor de 260-190 a. de J.C.) y
de Lucio Cincio Alimento, su contemporáneo.
La preocupación utilitaria casi siempre está presente en los
primeros escritos en prosa de la historia romana. Los autores
suelen tener como objetivo la exaltación del espíritu nacional,
la edificación moral o algún programa político.
Un segundo carácter resulta de esta actitud: para ser
"práctica", para desembocar en la acción, la prosa
latina debe ser clara y simple. El estilo es sobrio y límpido;
estilo que se ha calificado de "ático", por alusión a
la forma de escribir de los escritores áticos de la gran época
(la de Jenofonte).
Las grandes etapas de la prosa romana
Si la literatura romana es imitadora de la griega, ello se debe
al potente influjo cultural que Grecia ejerció sobre Roma, el
cual se manifestó no sólo en las letras sino, paralelamente, en
la arquitectura y las artes plásticas.
Las primeras obras de la literatura latina son producto de
escritores profundamente helenizados; después, en pleno apogeo
cultural romano, casi todos los escritores se formarán en las
escuelas griegas o bajo la guía de maestros griegos.
Es en este período, en que empieza el declive de la literatura
griega, cuando las letras latinas la prolongarán dándole un
nuevo impulso.
La epopeya, el teatro y la lírica fueron géneros cultivados por
los escritores latinos a sabiendas de su origen griego. No en
vano el dominio de la lengua griega fue algo corriente entre
estos escritores, muchos de los cuales escribieron en ambas
lenguas. Marco Aurelio escribió en griego sus
"Meditaciones".
El siglo II a. de J.C.
Catón el Censor (234-149 a. de J.C.). Marco Porcio Cato recibió
el sobrenombre de Catón el Viejo o el Censor, tras haber ocupado
este puesto, en 184 a. de J.C., con una severidad memorable.
Catón es el primer gran prosista romano. Poseemos algunos
fragmentos de sus discursos, pero, sobre todo, un libro titulado
Orígenes, relativo a la historia de Roma y de las ciudades
italianas, desde la fundación legendaria de la ciudad hasta 151
a. de J.C.; un conjunto de consejos titulado Libro a su hijo
Marco, especie de profesión de fe cultural, y un Tratado sobre
la agricultura.
La elocuencia en el siglo II a. de J.C. Ya hemos señalado las
preocupaciones de este género. Los oradores más importantes de
esta época fueron, además de Escipión Emiliano, Tiberio
(160-132 a. de J.C.) y Cayo Graco (154-121 a. de J.C.), ambos
cuñados de Escipión Emiliano (que era su adversario político).
La historiografía romana. Aunque abundante en esta época, sólo
conocemos prácticamente el nombre de los autores, algunos
títulos y algunas citas. Cabe mencionar, pues, a Publio Cornelio
Escipión (hijo de Escipión el Africano), a Lucio Casio Hémina,
a Lucio Calpurnio Pisón, a Cayo Fannio -estos dos últimos,
discípulos de Panecio- y, a finales del siglo II y comienzos del
I, a los autores de anales, como Clodio Cuadrigario, Valerio
Antias (historiador poco escrupuloso), Celio Antipater (autor de
una Historia sobre la guerra de Aníbal), Sempronio Aselión,
Lucio Cornelio Sisena, etc.
Cicerón
Marco Tulio Cicerón (106-43 a. de J.C.), fue escritor, político
y orador romano. Aunque su carrera política fue notable,
Cicerón es especialmente conocido como el orador más elocuente
de Roma y como hombre de letras.
Nacido en Arpinum (actualmente Arpino, Italia), en su juventud
estudió derecho, oratoria, literatura y filosofía en Roma.
Los patricios más ricos y poderosos de Roma le apoyaron en su
candidatura al consulado en el 64 a. de J.C. por el gran
desagrado que les producía el otro candidato, aristocrático
pero menos respetable, Lucio Sergio Catilina, y fue elegido.
Más adelante, mientras César fue dictador de Roma, Cicerón
vivió apartado de la vida política y se dedicó a escribir.
Después del asesinato de César, en el 44 a. de J.C., Cicerón
retornó a la política. Esperando ver la restauración de la
República, Cicerón fue ejecutado, como enemigo del Estado,
después de verse implicado en algunos escándalos políticos, el
7 de diciembre del 43 a. de J.C.
Cicerón creó un elaborado estilo prosístico, que combina
claridad y elocuencia, y que se ha convertido en una de los
modelos por medio de los que se juzga toda la prosa latina. Su
obra contribuyó mucho al enriquecimiento del vocabulario de su
propio lenguaje.
Los escritos de Cicerón tratan sobre muchos temas. Sus obras
filosóficas revelan su creencia en Dios y en el libre albedrío.
Casi todos sus trabajos filosóficos se basan en fuentes griegas
y, por lo tanto, aparte de su valor intrínseco, tienen uno
añadido: el de haber divulgado y preservado la filosofía
griega, que, de no haber sido por él, tal vez se hubiera
perdido.
A partir del 45 a. de J.C., en que murió su hija Tulia, Cicerón
se retiró de la política para dedicarse por completo a sus
escritos literarios y filosóficos. Destacan sus tratados De
Legibus (Sobre las leyes), De Officiis (Sobre el deber), y De
Natura Deorum (Sobre la naturaleza de los dioses).
Su obra influyó mucho en el poeta italiano Petrarca y en otros
escritores del Renacimiento. Sus obras retóricas, escritas en
forma de diálogo, en especial De Oratore (Sobre la retórica),
tienen gran valor como rica fuente de material histórico. Las
más famosas de sus piezas oratorias son las cuatro contra
Catilina, conocidas como Catiliniarias, y las catorce contra
Marco Antonio, llamadas Filípicas.
Literatura en prosa en tiempos de Cicerón
El siglo I a. de J.C. es, en la historia de Roma, un siglo
político por excelencia. Por consiguiente, es una época en la
que florecen los géneros histórico y oratorio.
César
César (101-44 a. de J.C.), escribió los Comentarios de la
guerra de las Galias (51 a. de J.C.), cuya finalidad primordial
era la de demostrar su importancia como gran jefe militar, y los
Comentarios de la guerra civil (inacabados), que tratan de sus
altercados con Pompeyo. El estilo es de una nitidez y un
laconismo castrenses.
César, al escribir sus Comentarios, seguía una tradición de
Memorias políticas: las de Quinto Lutacio Catulo, antiguo
cónsul (muerto en el 87) y vencedor de los cimbrios; de Marco
Emilio Escauro; del senador Rufilio Rufo, y de Sila (136-78 a. de
J.C.), cuyas memorias fueron terminadas por uno de sus manumisos.
Salustio
Salustio (Cayo Salustio Crispo, 86-35 a. de J.C.) es el principal
historiador del período (infinitamente menos subjetivo que
César).
En La guerra de Yugurta y La conjuración de Catilina, describió
la decadencia de la República tras la derrota de los Gracos.
Salustio, como Cicerón, era un moderado. Le molestaba la
corrupción de la nobleza, incapaz de desempeñar su papel
político y exclusivamente ocupada en aumentar su fortuna.
Varrón
También cabría citar entre los grandes prosistas de la época
ciceroniana al enciclopedista Marco Terencio Varrón (116-27 a.
de J.C.), pero, en realidad, su influencia literaria se ejerció
en el periodo siguiente, es decir, en el "siglo de
Augusto".
La prosa augústea
El único prosista importante de la época de Augusto fue el
historiador Tito Livio.
De hecho, la literatura de la edad de oro es fundamentalmente
poética. El arte de la elocuencia se pierde, puesto que se ha
convertido en un procedimiento mecánico, y la desaparición de
la libertad de expresión, consecuencia del autoritarismo
imperial, impide toda tentativa de expresión personal.
En el campo de la prosa, sólo hay dos obras importantes: la de
Varrón y la del historiador Tito Livio.
Varrón
Varrón (116-27 a. de J.C.) cultivó todos los géneros. Fue el
principal enciclopedista romano, y, prácticamente, el único
consultado con regularidad desde la época de Virgilio (cuya
fuente de inspiración para las Geórgicas fue su tratado De la
agricultura) hasta los autores cristianos de la Edad Media.
Tito Livio
Tito Livio (59? a. de J.C.-17? d. de J.C.). Retórico paduano
que, a partir de 26 o 25 a. de J.C., y hasta su muerte, escribió
una Historia en 142 libros, de los que sólo poseemos los 10
primeros, los libros 20 a 45 y algunos fragmentos.
A diferencia de los historiadores de la época ciceroniana, que
escribían desde una perspectiva política, Tito Livio intentó
realizar lo que ahora llamaríamos una historia de los
acontecimientos de Roma, desde la fundación de la ciudad. Para
ello, se sirvió de las obras de los analistas antiguos y
modernizó los hechos que describe (de ahí la introducción de
trozos ficticios, en particular discursos que ponía en boca de
los personajes de quienes hablaba).
Desde el punto de vista literario, Tito Livio no posee el vigor
de Salustio. En el aspecto metodológico, deja traslucir la
influencia del historiador griego Polibio y no sólo intenta
describir los acontecimientos, sino que comprende su evolución y
sus causas.
La prosa latina después del siglo de Augusto
Ya hemos dicho que fue una época cosmopolita; los dos escritores
más importantes de la época fueron "provincianos":
Séneca, español, y Tácito, probablemente originario de la
Galia.
Séneca
Lucio Anneo Séneca (c. 4 a. de J.C.-65 d. J.C.), fue filósofo,
dramaturgo, político y eminente escritor de la edad de plata de
la literatura latina. Nació en Córdoba, hijo del retórico
romano Marco (Lucio) Anneo, más conocido como Séneca el Viejo.
Tras estudiar retórica y filosofía en Roma, Séneca el Joven,
como hoy se le conoce, quedó profundamente influido por las
enseñanzas de los estoicos, cuya doctrina desarrollaría en lo
sucesivo.
Su principal preocupación era la ética, pero sus creencias eran
más espirituales que las de los primero filósofos estoicos. Sus
tragedias en verso ejercieron una influencia notable en la
posterior evolución del teatro clásico en Italia. Otras
dramaturgos de épocas posteriores también se sintieron
atraídos por el estilo retórico y florido de Séneca, su
coherencia formal, su capacidad analítica e introspectiva, el
fatalismo estoico de sus personajes y la fuerza de los temas que
abordaba: el asesinato, el horror y la venganza.
En el año 49 d.C. Séneca se convirtió en pretor y fue nombrado
tutor de Nerón, hijo adoptivo del emperador Claudio. A la muerte
de Claudio, en el 54, Nerón se convirtió en emperador. Retirado
de la vida pública, al perder la confianza de Nerón, Séneca se
dedicó plenamente a escribir y a estudiar filosofía.
El estilo artificial y epigramático de Séneca representa
espléndidamente la edad de plata. Sus discursos, así como
diversas obras científicas, se han perdido, pero entre los
numerosos escritos que se conservan destacan las Cuestiones
Naturales (54 d.C.), siete libros en los que se analizan los
fenómenos de la naturaleza desde un punto de vista estoico, y
que hacen referencia a alguno de los cuatro elementos; la
Epístola a Lucilio (63-64), 124 cartas dirigidas a un amigo; y
varios tratados estoicos sobre temas como la ira (41-44), la
serenidad mental y el retiro filosófico (55-56).
Sus diálogos y tratados morales son más humanos y persuasivos
que dogmáticos, y hacen gala de una gran humildad. También
escribió nueve tragedias en verso, todas ellas adaptaciones
libres de antiguas leyendas griegas; las cuatro primera están
probablemente basadas en las obras de Eurípides.
.
Petronio
Petronio (Cayo Petronio Arbiter, 20?-65? d. de J.C.), es autor de
una novela de aventuras titulada Satiricón, de la cual sólo
fragmentos han llegado hasta nosotros.
Esta novela de costumbres, que relata los azares de dos jóvenes
descarriados perseguidos por la maldición del dios Príapo, a
quien han ofendido, es una obra compleja en la cual se mezclan
los versos y la prosa (por consiguiente, y según el sentido
original del término, es una satura).
Por otra parte, la novela de Petronio es realista en extremo y
las descripciones de los personajes de baja condición
constituyen otros tantos bosquejos notablemente pintorescos.
Plinio el Viejo
Plinio el Viejo (23-79) dejó una Historia natural, en 37 libros,
que no es simplemente un tratado de zoología o de botánica,
sino una vasta enciclopedia (aunque menos extensa que la de
Varrón y de una ideología bastante trivial). También escribió
algunas obras históricas (perdidas), sobre todo una Historia de
las guerras de Germania y una Historia de Roma desde Tiberio de
gran utilidad para Tácito.
Su sobrino, Plinio el Joven (62-114?), discípulo de Quintiliano,
escribió el panegírico oficial de Trajano y dejó una
correspondencia de hombre culto, curioso de todo, de humanista,
que, sin embargo, resulta bastante superficial.
En cuanto a Marco Fabio Quintiliano (35-96), nació en Hispania,
como Séneca, y resumió su enseñanza de la retórica en su obra
Institución oratoria. Quintiliano fue un ciceroniano y
contribuyó a fijar la lengua clásica y tradicional.
Tácito
El escritor más importante de este periodo es,
indiscutiblemente, Tácito (Comelio Tácito, 55?-120?), de quien
sabemos que siguió normalmente el cursus honorum y que fue
letrado.
Esto explica que se iniciara en la carrera de las letras con el
Diálogo de los oradores, en el cual exalta la elocuencia
ciceroniana (como Quintiliano), pero donde también señala -cosa
que Quintiliano no supo o no osó señalar- que su decadencia
está ligada a la desaparición de la libertad de expresión:
"La elocuencia ama las revoluciones -escribe- y no sobrevive
en un Estado organizado".
La firmeza del análisis de Tácito sobre la decadencia de la
elocuencia lleva a ciertos historiadores a considerar que el
Diálogo de los oradores no fue escrito en los inicios de su
carrera, es decir, entre 80 y 96 d. de J.C., sino en su plena
madurez, en la época en que escribió las Historias.
En el 98, Tácito publicó la Vida de Agrícola, su suegro,
general de Domiciano cuyas concepciones políticas ataca
vigorosamente (debe señalarse que Tácito -como todos los
escritores de su época- no podía permitirse el lujo de atacar a
la autoridad imperial; por tanto, sus diatribas están dirigidas
a emperadores difuntos).
El mismo año, Tácito publicó Germania, pequeña obra de
etnografía sobre los "bárbaros" de allende el Rin en
la que analiza la amenaza que representa para Roma el pueblo de
los germanos.
Las Historias, compuestas entre 104 y 109, relataban, en 14
libros, el período de la historia romana comprendido entre la
muerte de Nerón y la de Domiciano (es decir, de 68 a 96, fecha
del advenimiento de los Antoninos). De esta obra sólo se han
conservado los 4 primeros libros y parte del quinto, o sea, los
correspondientes a los reinados de los emperadores Galba (68-69),
Otón (69) y Vitelio (69), así como los relativos a los
comienzos del reinado de Vespasiano (emperador en 70).
Pero la obra maestra de Tácito está constituida por los Anales,
que reseñan la historia de Roma bajo los emperadores
Julio-Claudios (Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón).
La patrística latina
No hay que perder de vista que, paralelamente a las últimas
producciones de la literatura latina, aparecen las primeras obras
cristianas en latín (dado que gran parte de ellas fueron
escritas por Padres de la Iglesia, se habla de Literatura
patrística).
La literatura latina cristiana producirá obras apologéticas,
dogmáticas, morales (Tertuliano) y propedéuticas (Minucio
Félix, por ejemplo); pero también poéticas (san Ambrosio de
Milán, Prudencia), históricas (Lactancio) y epistolares (san
Jerónimo). Y con las Confesiones de san Agustín, proporcionará
una de las obras maestras de la literatura universal.
A partir de entonces, será cada vez más abundante, con los
escritos monásticos (san Bernardo) y la teología escolástica
de la Edad Media (santo Tomás), y proseguirá en Occidente hasta
el Renacimiento; e incluso hasta nuestros días, puesto que los
textos pontificios siguen redactándose en latín.
Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), filósofo y teólogo
italiano, cuyas obras lo han convertido en la figura más
importante de la filosofía, escolástica y uno de los teólogos
sobresalientes del catolicismo.
Santo Tomás organizó el conocimiento de su tiempo y lo puso al
servicio de su fe. En su esfuerzo por reconciliar fe con
intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y
enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san
Agustín y otros Padres de la Iglesia, de Averroes, Avicena y
otros eruditos islámicos, de pensadores judíos como Maimónides
y Solomon ben Yehuda ibn Gabirol, y de sus predecesores en la
tradición escolástica. Esta síntesis la llevó en la línea de
la Biblia y la doctrina católica.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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citando su origen.