|
El periódico liberal "La bandera española", un concepto nuevo de nacionalismo español.
Pretenderá representar en letra impresa ese liberalismo patriótico que quería rentabilizar políticamente el sentimiento popular de pertenencia a la nación española.
La prensa española decimonónica fue
numerosa y diversa, especialmente durante su segunda mitad. Los
acontecimientos políticos desarrollados en nuestra historia
provocaron un periodo de gran convulsión e inestabilidad que
ayudaron al nacimiento de múltiples medios de prensa. La
revolución de 1868 que provocó la caída de Isabel II inició
el principal periodo de cambios en España. Desde la Monarquía
de Amadeo de Saboya, pasando por cuatro diferentes modalidades de
República, con un mini Estado carlista en el Norte y finalmente
con la restauración de Antonio Cánovas del Castillo de una
Monarquía parlamentaria de signo conservador en el vástago de
Isabel II, Alfonso de Borbón. España buscó diferentes
soluciones para construir un marco político que respondiese a su
identidad nacional.
Al mismo tiempo, la pluralidad de opiniones políticas dispuestas
a construir un proyecto identitario español conforme a su
doctrina ideológica, demandaba unos medios de expresión en los
cuales canalizar sus ideas. Los periódicos se convirtieron en
los órganos de divulgación de las opiniones expresadas por los
partidos políticos. Cada grupo con una personalidad propia
debía tener su órgano de prensa si quería ser tomado en cuenta
por la opinión pública española. No sólo los partidos
políticos, sino hasta las diferentes corrientes internas
querían tener un portavoz de su particular modo de ver la
realidad pública de España.
"La Bandera Española" responde a esta necesidad de
servir a un grupo político determinado como medio de expresión
de unas ideas preconcebidas. Este fue un periódico que se
publicó durante un corto periodo de tiempo. Nacido el 15 de
septiembre de 1873, prolongará su vida durante la última fase
de la I República y proseguirá un tiempo bajo el régimen de la
Restauración. Como periódico será pequeño, compuesto de
cuatro páginas, la primera dedicada normalmente a reproducir lo
dicho en La Gaceta de Madrid, la segunda estaba dedicada a
opiniones y comentarios varios sobre la realidad política, la
tercera a noticias generales y su parte inferior estaba reservada
al capítulo del folletín correspondiente, y en cuanto a la
cuarta era la disponible para los escasos anuncios que ayudaban a
financiar el periódico. La publicidad estará casi monopolizada
por la librería de Antonio San Martín y el establecimiento
litográfico de los hermanos Rovira Valdes. Ambos negocios
también servían como puntos de suscripción en Madrid para el
periódico. Del primero se exponían a la venta sus devocionarios
y del segundo sus artículos procedentes de las minas y carbones
de Castilla. El director será durante toda la actividad que
desarrollará "La Bandera Española" , D. Ignacio Rojo
Arias.
Con respecto a su orientación ideológica, "La Bandera
Española" será un periódico liberal que tendrá como
finalidad principal la unión de todos los liberales en torno a
la Patria y la libertad, atacando al mismo tiempo al
republicanismo federal por su desunión y la política
desarrollada que había causado la indisciplina en las filas
castrenses y la irrupción de la rebelión cantonalista entre los
elementos radicales del republicanismo federalista (1).
El periódico se definirá liberal y heredero directo del bagaje
ideológico transmitido por los legisladores de la constitución
de 1812 en Cádiz, los políticos del trienio veinteañista, los
progresistas isabelinos y los revolucionarios de 1868 (2). En
octubre de 1873 la dirección de "La Bandera Española"
aceptará la responsabilidad de convertirse en el órgano oficial
del partido radical que lideraba Cristino Martos (3). Una
agrupación crítica con el republicanismo de signo federalista,
pero que defendía unos postulados coherentes con el liberalismo
progresista que subrayaba el periódico. Al mismo tiempo, hacían
ambos de la defensa de la unidad nacional de la Patria española
la principal idea fuerza de su argumentación política,
compatible con un fuerte sentimiento contrario a cualquier
restablecimiento de la dinastía borbónica liberal (4).
Pocos días más tarde se hacían eco del manifiesto elaborado
por los radicales y republicanos unitarios para conformar el
Partido Republicano Democrático (5). Esta agrupación política
que intentaba reunir la tradición liberal progresista, el
nacionalismo unitario y el antiborbonismo bajo unas siglas
comunes, conseguirá que "La Bandera Española" se
reconozca como órgano oficial del Partido Republicano
Democrático (6). Entre los puntos principales a que hacían
referencia en su manifiesto estaba la defensa de la constitución
de 1869, una de las más democráticas y progresistas
desarrolladas en el siglo pasado; el mantenimiento de la Milicia
ciudadana, como cuerpo armado liberal que protegiese las
conquistas revolucionarias; el mantenimiento del orden público,
poniendo como ejemplo la represión ejercida por el presidente
francés Thiers a la Comuna revolucionaria de París; la
eliminación de los fueros, como elemento perturbador de la
uniformidad nacional del país y la lucha contra el carlismo por
su defensa de la instauración de una "monarquía
absolutista" (7).
La razón de un
título
La elección por un grupo de liberales del nombre "La
Bandera Española" como cabecera de su medio de expresión
señalaba que la principal idea fuerza iba a ser el sentimiento
patriótico español. Las banderas nacionales no tomaron una
realidad definida como símbolos de un país determinado hasta el
siglo pasado. Hasta entonces las banderas, pendones y estandartes
eran de diferentes motivos en cada nación y únicamente reunía
como caracteres comunes ciertos símbolos propios de las
dinastías reinantes. La cruz de Borgoña o de San Andrés
representaba a los Habsburgo, del mismo modo que las flores de
Lis lo hacían con los Borbones. Sin embargo, los diferentes
movimientos nacionales nacidos a consecuencia de la Revolución
francesa y de la posterior respuesta contra el dominio militar
efectuado por Napoleón Bonaparte, motivaron la generalización
del uso de los distintivos nacionales.
En el caso español, "La Bandera Española" bicolor
tuvo su origen en 1785 en la elección por el monarca Carlos III,
basándose en los colores de las coronas de Aragón y Castilla,
de una bandera para la marina de guerra española, que pudiese
distinguirse en alta mar del resto de los navíos pertenecientes
a marinas de países borbónicos, como Francia o el reino de las
Dos Sicilias. No obstante, será durante la guerra de
independencia contra los franceses cuando se registre la
adopción de la bandera bicolor rojigualda como emblema
simbólico del sentimiento nacional de un pueblo en armas, que
sin distingos sociales, luche por la integridad de la unidad
nacional contra el invasor transpirenaico. De este modo, el
batallón Fernando VII del 2º de Cazadores fue la primera unidad
que la adoptó en mayo de 1808. Después, para conmemorar la
gesta de la victoria en Bailén sobre el ejército galo del
general Dupont, la medalla conmemorativa otorgada prendía una
cinta con los colores rojigualda.
Durante la posguerra, la bandera rojigualda volverá a simbolizar
un concepto nacional de corte progresista al servir en 1820 como
estandarte de la Milicia Nacional (8). La transformación de
España en un Estado liberal en el plano político,
administrativo y militar se verá reflejado en la adopción
oficial el 13 de octubre de 1843, de la bandera rojigualda como
emblema de una nación española cimentada en los presupuestos
ideológicos del liberalismo constitucionalista (9). Después,
este carácter político de la enseña nacional española se
mantendrá en ciertas unidades armadas de voluntarios, como
fueron los Tercios Vascongados y los cuerpos de Voluntarios
Catalanes surgidos en 1859, para participar en la Guerra contra
Marruecos. Enfrentamiento bélico que movilizó por primera vez
desde la Guerra de la Independencia el sentimiento nacional
español contra un enemigo exterior. Del mismo modo, en 1868 los
partidarios de "la Gloriosa" y del derrocamiento de
Isabel II, formaron unidades de voluntarios para proteger los
logros conseguidos con la revolución de modo semejante a la
Milicia Nacional de la época del Trienio Constitucional iniciada
con el general Rafael Riego.
Un nacionalismo de
nuevo cuño
"La Bandera Española" pretenderá representar en letra
impresa ese liberalismo patriótico que quería rentabilizar
políticamente el sentimiento popular de pertenencia a la nación
española. La conservación de su independencia, idiosincrasia,
religión e instituciones frente al peligro francés en 1808,
había causado la aparición de un patriotismo español por
encima de la pertenencia a los antiguos reinos. Esa explosión
popular que supo canalizar la Iglesia contra el enemigo galo,
como única institución de carácter nacional que se opuso de
forma clara a la invasión, tuvo su transposición en el marco
político de la constitución de 1812 en Cádiz, donde la
burguesía gaditana intentó condensar aquel sentimiento nacional
dentro de los parámetros del patriotismo moderno concebido por
el liberalismo heredero de la Revolución francesa.
Sin embargo, ese espíritu uniformizador chocaba con las aún
persistentes realidades forales vascas y navarras y el
sentimiento de otras muchas otras regiones, que se vieron
defendidas por los carlistas, defensores de un patriotismo
español respetuoso con las instituciones generadas por las
personalidades regionales diversas que formaban España. En esta
lucha por cimentar España sobre una base política moderna
similar al resto de los países europeos.
Los liberales identificados con los argumentos ideológicos
defendidos desde la tribuna de "La Bandera Española" ,
veían la necesidad de defender la unidad nacional española
desde una postura crítica a todo grupo político que defendiese
proyectos alternativos al nacionalismo centralista liberal. De
este modo, tanto el carlismo foralista de Carlos VII, como el
republicanismo federalista de Francisco Pi y Margall fueron los
que centraron los ataques más ácidos de los artículos del
periódico.
Con respecto a los republicanos federales, "La Bandera
Española" desde el mismo momento de su aparición inició
sus ataques contra el republicanismo federal por su desunión y
no evitar el desorden público y las revueltas cantonalistas en
el mediodía español (10). Sin embargo, la aversión hacia la
formación de poderes regionales que pudiesen desequilibrar la
situación política provocó que el fracaso de una vía
descentralizadora en el marco del liberalismo español acabase
por orientar a los federalistas de Valentí Almirall hacia el
catalanismo. Por el contrario, Emilio Castelar, último
presidente de la I República es incitado a restablecer el orden
y se le otorga confianza a su mandato, e incluso se le anuncian
sus obras en el propio periódico (11).
En cuanto a los carlistas, "La Bandera Española" los
identifica con posturas "absolutistas" y
"demagogas" contrarias a todo concepto de libertad y
progreso, términos que responden a la Ley de Dios y la
naturaleza (12). Al mismo tiempo, El periódico liberal llevado
por su "patriotismo constitucional" participa de forma
activa en la lucha contra las huestes de Carlos VII apoyando las
medidas del gobierno de imponer contribuciones de guerra
especiales al clero y a los simpatizantes carlistas que vivan en
Pamplona, por ser enemigos de la Patria (13). Esta medida
discriminatoria es alentada desde las páginas de "La
Bandera Española" como un acto patriótico y se favorecen
suscripciones de los lectores para allegar recursos a las
autoridades que luchan por derrotar a los carlistas en el norte,
este y el centro de España (14).
La lucha contra los carlistas es vista como la oportunidad de
derrotar de una forma definitiva un concepto de España, que
aunque coherente con su tradición histórica, consideran
"arcaica" e incompatible con el resto de los modelos
desarrollados en Europa. De este modo, el periódico opina que ha
de aprovecharse la victoria militar sobre los carlistas para
eliminar los fueros de las provincias vascas y Navarra, que son
la causa fundamental de su carácter levantisco e igualarlas en
su régimen al resto de las provincias españolas (15). Según su
opinión, el sistema foral ayudaba a la preservación del poder
de unos grupos sociales que al quedar privados de su protagonismo
lideraban la rebelión carlista. Por tanto, el nacionalismo
jacobino que impera entre los liberales de "La Bandera
Española" busca en la victoria militar la ocasión propicia
para hacer tabla rasa de España y ordenarla según las
directrices que marca un patriotismo de corte liberal, el
uniformismo provincial, eliminando todas las posibles
peculiaridades jurisdiccionales que pudiesen romper la
homogeneidad constitucional recién lograda.
Asimismo, en el periódico aparecen diferentes artículos donde
se pretende difamar al carlismo y a movimientos legitimistas
similares, haciéndoles graves imputaciones de crímenes
realizados sobre población civil inocente. De esta forma, se
hace eco el periódico de una acusación a guerrilleros carlistas
de violar y asesinar a una moza en las cercanías de Pamplona
(16). Con el mismo argumento, la presentación de una obra
novelesca de Víctor Hugo, titulada 1793, hace referencia al
fusilamiento indiscriminado realizado por los chuanes de mujeres
consideradas patriotas (17). Sin embargo, resulta grotesco
comprobar como la animadversión al enemigo político debilita el
sentimiento patriótico, cuando se llega a respaldar el cañoneo
efectuado por un navío de guerra alemán a la costa dominada por
los carlistas, dando por válido únicamente el comunicado
oficial emitido por las autoridades navales alemanas y omitiendo
la opinión de los cañoneados españoles de Guipúzcoa (18).
Un nacionalismo
mimético del extranjero
La modernización que se pretende realizar en España para
hacerla comparable a los regímenes nacional-liberales imperantes
en Europa obliga a los liberales españoles a buscar referentes
en el extranjero. La III República francesa, el II Reich
alemán, la Italia unificada y los países nórdicos eran
ejemplos de modelos liberales que intentaban integrar las fuerzas
emergentes en la sociedad civil (19). La expulsión de la
dinastía borbónica isabelina proporciona la oportunidad de
instaurar en España una dinastía real nueva que protagonice el
cambio deseado, sirviendo de símbolo a un proyecto identitario
liberal coherente con los nacionalismos modernos surgidos en el
tempestuoso romanticismo.
Las discusiones en las cortes españoles de 1869 fueron para
elegir el candidato idóneo para el papel de monarca. Desde un
primer momento, los pretendientes que se estudiaron fueron de
clara raigambre liberal, estudiándose miembros de las familias
Orleáns ó Sajonia-Coburgo-Gotha. Sin embargo, los candidatos
con más posibilidades fueron Leopoldo de
Hohenzollern-Sigmaringen y Amadeo de Saboya. En el caso del
primero, tenía el apoyo del general Juan Prim, prestigioso
militar y jefe del gobierno, el cual admirado por la
potencialidad militar del reino prusiano, deseaba que España
pudiera estrechar relaciones con esta naciente potencia, ejemplo
de un nacionalismo emergente vertebrado a través de
instituciones de carácter liberal.
El príncipe Leopoldo pertenecía a una rama secundaria de la
real prusiana que se mantenía fiel a la confesionalidad
católica, imprescindible cualidad para poder ser aceptado como
monarca español. Sin embargo, la oposición del II Imperio
francés a que Alemania y España pudieran tener en común una
misma dinastía reinante, rememorando los tiempos aciagos para
los galos de Carlos I de España y V de Alemania, ocasionó la
retirada de la candidatura germana. No obstante, las
consecuencias para Francia fueron nefastas, el incidente terminó
en un enfrentamiento bélico entre las dos potencias que
ocasionó la caída de Napoleón II Bonaparte. Pero para Alemania
significó el final del proceso de su unificación que desembocó
en la formación del II Reich en torno a la figura del rey de
Prusia.
Con respecto a España, finalmente las miradas convergieron en
Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia, Víctor Manuel II, que
recientemente había conseguido la unificación de su país. Sin
embargo, el proceso unificador no se había podido realizar sin
despojar al Papa de sus posesiones terrenales. Este suceso tenia
enfrentada a la dinastía saboyana con la Iglesia Católica,
aspecto que era considerado positivo por los liberales
progresistas españoles. A parte, el moderno nacionalismo
italiano había surgido por la misma causa que el español, la
presencia napoleónica en la península cisalpina, y este
patriotismo se había vertebrado en torno a la ideología
liberal. Los revolucionarios españoles de 1869 consideraron que
un príncipe italiano podía liderar en España, mejor que
ningún otro, ese proceso de modernización nacionalista que
hiciese de nuestro país, un Estado semejante en su proyecto
identitario a cualquier nación europea nacida en la cuna del
romanticismo liberal del siglo XIX.
Sin embargo, el inicio del reinado de Amadeo de Saboya empezó
con el asesinato del general Juan Prim. Su muerte y el abandono
de las principales fuerzas políticas revolucionarias del monarca
propició la llegada de la I República. No obstante, los
republicanos vieron en el nuevo régimen algo suyo y no dejaron
que los conversos del monarquismo saboyano aportasen sus ideas.
Los federalistas se impusieron y el desorden causado no pudo ser
atajado por Emilio Castelar y su republicanismo unitarista. Este
fue el único presidente republicano que tuvo el apoyo de
"La Bandera Española" . Pero los graves problemas
existentes con los cantonalistas y los carlistas hizo depender a
las instituciones republicanas del gremio castrense. El ejército
que estaba enfrentado al régimen por la abolición del servicio
militar, se vio de repente como pilar básico del sistema. La
milicia sería la protagonista que sentenciaría a la república
en beneficio de la futura restauración canovista.
Sin embargo, el II Reich sería el país más admirado por los
liberales de "La Bandera Española" . Desde las
páginas del periódico se aprobará positivamente el kulturkamf
desarrollado para someter a la Iglesia Católica bajo la
autoridad civil del canciller Otto von Bismarck (20). Se defiende
que la Iglesia y los particularismos jurídicos de algunas
regiones, como eran los fueros, debían quedar subordinados a la
autoridad civil, para no representar un peligro al Estado
centralista que vehiculaba el proyecto identitario cultural
español.
Al mismo tiempo, se toma ejemplo de Alemania donde se publican
obras que hacen referencia al pasado nacional y se fundan
panteones de hombres ilustres que sirvan de ejemplo a las
generaciones jóvenes como modelos de ciudadanos. El propio
canciller Otto von Bismarck es comparado con el cardenal Cisneros
como forjador de un nuevo Estado (21). Esta alusión al príncipe
purpúreo castellano sirve de preámbulo a la idea de España que
se difundirá en la época de la Restauración, más
identificable con el discurso católico-conservador que con el
populista democrático nacido en 1812 (22). La atracción por
Alemania llevará incluso a adoptar letras góticas para el
título de la cabecera del periódico. "La Bandera
Española" con su nuevo formato germano reconocerá a
Alfonso XII como jefe de un Estado (23).
Los nombres propios
de un liberalismo
"La Bandera Española" exaltaría desde sus páginas
algunas figuras del liberalismo español. El fallecimiento de
Salustiano Olózaga en 1873, sirvió para elogiar la figura del
político alavés. Olózaga, nacido en Oyón en 1805, había
apoyado al general Espartero en 1840, presidente del gobierno
tres años más tarde, intentó obligar a la joven reina Isabel
II a disolver las cortes, el escándalo consiguiente le obligó a
dimitir y exiliarse en Francia. Desde entonces el político
alavés se convertiría en uno de los conspiradores
antiborbónicos más importantes y uno de los instigadores de la
revolución de 1869 (24).
Sin embargo, el hombre más recordado y el único que tendrá una
esquela conmemorativa al aniversario de su asesinato en el
periódico, será el general Juan Prim i Prats (25). Natural de
Reus en 1814, fue voluntario de un cuerpo franco en 1834,
diputado en 1841, será capitán general en Puerto Rico y
Granada, diputado en 1851, protagonizo una gran labor militar en
la guerra de Marruecos de 1859, donde obtendrá el marquesado de
Castillejos por su valiente actuación. Posteriormente
intervendrá en México en 1862 y dos años después se pondrá
al frente del Partido progresista, con cuyo apoyo obtendrá la
jefatura del gobierno y traerá a Amadeo de Saboya como rey de
España. No obstante, en la Calle del Turco será tiroteado,
muriendo al momento. El héroe de Castillejos se convertirá en
el modelo de patriota liberal a seguir por los liberales
sostenedores de la unidad nacional.
José Luis Orella
1 "La Bandera Española" del 15 de septiembre de 1873.
2 "La Bandera Española" del 11 de octubre de 1873.
3 El Partido Radical resultó de la confluencia de los
demócratas y de la parte izquierdista de los progresistas.
Mientras, los elementos más derechistas de los progresistas
junto con los unionistas formaban el Partido constitucional
liderado por el abogado riojano Práxedes Mateo Sagasta. Para
ampliar el tema sobre el sistema de partidos con Amadeo I de
Saboya en Margarita Mas y Rafael Troncoso, "La práctica del
poder moderador durante el reinado de Amadeo I de Saboya" en
Revista de Estudios Políticos, nº 55, enero-marzo de 1987.
4 "La Bandera Española" del 7 de octubre de 1873.
5 Los radicales que habían sido antiguos amadeistas se
convirtieron en sinceros republicanos, pero mantuvieron posturas
encontradas con los federalistas, encontrando puntos en común
con los republicanos unionistas de Emilio Castelar que defendían
la unidad nacional frente a las revueltas cantonalistas de los
elementos más extremistas de los federalistas.
6 "La Bandera Española" del 27 de octubre de 1873.
"La Bandera Española" del 9 de septiembre de 1874.
7 El liberalismo progresista identifica y utiliza como sinónimos
los términos absolutista y carlista, para impregnar al segundo
del carácter peyorativo y anacrónico del primero. Sin embargo,
el tradicionalismo español defensor de una postura preliberal no
era en aquellos años que protagonizaba su Tercera Guerra
Carlista una fuerza política que propugnase la vuelta a un
sistema absolutista como el reinado de Fernando VII. Por el
contrario, el carlismo era inspirador de una monarquía limitada
por diferentes consejos que controlasen la voluntad del monarca.
Así como defendía el respeto a las particularidades jurídicas
de las diversas regiones representadas en los fueros.
8 La Milicia Nacional era un cuerpo armado organizado con
voluntarios de ideas liberales para preservar y sostener el
régimen constitucional de 1820.
9 Serga nº 3, con colaboración del departamento de
comunicación del ejército.
10 "La Bandera Española" del 15 de septiembre de 1873.
11 Números de octubre y siguientes de "La Bandera
Española" . Las obras anunciadas son La Civilización en
los primeros siglos el Cristianismo, La fórmula del progreso,
Defensa de la Fe del pueblo, Cuestiones políticas y sociales,
Discursos parlamentarios, La hermana de la Caridad y La
Redención del esclavo.
12 "La Bandera Española" del 24 de septiembre de 1873.
"La Bandera Española" del 4 de marzo de 1874.
13 "La Bandera Española" del 24 de septiembre de 1873.
14 Números de marzo de "La Bandera Española" de 1874.
15 "La Bandera Española" del 26 de marzo de 1873.
16 "La Bandera Española" del 15 de diciembre de 1873.
17 Chuanes era un término que fue utilizado para identificar a
los voluntarios realistas de la región de Bretaña. En cambio,
patriota hacía referencia a los partidarios de los ideales
iniciados con la Revolución francesa. En "La Bandera
Española" del 4 de marzo de 1874.
18 "La Bandera Española" del 21 de septiembre de 1874.
19 Borja de Riquer "El surgimiento de las nuevas identidades
contemporáneas" en Anna María García Rovira, España,
¡nación de naciones?, Ayer nº 35, 1999.
20 "La Bandera Española" del 21 de septiembre de 1874.
21 "La Bandera Española" del 12 de octubre de 1874.
22 José Álvarez Junco, "el nacionalismo español como mito
movilizador", en R. Cruz y M. Pérez Ledesma, Cultura y
movilización en la España Contemporánea, Alianza editorial,
1997, pp. 35-68.
María Isabel García Vegue, "La idea de nación en el
pensamiento político de Antonio Canovas del Castillo" en
Canovas y su tiempo, Veintiuno, 1999, pp. 595-610.
23 "La Bandera Española" del 5 de enero de 1875.
24 "La Bandera Española" del 29 de septiembre de 1873.
25 "La Bandera Española" del 29 de diciembre de 1873 y
1874..
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a
disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y
citando su origen.