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Mozambique, una nación hispana en el Indico.
Un país que se debate entre un futuro prometedor o continuar en el caos que ha vivido desde su descolonización.
Mozambique es un país hijo de la expansión portuguesa en el siglo XVI, en pleno auge de los descubrimientos, hacia el oriente. Cuando los navegantes lusos repasen el cabo Buena Esperanza y Vasco de Gama forme un virreinato portugués en la India, Mozambique se convertirá en la base de descanso y aprovisionamiento de las cansadas tripulaciones portuguesas en su camino del oriente asiático. Sin embargo, el interior del país se mantendrá virgen a las pretensiones lusas hasta el XIX, los cuales, mientras, van manteniendo su presencia en la costa, donde van combatiendo la presencia musulmana en el Indico.
En el siglo XIX los portugueses
iniciarán a través del Zambeze y otros ríos una cierta
penetración hacia el interior, dominando a las tribus, pero la
intromisión de los ingleses en el país de los matabeles, impide
que los lusos obtengan el sueño de unir Angola con Mozambique y
crear así un imperio hispánico en el cono sur africano. El
sueño victoriano es más fuerte que las decisiones emanadas de
Lisboa.
El país africano se mantendrá como colonia y posteriormente
como provincia ultramarina del Portugal del Estado Novo de
Salazar.
Mozambique seguirá desde su tiempo de colonia y como país independiente una nación exportadora de mano de obra a la minería sudafricana.
En 1962, los grupos que se
había formado en la oposición política contra la presencia
portuguesa se aglutinará en torno al FRELIMO con Eduardo
Mondlane como presidente. Dos años después, iniciarán una
guerra de guerrillas en la zona norte contando con el apoyo de
los makonde. No obstante, los portugueses pudieron contar con el
apoyo de Sudáfrica y de Rodhesia, a parte de los macuas, que
eran el 45 % de la población mozambiqueña. En el FRELIMO
entretanto sufrieron una crisis de identidad, después del
asesinato de su líder y las diferencias entre el resto de los
cabecillas por la sucesión. Los guerrilleros crecieron en
número, pasando de cinco mil a veinte mil y siendo combatidos
por treinta y cinco mil soldados portugueses. En el FRELIMO,
Samora Machel conseguirá la presidencia del movimiento
independentista que se enraizará con el comunismo como
ideología de construcción del futuro estado. De esta forma, la
guerrilla obtuvo ayuda inmediata de los países africanos del
área y de la URSS, consiguiendo armas pesadas y misiles de
avanzada tecnología. No obstante, la revolución de los claveles
de 1975 será la que ponga punto final a la presencia de cinco
siglos de Portugal en aguas del Indico.
Pero el proceso de independencia no va a ser pacífico, la
entrega del poder al FRELIMO, que quiere instalar un sistema
comunista cuenta con la oposición de los blancos y de la mayor
parte de la población mozambiqueña, en concreto de los macuas,
etnia mayoritaria. Los portugueses terminarán por abandonar el
país y establecerse en Sudáfrica. Con respecto a los grupos
opositores formarían en 1976 la RENAMO, que inició una guerra
de guerrillas y sabotajes contra el gobierno comunista y las
tropas aliadas etíopes y tanzanas. Machel mantendría la
ortodoxia marxista hasta su fallecimiento en accidente de
aviación en 1986. Su sucesor Joaquín Chissano, más pragmático
intentará llegar a un acuerdo pacífico y en 1989 renunciará al
marxismo como ideología del FRELIMO. En 1991 se llegaba a un
acuerdo de paz y se formaba un ejército nacional con una
composición al 50 % de miembros de cada partido.
Mozambique se mantiene como uno de los países más pobres del
área a consecuencia de la guerra tan larga. Sin embargo, tiene
recursos para salir a flote, la agricultura de explotación que
le permitía sostener a un 75 % de la población y exportar
anacardos, cáñamo, té, azúcar y algodón se hundirá con la
planificación comunista y la huida de los colonos portugueses.
La industria desaparecerá por la ausencia de técnicos, el
turismo sudafricano, el comercio rodhesiano en dirección a los
puertos del índico, la venta de energía eléctrica de la presa
de Cabora y la presencia de miles de emigrantes mozambiqueños en
las minas de Sudáfrica perdieron su fuerza por la guerra y el
gobierno marxista de Machel. No obstante, el fin de la guerra,
los intentos de liberalización del país y la estabilidad
política pueden augurar un buen futuro a Mozambique como puerto
de salida de las exportaciones africanas. No obstante, las
inundaciones que han asolado un país sin infraestructuras
después de una larga guerra y un dominio comunista han dejado un
país convaleciente, pero con ganas de vivir.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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