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El falso feminismo perjudica la familia.
El "feminismo" actual, contrario a los verdaderos intereses, derechos y naturaleza de la mujer, quiere degradar su papel, convirtiendola en objeto de explotación económica, valorándola solo como productora o consumidora, y en objeto de explotación sexual, minimizando su privilegiada capacidad de transmisora de vida y de valores.
A medida que la capacidad crítica de
nuestro pueblo va quedando eliminada por el uso masivo de la
mentira en los "media·, se nos van introduciendo una serie
de fórmulas, de cáscaras de ideas, destinadas a cambiar nuestra
forma de interpretar el mundo, que es, en suma, la base de toda
cultura.
Se ataca a la familia, pero no sólo por odio hacia ella o hacia
el sacramento del matrimonio, sino por necesidad política de
interferir en los primeros mecanismos de integración del niño
en su cultura. Una familia que no cumple su misión socializadora
es el gran paso para obtener una generación sin raíces,
susceptible de ser educada en esa ya definitiva "Cultura
Artificial" del liberalismo relativista, que algunos
pretenden confundir con Democracia
Para ello se ha organizado ya la revolución sexual, formidable
ofensiva contra la mujer, que es el elemento social que fija al
hombre a su tierra, cría a los hijos y estabiliza la vida
íntima de la pareja. La mujer está siendo cosificada con saña,
explotada en su doble condición de mujer y de persona.
En nombre de la igualdad del liberalismo relativista, se la lleva
a aceptar y desempeñar roles masculinos en el trabajo, con lo
que se fuerza el abandono de su misión de centro del hogar y
máxima protagonista de la vida afectiva del marido y de los
hijos. Parece demencial insistir en el igualitarismo el hombre y
de la mujer (no confundir con la igualdad en el plano legal)
cuando tan evidentes son las diferencias psicológicas y
físicas.
Sin embargo lo difícil, lo arriesgado hoy, tras el tratamiento
cultural del liberalismo relativista, es atreverse a ver tales
diferencias y señalarlas advirtiendo que vivir como hombre o
vivir como mujer, tienen obligaciones comunes y obligaciones
específicas distintas. Normalmente los matrimonios donde la
mujer trabaja fuera de casa son menos estables y corren más
peligro de ruptura. ¿Por que? Ni la mujer -ni nadie- puede hacer
tan excesivos y contradictorios roles sociales: madre, obrero,
ama de casa, competidor, amante... Algo tiene que dejar sin
ejecutar. Por eso se insiste en que se hace cada día más
difícil llevar una vida normal y feliz si se es mujer y en que,
también, se hace cada día más difícil formar familias
estables en tanto la mujer se concibe como un producto de
consumo, como elemento sexual, como placer o, simplemente, como
compañera temporal. En todos los casos los hijos de familias
así, en las que la mujer tiene menos tiempo que dedicar al hogar
o en que este hogar no existe, son personas más desajustadas, es
decir menos adaptadas a su sociedad y menos al tanto de la
cultura y de las tradiciones que heredan junto con los
cromosomas.
La «cultura del desnudo», la droga, el rock, el aborto, los
anticonceptivos masivos, son otros tantos ataques a ese íntimo
espacio natural sobre el que se sostiene un pueblo y su futuro:
la familia. Si este ataque se combina con una educación sobre
bases sociales erróneas, falla el entero mecanismo de
integración en la sociedad y se consigue uno de los principales
éxitos del arma psicológica: generaciones sin raíces que no
saben de dónde vienen y que, por lo tanto, pueden ir a cualquier
parte.
A. Robsy
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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