|
Windhorst, el David que venció al canciller de hierro .
Modelo de resistencia en la defensa de los valores frente al poder.
Windhorst, el pequeño -o la pequeña-
excelencia, nació en 1812 en Osnabruck y murió en 1891 de una
congestión pulmonar en plena actividad parlamentaria,
conservando sus falcutades.
De origen modesto, recorrió una brillante carrera como jurista y
hombre político. Presidente del parlamento de Hannover a los 38
años, ministro de justicia a los 40, desde su juventud luchó a
favor de los derechos de la Iglesia y de su ideal gran-alemán,
Prusia desarrolló en la unificación la pequeña Alemania, al no
integrar a Austria. Originario de la Baja Sajonia, fue
hannoverense por el Tratado de Viena de 1815, y desde 1866,
prusiano por la anexión de Hannover al reino de Prusia. Winhorst
fiel a la monarquía derrocada tuvo por ello la alianza de la
oposición güelfa luterana y antiprusiana hannoveriana
Desde 1848, ocupa cargos públicos asentándose su espíritu
conservador, aunque no reaccionario. Respetuoso con el poder
constituido, siempre fue favorable a éste, pero igualmente
decidido a resistirse a las tentativas del poder, cuando pretende
violar los derechos constitucionales escritos o no de la Iglesia.
En 1867 entró en la dieta prusiana y en el Reichstag, su genio
parlamentario le llevó a convertirse en el líder indiscutible
de los grupos católicos del Zentrum. Estuvo en el puesto durante
24 años, destacándose como un gran orador dotado de una gran
memoria, por su casi total ceguera que le impedirá utilizar
apuntes.
El pequeño hannoveriano fue el líder católico que tuvo que
enfrentarse a la política anticatólica del kulturkampf del
canciller Bismarck. La tenacidad que demostró en defensa de la
Iglesia, dio unidad al catolicismo alemán en unos momentos muy
difíciles de 20 años de persecución liberal. Se convirtió en
la persona más odiada por el canciller de hierro y su actividad
consiguió convertir a grupos hetrogéneos de católicos del
antiguo régimen en una unidad compacta y bisagra de la nueva
monarquía constitucional prusiana. Winshorst utilizó
magistralmente el parlamentarismo y su posición bisagra en
actuar entre la izquierda socialista y liberal, y la derecha
luterana conservadora, para conseguir la retirada de las medidas
anticatólicas.
El Zentrum defendió la libertad de conciencia y el orden
constitucional frente al liberalismo anticlerical y antiromano,
que veía en el catolicismo al enemigo más peligroso del II
Reich prusiano. No obstante, la unidad en los últimos años de
su pequeña excelencia no fue tan rotunda, apagadas las brasas
del anticatolicismo, la derecha luterana necesitaba los votos
católicos para votar medidas sociales, que impidiesen el ascenso
del socialismo y el aumento del presupuesto militar. Medidas a
las que Winshorst se opuso sistemáticamente, por su
antiprusianismo y por no querer el reforzamiento del Estado,
aunque fuese en beneficio de la política social. Esto provocó
el voto rebelde a favor del gobierno de diputados católicos
conservadores, que se sentían leales prusianos y que por su
juventud veían el peligro socialista y las posibilidades de una
política social necesaria.
Sin embargo, el pequeño demostró ser un hombre de gran talla
cuando los católicos alemanes minoritarios y desunidos
descubrieron en él al líder que los mantuvo unido y que
consiguió derrotar la política anticatólica del gobierno
liberal de Bismarck. Todo un ejemplo de la entrega de un
político a sus ideales católicos.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a
disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y
citando su origen.