Santiago Matamoros (Escuela Cuzqueña)
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Tratamiento político de los movimientos migratorios.
Este artículo reincide, profundizando, en un fenómeno ,que en función de la respuesta que se le de, puede ser la solución al envejecimiento de la población, fruto de los contravalores potenciados por el sistema y la cultura antinatalista, o ser el origen de un problema, que termine con la destrucción de la cultura occidental y sus principios.
El tema de la emigración es un tema
candente y de actualidad. Se puede plantear en diferentes fases.
Primero, que es que es un problema actual que, si vamos viendo
las cifras de residentes en situación regular, no los que están
en situación irregular, casi se han multiplicado por cinco de
1980 a 1987. En los últimos 20 años la inmigración está
teniendo ya una valoración con mayúscula cuando antes lo
podíamos ver desde España como una situación más bien de
testigos. Era un problema que sucedía en Gran Bretaña, en
Francia, en Alemania o en aquellos países con economías
hiperdesarrolladas que estaban demandado una gran mano de obra.
Ahora resulta que España, que tenía una inmigración de muy
pequeño número, casi testimonial (únicamente la presencia
extranjera sería más bien por la cuestión turística), se ha
convertido también en país de llegada, de acogida de múltiples
personas que se calcula en centenares de miles. En 1997 eran ya
600.000 los residentes en situación regular.
Y esta población foránea que se establece en España,
¿quiénes son, dónde se establece y qué tipo de trabajo
realiza? De manera mayoritaria se establece en las regiones
costeras, en el Mediterráneo, preferentemente en Cataluña,
Levante, Andalucía, los dos archipiélagos (el Canario y el
Balear) y en los grandes centros urbanos: Madrid y Barcelona. Se
calcula que en esas zonas, a grosso modo, la inmigración que se
establece es del 74%. La que está teniendo en cierta medida una
bajada es la de origen europeo, que estaba en torno al 50%, en
cifras del 1997, unos 274.000 alemanes y británicos, muchos de
ellos jubilados alemanes que con su nivel de vida y sus pensiones
se establecen en España por el mejor clima; ahí tenemos el
fenómeno de Baleares con más de 20.000 alemanes propietarios de
pisos, apartamentos, etc. Una de las emigraciones al alza sería
la de los iberoamericanos, que ya está rondando el 20%, en su
mayor parte argentinos, peruanos, colombianos y ecuatorianos; con
la última crisis económica, sobre todo población andina,
dependiendo un poco de cuando hay un alza en la inestabilidad
política y social de alguno de estos países para repuntar una
de estas nacionalidades. Otra de las que están en gran ascenso
es la africana, que en 1980 representaba el 2'8% y en 1997 el
18'3%; es la que más está repuntando y es la que vemos
reflejada de manera física en las famosas pateras del Estrecho,
población procedente de los países en subdesarrollo de toda la
franja sur del Sahara (Mali, Niger, etc.), y por supuesto toda
esa población joven de Marruecos, de Argelia, que viene a
Europa. Luego, en una posición bastante más marginal, la
asiática, en torno a un 8'1%, preferentemente filipinos y
chinos.
Lo que se está observando cada vez más es una tendencia de
inmigración de tipo europeo. Habría que hacer un aparte con la
población de la antigua Europa del Este (polacos, rumanos,
servios, etc.) que normalmente suelen tener como meta otros
países como la República Federal Alemana o Francia,
preferentemente la primera. La emigración que está subiendo
más cuotas es esencialmente la africana e iberoamericana,
continentes muy jóvenes, con unas generaciones juveniles, con
alta preparación académica en algunos casos pero cuyos estados
no les puede dar esas salidas profesionales, que deciden la
emigración a los países de máximo desarrollo europeos en los
que se van a encontrar ya con una saturación, por lo que hay que
buscar otros que estén llegando a ese nivel de desarrollo y que
carezcan de esa saturación de población emigrante, que serían,
en este caso, Italia y España.
¿Qué trabajos son los que normalmente realizan este tipo de
inmigrantes que llegan a España? Esencialmente servicios. El
64'4 del trabajo que realizan normalmente está clasificado en
servicios (doméstico, hostelería, etc.); un 15'2 sería
agricultura (agricultura intensiva o de temporeros en la zona de
Almería o de Murcia), incluso pastoril (un oficio en
desaparición que está siendo ejercido casi en monopolio por
pastores peruanos); el 8'8 en la construcción (hay mucho oficial
de la construcción que son autónomos, que fundan su pequeña
empresa y que el único modo de desarrollarla es llevar peones de
la inmigración, un peón sin calificación, que no plantea
ningún problema profesional en cuanto a integración pues sólo
tiene que realizar su trabajo); y el 6'9 en la industria. Por lo
tanto vemos que preferentemente la emigración que está llegando
a España se está estableciendo en esos sectores de servicio y
luego, de una manera bastante más minoritaria, en la
agricultura, en construcción y menor en el sector industrial.
¿Cuáles son las causas por las cuales está viniendo esta
gente? Sin duda son diversas. Una de ellas, por supuesto el
desarrollo económico y el nivel de vida alcanzado por la
sociedad española en los últimos años que ya no tiene nada que
envidiar al resto de Europa; más o menos el nivel de vida de la
sociedad española es equiparable al que puedan tener los
franceses, los belgas o los italianos. Por lo tanto, España se
ha convertido en un mercado receptor de estas personas que
pretenden salir de un sistema de inferior calidad, y que a
través de las ondas televisivas ven cómo les gustaría vivir en
una sociedad con esa oferta, con esa calidad de vida y en países
en los que puede hacer unos trabajos que, aunque de menos
cualificación, con ingresos más altos a los que ganaría en
cualquier oficio en su propio país. Por ejemplo el caso de los
países del Este con ingenieros, profesionales de cualquier tipo,
que debido a la caída de las economías de sus países pueden
estar ejerciendo trabajos de inferior calidad en Italia, en
España o en Francia pero ganando cuatro o cinco veces más que
en puestos de superior calidad en su país.
Aparte este desarrollo económico y de mayor calidad que ha
convertido a España en un país receptor junto al resto de los
países occidentales, también las transformaciones sociales, la
transformación de nuestros propios hábitos de vida también
crean una demanda. Hay que tener en cuenta que antes, en las
familias, únicamente trabajaba el padre de familia; ahora
trabaja el matrimonio. No es ningún secreto que los pisos son
más caros, se necesita un sueldo entero para pagar el piso y
otro sueldo es para vivir. Los matrimonios jóvenes esencialmente
están obligados a trabajar los dos y normalmente no se tienen
familias numerosas, únicamente uno o dos hijos, lo que plantea
el problema añadido de la sustitución de generaciones, y por lo
tanto se produce un descenso poblacional en ese aspecto. Pero en
esa transformación social, aunque sólo se tenga un hijo o dos,
significa que tiene que haber una tercera persona en casa para
que pueda llevar las labores más pesadas de la misma y además,
por necesidad, cubrir los años en que los críos necesitan
alguien cercano. Muchos pueden echar mano de los padres, pero
otros, porque viven fuera del domicilio de los padres no tienen
un familiar cercano que pueda ayudar. La ausencia del hogar del
matrimonio está generalizando la necesidad de ese servicio
doméstico, y esa necesidad motivada por el cambio social está
casi monopolizando algunas inmigraciones como puede ser la de
personal femenino de Filipinas, de República Dominicana, etc.,
que casi en exclusividad viene para realizar ese tipo de trabajo
hogareño.
¿Más causas? España es la puerta de entrada a la Unión
Europea, España es un país fronterizo con una situación
candente en el norte de África. En Argelia hay una guerra civil
larvada, con una población joven que está ahora en torno a la
franja de los 20-30 años, con gran inestabilidad económica,
social, etc. y que, desde luego, está saliendo del país de
forma masiva. En Marruecos la situación económica no da para la
población joven que se está desarrollando. Y desde luego los
países subsaharianos de Mali, Niger, Senegal, etc. están con
una población muy alta, con unos recursos económicos bastante
pobres, con unas sequías bastante importantes, con unas
agriculturas que no son intensivas y con unos aparatos políticos
que no administran como debieran. Por lo tanto, todo ese foco de
emigración va a ir a Europa y España está en ese mismo limes
fronterizo de todo ese mundo que está mirando a Europa para
llegar. España es uno de los países fronterizos precisamente
para su entrada, con carácter estacional para poder entrar en
Francia o en Alemania, o con carácter permanente para quedarse.
Lo que se está viendo en los últimos años es que esta
inmigración, que era de carácter estacional, después de un
período de tiempo corto, pasaba a unos centros europeos de mejor
acogida como Francia o como Alemania, en los cuales tenían una
mayor oferta profesional. Ahora estos países han llegado a una
saturación visible. La inmigración visible que se calcula
normalmente en un 5 ó 6 por ciento. La inmigración visible se
llama a la que se ve. Se puede tener una inmigración, por
ejemplo como ha sucedido con la del cono sur sudamericano que no
es una inmigración visible pues hasta que no hablas con alguien
no te das cuenta por su acento que procede de otro país. Pero
sí suele llamar más la atención en una sociedad, y hay una
mayor sensibilidad cuando existe una inmigración visible, pues
ya su aspecto exterior hace presentir que va transformándose esa
sociedad. Y en Francia, en Alemania, en Gran Bretaña ya se está
llegando a unos niveles de cierta saturación de inmigración, en
la cual la cantidad de población inmigrante y sus descendientes
se encuentra en un nivel de difícil integración, formando ya
sociedades propiamente plurinacionales, con bastantes
diferencias, y por el mismo aporte cuantitativo de esta
inmigración ya no es posible, no sólo asimilarla, sino que hay
que aceptarla con sus propias costumbres y que vayan asimilando
la forma de vida del país que les ha dado acogida. Por eso esa
población inmigrante está buscando otros países en proceso de
envejecimiento que puedan ser más receptivos a esa población
inmigrante. Esos países europeos que están cogiendo el relevo
de los países nórdicos occidentales son los del Mediterráneo:
Italia, que tiene ya una población inmigrante de un millón, o
España que si se controla los que tiene ya carácter legal e los
ilegales se calcula en torno a los ochocientos mil.
¿Cuáles son los puntos políticos que más o menos las
instituciones estudian? Primero, la coordinación: Europa es una
unidad política y como tal requiere un control de flujos y una
coordinación. La inmigración es un acontecimiento que está
afectando a todos los países de la Unidad Europea, a algunos
más que a otros, como puede ser España o Italia porque están
en ese limes y además sus sociedades, por tener un tanto por
ciento menor de población de origen inmigrante, son más
receptivas a esa llegada de extranjeros, y han de coordinar su
política de inmigración. Este proceso de unificación europeo
que está teniendo nuestro continente también nos lleva a una
coordinación de nuestra política inmigratoria y de control de
flujos. ¿Para qué? Aquí tenemos también políticas
contrapuestas; por un lado que exista un filtro, por otro que
haya un número de cuotas, o sencillamente abrir las puertas.
Normalmente las políticas institucionales se están moviendo
más en torno a las cuotas. ¿Por qué? Para el control de los
emigrantes y para su propia integración. El desarrollo de
acciones en el campo de la integración y de la igualdad es lo
que ahora están planteando las instituciones europeas como uno
de los principales objetivos. ¿Por qué? Pues porque hace años
la inmigración era casi de carácter temporal como tenemos, por
ejemplo, en la propia inmigración española. En los años 80 y
90 los emigrantes españoles que habían partido a Francia, a
Bélgica, a Alemania estaban volviendo, y se calcula que en esos
15 ó 20 años regresaron unos 200.000. El carácter de la
emigración española que en muchos aspectos se pone como
ejemplo, era temporal: se fueron de jóvenes, trabajaron,
hicieron su vida en aquellos países, y a la llegada de la
jubilación la gran mayoría quisieron retirarse y volver a sus
raíces de origen. La diferencia de la actual inmigración que
tiene España en relación con aquélla es que la actual es de
carácter permanente. Esta población africana, iberoamericana,
que viene a España lo hace con carácter de permanencia, a
establecerse, a hacer un hogar y para no volver. El español que
se iba lo hacía a un país más desarrollado, pero cuando
volvía, lo hacía de forma que estaba dispuesto a aceptar ese
nivel de vida aunque pudiera ser algo más inferior; pero una
persona que ha tenido la suerte de cualificarse, de alcanzar un
nivel de vida en Bélgica, en Francia o en España, no está
luego dispuesta a volver al Niger a una situación totalmente
subdesarrollada. Su única ilusión es poderse traer a los
miembros de su familia, olvidarse de su país permanentemente y
establecer su vida definitiva en Europa. Por lo tanto esa es una
característica a tener en cuenta: la inmigración que viene en
una gran mayoría, en el caso iberoamericano se mantiene ciertos
grados de temporalidad, es de carácter permanente. Los que
vienen lo hacen con la intención de echar raíces. Y esa
política permanente significa que plantea el primer problema: el
de integración. Así, con unas cuotas más o menos controladas,
la política de recepción puede ayudar por lo menos a hacer
coincidir la demanda de la sociedad española con la oferta de
inmigrantes que llegan a establecerse en nuestro país. Además,
una política de integración (que es lo que está faltando
ahora), sería necesaria junto a una política de formación, de
educación en los valores y tradiciones que el país receptor
para facilitar la integración.
Otro de los temas es la cooperación al desarrollo con los
países emisores de inmigración. Se sabe cuáles son los países
originarios y por lo tanto un modo de canalizar ese flujo de
inmigraciones sería mantener contactos con esos países y
desarrollar una política mediante la que se pueda canalizar esa
salida de población. ¿Cómo poner esas cuotas que también
ayudan a la integración? Un poco con nuestra propia cohesión
social. Evitar los ghetos de pobreza. La experiencia que nos
puede aportar el resto de los países es que la llegada de gran
cantidad de inmigrantes puede hacer fracasar la política de
integración y el inmigrante al no entrar en el mercado laboral,
no se integra profesionalmente, y tampoco socialmente. Estos
desarraigados van a ir formando ghettos de viviendas marginales,
pues por sus recursos tienden a concentrarse en barrios
periféricos de las ciudades; incluso para su propia protección
y por sentimiento de familiaridad. Sin embargo, en los ghettos si
un tanto por ciento de ellos fracasan en su integración social,
se convierten en un semillero de delincuencia y mafias. Por eso
la importancia de marcar esos flujos para que la oferta y la
demanda conecten al cien por cien. No se puede, por una
solidaridad de boca, abrir las puertas generosamente a la llegada
masiva de población que la sociedad no pueda asimilar, y que
parte de ellos caigan en su frustración, ante la ausencia de
integración en la marginación social, en una exclusión, que
con la falta de trabajo, la incomunicación de la lengua, etc.
Los inmigrantes queden abocados a vivir como puedan.
¿Qué otra experiencia se está viendo al comprobar lo que ha
sucedido en otros países? Esencialmente que con este cambio
inmigratorio el choque cultural que antes no se veía ahora se
plantee. Antes el aporte de pequeños grupos procedentes de otra
cultura no permitía el mantenimiento de su identidad cultural y
se integraban en la mayoritaria. Por ejemplo, en la región de
Canarias, ya desde el siglo XVI ha habido un aporte muy
minúsculo, pero siempre más o menos regular, procedente del
norte de África. No obstante, al ser un aporte muy minoritario
se asimilaba a la población canaria y era bastante
indistinguible quién era descendiente de un norteafricano o de
un canario; se había mezclado con la población, se había
adaptado a las costumbres españolas de Canarias, se había
convertido al catolicismo, etc. Se había asimilado a la
población. Ahora los aportes son tan generosos que es imposible
esa política de asimilación; esa concentración en diversas
zonas geográficas de nuestros centros urbanos permite la
viabilidad de mantener sus propias identidades culturales.
Tenemos ya algunos problemas. Algunos pueden ser sencillamente
exóticos como pasó en los centros de educación francesa cuando
las hijas de algunos franceses musulmanes de antiguo origen
argelino querían ir al Liceo Francés vestidas con el chador,
creando un problema que las instituciones francesas solucionaron
determinando que todas las alumnas francesas tenían que ir
vestidas a lo occidental y no vestidas con las túnicas y el
chador, produciéndose un choque con quienes querían vivir un
islamismo más militante. Otro aspecto es el choque con algunas
tradiciones. Hay inmigrantes africanos que plantean que por qué
ellos no van a poder vivir en una situación de poligamia, por
qué se les tiene que prohibir una situación en la cual ellos
tradicionalmente han vivido y sólo pueden mantener una mujer
cuando a ellos les apetece tener cuatro o cinco o las que sean
por su tradición familiar. Plantean un problema legislativo
porque esa persona quiere mantener sus costumbres en una sociedad
en la que los valores occidentales nos marcan otro tipo de
concepto de sociedad. También de este modo tendríamos otros
aspectos mucho más sensibles como sería ciertas prácticas de
mutilaciones tradicionales que pueden tener algunas sociedades
africanas y que hay familias que todavía las quieren mantener en
nuestra sociedad.
Aparte de este hecho cultural que como vemos en algunos puntos
típicos señalan ciertos puntos de fricción en esta
integración, también presenta un inconveniente la situación de
acomodo de estos inmigrantes, el dónde se sitúan; porque
curiosamente hay zonas que podríamos llamar como puntos
estratégicos en los cuales el tanto por ciento de inmigrantes
lleva a unas cuotas que se puede prever que dentro de un par de
décadas sean mayoritarios. ¿A qué puntos estratégicos me
estoy refiriendo? Por ejemplo Ceuta, Melilla donde la situación
de origen inmigrante bereber podría estar en torno al 25 ó 30%
con un crecimiento vegetativo bastante más importante que los
ceutíes y melillenses autóctonos de allí, o zonas como la de
Granada, donde curiosamente la inmigración se establece
concretamente y únicamente en el Albaicín, lo que hace
sospechar que la inmigración tiene alguna razón oculta para
concentrarse en un barrio.
Estos son, los puntos de fricción que plantean problemas y que
la gente en Europa empieza a cuestionarse. Hace unos meses, el
Cardenal Biffi planteaba que por similitud de cultura, cuando se
canalizase ese flujo de inmigrantes tenía que haber una
tendencia de predilección hacia las personas de culturas más
afines a la nuestra, porque se facilitaba el problema de
integración, y no provocaba tantos puntos de fricción
culturales. Esas declaraciones del cardenal de Florencia crearon
bastante polémica en la sociedad italiana y enseguida se
señaló que la presencia en Italia de un millón de musulmanes y
su modo de vida planteaba que Italia tuviera que ser un país
plurinacional en el futuro, un país con diversidad de
religiones, y que tenía que consentir las tradiciones propias de
la población musulmana, como podían ser la poligamia o las
mutilaciones sexuales.
Aquello planteó bastante polémica sobre el sentido de igualdad
que todo emigrante debía tener al llegar a un país. Sin embargo
surgieron voces de que algunos países receptores, como España,
que tienen diversas fuentes de inmigración y no puede cerrar las
fronteras porque la sociedad española necesita la llegada de
inmigrantes a causa del envejeciendo, podía dar preferencia a
focos de inmigrantes procedentes de la América andina, o los del
cono sur, que más fácilmente se integraban en la sociedad
española que en la sociedad francesa o en la sociedad
británica. Poblaciones como las del Senegal tenían, una
cercanía mayor hacia Francia, pues habían sido colonia de
Francia y habían recibido la influencia de la cultura gala,
mientras que los países sudamericanos, por religión, por
idioma, incluso por concepción de la sociedad, se debían sentir
más ligados a España.
Este interrogante se está planteando en Europa: la posibilidad
de que haya ciertas preferencias a la llegada de inmigrantes,
como también ha tenido la República Alemana con los ciudadanos
de la Europa del este que sanguíneamente proceden de las
minorías alemanas. Cualquier inmigrante tiene que pasar
bastantes papeleos para nacionalizarse alemán; no obstante, los
rumanos, los húngaros, lo yugoslavos, que pertenecen a las
minorías germánicas de los Balcanes, no tienen ningún problema
en ser automáticamente integrados en la comunidad alemana,
recibir todos los papeles de nacionalidad alemana, porque tienen
una cultura y una lengua afines y pertenecen a esas minorías
germanas de los países del este. Por lo tanto, los demás
países también se lo están planteando, con respecto a los que
prevén pueden tener una mayor facilidad de integración en sus
respectivas sociedades.
Por lo tanto, los puntos en los cuales más o menos se plantean
ciertas fricciones, y que en la actualidad las instituciones
europeas están procurando luchar, sería evitar esa
marginación, esos focos de violencia que esencialmente, se
puedan formar en los ghettos de inmigrantes y que por una crisis
económica puedan transformarse en bombas de explosividad social.
También el formar programas educativos de integración para esos
grupos de permanencia, el poder canalizar esos grupos en unas
cuotas que puedan integrarse en esos procesos, dar una
preeminencia a ciertos grupos de origen inmigrante que
pertenezcan a las culturas más afines y por lo tanto sean más
permeables a la integración. Pero también con una política de
reciprocidad política: si hay países en los cuales se prevé
que mayoritariamente nos están pasando su inmigración,
lógicamente también ellos tienen que tener una relación de
privilegio con nosotros en otros aspectos. Traduciendo: si
nosotros estamos recibiendo un gran número de inmigrantes
marroquíes, lógicamente tenemos que tener un trato positivo en
los acuerdos de pesca, que no tenemos. Además señalar algunos
puntos de sensibilidad estratégica, como puede ser el futuro de
algunos territorios que son metropolitanos, como Ceuta y Melilla,
en el caso de que dentro de un tiempo, con la política de
nacionalizaciones, puedan tener una población de 60 ó 70 por
ciento de origen norteafricano; nos plantearía el problema que
está sucediendo en Kosovo, que políticamente pertenece a un
país y que étnicamente es mayoritariamente similar a la
población del país vecino.
La inmigración plantea un problema que afecta a toda Europa,
pero España tuvo que recibir, en el peor momento en que estuvo
con tres millones de parados, a doscientos mil antiguos
emigrantes procedentes de Alemania y de Francia, que volvieron
realizando una labor callada y de integración. Ahora nos toca
recibir también otros inmigrantes, pero con grandes diferencias
culturales, en unas zonas geográficas específicas, para
realizar unos trabajos también bastante concretos, y que
empiezan a plantear problemas de integración.
¿Cómo tratarlos y cómo tener sensibilidad para ello? Es el
principal problema al que se enfrenta Europa, toda persona merece
el respeto a su propia identidad cultural, pero existen algunas
características en algunas culturas que pueden chocar con las
legislaciones del país receptor y que este deberá asumir o
adoptar una actitud contraria.
J.L. O.M.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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