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Por el honor de Fernando el Católico.
Victor Pradera estudió la verdad sobre la reunión de Navarra con el resto de España liberándose de la dinastía francesa, desahaciendo una historiografía falseada que se promocionaba para apoyar las tésis nacionalistas
Nacionalistas, jaimistas y profesionales
del saber histórico defendían la postura del patriotismo
ejemplar de los agramonteses, como defensores de Amayur y la
perfidia del rey católico en la anexión navarra. Pradera, como
navarro, pretendió defender la honorabilidad del rey Fernando y
la legitimidad de la unión de Navarra al resto de España. El
modo de demostrarlo fue probando la veracidad de las Bulas y lo
hizo. Pradera entró en una faceta científica desconocida, el
abogado e ingeniero se hizo historiador en defensa de su ideal.
Por esta causa, el navarro puso de lema a su libro "Fernando
el Católico y los falsarios de la historia" la cita de San
Juan et cognoscetis veritatem et veritas liberabit vos. Un lema
que entroncaba con el deseo actual de los católicos de vivir de
forma consecuente con la verdad.
Pradera no estuvo sólo en su labor, el nuevo historiador pudo
contar con la inestimable ayuda de Francisco Javier Arraiza,
ex-alcalde de Pamplona, y hombre de profundas raíces católicas
y carlistas. Arraiza fue uno de los responsables de que Pradera
pudiese probar la veracidad de las Bulas. Él le ayudó en su
búsqueda y fue quién marchó al Archivo de Barcelona y trajo a
Pradera las pruebas testimoniales.
Pradera, como católico, no pudo olvidar que en las grandes
dificultades los creyentes se confiaban a un patrono. Pradera
como discípulo de la Compañia de Jesús se encomendó a San
Ignacio de Loyola, a quién dedicó su libro en una oración
cargada de connotaciones patrióticas, pero imbricadas en su modo
de ser católico: "A Iñigo de Loyola. A nadie mejor que
a ti, santo excelso, gran español e ilustre vasco, podía
dedicar esta obra, que quiere ser lo que Tú fuiste: católica,
española y vasca.
Hijos espurios del noble solar donde naciste han infamado tu
nombre, presentándote a mis hermanos ya como impío soldado de
una causa antipatriótica, ya como defensor de injusticias
objetivas. Mi corazón, Tú que lo ves lo sabes, ha palpitado con
violencia cada vez que tales voces llegaron a mis oídos; porque
Tú, para mí, fuiste en Pamplona, el gran paladín de la
justicia, el heroico soldado de la Patria, la encarnación del
sentimiento vasco. A resolverme a poner en claro lo que tus
injuriadores embrollaron con la milicia y la ignorancia, tu
memoria, también lo sabes, no se apartó de mi lado, y al
vindicar la del gran Rey Católico, era la tuya excelsa, la que
en definitiva vindicaba; y con la tuya, el honor de todos los
que, como Tú, queremos ser vascos, y por vascos, españoles, y
por encima de todo, soldados de Cristo.
Recibe. Oh Iñigo amado mi ofrenda, y bendícela. sí algo
valiere, más te debo yo a Ti, porque tus hijos me enseñaron a
ser cristiano, y Tú, al sellar con tu sangre las murallas de
Pamplona, donde Dios quiso que yo viese la luz, señalaste a los
vascos los caminos del patriotismo."
Para Pradera, San Ignacio de Loyola fue un modelo junto a
Fernando "el Católico", de ser español. Su amor a San
Ignacio se volvió a demostrar cuando en 1927 los redentoristas
decidieron derruir parte de la antigua Basílica de San Ignacio
de Pamplona para construir otra Iglesia mayor. Los jesuitas, el
obispado y la comisión de monumentos de Navarra se opusieron a
la desaparición de los últimos vestigios del lugar donde cayó
herido el fundador de la Compañia de Jesús. En preservación
sin modificaciones del lugar, Pradera escribió una carta a
Alfonso XIII consiguiendo su apoyo a la oposición de las obras.
Por el contrario, Pradera puso como ejemplo descalificador de
hombre al Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, para
quién tuvo el calificativo de hipócrita protestante, por las
intervenciones norteamericanas en Centroamérica. El navarro
siempre tuvo un sentimiento anglófobo importante por el
protestantismo y hechos históricos protagonizados por los
países anglosajones. La cuestión gibraltareña y la derrota
ultramarina del 98 fomentaron su nacionalismo español, pero a su
vez emponzoñó el sentimiento de Pradera hacia las dos potencias
atlánticas.
Su obra "Fernando el Católico y los falsarios de la
historia" resultó una revisión continua de la figura del
monarca. Pradera defendió el derecho al trono de Carlos IV,
Príncipe de Viana, y después el de su hermana Blanca, contra el
derecho del padre de ambos, Juan II de Aragón. Incluyó a
Navarra en la excepción a la norma maurrasiana de
nacionalización de las dinastías reinantes, porque no se dio en
este caso concreto. En el espíritu de los reyes navarros siempre
prevaleció el punto de vista de sus dominios franceses. Pradera
acusó a los agramonteses -partidarios de Juan II de Aragón- y a
su orientación profrancesa después, de traicionar el
sentimiento nacional navarro.
La orientación filofrancesa de los intereses particulares de las
sucesivas dinastías reinantes en Navarra, hicieron fracasar la
confederación española en torno al viejo Reino Pirenáico. La
política matrimonial dirigida a este objetivo fue
sistemáticamente entorpecida desde el lado francés. El rey galo
Luis XI o Carlos VIII únicamente debían poner en peligro las
posesiones francesas de la dinastía reinante en Navarra para
hacerla más obediente.
En esta parte de su obra, Pradera dejó patente la diferencia de
intereses del sentimiento nacional navarro -orientado a formar
parte de España- y el sentimiento particular de la dinastía
navarra subordinado a Francia. Pradera limpió el honor de
Fernando "el Católico" mostrando siete ocasiones en
que el rey francés le ofreció Navarra en acuerdos, pero no
aceptó en atención a los derechos de sus sobrinos reinantes en
Navarra.
El siguiente paso del navarro fue demostrar que la conquista de
Navarra fue legítima. Francia se encontraba en guerra con el
Papa, Inglaterra y España. La búsqueda de aliados empujó a
Luis XII a firmar un tratado secreto con el reino pirenáico. El
tratado de Blois fue presentado como una alianza defensiva que no
afectaba a Fernando "el Católico". Pradera, en cambio,
demostró como en uno de los puntos referentes al sitio de
Fuenterrabía, Luis XII solicitó la ayuda navarra contra los
ingleses y sus aliados. Éstos no podía ser otros que el Papa y
Fernando "el Católico". Por tanto, se descubrió que
el tratado tenía una finalidad ofensiva contra la seguridad
española. Según Pradera, el tratado de Blois firmado por los
reyes navarros violentaba el volkgeist hispano de los navarros y
legitimaba la anexión militar por el ejército vasco del Duque
de Alba.
Los jaimistas compararon la conquista de Navarra con la invasión
alemana de Bélgica en la Primera Guerra Mundial. Para Pradera la
comparación era improcedente porque Bélgica fue un país
neutral y Navarra por el Tratado de Blois fue beligerante.
Además, el navarro aunque admirador de las instituciones
políticas alemanas, se posicionó en contra de la invasión del
pequeño país belga. Mientras algunos de los jaimistas que le
acusaron, fueron de los germanófilos que admitieron la invasión
germana.
Pero el argumento principal de la obra estaba por venir. Pradera,
gracias a las pruebas conseguidas por su amigo Arraiza,
consiguió certificar la Bula "Pastor ille caelestis"
como auténtica. El documento expedido por Julio II el 21 de
julio de 1512, por su fecha, no justificaba la anexión de
Navarra. El Tratado de Blois fue quién legalizó la conquista
del reino pirenáico. La Bula "Pastor ille caelestis"
lanzaba una condena condicionada de excomunión. Por esta razón,
no citaba en concreto sino generalizaba a todos los comprometidos
con Luis XII de Francia. Sus partidarios tenían tres días para
abandonarle y librarse de las penas canónicas. Los reyes
navarros, como aliados del rey de Francia, quedaron fuera de la
Iglesia al hacerse efecta la excomunión, por su desobediencia al
mandato papal. Como prueba, Pradera aportó la correspondencia de
Tudela con los monarcas, en la que se demostró la autenticidad
de la Bula al considerarse los tudelanos cismáticos.
Además Navarra se consideró feudatario del Papa, como otros
reinos hispánicos. El pontífice, por tanto, estaba en el
derecho, como cabeza de la soberanía espiritual, de desligar
Navarra de sus reyes. Pero el Papa lo que no podía hacer era
imponer otro monarca por no estar la jurisdicción terrenal en su
autoridad. Por tanto, la Bula no legalizó la conquista porque ya
lo hizo por si sólo el tratado de Blois, sino que legitimó la
adquisición del reino de Navarra desligado de unos soberanos
felones a la Iglesia, según Pradera.
El problema venía por la acusación de Campión a Fernando
"el Católico" de falsificar una Bula, donde se
nombraba por sus nombres a los reyes de Navarra como excomulgados
y depuestos de sus cargos en beneficio del monarca aragonés. La
Bula "Exigit Contumacian" había sido expedida el 18 de
febrero de 1512, algo ilógico de creer por cuanto detallaba
aspectos que iban a suceder en julio. La fecha de la Bula era la
causa alegada por los historiadores galos y nacionalistas vascos
para acusar al monarca español de falsario. Pradera fue quién
descubrió, no sin regodearse ante Campión, Etayo y Altadill, de
que la Bula era verdadera.
El navarro descubrió además que los historiadores por un fallo
del latín, no habían visto jamás la Bula. El ataque personal
sobre ellos fue demoledor. Pradera no tuvo piedad a quienes
habían criticado y atacado al reunificador de España. El
navarro en su nueva de historiador destruyó los argumentos de
sus oponentes utilizando pruebas y las propias obras de Campión,
Moret y Boissonnade. El éxito de Pradera fue descubrir que
Fernando "el Católico" no fue un falsario.
La Bula "Exigit Contumaciam" era verdadera y posterior
a los hechos de la anexión navarra. Para más problemas la fecha
causante del embrollo estaba bien. La situación aclarada por
Pradera fue que la calendación de las Bulas era distinta a la
moderna. El calendario utilizado por los Papas era el florentino
que tenía la peculiaridad de empezar el año el 25 de marzo,
fecha de la Encarnación del Señor. Por tanto, el 18 de febrero
de 1512, era posterior al 25 de marzo de 1512, ya que el 18 de
febrero de 1512 en el calendario florentino correspondía al 18
de febrero de 1513 del moderno.
Pradera con su obra histórica probó la honorabilidad de
Fernando "el Católico" y de la anexión de Navarra,
desprestigió como historiador a Campión y rehabilitó a los
beaumonteses. Como el navarro no fue historiador, la obra no fue
un fin en sí misma, sino un medio para su fin político. Él
defendió un tradicionalismo ideológico libre de los
personalismos dinásticos que lo habían representado hasta
entonces. Sin embargo, la presencia de los monarcas carlistas
ayudó sobremanera como símbolo de unidad y pervivencia al
mantenimiento del tradicionalismo. El carlismo sin la soberbia
prestancia guerrera de Carlos VII, no hubiera tenido entre las
masas del norte la acogida que tuvo y su supervivencia hubiera
sido más problemática.
"Después de la anexión, Fernando el Católico respetó
todas las instituciones peculiares de la personalidad navarra,
aunque como fragmento de la nación española volvió a su ser.
Si como defienden los jaimistas la unión fue personal y no
nacional. Jaime III, Rey legítimo por la Ley Sálica borbónica,
no lo sería en Navarra donde nunca existió tal ley. La
legitimidad del monarca carlista en Navarra sólo se sustenta si
se entiende la unión de Navarra a España como nacional y no
personal".
A pesar de ser una obra de historia con vigencia en la
actualidad. Jaime del Burgo en su monumental "Historia
General de Navarra" ha utilizado este libro de Pradera en la
parte referente a la anexión del viejo reino por España.
Además la obra cumple el cometido político que tuvo en su
época de dejar sin argumentos a los nacionalistas y jaimistas en
un hecho histórico de difícil interpretación, pero fácil
manipulación.
José Luis Orella.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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