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Nueve siglos de Cruzadas. Crítica y apología .
El autor demuestra en esta obra como las Cruzadas fueron ejercicios de defensa de un Islam expansivo y opresivo, que ocupaba por la fuerza tierras de civilización cristiana, desde mucho antes que muchos países europeos. No sólo no procede pedir perdón por las Cruzadas, sino que nuestra actitud hacia los cruzados debe ser de gratitud
Como señala el autor en la
Introducción, la importancia de las Cruzadas en la historia de
Occidente es de tal magnitud que justificaría la frecuente
reedición, y edición de obras nuevas, sobre el tema. Pero él
ha añadido en este caso un intento de rectificación polémica
ante el cúmulo de falsedades divulgadas hoy día sobre las
Cruzadas, desde que en 1999 se celebrase el noveno centenario de
la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon, durante la
primera de las ocho que suelen reconocer los historiadores.
¡Hasta el punto de que la visión corriente hoy entre nosotros
sobre este tema es la de los musulmanes (quienes, como señala
con ironía Sandoval, son por definición objetivos y veraces en
sus crónicas, no como las crónicas cruzadas, siempre parciales
e interesadas)!
Ésta es ya la cuarta obra de un autor que sabe convertir en
libros de referencia inexcusable todos cuantos escribe:
enumeremos sus Cuando se rasga el telón. Ascenso y caída del
socialismo real (1992), La catequesis política de la Iglesia. La
política en el Nuevo Catecismo (1994) o José Antonio visto a
derechas (1998). La razón es que en Sandoval se aúnan un gran
prurito de máximo rigor en el dato y la implacable exigencia de
lógica tanto en los planteamientos defendidos como en los
atacados. A lo cual añade unos puntos de vista siempre
originales, que hacen sentir al lector que no ha leído antes lo
que lee ahora, dejando así la lectura una agradabilísima huella
intelectual en la memoria.
Esas virtudes brillan también en esta apología de las Cruzadas,
un empeño que casi nunca se ha intentado, o si se ha hecho ha
sido con la boca pequeña. No en las páginas que comentamos.
Se nos recuerda cómo y por qué fueron convocadas las cruzadas,
y junto con la narración escueta de los hechos ya se van
introduciendo elementos apologéticos, sobre todo mediante la
respuesta a las acusaciones puntuales que han ido padeciendo
quienes en ellas participaron. Se explica en qué consiste
exactamente una Cruzada (que no es una simple guerra religiosa,
sino que procede de una convocatoria pontificia y está
indulgenciada) y en qué se diferencia de la Yihad islámica a la
que hicieron frente. Con la ayuda de ocho instructivos planos
podemos comprobar, por ejemplo, que prácticamente todas las
diócesis del Imperio Romano habían sido invadidas por los
mahometanos, pero que los cruzados no lo fueron sólo contra
éstos, sino también contra los cismáticos bizantinos y contra
los paganos del este europeo, y siempre como guerra defensiva en
respuesta a las persecuciones de la verdadera fe.
Un capítulo está consagrado a la última Cruzada (en el sentido
estricto y técnico del término), con que el Papa Pío IX llamó
a los cristianos para que acudiesen en defensa de la Roma
amenazada por los revolucionarios italianos, y se cerró con la
heroica defensa de la Porta Pía por parte de los zuavos
pontificios.
Los brillantes epígrafes apologéticos ocupan los párrafos más
valientes del libro, pues sostiene Sandoval que no sólo no
procede pedir perdón por las Cruzadas, sino que nuestra actitud
hacia los cruzados debe ser de gratitud y de imitación de la
fortaleza de su Fe. Nos recuerda que quienes partían hacia
Tierra Santa se exponían a perder (y perdían) todo cuanto
tenían, sobre todo la vida, a cambio de nada, pues ningún
provecho había allí para repartir y los saqueos fueron cosa
puntual. En todo caso, si las autoridades de la Iglesia debiesen
(que no deben) pedir perdón, no sería por las Cruzadas, sino a
los cruzados, pues éstos eran convocados, alentados e impulsados
por los sacerdotes, religiosos, obispos y papas a perderlo todo
en nombre de algo que ahora parece ser no era nada más que la
rapiña y el fanatismo. El autor nos invita a ponernos en la piel
de quienes dejaban familia y bienes para cruzar un continente y
enfrentarse, sin retaguardia, a un enemigo más poderoso...
suponiendo que no se hubiese fallecido por enfermedad durante el
largo viaje.
Concluye Sandoval su eficaz e inapelable apología preguntándose
si no será que los cristianos de hoy, carentes de la fe y
virtudes de nuestros antepasados (a cuyo sacrificio debemos haber
conservado la Cruz en Europa), intentamos disculpar nuestra
tibieza acusándoles a ellos de haberlas tenido sobradas.
Enrique Rodríguez Saavedra
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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