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Cultura.
Una cultura del hombre sólo es auténtica cultura humana y humanista si esta abierta a los valores absolutos, los cuales no tienen en el hombre su más radical fundamento
Cultura es, ante todo, el mejoramiento
intelectual y moral de la persona y el resultado de ese
mejoramiento. En la conformación de la cultura entran
constantemente en juego tres elementos, a saber: un conocimiento
científico, físico y metafísico, que constituye el modo de
representación y compresión del mundo; una técnica de
aplicación de ese conocimiento para el uso de ese mismo mundo
natural; y una forma de vida, adecuación de la conducta al orden
de valores éticos.
Mientras existe un equilibrio entre ellos, la persona o la
sociedad que soporta y fundamenta dicha cultura va creciendo;
basta sin embargo, la ruptura del equilibrio por atrofia de uno
de ellos, para generar la crisis.
Una cultura del hombre sólo es auténtica cultura humana y
humanista si esta abierta a los valores absolutos, los cuales no
tienen en el hombre su más radical fundamento. Y una
civilización sólo será humana y positiva si logra una
situación jurídica y una cultura donde el hombre se afirme,
porque ancla en las exigencias más profundas de su propia
naturaleza, y por la cual el hombre puede acceder a la Verdad, al
Bien y a la Belleza, que son los tres ordenes de la verdadera
cultura y fuente de toda verdadera felicidad.
El Cristianismo ha aportado los elementos esenciales de la
cultura. En efecto, la Iglesia, no sólo proporcionó una
compresión completa del mundo y del hombre, del orden íntimo
que Dios ha establecido en el Universo, sino que además invitó
al hombre a operar sobre el Universo para dominarlo o
señorearlo, como ya se dice en los primeros versículos del
Génesis.
Innumerables y eminentes pensadores cristianos de todo tiempo - y
también del actual - han explicado que progresar es crecer, no
acumular. Y ahora Juan Pablo II insiste en que la meta de la
ciencia ha de consistir en que el hombre "sea más",
creciendo en todas las dimensiones de su naturaleza creada.
La Verdad no está compuesta únicamente por el conjunto teórico
de los conocimientos, sino también por una vida acorde con
dichos conocimientos. Porque la Verdad es vida y sólo la Verdad
hace libre.
La manifestación del odio y desorden que el pecado lleva
consigo, provoca siempre, aunque sea en medida que a los hombres
se antoje muy pequeña, un daño sobre el hombre y sobre el
Universo.
Porque hay una íntima relación entre el orden moral que guia la
conducta y el orden físico que también Dios ha establecido para
la conservación del Universo.
El Cristianismo -la Iglesia- ha significado de hecho el
perfeccionamiento más radical y profundo de la vida del hombre
sobre la tierra; la mutación más formidable de las costumbres
individuales y colectivas, privadas y públicas; el cambio más
hondo y positivo de la mentalidad y del corazón humano desde que
el hombre existe. Ningún acontecimiento histórico ha podido
incidir tan profunda y positivamente en la sociedad y en las
instituciones humanas como la venida de Cristo al mundo.
No es casualidad sino pura consecuencia lógica, el que haya sido
el ámbito cristiano del mundo el que haya producido el máximo
refinamiento y desarrollo de todas las ciencias - físicas y
metafísicas - con el consecuente progreso material y humano. Por
esta razón Europa, al ser el primer continente evangelizado, se
convirtió después en adecuadora del mundo. Las causas fueron
fundamentalmente morales.
El Cristianismo -La Iglesia- ha sido en todo tiempo la fuerza
impulsora de la única cultura y civilización verdadera: del
auténtico progeso de las ciencias físicas y metafísicas, de
las costumbres, del Derecho, la Política y las artes. Se puede
afirmar con toda propiedad que el progreso real de la Humanidad
es un impulso eclesial en el sentido mas amplio de esta palabra,
un proceso lineal de madurez científica y espiritual de origen
fundamentalmente moral. Esto es así, aunque los materialistas
del mundo contemporáneo se empeñen tercamente en negarlo.
No es serio dudar sobre la evidente superioridad esencial y
efectiva de la cultura y de la civilización cristiana sobre
todas las demás llamadas culturas orientales o locales. Y es
porque el crecimiento en las virtudes causado por el cristianismo
potencia siempre al máximo la racionalidad y la voluntad
creadora específica del hombre.
"Verdaderamente, el Evangelio ha sido en la historia
humana, incluso la temporal, fermento de libertad y de
progreso". (Ad gentes, n.8).
Y no es que haya una cultura y una civilización verdadera y
otras de recambio, no. Es que la única civilización verdadera
es la cristiana y esta no se puede mantener sin la Religión y la
moral verdadera que es la única revelada por Dios y no inventada
por los hombres.
Alvaro de Maortua.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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