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Revista Arbil nº 79

Diversas reflexiones en torno a los resultados electorales del 14 de marzo en España

por Fernando J. Vaquero

No pueden valorarse los resultados electorales del 14 de marzo sin tener muy presentes los inhumanos atentados del día 11. Realizaremos, también, algunas consideraciones en torno a los resultados producidos en el País Vasco y Navarra. Por otra parte, el relevo gubernamental tendrá, sin duda, numerosas consecuencias, en particular, en las relaciones del nuevo gobierno con la presencia de la Iglesia católica

Introducción.

España ha sufrido, de lleno, el terrorismo de la nueva era de la globalización. Y con todos sus efectos y características: máximo daño posible, eliminación de la barrera población civil/combatientes, repercusión económica, resonancia mediática, preciso cálculo estratégico…

Todo ello ha afectado profundamente a los resultados electorales del 14 de marzo. No podía ser de otra manera.

Aznar arrastró a España a la participación en el conflicto de Irak. Tenía sus motivos; muy poderosos algunos de ellos. Pero lo hizo en contra de la mayor parte de la opinión pública, de los medios de comunicación, incluso de la misma Iglesia católica. En esta aventura, se tuvo, hasta hace unos días, mucha suerte. Lamentablemente, de nuevo, la realidad ha superado cualquier previsión, golpeando falsas seguridades. Pero, en cualquier caso, había un mar de fondo. La influencia de un determinado grupo mediático no habría podido provocar los efectos de la tempestad desatada de no existir un terreno propicio, alimentado durante todos estos años de gobierno popular: un pacifismo hedonista a ultranza, una cultura en manos del progresismo, una educación que apenas valora el esfuerzo y el sacrificio y que elude por completo el patriotismo, una absurda política de medios de comunicación…

Resultados y algunas reflexiones.

El primer efecto, de los hechos desatados a partir del trágico 11 de marzo, ha sido la movilización del electorado progre, en torno al PSOE, que en parte había optado por la abstención, así como de franjas muy amplias del electorado joven. La conjunción de esas circunstancias explica, también, la pérdida de representatividad de Izquierda Unida, que, no obstante, ha mantenido un nivel de votos similar al de las elecciones del 2000.

Otro aspecto importante que no conviene olvidar: las movilizaciones espontáneas del 13 de marzo ante las sedes del Partido Popular. Ello demuestra la importancia de las nuevas tecnologías (internet y telefonía móvil) en la articulación de una respuesta activista, clave en la movilización de una opinión pública abrumada por los hechos terroristas del 11-M, en una dirección muy concreta. De nuevo observamos que el papel de una minoría decidida puede ser capital.

No obstante, el Partido Popular mantiene una alta tasa de fidelidad, nada menos que nueve millones y medio de votos, base para una segura "travesía del desierto". En cualquier caso, padecerá una importante limitación: la ausencia de un grupo mediático que articule socialmente la opinión pública favorable a sus tesis. También, en este terreno, pagará caro sus errores.

El PSOE necesita pactar para mantenerse en el poder, aunque ya ha anunciado un gobierno monocolor. Tiene varios posibles candidatos para los necesarios pactos. No parece sencillo, de todas formas, conciliar proyectos tan diversos (ERC, IU, BNG...), con la idea de cohesión social y política de España que ha paseado el PSOE durante la campaña y con sus promesas de mantenerse en los límites de la Constitución.

Destaca, en Cataluña, el espectacular éxito de ERC a expensas, en alguna medida, de una disminuida CiU que ya no "toca poder". Sin duda, varias décadas de educación y de cultura "oficiales" en manos del catalanismo más radical, han tenido insospechados efectos en el comportamiento de un electorado que prefiere al nacionalismo "auténtico" frente a sus versiones más "blandas". También el Partido Popular de Cataluña tendrá que reflexionar en torno a su identidad y estrategia, al no obtener su actual línea el refrendo electoral necesario.

Otras fuerzas nacionalistas (BNG, CC, CHA, etc.), mantienen niveles similares de representación, algo disminuidas en número de votos en general por la fuerza de atracción del PSOE.

El Partido Andalucista queda fuera del Parlamento nacional. Pimentel y su Foro Andaluz cosechan un notable fracaso. Y Andalucía continuará siendo feudo socialista por bastante tiempo…

Ahora o nunca. Éste parece ser el dilema de la extrema derecha. Muy fragmentada, ha cosechado unos resultados mínimos aunque, a pesar de todo, algo superiores en número total de votos a los obtenidos en convocatorias anteriores. Su fragmentación, la ausencia de un líder incuestionable, su ausencia total del panorama institucional y mediático españoles, la criminalización de algunas de sus expresiones más extremas; son, todas ellas, enormes dificultades para un espectro político que, en Europa, ha crecido al amparo del impacto social de la inmigración, una realidad creciente en España aunque peligrosamente contaminada por los efectos del 11-M.

Resultados en el País Vasco.

Se ha producido una transferencia de votos desde el Partido Popular al PSE-PSOE, ganando éste los tres escaños que pierden los populares. Éstos deberán analizar si este retroceso se debe exclusivamente al impacto del 11-M o, por el contrario, también ha concurrido un desgaste de la política de firmeza que han mantenido durante estos últimos años. En cualquier caso, el liderazgo político de este sector lo retoma el PSOE con su opción por el diálogo, en detrimento de la estrategia del Partido Popular y algunos sectores del propio PSOE. Sin duda, Foro de Ermua, ¡Basta Ya! y las otras expresiones del nuevo movimiento cívico vasco, deberán analizar la situación y rediseñar sus tácticas.

PNV y EA mantienen similares niveles de representatividad, 7 y 1 diputados respectivamente, si bien PNV aumenta votos, en parte procedentes de la izquierda abertzale y de la propia EA.

Batasuna mantiene unos 90.000 seguidores. En todo caso, han perdido unas decenas de miles de votos recalados en el PNV. Su actual debate interno se centra en las posibilidades reales de articulación de una fuerza política abertzale que canalice ese respaldo electoral de alguna manera.

De fracaso puede calificarse la nueva incursión electoral de Aralar-Zutik, que ha cosechado un número de votos similar al de las pasadas elecciones municipales y autonómicas de 2003.

Izquierda Unida no consigue escaño, pese a la mejoría de sus resultados; lo que ratifica la estrategia de Madrazo y su equipo.

Con 7 y 4 escaños, respectivamente, PSOE y PP suman una mayoría de votos y escaños, frente a los 8 conseguidos por los nacionalistas; una circunstancia que no puede olvidarse. En este contexto, los socialistas deberán pasar de las buenas palabras (diálogo, acabar con la crispación, etc.), a los hechos de la política real. Así, se habla de una aproximación de posturas entre PSE-PSOE y el PNV, mediante la reforma del actual Estatuto. Las dificultades, seguras, vendrán al marcarse sus límites, pues el PNV y sus aliados intentarán desbordar a la Constitución en una aproximación a los objetivos del Plan Ibarretexe; lo que no parece nada factible desde el actual ordenamiento constitucional español y las promesas electorales socialistas.

En este contexto, ¿qué hará ETA?: ¿anunciará una nueva tregua para forzar al PSOE un cambio en su estrategia? ¿persistirá con sus atentados revolviéndose contra el partido del nuevo gobierno?

Navarra.

También en Navarra se ha producido una movilización del electorado progresista en torno al PSOE de Lizarbe, encontrándose a 13.000 votos de UPN, cuando hace 4 años les separaban más de 60.000. Izquierda Unida, por su parte, retrocede.

UPN vuelve a ganar las elecciones gracias a los 125.000 votos obtenidos, y pese a los 25.000 perdidos que, seguramente, han recalado en el PSOE; si los comparamos con los de las elecciones del 2000.

Los nacionalistas navarros de CDN han conseguido poco más de 5.000 votos. No bostante, en las municipales y forales suelen recuperarse, por lo que no debe excluirse un papel determinante en crisis futuras.

La coalición nacionalista Nafarroa Bai, con 61.000 sufragios, ha obtenido una diputada, aglutinando a todo el voto nacionalista "moderado" de PNV y EA (unos 23.000 votos), al de Batzarre (algo más de 7.000), así como a la mayor parte del abertzalismo radical, a través de Aralar (casi 25.000).

Por su parte, los herederos de Batasuna aseguran que mantienen, todavía, una base de 15.000 seguidores incondicionales (los votos nulos), lo que no puede olvidarse.

Una última observación: el PSOE no ha sido desbordado por Nafarroa Bai. De esta forma, la estabilidad institucional de Navarra puede mantenerse sin sobresaltos, siempre que el PSOE no renuncie a sus posturas ante la atractiva expectativa de acceder -en variopinta coalición- al gobierno foral, cediendo a las presiones soberanistas de los partidos nacionalistas. Un bloque constitucionalista, UPN y PSOE, sumando una amplia mayoría social, garantizaría la continuidad política y económica de Navarra durante muchos años. Por el contrario, una coalición de 6 partidos "a la contra", generaría una fractura dramática con toda seguridad.

Iglesia católica.

Una primera observación. De nuevo ha vuelto a producirse una enorme dispersión del voto católico. Lo encontramos en todas las opciones concurrentes, especialmente en Partido Popular, CiU, PNV, PSOE... y también en alguna pequeña formación, caso de Familia y Vida, que no logra despegar.

Para la Iglesia se abre una etapa de incertidumbre. La aparición, en su día, de la corriente "Cristianos en el PSOE", generó ciertas expectativas. Se tenía la esperanza de que los nuevos aires anunciados por Zapatero amortiguaran la tradición anticlerical y anticatólica generalmente predominante en el PSOE. Sin embargo, esas expectativas se vieron, poco a poco, anegadas, rebrotando, con fuerza y demagogia, abundantes amagos anticatólicos y decisiones legislativas, en Comunidades Autónomas, contrarias a la libertad que reclama la Iglesia para su realidad y otras expresiones colectivas de la creatividad social.

Algunas cuestiones, que afectan a la visión católica de la organización social y a su presencia, serán revisadas o planteadas por el PSOE con total seguridad: enseñanza de la religión en la Escuela pública, nueva regulación del aborto, adopción de niños por las llamadas uniones de homosexuales, expresiones católicas en el protocolo del Estado, raíces cristianas de Europa en su futura constitución, conciertos con la enseñanza de iniciativa social, educación sexual volcada en la genitalidad, etc.

Los próximos meses, en ese sentido, serán decisivos. En cualquier caso, las esperanzas depositadas por algunos católicos, de mantener cierta presencia eclesial al calor de una política partidaria, se han desvanecido.

La actitud del PSOE, una vez en el gobierno, es penosamente previsible. Por ello, los católicos deberán salir del letargo y movilizarse en defensa de la libertad que, en los diversos espacios sociales, reclaman para todos. Si algo une al PSOE con sus posibles aliados, no es su respectivo programa económico, ni su visión de la articulación territorial de España: les asocia, por contra, una anticuada tradición anticatólica. Por ello, no es imposible que sea la Iglesia la que pague el precio de una política que siga el camino más fácil

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Fernando J. Vaquero

 

Revista Arbil nº 79

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