Seguro que la pregunta que da
título a este artículo nos la hemos hecho
muchos de nosotros en multitud de ocasiones, y es
que la realidad de un conflicto que lleva
enquistado más de cincuenta años nos avoca a
creer que el mismo no tiene solución. A raíz de
haber conocido a un amigo árabe católico de
Palestina y constatar de primera mano la realidad
que viven los cristianos en Tierra Santa resurge
la misma pregunta, y la respuesta a la misma nos
lleva a confiar en la posibilidad de una
solución y a no caer en la desesperación. El
amigo del que os hablo es Sobhy Makhoul. Sobhy
Makhoul es un árabe cristiano maronita de
Palestina, profesor de Teología en la
Universidad de Belén y Diácono Permanente. Lo
conocí a raíz de un encuentro que organizo la
asociación Auzolan de Iniciativas Culturales en
Pamplona. El objeto del encuentro era contarnos,
desde su experiencia, la situación conflictiva
por la que atraviesa Tierra Santa y, sobre todo,
la situación diaria que sufren los cristianos
allí y la respuesta que los mismos han dado a
esta circunstancia.
Respecto
a la situación actual de los cristianos en
Tierra Santa, me indicó que a él, como árabe
cristiano, le miran mal los árabes musulmanes y,
como israelí árabe, está mal visto por los
israelíes hebreos, con lo que la convivencia no
es fácil con ninguno de ellos. Pese a ello, en
general, a los cristianos les resulta más fácil
la convivencia con los judíos porque ellos no
pretenden imponer su religión a nadie, no tienen
ninguna intención de ganar adeptos, ni de
conseguir ninguna conversión al judaísmo. Por
el contrario, los musulmanes no intentan
convertir, tal y como nosotros lo entendemos, lo
que buscan es imponer su religión como la
única. Esta es una constante de la religión
musulmana puesto que el Islam, que tuvo las
primeras conversiones con la
conquista militar de las tribus vecinas por parte
de Mahoma, siempre ha entendido la expansión y
conquista militar como otra forma de expansión
religiosa. Esto es así hablando en líneas
generales, puesto que hay musulmanes con los que
se puede convivir perfectamente sin que esto
genere problemas.
El
momento actual.
Tras
el estallido de la segunda Intifada la
situación de los cristianos en Palestina ha
sufrido un giro copernicano. El medio de
subsistencia de la mayoría de los cristianos en
Tierra Santa hasta ese momento era el turismo. El
85% aproximadamente de nuestros hermanos vivía
de actividades relacionadas con los miles de
peregrinos que anualmente acudían a visitar los
Santos Lugares; bien directamente empleados en la
hostelería (hoteles, restaurantes, guías
turísticos,...), bien de la elaboración y venta
de productos artesanales, principalmente la
pequeña talla en madera de olivo (rosarios,
crucifijos, pequeñas esculturas,...)
Como
señalaba, el recrudecimiento del conflicto que
supuso la segunda Intifada provocó la
práctica desaparición del turismo en Tierra
Santa y, con ello, la repentina desaparición del
medio de vida de la mayoría de los cristianos.
Se pasó de los dos millones y medio de turistas
en el año 2000 a los cincuenta mil en 2001 y a
los poco más de 20.000 en 2002.
La
respuesta ante ese estado de cosas ha sido, en
muchos casos, la emigración. Inicialmente se
centró en los Estados Unidos pero, tras los
brutales atentados del 11 de septiembre y ante
las restricciones y dificultades que la
Administración Bush estableció a la
inmigración procedente de los países árabes,
se ha orientado últimamente hacia
Hispanoamérica.
En
estos momentos, en los que está en juego la
presencia de cristianos en Tierra Santa, existen
dos respuestas posibles para quienes quieren
permanecer allí. La primera es vivir
desesperado, aplastado por la realidad. Está es
la actitud que preside la actuación de los
fundamentalistas palestinos. La otra posible
respuesta consiste en afrontar la realidad y
asumirla tal como es y, desde este punto de
inicio, conducirse a partir de una hipótesis
positiva de la realidad. Ésta es la opción que
han elegido Shoby y sus amigos. Ellos, partiendo
de la determinación y tranquilidad que les da la
Presencia de Jesucristo en sus vidas, intentan
ser un signo de esperanza en un mundo
desesperado.
Inicialmente
especularon con la posibilidad de solicitar ayuda
a los demás cristianos del mundo a través de
las distintas Conferencias Episcopales. Pero esa
alternativa la descartaron rápidamente, puesto
que no se puede contemplar como solución una
vía que no supone una educación en la dignidad
del hombre sino todo lo contrario, los iba a
convertir en parásitos. Ellos no quieren
limosna, quieren poder vivir con dignidad. Por lo
tanto, la solución tiene que surgir de otra
forma, partiendo siempre de la dignidad del
hombre. Ahí surgió la iniciativa Obras de la Fe
de la que mi amigo es su máximo responsable.
Obras
de la Fe es una asociación cuyo objetivo es el
siguiente: ya que no hay peregrinos que compren
los productos elaborados por los artesanos en
Belén, hay que exportar los productos al
extranjero para que puedan seguir viviendo de su
trabajo. Para lograr este objetivo se pusieron en
manos de la Virgen y, por un lado, convencieron a
muchos de los artesanos para que continuasen con
su trabajo y convencieron a estos para que
enseñaran a quienes se dedicaban a trabajos
relacionados con la hostelería a fabricar
rosarios y así dotarles de un nuevo medio de
vida. Por otro lado, para vender la producción
en el extranjero contaron con la ayuda de la
Compañía de las Obras (1) que, tanto en Italia
como en España, ha asumido como suya esta
necesidad y se ha puesto a trabajar para vender
los productos de los artesanos de Belén por todo
el mundo. Sirva como ejemplo la difusión que se
hizo de rosarios con motivo de la visita de Su
Santidad Juan Pablo II a España. En esa ocasión
se contactó, a través de la Compañía de las
Obras, con la Conferencia Episcopal española, la
cual les encargó la elaboración de 300.000
rosarios que fueron distribuidos durante la
pasada visita del Papa. Para conseguir fabricar
todos los rosarios que fueron encargados en un
brevísimo periodo de tiempo nuestros amigos
contaron incluso con la ayuda de alguna familia
de palestinos musulmanes, con el contenido que
tiene este gesto acerca de la posibilidad de la
convivencia y el acercamiento. Asimismo, se han
organizado por diversos puntos del país la venta
en parroquias, mercadillos, tiendas, etc. de los
productos elaborados por estos hermanos nuestros.
Esta iniciativa ha logrado que más de doscientas
familias de Tierra Santa continúen viviendo de
su trabajo con dignidad y no se hayan visto
forzados a emigrar para sobrevivir.
Esta
iniciativa, que ante una situación aparentemente
desesperada ha abierto un camino imprevisible,
nos hace constatar, de nuevo, que existe
Esperanza para los cristianos en Tierra Santa y,
de forma análoga, que la Paz es posible, pero
esta ha de ser el fruto de un proceso educativo,
y no del mero voluntarismo de los políticos de
turno, ya que lo más importante no es la paz de
los políticos sino la Paz del pueblo, con lo que
lo más importante es rezar y tener Fe para que
la Presencia salvadora de nuestro Señor
Jesucristo pueda traer la Paz a la tierra que le
vio nacer. Recemos por ello.
·- ·-· -··· ·· ·-·
Pedro J. Martínez Recalde
La Compañía de las Obras surge para
fomentar la presencia de los católicos en la
sociedad española a la luz de la doctrina social
de la Iglesia, con el fin promover en España y
en el mundo el reconocimiento efectivo de la
dignidad de la persona en el contexto social, y
especialmente en el mundo del trabajo, a través
del impulso de obras sociales, empresas y
actividades profesionales, favoreciendo una
concepción del mercado y de sus reglas que
comprenda y respete al ser humano como persona en
todos sus aspectos, dimensiones y momentos de la
vida
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