El manuscrito original del Libro de Apolonio fue descubierto en el siglo XVIII por Rodríguez de Castro. Este erudito extrae dos conclusiones. La primera estriba en que la obra pertenecería por la letra al siglo XIII y no sería muy posterior al Cantar de Mío Cid. Pedro José Pidal lo fechó a mediados del siglo XIII. Esa datación fue aceptada en 1916 por C.C. Marden. Así el Libro de Apolonio es el primer fruto en Castilla del mester de clerecía, anterior por tanto al Poema de Fernán González y al Libro de Aleixandre. Su fuente es la novela latina escrita en los siglos V y VI d.C. que se titula Historia Apollonii regis Tyri. Su paternidad se atribuye a Celio Simposio quien a su vez sigue el modelo de novela bizantina (o de aventuras) visible en la Historia Etiópica de Teágenes y Clariclea que aparece en las Etiópicas de Aquiles Tacio. Se desconoce, empero, si el anónimo autor del Libro de Apolonio se inspira en el original o en alguna versión posterior ya francesa ya provenzal (ésta última en base a la fórmula m'entengo que hunde sus raíces en la soleada Provenza) . C.C. Marden dice que su autor debe ser un clérigo por sus continuas invocaciones a Dios y las cosas santas pero esos elementos religiosos son muy comunes en toda la literatura medieval. Tampoco existe acuerdo acerca de la procedencia de su ignoto escritor. C.C. Marden lo hace natural del Alto Aragón. Menendez Pidal lo tiene por leonés. En el estado actual de nuestros conocimientos no podemos inclinarnos por uno u otro origen a causa de las similitudes que existen en ambos dialectos. Desarrollo del relato. El Libro de Apolonio ofrece una serie de planos y soluciones que al autor encuadra de esta manera: I) El emperador Antíoco con el tema del incesto II) Apolonio con sus visitas a la corte de Antíoco y a las ciudades de Tiro y Tarso III) El relato vuelve a Antíoco quien persigue a Apolonio IV) El relato vuelve a Apolonio con su llegada a la Pentápolis, los juegos de pelota en la playa, la muerte de Antíoco, el viaje y el naufragio V) A partir de aquí el relato se bifurca: V.1) Historia de Luciana y su estancia en Éfeso V.2) Apolonio con los acontecimientos de Tarso, la presencia de Estrangilo, el abandono de Tarsiana y su marcha a Egipto VI) Como el relato deriva hacia Apolonio surgen dos nuevos planos: VI.1) Tarsiana con su intento de asesinato, el rapto que sufre de los piratas y los sucesos de Mitilene VI.2) Apolonio con el retorno a Tarso, la falsa muerte de Tarsiana, el naufragio en su travesía a Mitilene y el encuentro que allí se produce VII) Al llegar aquí quedan pendientes las narraciones de Luciana y Tarsiana que el autor del Libro de Apolonio resuelve con la anagnórisis parcial de Tarsiana y Apolonio por medio de un recurso forzado y el episodio secundario de la marcha a Éfeso de los dos personajes VIII) Anagnórisis total entre Apolonio, Tarsiana y Luciana IX) Final feliz de la obra. La naturaleza orgánica del Libro de Apolonio. El Libro de Apolonio posee el claro objetivo de estructurar en un todo orgánico una historia en principio abigarrada, extensa, confusa y prolija. Esa tarea unificadora la logra a través de tres recursos: el carácter del protagonista, sus aventuras y la finalidad del texto. El carácter del protagonista. Apolonio es un héroe de gran temple y con grandes dotes. Ha de enfrentarse a unos problemas que ejemplifican su vida pese a tener un final feliz. En el Libro se dice con mucha frecuencia que se halla lazdrado. Éste es un término antiguo que significa desgarrado del que derivan otros vocablos como lazarillo y lacerado. Apolonio constituye el objeto absoluto de la obra. El primer verso de la estrofa 651 dice Muerto es Apolonio, nos a morir habemos. De este modo se indica que la obra se extingue con el deceso del protagonista. Las aventuras. Las hazañas de Apolonio resaltan la calidad moral del protagonista magüer su idiosincrasia novelesca. En la obra la anécdota llega a tener un valor esencial. Esto explica que el autor no se preocupe de la verosimilitud de lo que cuenta. Considera un monasterio de monjas el célebre Artemision o Templo de Diana en Éfeso que era una de las Siete Maravillas del Mundo en la Antigüedad. Sin embargo esta ausencia de realismo no debe extrañar. El Libro de Aleixandre alude a la recepción de Alejandro Magno por el obispo y los clérigos de Jerusalén cuando el Gran Macedonio no se preocupó de desviarse para conocer la Ciudad Santa en su camino de Tiro a Egipto. Además el obispo y la clerecía jerosolimitana suponen un anacronismo por el Sumo Sacerdote y los sacerdotes del Templo. En La vida es sueño de Calderón de la Barca no existe referencia alguna a la realidad polaca del siglo XVII a pesar de que la acción se centre en tan noble país. El propósito de la obra. Sólo es moralizante. En su contenido no existe interés alguno por lo realista o documental. Así nada se describe de los lugares que Apolonio recorre. Su objetivo es recalcar que siempre el mal conlleva un castigo y la práctica del bien un premio. El autor recalca sobre todo la naturaleza reprobable del mal en las estrofas 51 y 59. Al tiempo califica a los personajes de buenos o malos con arreglo a sus propias acciones. Su autor sigue la práctica que Horacio recomienda en la Epistola ad Pisones de mezclar lo dulce con lo útil, deleitando al lector al tiempo que haciéndole aprovechar. El fin del Libro de Apolonio es didáctico-moralizante bien que no llegue a los extremos del Conde Lucanor de Don Juan Manuel o el Corbacho o reprobación del amor mundano del Arcipreste de Talavera cuyo nombre era Alfonso Martínez de Toledo. Por tanto el Libro de Apolonio une lo útil y aprovechable (genuino propósito de toda la literatura medieval) a lo dulce y deleitoso al recoger unas aventuras que podían servir de esparcimiento a los monjes castellanos de la época. El papel del autor. El autor del Libro de Apolonio conoce y emplea todos los recursos narrativos del mester de clerecía del siglo XIII. Inicia el relato ab ovo (desde un principio). Aquí asume uno de los dos caminos que la preceptiva literaria del Medioevo ordena para dar comienzo una obra (el otro es in medias res esto es a mitad de la narración). El autor es omnisciente (nada deja a la sugerencia de los lectores) e impertinente (al entrometerse en la historia a fin de recalcar la cualidad didáctico-moralizante del texto). Sin embargo alterna la tercera persona del singular y el plural mayestático que cambia la perspectiva pero no el sentido de la obra. Como buen cultivador del mester de clerecía comenta la autenticidad del relato y asegura la naturaleza fiable de lo que expone. Mediada la acción del libro su creador vuelve a narrar una historia que ha contado. De esto se tienen varios ejemplos: la intervención de Apolonio (estrofas 334 - 336), el rezo de Tarsiana ante la tumba de Licórides (estrofa 382), el soliloquio de Tarsiana al llegar a la mancebía (estrofa 403), la súplica de Tarsiana a Atinágoras (estrofa 410), y el llanto de Tarsiana inmediatamente anterior a la anágnorisis parcial con Apolunio (estrofas 530 - 538). Es probable que esos recursos sirvieran o para conectar con lo anterior ante la imposibilidad de recitar el Libro de Apolonio de una sola tirada o a fin de que el lector no se pierda en historia tan compleja. También se aprecian matizaciones con el objetivo de cambiar los planos de atención en las estrofas 3 (de Apolonio a Antioco), 36 (asimismo de Apolonio a Antioco), 63 (de Antioco a Apolonio) y 325 (de Luciana a Apolonio). Finalmente se usan dos recursos con el propósito de hacer más ligera la acción. Uno consiste en descripciones muy pobres y sencillas. El segundo estriba en el diálogo como medio de otorgar relieve, acento y plástica a la narración. No obstante el diálogo es muy sencillo pues rara vez figuran un mayor número que dos personas y sigue el método del dicendi. Se ven en el Libro algunos elementos tomados de la Biblia: la salvación de Apolonio asido a un madero (estrofa 112) y el nombre de Antíoco a quien el texto hace reinar en Antioquia. Ello supone una memoria del rey seleúcida Antíoco IV Epífanes, el perseguidor del pueblo de Israel, quien tenía su capital en Antioquia. El recurso al llanto aparece a lo largo de la Edad Media en muchos trabajos literarios vg. la Canción de Roldán o la Carcel de amor de Diego de San Pedro. El Libro de Apolonio supone el primer testimonio de la existencia de juglaresas en la literatura castellana. Su mejor crítica corresponde a Alborg: La obra con su acumulación de novelescos episodios, revela en el autor una habilidad narrativa superior a la de todos los demás poetas de la clerecía, un estilo vivo y animado y un innegable arte para disponer los elementos de la acción. •- •-• -••• •••-• Gonzalo Fernández BIBLIOGRAFÍA BÁSICA: C.C. MARDEN: Unos trozos oscuros del Libro de Apolonio, Revista de Filología Española 3, 1916, páginas 290 - 297. C.C. MARDEN: Libro de Apolonio. An Old Spànish Poem. Elliot Monographs in the Romances Languages and Literature. I, Text and Introduction, Baltimore - París, 1917. II, Grammar, Notes and Vocabulary, Princeton (N.J.) - París, 1922. ANÓNIMO: Libro de Apolonio. Introducción, edición y notas de M. ALVAR. Serie Clásicos Universales Planeta nº. 80, Editorial Planeta, Barcelona, 1984. |