Los
campos de cadáveres de la
historia reciente y que hemos visto,
nos prohiben toda ideología del
progreso. (Jüngen Moltmann)
Laicismo-multiculturalismo
Quién no conoce hoy la polémica desatada en
Francia por el uso del velo islámico que
pretenden llevar al colegio las estudiantes de
familias musulmanas, que en Francia se cuentan
por millones. A ello se ha sumado la utilización
en las escuelas públicas del solideo por parte
de los estudiantes de origen judío. Que si bien
no se cuentan por millones, forman parte, como es
sabido, de la comunidad económicamente más
poderosa del Hexágono.
Ante este dato cierto de la realidad el
renombrado sociólogo francés Alain Touraine,
afirmó tajantemente en un Informe sobre el
laicismo que: no podemos asistir
inermes al nacimiento de nuevos guetos y a la
contraposición de etnias y religiones...
individuos y religiones deben ser sometidos al
examen crítico de la razón como ámbito
neutro. (1)
Este hijo predilecto de la modernidad
postilustrada pretende solucionar el hecho real,
evidente y manifiesto de la existencia de
diversas culturas en el ámbito del
Estado-nación profundizando el laicismo, cuando
en realidad el resurgimiento, al menos de las
manifestaciones religiosas, tiene por causa
primera la incapacidad innata del laicismo para
comprender el tema. A fuerza de mutilar un
aspecto importantísimo de la vida del hombre se
ha logrado su efecto contrario.
Así desde el momento mismo en que la religión
dejó de ser pública y fue reducida al ámbito
privado, por aquello que: la neutralidad del
Estado en materia religiosa es lo que evitaría
las guerras(Jean Bodin). Desde ese mismo momento,
la religiosidad y sobre todo la popular comenzó
a vivirse de manera más heterodoxa y
espontánea.
En Argentina el laicismo desde la sanción en
1884 de la ley 1420 que constituye el armazón de
todo nuestro sistema educacional, a pesar de los
últimos zafarranchos como el EGB y el polimodal,
nunca llegó a ser absolutamente laico. Y éste
ha sido su mérito y la razón de su éxito. No
olvidemos que fue el sistema que permitió
durante 65 años la incorporación a nuestro
Estado-nación a las masas y masas de inmigrantes
llegados al puerto de Buenos Aires.
Pero el pensamiento moderno postiluminista,
también denominado progresista no comprende e
insiste en no comprender que la realidad es lo
que es más lo que puede ser, y que si ella no
coincide con lo que él piensa, el error no es de
la realidad sino del pensador.
A esta idea de laicismo se la adjunta, adhiere o
suma la modernísima idea de multiculturalismo,
que viene a significar la defensa y el desarrollo
de las diferentes culturas pero sin
contaminación entre ellas para evitar así su
desnaturalización. Esta idea que en principio
parece encantadora, encierra dos errores
garrafales: a) el relativismo cultural según el
cual todas las culturas valen lo mismo y b) la
exclusión por parte de la cultura dominante en
una sociedad de las otras, de las diferentes.
Expresión de la intolerancia de los sedicentes
tolerantes.
Vemos, entonces, que la dupla laicismo y
multiculturalismo, que nace con una loable
intención de solucionar conflictos entre hombres
y grupos sociales que piensan, creen y valoran
distinto, termina por mutilar, bastardear y
corromper la sana diversidad del hombre en
sociedad que hace de él y su mundo, no un
universo(una única versión homogeneizada) sino
un pluriverso( varias versiones distintas).
Religiosidad-interculturalismo
No por repetida es menos cierta la frase de
André Malreaux según la cual el siglo XXI será
un siglo religioso. Todo indica que estamos
camino al surgimiento de una nueva religiosidad,
que muy probablemente no sea la conocida hasta
ahora.
En lo que atañe a las religiones de grandes
masas, el cristianismo es un inmenso frutal en
donde cada uno se sirve el fruto que más le
place. El islamismo ya tiene varias versiones,
algunas de las cuales, contradictorias entre sí.
Con el hiduísmo y el budismo pasa algo
semejante. De modo tal que si algo se ha licuado
en orden a las grandes religiones es la idea de
una ortodoxia respetada, lo que conduce a una
práctica religiosa mucho más personal, con la
arbitrariedad que eso conlleva.
Ante este hecho evidente los Estado-nación(idea
moderna por antonomasia) no deben prohibirlo ni
mutilarlo, sino mas bien encausarlo, eliminando ab
initio, la idea de neutralidad religiosa del
Estado. Así, éste debe optar por la
preferencia de una religión pero sin exclusión
de las otras. Ello le permitirá realizar, en
forma llana y pública, sin recurrir al simulacro
o disimulo, la incorporación e integración de
los inmigrantes o miembros de otras comunidades.
Así, tanto el Estado-nación como el individuo
que desee incorporarse a él, poseerán una
razón clara de integración. La política, al
menos desde el Estado, siempre debe ser política
pública nunca de logia o loby.
Este razonamiento se aplica con mayor fuerza aún
a los grandes espacios regionales como la
Comunidad Europea o la Comunidad Suramericana.
Hoy Europa se debate en la sanción de una
constitución en la que debe constar la
preferencia cristiana sin exclusión de las otras
religiones que se practican en ese gran espacio.
Porque de ser una constitución laica, como
pretende Valery Giscard D´Estaing, que postule
la neutralidad religiosa, volvería a tropezarse
con la misma piedra, con la que tropieza hoy el
Estado francés.
En este sentido debemos reconocer el mérito de
los Estados suramericanos que desde siempre han
practicado un laicismo mucho más laxo y
tolerante que los estados europeos. La religión
nunca ha sido algo estrictamente privado sino que
siempre se ha podido manifestar públicamente. El
respeto a la religiosidad popular se pone de
manifiesto en las escuelas públicas definidas
como laicas, en donde nuestros maestros de
campaña nos enseñaban y aún nos enseñan,
entre otras cosas, a rezar.
La mutilación del orden religioso, objetivo
final del laicismo, no ha tenido en nosotros la
rigurosidad ni la puridad que exige Alain
Touraine para Francia. Muy por el contrario, esa
enseñanza religiosa no exigida por la curricula
laica, pero sí por exigencia de la vida misma, y
que nuestros sufridos maestros la brindan como
una yapa a la educación, hace que la
conciencia, sobre todo de los niños, barrunte,
en algo, el tema de lo divino y lo sagrado.
La dimensión religiosa del hombre, a pesar de
doscientos años de laicismo, no está hoy en
cuestión por las mentes más lúcidas y
críticas. Lo que está sí, son las diferentes y
bastardas formas religiosas producidas por la
modernidad para acallar una necesidad que ella
misma pretendió mutilar. El pulular de sectas es
una consecuencia evidente.
En cuanto a la interculturalidad, accedemos a
ella a través de nuestra propia experiencia
existencial y no por medio de la disputa cultural
o la novedad libresca que ha hecho de nuestros
intelectuales un espejo opaco que imita, pero
encima imita mal.
La Argentina se ha caracterizado por producir el
mayor melting pot del mundo. Este crisol
de razas, esa simbiosis cultural, en definitiva
este entreverado de tradiciones distintas, nos
está diciendo que esta interculturalidad nos
constituye vitalmente en lo que somos.
El interculturalismo proponiendo la vigencia de
lo mejor de cada cultura, rompe con el
igualitarismo del multiculturalismo que nos
conduce, en definitiva, a un relativismo cultural
donde todas las culturas valen lo mismo. Error
con consecuencias gravísimas en todos los planos
del saber y del obrar. Ya el gran Discepolín lo
vio al describir el siglo XX: Lo mismo un
burro que un gran profesor, no hay aplazados ni
escalafón.
Para aquellos que vivimos en una sociedad
intercultural es fácil elegir lo mejor de cada
una. Cada corriente migratoria se destaca en
algo, así vascos, gallegos, catalanes,
franceses, genoveses, napolitanos, piamonteses,
alemanes, rusos, libaneses y sirios, etc.etc. no
le van a la zaga de variado y rico mundo criollo
en los mil y un aspectos de la vida cotidiana.
La existencia se torna así rica, variada,
diferente, en definitiva, digna de ser vivida. La
calidad de vida de nuestro pueblo, como afirma
reiteradamente el escritor Abel Posse, se
convierte así en una de las más altas del
mundo.
Como vislumbra el filósofo cubano Raúl Fornet
Betancourt el pensamiento iberoamericano puede
por sus características constituirse en la base
de un modelo de filosofía intercultural. Y eso
lo apreciamos nosotros porque quien pretenda
hacer filosofía desde América debe recurrir
primero como método al disenso, esto es, romper
con la opinión que hoy siempre es la opinión
publicada del pensamiento único.
No basta con repetir o conocer lo que han dicho
otros filósofos sino hay que plantearse las
preguntas filosóficas de manera original.
Pero dejando de lado el sentido de novedad que el
término encierra- la avidez de novedades es uno
de los rasgos de la existencia impropia -.
La originalidad de la pregunta filosófica
para ser original debe tener su origen en aquel
que la plantea. Este es el misterio
todo pensamiento genuino.
En este sentido el pensamiento
iberoamericano original en autores como Voglio,
Mayz, de Anquín, Pedreira, Freyre, Zaldumbide,
Prudencio, Zum Felde, Virasoro, Guerrero, entre
otros muchos, se encuentra sumergida, soterrada y
desvirtuada por la infinita cantidad de escritos
al ñudo de los pseudo filósofos satisfechos con
el sistema y especialistas de lo mínimo.
Recordemos la frase que en estos días pronunció
el publicitado Eduardo Galeano: Sabemos poco
de nosotros y lo poco que sabemos viene muy
mentido.
1.- La psicoanalista francesa de origen rumano
Elisabeth Roudinesco es al respecto mucho más
terminante cuando afirma: En Francia hemos
tenido menos terroristas porque en nuestro país
es mucho más difícil integrarse a los estudios
profundos conservando fanatismo religiosos. Ese
es el sentido de la ley que se votó
recientemente contra el exhibición de símbolos
religiosos en las escuelas. El verdadero
significado de esa ley es evitar que la adhesión
fanática a la religión coaccione al prójimo y
termine por actuar como una interdicción a la
libertad de conciencia. En Francia, no vemos de
qué manera se puede estudiar la filosofía de
Descates, de Voltaire o de Comte estando apegado
a un signo religioso que va contra esas
ideas.(La Nación, 9-6-04).
¡ Quiere decir que para estudiar a estos
autores, hay que coincidir previamente con
ellos!. He aquí la quintaesencia del
pensamiento intolerante de los tolerantes. Linda
forma de generar pensamiento crítico.
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Alberto Buela
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