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Leo Strauss y su crítica al
liberalismo
por
Alberto Buela
Sin
lugar a dudas la principal influencia intelectual
entre los neoconservadores ha sido Leo Strauss
quien fue objeto de culto durante sus últimos
años en Chicago, y él y algunos admiradores
aparecen en la novela de Saul Bellow Ravelstein
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Leo Strauss nació el 20 de
septiembre de 1899 en en Kirchhain, junto a
Marburgo, en la provincia de Hessen, Alemania,
hijo de un pequeño y piadoso comerciante judío.
Asistió a la escuela secundaria en Marburgo y
sirvió como intérprete en el ejército alemán
durante la Primera Guerra Mundial. Obtuvo un
doctorado en la Universidad de Hamburgo en 1921
por su tesis de filosofía supervisada por Ernst
Cassirer. Más tarde viajó a Berlín para
trabajar en la Academia de Investigación
Judaica. En 1932 obtuvo una beca y abandonó
Alemania. Vivió en París y Cambridge hasta
1938, año en que se trasladó definitivamente a
los Estados Unidos de América.
La obra posdoctoral de Strauss incluyó estudios
sobre Husserl y Heidegger, y en 1930 y 1935
publicó sus primeros libros sobre dos
emblemáticos autores judíos como Spinoza y
Maimonides. Estos dos primeros trabajos signan de
una vez y para siempre el carácter judío del
pensamiento de Strass, lo que va a condicionar,
tal como demostraremos en este artículo, toda su
crítica a la democracia liberal, desde este
exclusivo punto de vista. Después de un período
en que realizó investigaciones en Londres,
publicó The Political Philosophy of Thomas
Hobbes (La filosofía política de Thomas Hobbes)
en 1936.
En 1937, se trasladó a la Universidad de
Columbia, y desde 1938 hasta 1948 fue profesor de
Ciencias Políticas y Filosofía en la New School
for Social Research, New York. Durante ese
período escribió On Tyranny (1948) y Persecution
and the Art of Writing (1952).
En 1949, pasó a ser profesor de filosofía
política en la Universidad de Chicago, y allí
permaneció durante 20 años. Sus obras en este
período incluyen Natural Right and History
(1953), Thoughts on Machiavelli (1958), What
is Political Philosophy? (1959), The City
and Man (1964), Socrates and Aristophanes
(1966), y Liberalism Ancient and Modern
(1968).
Entre 1968 y 1973, Strauss fue profesor en
universidades en California y Maryland, y
completó su obra sobre los discursos de
Jenofonte y Sócrates y Argument and Action of
Platón's Laws (1975). Después de su
muerte, ocurrida en Annapolis, Maryland, en
octubre de 1973, fue publicada la colección de
ensayos Studies in Platonnic Political
Philosophy (1983).
Su proyeccción político-práctica la sintetizó
la estudiosa Shadia Drury,
autora del libro "Leo Strauss and the
American Right" de 1999 y actualmente
profesora de teoría política en la Universidad
de Regina en Saskatchewan, Canadá cuando afirma
que el uso del engaño y la
manipulación en la política actual de Estados
Unidos se origina directamente en las doctrinas
del filósofo político Leo Strauss (1899-1973).
Entre sus discípulos están los
neo-conservadores que han guiado gran parte de la
agenda política de la Administración Bush.
De sus dieciseis obras se destacan La
ciudad y el hombre, El derecho natural y
la historia y Sócrates y Aristófanes
. Se defiende en ellas la recuperación de la
filosofía política y la defensa de la teoría
frente a la avalancha de la politología
positivista de la postguerra. Esto ha determinado
que Strauss tenga, paradójicamente, gran
ascendencia hoy en la mayoría de los
politólogos de la derecha filofascista o
paganizante. De Carl Schmitt, Strauss adopta la
concepción de la política como el
enfrentamiento amigo-enemigo. Pero Strauss
radicaliza a Schmitt al proponer la
reteologización de lo político, la unión de
política, religión y moral - aun cuando piensa
como Maimónides que ambas son un fraude
perpetrado por los sabios y los filósofos para
engañar al pueblo que no está preparado para
conocer la verdad, - sino por el valor
movilizador que proveen.
Entre sus discípulos, judíos todos, se cuentan
Paul Wolfowitz, secretario adjunto de Defensa y
supuestamente la persona más decisiva en la
invasión de Irak; Abraham Shulsky, de la Oficina
del Pentágono para Operaciones Especiales;
Richard Perle, del comité consultivo del
Pentágono; Elliott Abrams, del Consejo de
Seguridad Nacional, Donald Rumsfeld, Secretario
de Defensa y los escritores Robert Kagan y
William Kristol.
Ellos al poseer una filosofía política poseen
un realismo con convicciones de las que otros
carecen, lo que les da un tiente de arrogancia e
intolerancia a sus acciones, fiel reflejo de
aquélla. El principio movilizador que les
inculcó Strauss fue aquel de Maquiavelo: si
no existe una amenaza externa, hay que
fabricarla.
Sin lugar a dudas la principal influencia
intelectual entre los neoconservadores ha sido
Leo Strauss quien fue objeto de culto durante sus
últimos años en Chicago, y él y algunos
admiradores aparecen en la novela de Saul Bellow
Ravelstein.
Strauss creía que las verdades esenciales
acerca de la sociedad y la historia humanas
debían ser mantenidas por una élite
y no reveladas a quienes carecieran de la
fortaleza suficiente para asumir la verdad.
La sociedad necesita que se le cuenten mentiras
reconfortantes. Decía también que el
relativismo de la sociedad norteamericana moderna
comporta un caos moral que podría impedirle
identificar y atacar a sus enemigos reales. Él
dio prioridad al concepto de estado de
guerra como un medio para gobernar, pues la
tolerancia que mostró la República de Weimar
con el extremismo posibilitó el ascenso al poder
del partido nazi.
Leo Strauss realizó una enérgica y
particularísima crítica intelectual del
liberalismo de la posilustración. Entendía a
EEUU como el caso más avanzado de liberalismo y,
por consiguiente, el más expuesto al nihilismo.
Su argumentación era que la filosofía clásica
griega, particularmente la de Platón es más
fiel a la verdad de la naturaleza que cualquier
otra que la hubiera reemplazado. Claro está, en
Platón hay esclavos por naturaleza que son la
fuerza de trabajo de la polis griega, en tanto
que un número reducido de ciudadanos la
élite ostenta el poder político, cultural
y económico y los gobierna.
Leo Strauss fiel a su raigambre judía desarrolla
tres argumentos críticos contra la democracia
liberal:
El liberalismo político permite discriminar a
los judíos por el simple hecho que la minoría
debe plegarse a las decisiones de la mayoría.
El liberalismo económico favorece el
individualismo y destruye finalmente el
comunitarismo judío.
El liberalismo social privilegia el laicismo en
detrimento de la religión. El sentimiento de
persecución debe ser el fundamento de la
religión judía porque ello obliga a los judíos
á serrer le rangs.
Esta crítica que inspira a los
neoconservadores estadounidenses, que en los
puestos directivos son mayoritariamente judíos,
ha logrado que éstos quieran erradicar la
democracia liberal de Estados Unidos en provecho
de una pseudodemocracia conformada secretamente
por los famosos Sabios de la
tradición hebrea y dirigida por una
élite que gobernará al pueblo
usando los artificios y mentiras ya descriptos
por George Orwellen 1984.
Leo Strauss fue un profundo creyente en la
eficacia y la utilidad de las mentiras en la
política. El apoyo público a la guerra de Irak
se basó en mentiras de que Irak representaba una
amenaza inminente para Estados Unidos - todo el
asunto de las armas de destrucción masiva. Ahora
que se han descubierto las mentiras, Paul
Wolfowitz, su discípulo amado, y los demás
partidarios del estado de guerra
niegan que esas hayan sido las verdaderas razones
para llevarla a cabo.
Si esto último que acabamos de describir tiene
algo de parecido con la realidad de lo que
sucede, ni el mérito ni la culpa son nuestros,
sino de la realidad, y el lector está obligado a
sacar sus propias conclusiones.
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Alberto Buela |
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