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por Gonzalo Rojas Sánchez De cada libro clásico, queda al menos una idea central, una matriz para la vida. El Principito nos dejó esta lección: “Lo esencial es invisible a los ojos.” | |||||
| Qué contraste con la realidad de millones de chilenos, que viven con los ojos bien abiertos y succionando todo lo que se pone por delante, como náufragos en busca de una tierra firme… que nunca llega. Por eso, las impresiones que tantos compatriotas se han formado sobre algunos graves asuntos nacionales, aún no han llegado a lo esencial. Los ojos ven, engullen, pero la cabeza y el corazón no procesan lo esencial. Pero, ¿y cuando se conozca toda la verdad de esos acontecimientos, para dónde miraremos? Sí, toda la verdad, porque en tres casos de gravedad suma que conmueven a la nación, más tarde que temprano ciertamente, lo sabremos todo, absolutamente todo. Sabremos la verdad sobre quiénes tramaron el aprovechamiento del caso Claudio Spiniak con fines de destrucción personal y política; sabremos cómo se contactaron unos con otros, cómo se entregaron mutuamente la falsa información, cómo indujeron a buenas personas, ingenuas o frívolas, a sumarse a una cadena de maldades. Lo sabremos. Sabremos también la verdad sobre quiénes tramaron el desvío de platas fiscales hacia ciertas campañas políticas; sabremos cómo se contactaron con algunos partidos y cuáles fueron los montos, sabremos a qué candidatos se benefició y, además, conoceremos las reacciones de los afectados por ese descubrimiento. Lo sabremos. Sabremos finalmente la verdad sobre quiénes idearon una política abortista que se inicia con la obligación de distribuir la píldora del día después, para terminar dentro de ¿unos meses? ¿unos pocos años? con un clamor supuestamente popular a favor de la despenalización de ese crimen brutal; sabremos cómo se contactaron con sus apologistas públicos, para que en nombre de la ciencia y el derecho descalifiquen a las autoridades morales de Chile, y sabremos también cuál es el monto del gigantesco negocio que está comenzando a gestarse en torno a la vida desechable. Lo sabremos. ¿Es esta una fe ingenua? No, es la convicción que emana de esa magnífica sentencia de Octavio Paz: “un día u otro la realidad desgarra los velos y reaparece.” Y ese día siempre llega. Entonces, cuando la cruda realidad se muestre en sus tristes verdades, ¿hacia dónde miraremos? ¿insistiremos en guiar nuestros pasos por lo que impresiona a los ojos, por lo que encandila y embota? ¿o habremos aprendido a mirar mucho más para arriba y para adentro? Un dato será clave y, por cierto, no se hará visible a los ojos, sino que permanecerá oculto en la célula esencial, en la familia; y es éste: cuando las madres de Chile le vuelvan a decir a sus hijos -con la convicción de que enseñan algo esencial- “eso no se hace”, entonces sabremos que no hay ya riesgos graves para la subsistencia de la Patria. •- •-• -••• •••-• | |||||
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