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Di no a la constitución antieuropea, totalitaria y tiránica

Una nueva derecha alternativa

por José Luis Orella

Los que quieran ocupar en España este espacio deben defender unas ideas fuerza olvidadadas por la partitocracia, que entronquen con la realidad social actual: La definición de España como comunidad histórica nacional, con una riqueza cultural diversa, pero cuyo concepto nacional es diferente al individualista francés o al etnicista-biologicista alemán, en los que se apoyan nuestros nacionalismos periféricos. Una defensa de los valores de la vida y la familia manteniendo unos criterios de promoción y de apoyo frente a las preferencias por colectivos sociales marginales , minoritarios y contranatura, que pretenden ventajas fiscales. Y una reivindicación de la justicia social ante el endurecimiento de la sociedad, frente al paro, la pobreza y la inseguridad laboral, y el derecho a una vivienda digna.

La nueva sociedad postindustrial europea esta provocando cambios profundos en las preferencias políticas de los ciudadanos europeos. Sin embargo, las críticas que los partidos tradicionales ocasionan a estos nuevos populismos no muestran la causa real de su aparición. La aparición de estos nuevos movimientos, sin embargo, son difícilmente encajables en los viejos esquemas de derecha/izquierda o en la genérica y demagógica calificación de extrema derecha o neofascismo, con la que se intentan descalificar. Sus impulsores, por el contrario, al igual que algunos comentaristas políticos, prefieren otro tipo de calificación: populistas o nacional-populistas.

Si se analizan sus ideas, símbolos, estilos de trabajo, puede deducirse sin dudar que no se trata de opciones procedentes de la radicalidad marginal. Por otra parte, el espectro social en el que se apoya es muy amplio y su electorado procede, casi, en similar porcentaje, de derecha y de izquierda. La clase media, obrera y la juventud en paro son los grupos que aportan el sostén social de estas nuevas formaciones políticas. No obstante, su aparición suele ser síntoma de la ausencia de comunicación de los partidos tradicionales con los votantes. La ausencia de claridad en los temas de seguridad, protección social, educación, política familiar, inmigración, plantean que los ciudadanos busquen su representación en nuevas formaciones que surgen de un mundo asociativo externo a la política. Además, estas formaciones populistas tienen la particularidad de poder reivindicar una democracia participativa mediante plebiscitos, para los problemas vitales de la sociedad, como los propuestos por la UDC en Suiza para el tema de la inmigración o el del Partido Liberal Austríaco, quién demostró su tirón social cuando lanzó a la palestra su negativa a aceptar la ampliación de la UE a Chequia, sino se desmantelaba la central núclear de Temelin. El líder austríaco llegó a reunir 915.000 firmas pidiendo la consulta popular, ante un posible nuevo Chernobil.

Sin embargo, la razón por la cual personas tan variadas buscan nuevas opciones políticas, viene de la crisis relativista en que nos movemos. La reconversión industrial con su destrucción de miles de puestos de trabajo y la desorientación moral ha producido la necesidad de buscar una identidad. La definición de quienes somos, ayuda a marcar una línea que restituye la calma, al establecer una identidad propia con una opción clara por la comunidad homogénea en lo cultural. La búsqueda de la seguridad proporciona el siguiente balance: Frente Nacional francés en las presidenciales un 17´8 % (2002), Alianza Nacional de Italia, un 12 % (2001); Bloque Flamenco, un 11´6 % (2003); el FPO de Austria, un 10 % (2002); la Unión del Pueblo Danés, un 12 % (2001); la lista Pim Fortuyn de Holanda, después de la crisis por el asesinato de su líder, un 5´7% (2002); SVP-UDC de Suiza, un 27´7 % (2003).

Los que quieran ocupar en España este espacio deben defender unas ideas fuerza olvidadadas por la partitocracia, que entronquen con la realidad social actual: La definición de España como comunidad histórica nacional, con una riqueza cultural diversa, pero cuyo concepto nacional es diferente al individualista francés o al etnicista-biologicista alemán, en los que se apoyan nuestros nacionalismos periféricos. Una defensa de los valores de la vida y la familia manteniendo unos criterios de promoción y de apoyo frente a las preferencias por colectivos sociales marginales , minoritarios y contranatura, que pretenden ventajas fiscales. Y una reivindicación de la justicia social ante el endurecimiento de la sociedad, frente al paro, la pobreza y la inseguridad laboral, y el derecho a una vivienda digna

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José Luis Orella

 

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