Todos los años coinciden con multitud de aniversarios relacionados con efemérides concretas o el nacimiento o defunción de algún personaje mayor o menormente conocido. Así, por ejemplo, en este año del 2004 se celebra el centenario del nacimiento del sacerdote Osvaldo Lira Pérez (SS. CC.). Efectivamente, nuestro personaje nació hace un siglo, para ser más precisos un 11 de febrero de 1904, en la ciudad de Santiago de Chile, donde fallecería, un 20 de diciembre 1996, a los 92 años. Osvaldo Lira abandonó lo que sin duda sería una vida cómoda de una familia de la alta burguesía por el sacerdocio, en 1922 ingresa como postulante a la orden de los Sagrados Corazones, orden en la que se había educado, y en 1928 canta su primera misa. Una fecha clave es la de 1934, en ese año conoce a Julio Philippi y a Jaime Eyzaguirre, y comienza sus colaboraciones en la revista Estudios, una de las revistas claves en la divulgación del pensamiento social cristiano en Chile, y que contó con las colaboraciones de un buen número de intelectuales hispanomericanos. En 1939 el Padre Lira viaja a Europa, donde le sorprende la II Guerra Mundial, transladado a España, donde permanecerá hasta 1952, primero en Miranda de Ebro y después en Madrid. Es en España donde publica sus primeros libros, colaborando con diversas revistas de ámbito cultural, tales como Revista de Ideas Estéticas, Cuadernos Hispanamericanos, Revista de Estudios Políticos, Revista de Filosofía del Instituto Luis Vives, Occidente o Alférez. Ya de regreso a su patria natal es destinado por su orden a la ciudad de Valparaíso donde imparte docencia tanto en el colegio que los padres franceses poseen en aquella ciudad como en la Universidad Católica de Valparaíso. Desde 1960, ya en Santiago de Chile, imparte las cátedras de metafísica, teodicea y estética en la Universidad Católica de Chile, y colabora en la revista Finis Terrae que impulsa y dirige Jaime Eyzaguirre. Allí vive los aciagos años de la “revolución en libertad” de Eduardo Frei, y los 1000 días del gobierno de la Unidad Popular. En sus últimos años de vida se dedicó a reunirse semanalmente con diferentes grupos de jóvenes, en las casas de sus familias, en donde trataba de continuar de algua forma su labor formativa, y ello -y a pesar de los años- sin interrumpir su labor creadora, de hecho uno de sus últimos libros ve la luz tres años antes de que éste falleciera. Su obra es abundantísima, y sin hacer referencia a sus centenares de artículos creemos que sería conveniente referir sus libros: Nostalgia de Vázquez de Mella, Difusión Chilena [Colección Verbo], Santiago de Chile 1942, 239 págs; Visión política de Quevedo, Seminario de Problemas Hispanoamericanos [Cuadernos de Monografías, 3], Madrid 1948, 286 págs; Vida en torno, Revista Occidente, Madrid, 1949, 365 págs.; Hispanidad y mestizaje, y otros ensayos, Cultura Hispánica [Colección hombres e ideas], Madrid 1952, 263 págs; Ortega en su espíritu. I: Metafísica y estética, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile 1965, 443 págs.; Ortega en su espíritu. II: Psicología, gnoseología, política, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile 1967, 405 págs; Poesía y mística en Juan Ramón Jiménez, Pontificia Universidad Católica de Chile [Ediciones del Centro de investigaciones estéticas], Santiago de Chile 1969, 248 págs; El misterio de la poesía, Ediciones Nueva Universidad, Universidad Católica de Chile 1974-1981, 3 vols; Verdad y libertad, Ediciones Nueva Universidad, Universidad Católica de Chile 1977, 206 págs.; De Santo Tomás a Velázquez, pasando por Lope de Vega, Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago, Santiago de Chile 1981, 205 págs.; El orden político: ¿tradicionalismo? ¿fascismo? ¿democracia?, Editorial Covadonga, Santiago de Chile 1985, 196 págs.; Catolicismo y democracia, Corporación Estudios Nacionales, Santiago de Chile 1988, 178 págs. ; El respeto de la persona humana: mito y realidad desde la Revolución Francesa, Corporación de Estudios de Formación Social, Santiago de Chile 1989, 89 págs.: Derechos Humanos. Mito y Realidad, Nuevo Extremo, Chile 1993, 197 págs. Con el ánimo de recordarle, y fuera de los ámbitos y círculos oficiales, que han pasado por alto su centenario, algunos de sus amigos y discípulos, convocados por los académicos Alejandro San Francisco Reyes, Cristián Garay Vera, José Enrique Schroeder, Felipe Widow Lira y Gonzalo Larios Mengotti, se reunieron en las aulas de las Universidad del Desarrollo (Campus de San Carlos de Apoquindo, en Santiago de Chile) con el firme propósito de recordarle y al mismo tiempo de impulsar el estudio de la persona y de su amplísima obra. La jornada, que quiere ser la primera de otras que vendrán en el futuro, se dividió en dos mesas redondas; en la primera de ellas se abordó la “Personalidad y carácter de Osvaldo Lira”, y en ella hablaron José Enrique Schroeder Quiroga y Julio Retamal Favereau. La segunda mesa trató de las “Claves del pensamiento de Osvaldo Lira” y en ella debían haber hablado el profesor español Miguel Ayuso Torres, invitado especial para la ocasión, junto al diputado Gonzalo Ibáñez Santa María, y el profesor chileno Vicente Cordero Barrera. A última hora, y dada la imposibilidad de asistir de los dos últimos, sería Juan Carlos Ossandon Valdés el encargado de hablar en dicha mesa. Se daba la circunstancia –además- que el citado profesor chileno debería participar algunas semanas más tarde, y convocado por la Sociedad Tomista Argentina, en la XXIX Semana Tomista, que este año llevaba el título de ”Diálogo entre Filosofía, Teología y Ciencias” y en la que participaría con la ponencia “Ontología del catolicismo. Homenaje a Osvaldo Lira”. El primero en hablar fue José Enrique Schroeder, quien tras solicitar que el público asistente se pusiera en pie y rezara el Credo, contó infinidad de anécdotas referidas a la vida del Padre Lira. No faltaron las anécdotas que ponían de relieve su aparente “mal genio”, junto a aquellas otras que mostraban la lealtad con sus amigos o la compresión que tenía con estos, convirtiendo en pequeños defectos sin importancia lo que en otros tachaba de grandes errores o incluso “pecados mortales” que les llevaría a arder irremediablemente en el fugo del infierno. Pero lo que sí quedo claro fue su gran humanidad y su vocación religiosa; o su preocupación por salvar almas, incluso las de sus contrarios en el campo de la política. Se desveló -incluso- cómo tras el suicidio de Salvador Allende el Padre Lira llegó a celebrar una “misa gregoriana” por la salvación del alma del Presidente fallecido. Julio Retamal Favereau recordó, por otra parte, la preocupación del padre Lira con la anarquía litúrgica surgida tras el Concilio Vaticano II, que se enmarca, por otro lado, con su crítica al mismo: “El Concilio Vaticano II hay que borrarlo todo de un plumazo. No hay nada que me interprete, salvo las cuestiones dogmáticas en que se cita a concilios anteriores. Hay cosas que las pudo haber redactado el más pintado de los liberales. Hubo malos manejos, hubo censura, hubo manipulación, se alteraron las comunicaciones. Lo que no sea dogma puedo borrarlo de un plumazo y no caer en herejía. Los papas que lo convocaron dijeron que era un concilio puramente pastoral. Sólo los dogmas de fe uno está obligado a acatarlos.”[Osvaldo Lira a Parrini en 1993] . Retamal también se refirió a su preocupación por los hechos que se avecinaban, sobre todo después de que la izquierda “tomara” la sede de la Universidad Católica en 1967, hecho que interpretó como un síntoma incipiente de la espiral de violencia que iba a durar años e iría in crescendo hasta abrasar a toda la sociedad chilena en un fuego que estuvo a punto de destruirla. También recordó algunos aspectos que afectaron directamente a la vida del Padre Lira como aquel que hacía referencia a su renuncia del comité editorial de la revista Tizona, renuncia que le fuera solicitada por el nuncio Papal a instancias del cardenal Raúl Silva Henríquez, el cual -por cierto- había excomulgado a un tío del Padre Lira, por publicar un libro cuyo título era el de La Compañia de Jesús ¡ Ay Jesús qué compañía! . En la segunda de las mesas destaca la participación del profesor español Miguel Ayuso, quien habló en primer lugar. Tras comentar -brevemente- cómo y cuándo conoció a nuestro personaje en un lejano agosto de 1996, meses antes que éste falleciera, desveló algunos aspectos relacionados con la vinculación existente entre el pensamiento del padre Lira con el Carlismo; haciendo para ello referencia a su libro Nostalgia de Vázquez de Mella, al que calificó como una de las mejores aproximaciones al estudio del pensamiento tradicionalista del célebre pensador asturiano. En este sentido también recordó el orgullo con el que Osvaldo Lira lucía la medalla de la Legitimidad Proscrita, otorgada a comienzos de 1996 por S.A.R. Don Sixto de Borbón-Parma, así como su amistad con Rafael Gambra, o la demoledora crítica a Ortega y Gasset y su raciovitalismo, la cual quedó plasmada en su obra Ortega y su espíritu. La jornada se cerraría con la presentación, por parte de Felipe Widow, de la Corporación Osvaldo Lira; dicha Corporación -en la que vienen trabajando muchos de los asistentes al acto- pretende constituirse en un centro de estudio y reflexión de los escritos de Osvaldo Lira, tratando así de preservar su memoria y su obra. En este sentido convendría también recordar que algunas semanas atrás se había llevado a cabo, en la Pontificia Universidad Católica de Chile, la presentación de una reedición de uno de sus libros, La vida en torno, ensayos; publicado inicialmente por la editorial de la Revista de Occidente, en (Madrid) 1949, y editado ahora -55 años después – por primera vez en Chile. Habría que precisar que la reedición, que lleva un prólogo de Juan Antonio Widow, fue editada por el Centro de Estudios Bicentenario (www.bicentenariochile.cl). La jornada sirvió como punto de encuentro de amigos y discípulos -tal y como ya se ha apuntado- pero también contó con la asistencia y participación de un nutrido grupo de estudiantes interesados por acercarse a la figura de Osvaldo Lira, tal vez uno de los intelectuales más relevantes del Chile del siglo XX, y cuya figura y obra no se puede llegar del todo a comprender si ésta no va acompañada de sus compañeros de generación, entre ellos la de los historiadores Jaime Eyzaguirre y Mario Góngora. Juntos compartieron las trincheras de la revista Estudios y la gran mayoría de los discípulos de uno lo son del otro, y viceversa. Fue la generación de católicos que combatieron el desviacionismo mariteniano, adoptaron las tesis milenianistas, y no claudicaron ante el modernismo eclesiástico o el embate de la incipiente Teología de la Liberación. Estamos seguros, es más, podría afirmarse, que actos como éste no tendrán el eco y la difusión de los grandes medios de comunicación, y que las ascuas del centenario de Ricardo E. Neftalí Reyes (perdón, Pablo Neruda) aun prenderán en años posteriores; pese a todo, aquellos que conocieron al padre Osvaldo Lira, aquellos que fueron sus amigos y discípulos, deben recordar al mundo entero que en Chile no todo es Pablo Neruda, que Chile ha dado grandes intelectuales -como los ya citados Jaime Eyzaguirre y Mario Góngora- hoy injustamente olvidados por defender valores considerados “políticamente incorrectos”. •- •-• -••• •••-• José Díaz Nieva |