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por Gonzalo Rojas Sánchez Comentario a un libro del Presidente de la UDI, uno de principales lideres chilenos, recordando a otros grandes hombres | |||||
| Hay libros que se escriben para que otros reflexionen; los hay para desahogar el alma, aunque no los lea nadie; existen aquellos que salen al mercado con un claro afán pedagógico; también se publican textos egocéntricos; y está finalmente, la categoría de los libros conductores. “Mi testimonio de fe”, de Pablo Longueira pertenece a esta última clase. En frecuente que cuando se habla de liderazgo -en un Seminario o en un curso especial- se suelen citar libros y manuales, guiones y esquemas, pero muy pocas personas tienen la experiencia de vida para decir cómo y porqué ellas lideran. Y, más aún, es muy frecuente que entre esos pocos auténticos conductores la autoreferencia sea continua: mientras más han comprobado la eficacia de su propio liderazgo, más hablan de su yo. Me habían dicho que el libro de Longueira venía en esa clave: autoreferente, centrado en sí mismo; incluso un no lector previo (¡qué chileno, no!) me calificó la obra como “mesiánica.” Falso. El libro del Presidente de la UDI es un escrito claro, directo, emotivo y, esto es lo principal, conductor. Lógicamente Pablo habla en primera persona porque es uno de los caracteres más fuertes y decisivos del Chile presente (quizás haya sólo uno más de su temple), pero lo notable es que toda su prosa conduce al recuerdo de unos líderes añorados (Santo Tomás Moro, Jaime Guzmán, Miguel Kast y Simón Yévenes), a los documentos de otros líderes admirados (Juan Pablo II, Teresa de Calcuta, Juan de Dios Vial Larraín, Mons. Orozimbo Fuenzalida) y al proyecto de los líderes del futuro, ya incubados (Joaquín Lavín y los millares de profesionales jóvenes a la espera de gobernar). Y es en esa dimensión que el libro de Longueira se inscribe entre las obras conductoras: va desde el presente de su autor al pasado, al Cielo y al futuro. ¿Se puede pedir más a un servidor público? ¿Se le puede pedir más que el ser leal a sus inspiradores -Augusto Pinochet entre ellos- deudor de sus maestros -de el Maestro- y guía de las nuevas generaciones? Que era un libro inoportuno, dijeron algunos. Sin duda tienen razón: importuna a la mediocridad, importuna a la componenda, importuna a la desidia frente a la amenaza e importuna a la sensación de derrota frente al primer dolor. Que es un libro clerical, han musitado otros. Sin duda no tienen razón: no hay una palabra, no hay un ejemplo en que no quede en claro que la opción de Longueira es una entre varias legítimas para los creyentes, pero que asumida con fe, debe ser objeto de testimonio, más aún en momentos en que los cristianos y la vida pública parecen hacerse el quite mutuamente. En síntesis, para los que llevamos ya más de tres largas décadas en esta tarea… ¡qué buena lectura conductora! Y para los que recién comienzan, ¡qué ejemplo de fuerte coherencia •- •-• -••• •••-• | |||||
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