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No a una legislación tiránica que destruye los fundamentos de Europa y   desconoce la dignidad de los europeos

2005: bajo el signo de la incertidumbre

por Franciso Torres García

Los balances del año 2004 han quedado marcados por el atentado del 11-M, por la inesperada victoria electoral socialista y por los primeros e inquietantes pasos del nuevo gobierno. El año 2004 se ha cerrado con la terrible tragedia del sureste asiático, donde se ha hecho dramáticamente realidad la diferencia que existe entre los pobres y los ricos, entre los intereses y las necesidades. Un año en el que se ha demostrado que una guerra injusta difícilmente puede llevar a una solución satisfactoria. El año 2005 se abre con demasiadas cuestiones pendientes, con anuncios preocupantes que hacen que se extiendan los signos de incertidumbre

Cuando el calendario cubre el último tramo del año y se anuncian los primeros albores del año siguiente los medios de comunicación suelen dedicar amplios espacios al balance del tiempo que concluye y a las previsiones más fundamentadas sobre el acontecer de los próximos meses, sin obviar los habituales obituarios. Hacer balance de un año difícil, marcado por la tragedia y el súbito vuelco electoral, por el desarrollo de nuevas líneas políticas que vienen a romper lo que ha sido el consenso sobre hasta dónde podía llegar la interpretación política de la ambigua redacción, en muchos apartados, de la Constitución de 1978, sin dejarse arrastrar por la pasión, por las fobias o las ideas preconcebidas, no resulta sencillo.

No sería muy atrevido afirmar que dados los antecedentes los españoles miran el 2005 con una cierta incertidumbre. Sensación que comparten millones de europeos ante el significado real de un Tratado Constitucional cuyo alcance nadie ha explicado en realidad y que arroja sombras sobre lo que ha sido el marco de desarrollo del modelo social europeo. Incertidumbre, porque el mal llamado “multiculturalismo” se ha convertido en un arma de doble filo que bajo el signo de una mal entendida tolerancia va resquebrajando las señas de la identidad europea y los fundamentos de la civilización cristiana. Incertidumbre, porque vemos, día a día, como España va alejándose de esos mismos valores, hasta tal punto que el propio Juan Pablo II, de forma críptica, se ha pronunciado para pedir que España no pierda “un patrimonio espiritual que sostuvo la fortaleza de los españoles durante su historia e impulsó sus más grandes empresas a lo largo de los siglos” . Cuando arrancan las campañas de promoción del Tratado Constitucional Europeo, que ha olvidado toda inspiración cristiana para buscar sus bases en el laicismo, Su Santidad ha dicho que en “estos momentos España y toda Europa necesitan recuperar la conciencia de su identidad” , recordando que para ello debe volver a ser ella misma, a recupera sus orígenes.

Incertidumbre, porque la actual política española ha despertado a importantes capas de la sociedad ante lo que parecen ser las tres guías del nuevo gobierno: el nacional-laicismo, el nacional-revanchismo y el nacional-autonomismo.

Incertidumbre, porque los españoles comienzan a preocuparse por el futuro económico dentro de un marco europeo problemático que teme las necesarias medidas monetarias ante la situación de la economía americana. Incertidumbre, porque mientras el neoliberalismo económico sólo mira los índices macroeconómicos; en este terreno los españoles notan una inflación real muy alta en lo que les afecta más directamente, pierden capacidad adquisitiva y comienzan a sentir una cierta preocupación al mirar al futuro. Incertidumbre, porque las numerosas promesas electorales se han volatilizado con demasiada rapidez. Incertidumbre, porque las políticas económicas que se ha mantenido en la última década, a nivel nacional y autonómico, van a sufrir los efectos de la pérdida de las subvenciones europeas y la lenta conversión del país en suministrador de fondos en vez de privilegiado receptor. Incertidumbre, porque los parámetros de déficit establecidos en la zona EURO son difíciles de mantener si se quieren llevar adelante los programas de inversión.

Incertidumbre en cuanto al futuro de España como nación. En este ámbito, casi como empezó, ha acabado, para la situación política española, el año 2004; del mismo modo ha comenzado a andar el 2005. El mal denominado “conflicto vasco” vuelve a ocupar páginas en la prensa y minutos en los medios audiovisuales por el nuevo impulso dado a la “Propuesta de Reforma del Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi” , vulgarmente conocido como Plan Ibarreche; a lo que se suma el anuncio de la inmediata puesta en marcha de la reforma del Estatuto de Cataluña en dos versiones distintas, según los anuncios, una templada promocionada por Maragall y otra de máximos auspiciada por ERC. Incertidumbre, porque, a ciencia cierta, nadie es capaz de precisar cuál es la posición real del gobierno y la oposición. Incertidumbre, porque ambos son partidarios de la reforma autonómica y ya no cabe más reforma que la que sobrepase el texto constitucional y eleve los techos competenciales. Incertidumbre, porque lo que se está debatiendo es el fondo y no la forma, aun cuando el debate de los dos grandes partidos parece estar más preocupado por las formas que no por el fondo. Incertidumbre, porque resulta imposible explicar como el Estado es incapaz de reaccionar ante un planteamiento que rompe el texto constitucional en más de doce artículos quedando reducida la cuestión al mero asunto del referéndum. Incertidumbre, porque a las divergencias nacionalistas sólo se suele oponer el discurso retórico con el que se pretende jugar al equilibrio de posiciones.

Incertidumbre, para el 2005, entre los católicos que ven como se ha puesto en marcha una política que va directamente contra ellos. Incertidumbre, porque, pese a acciones y declaraciones tan beneméritas como aisladas, no saben como reaccionar; siendo una mayoría importante carecen de instrumentos de presión sobre los partidos políticos, pues para éstos su opinión carece de fuerza real. El gobierno ha decidido hacer de el laicismo una de sus grandes banderas. José Luis Rodríguez Zapatero, bajo la orientación de Gregorio Peces Barba, Dionisio Llamazares y Victoriano Mayoral, pretende poner en marcha el denominado “Estatuto de Laicidad” cuyo objetivo es arrancar cualquier símbolo religioso de la vida pública española, para que sean los valores constitucionales los que orienten la sociedad.

Incertidumbre ente las familias tradicionales que se ven cada vez más marginadas por el aliento que recibe la tesis del nuevo modelo familiar plural. Incertidumbre, porque las ayudas se reducen para las familias tradicionales. Incertidumbre, porque se quiere diluir la institución matrimonial en un mar de diversas uniones equiparadas por imperativo legal. Incertidumbre, porque la aprobación del matrimonio homosexual y la previsible autorización para la adopción de niños viene a romper la sociedad. Incertidumbre, porque el gobierno y los poderosos medios a él vinculados vienen a contribuir a la inestabilidad familiar a través de la trivialización de la institución matrimonial, de los divorcios rápidos y de la desestructuración de la sociedad.

Incertidumbre porque pese a las declaraciones, pese a las apariencias, pese a los apoyos la filosofía de la vida comienza a ser proscrita. Incertidumbre, porque el incremento en el número anual de abortos, en constante aumento en la última década, no cesa y el año 2004 se cierra con los 80.000 niños que no vieron la luz y perecieron en un 98% en clínicas privadas que, por la tolerancia gubernativa, practican en realidad el aborto libre. Incertidumbre, porque bajo la máscara de una hipotética educación sexual y prevención del SIDA se ha fomentado la promiscuidad entre los adolescentes. Incertidumbre, porque se comienza a aceptar como algo moralmente válido la denominada píldora del día después. Incertidumbre, porque se intenta legislar contra la vida mediante la manipulación genética.

Incertidumbre, incertidumbre, incertidumbre…

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Franciso Torres García

 

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