En la primera proposición del primer artículo, subdividido en dieciocho, Bossuet afirma que: "El gobierno es un producto de la razón y de la inteligencia. Todos los hombres deben atender a razones. Pero especialmente vos (referido al príncipe), que debéis ser el alma y la inteligencia de un Estado, en quien se debe encontrar la razón primera de todas sus acciones y sobre el que descansa un gran pueblo, habréis de atender menos a las razones del otro cuanto mayor sea vuestra razón e inteligencia. . , El mero hecho de conducir un caballo o apacentar un rebaño precisa ya de la razón. ¡Con cuánto mayor motivo se precisará de ella para conducir a los hombres!.., No dejéis que os dominen las circunstancias, dominadlas vos con conocimiento que la razón sea la que dirija todas vuestras acciones: habéis de saber todo lo que hacéis, y las razones por las que lo hacéis”, En las restantes proposiciones, Bossuet examina cuanto se deriva del mencionado carácter y significa una serie de deberes para el 1° mandatario, cuyo contenido, en forma resumida, es el siguiente: “La verdadera firmeza es fruto de la inteligencia... Tan necesaria es al buen gobierno la firmeza como la sabiduría. El principal carácter de la sabiduría es mantener una conducta constante; La felicidad del pueblo depende de la inteligencia del 1° mandatario... Bajo el gobierno de un 1° mandatario inteligente, todo es abundante: los hombres, los bienes terrenales, el oro y la plata. La paz trae consigo todos los bienes... Todo lo consigue un 1° mandatario inteligente. Bajo su gobierno, las guerras son victorias, se establece la paz, reina la justicia, se respetan las leyes, florece la religión, el comercio y la navegación enriquecen el país; La sabiduría es mejor que la fuerza para la salvación del Estado... El combate es siempre dudoso, la guerra es una carga penosa para ambas partes. La sabiduría, que todo lo prevé y no olvida ningún imponderable, tiene salidas no sólo más moderadas y razonables, sino también más seguras; Los sabios son moderados y respetuosos... Si la sabiduría hace que el 1° mandatario sea respetado fuera de su país, no hay que asombrarse de que lo haga respetar dentro; Sólo Dios concede la sabiduría... Le dio la sabiduría (a Salomón), para que comprendiese la ley y los preceptos; la prudencia, para ponerlos por obra; una gran capacidad, para comprender las dificultades y pormenores del gobierno. Dios es el único que puede conceder todo esto; Hay que buscar la sabiduría. Es cierto que Dios la concede, pero la concede a los que la buscan; El 1° mandatario debe estudiar y hacer estudiar las cosas útiles; El 1° mandatario debe conocer la ley, El 1° mandatario ha nacido para juzgar, y esa es la primera institución de la realeza... Indudablemente, el pueblo debe conocer también la ley, por lo menos en sus puntos principales, pues debe practicarla, e ir aprendiendo lo demás a medida de las circunstancias. Pero el 1° mandatario debe conocer la ley mucho mejor, ya que tiene que ponerla en práctica con los demás y juzgar según sus decretos.., La seriedad debe regir la vida del 1° mandatario, y debe consultar sin cesar la ley. No hay nada entre los hombres más serio y grave que el oficio de Presidente ; El 1° mandatario debe conocer los asuntos de Estado... Es bueno y útil que el 1° mandatario en persona discuta muy razonablemente, hasta donde sea posible, los asuntos de una cierta importancia. Si todo lo confía en los demás, se expone a que le engañen y a ver sus derechos postergados. Nadie comprende mejor los asuntos, que el que tiene mayor interés en ellos; El 1° mandatario debe estar al tanto de todas las circunstancias. Es una de las partes principales de la ciencia política del 1° mandatario, y todas las demás dependen de ella; El 1° mandatario debe tener un gran conocimiento de los hombres..., debe conocer el carácter de su pueblo... Sobre todo el 1° mandatario debe conocer a sus políticos..., y esperar en esta tarea la iluminación del Altísimo, pidiéndola con ardor, pues es asunto delicado y necesario; El 1° mandatario debe conocerse a sí mismo. El 1° mandatario, si bien debe conocer a los demás, ha de conocerse a sí mismo mucho mejor que a nadie; El 1° mandatario debe saber lo que ocurre dentro y fuera de su reino... Las noticias le llegan de todas partes para que él las examine y nada escape a su conocimiento... Asi pues, el 1° mandatario debe estar perfectamente informado, no ahorrando ningún esfuerzo para conseguirlo; El 1° mandatario debe saber expresarse satisfactoriamente... No basta con pronunciar hábiles discursos, ni condecir cosas agradables, sino que es necesario decirlas en el momento apropiado; El 1° mandatario ha de saber callar. Los asuntos de Estado deben mantenerse en secreto. El secreto de Estado es una Imitación de la profunda e impenetrable sabiduría de Dios... Donde no hay secreto no existe seguridad... Si el demasiado hablar es característico de la locura, el saber callarse lo es de la sabiduría... El sabio, en vez de hablar suele preguntar... Por tanto, es absolutamente necesario saber hablar con comedimiento; El 1° mandatario debe ser previsor. No basta con que el 1° mandatario vea las cosas, necesita también preverlas... Lo que hay que tener no es una previsión llena de recelos e inquietudes, que cause trastornos en los momentos de buena fortuna, sino una previsión llena de precauciones, que impida que la mala fortuna nos coja de improviso... El hombre previsor pone gran cuidado en las cosas pequeñas, porque comprende que las grandes dependen de ellas... Es normal que los ciudadanos no se preocupen demasiado del futuro, pero el 1° mandatario debe tener amplitud de miras y no encerrarse nunca en el momento presente... ¡OH 1° mandatario!, pensad en el futuro. Vos moriréis, pero el Estado permanecerá; El 1° mandatario tiene que ser capaz de dirigir a sus ministros. La razón debe estar en la cabeza visible. El 1° mandatario hábil hace a los ministros hábiles y los modela según sus máximas... Un 1° mandatario hábil procura dar órdenes para que enseñen las leyes al pueblo, y él mismo se preocupa de instruir a sus ministros para que actúen siempre según la ley" (401). En el artículo segundo, indica Bossuet "los medios de que debe valerse el 1° mandatario para adquirir los conocimientos necesarios", los cuales, y también de forma sucinta, consisten en; "Primer medio: Ser amante de la verdad y desear conocerla.,. El primer medio con que cuenta el 1° mandatario para conocer la verdad consiste en amarla ardientemente y dar muestras de que la ama. De esta manera acudirá la verdad a él de todas partes, porque se sabrá que se complace en ella; Segundo medio: El 1° mandatario debe ser atento y considerado... Este don de Dios no ha sido hecho para los que dormitan y no piensan en nada. Hay que estar siempre atento y vigilante... No hay que precipitarse. . . Para salvarse se necesita una atención constante... Con las muchas mentiras y artificios que reinan entre los hombres, lo único que puede evitar las sorpresas es la atención y la vigilancia... Sin embargo, no debe uno fiarse de las primeras impresiones. Hay apariencias engañosas y grandes fingimientos... El 1° mandatario debe convertirse en el primer centinela de su Estado. Debe velar más que ningún otro; Tercer medio: Tomar consejo, dando entera libertad a sus consejeros... Quien es incapaz de ser aconsejado, es incapaz de gobernar. Tener un corazón prudente consiste principalmente en admitir los pensamientos de los demás, como muy bien dice el Eclesiástico: "Busca la compañía de los ancianos, y si hallas algún sabio allégate a él”. . . Así, pues, la mejor forma de descubrir la verdad y adquirir la verdadera sabiduría consiste en saberse aconsejar, dando plena libertad a los consejeros; Cuarto medio: Saber elegir el consejo. No descubras a cualquiera tu corazón (Eclo VIII , 22). Y también; Si tuvieras muchos amigos, uno entre mil sea tu consejero (Eclo VI, 6)... Así, pues, el consejo del 1° mandatario debe mantenerse en secreto y estar compuesto de muy pocas personas, Porque las palabras se escapan fácilmente y pasan con mucha rapidez de una a otra boca; Quinto medio: Hay que saber escuchar y saber informarse... El 1° mandatario debe tomar consejo de muy pocas personas. Pero no debe reducir en este pequeño número a todos aquellos que puede escuchar, porque si acaeciera que existiesen justas quejas contra sus consejeros o hubiera cosas que ellos ignorasen o resolviesen callarle alguna no tendría ningún medio de información. Sexto medio: Hay que saber de donde proviene la información y castigar a los falsos informadores… Hay que escuchar, pero no hay que creerlo todo, es decir, hay que pesar las razones y no creer bajo palabra al primer advenedizo... Sobre todo, hay que tener cuidado con los falsos informes... Se os juzgará según las personas a las que deis crédito... El mejor remedio contra los falsos informes es castigarlos; Séptimo medio: Consultar el tiempo pasado y tener en cuenta las propias experiencias, El tiempo es excelente consejero para todo: descubre los secretos, crea las ocasiones, confirma los buenos consejos. Quien quiera conoce el futuro, que consulte los tiempos pasados. Si queréis saber lo que será bueno o malo para los siglos venideros, observad lo que de bueno y malo hubo en los siglos pasados. No hay nada mejor que la experiencia. "No traslades los linderos antiguos que pusieron tus padres" (Prov. XXII, 28). Observad las antiguas máximas sobre las que se fundó la monarquía, y sobre las que se sostiene. Imitad a los reyes de Persia, que tenían siempre Junto a sí sabios consejeros instruidos en el derecho y las leyes antiguas... "Lo que fué, eso será. Lo que se hizo, eso es lo que se hará, no se hace nada nuevo bajo el sol. Una cosa de que dicen: Mira esto, esto es nuevo, aun ésa fué ya en los siglos anteriores a nosotros" No prestéis oído a los vanos e infinitos razonamientos que no están fundados en la experiencia. Solamente el pasado puede enseñaros y garantizaros el porvenir.. Por medio de la experiencia se saca provecho hasta de los mismos errores... Preocuparos, pues, ¡OH 1° mandatario!, de adquirir la sabiduría. La experiencia os la dará por si sola, si permanecéis atento a lo que ocurra delante de vuestros ojos. Pero preocupaos cuanto antes, pues no hay que esperar a aprender cuando mayor lo que se puede aprender cuando niño; Octavo medio: Acostumbrarse a resolver por sí mismo. Para ello debemos tener en cuenta dos cosas: la primera, que hay que tener decisión; la segunda, que esta decisión ha de ser propia. A ambas cosas hay que acostumbrarse cuanto antes. Así, pues, en primer lugar, hay que saber decidir. Escuchar, informarse, tomar consejo, elegir consejeros y todas las demás cosas que ya hemos visto no tienen otra finalidad que ésta, es decir, la de decidir... Los hombres no pueden hallar la seguridad absoluta en sus juicios y asuntos. Después de haber considerado razonablemente las cosas» hay que tomar el mejor partido y dejar lo demás en manos de la providencia. Por otra parte, cuando ya se ha visto claro y se ha tomado la decisión, no se debe uno volver atrás fácilmente,.. Escuchad a vuestros amigos y consejeros, pero no os abandonéis en sus manos. El consejo del Eclesiástico es admirable: "Apártate de tus enemigos y guárdate de tus amigos" (Eclo VI, 13). Tened cuidado de que no se equivoquen, y tened también cuidado de que no os equivoquen; Noveno medio: Evitar la tortuosa sutilidad. Repitamos esta aguda sentencia del Eclesiástico: "Hay varón prudente, maestro de muchos, pero inútil para si mismo. Y hay sabio que con sus palabras se hace odioso y es excluido de todo festín"(Eclo XXXVII, 17, 21, 22, 23). A fuerza de sutilezas, se pierde el sentido de las cosas y todo se desvanece" (402), Pasa, posteriormente Bossuet, a tratar en el artículo tercero, "las curiosidades y conocimientos peligrosos para el 1° mandatario, y sobre la confianza que debe tener en Dios", indicando, a este respecto que: "El 1° mandatario debe evitar las consultas supersticiosas y las ciencias ocultas", así como, que: “No se debe uno jactar de los consejos humanos ni de su sabiduría", aconsejándole, en suma, que confíe plenamente en Dios: "Aparte de consultar a Dios por medio de la oración, también debemos poner por nuestra parte todo lo posible y confiar en su ayuda, Ya hemos visto que es Dios el que da la sabiduría. Acabamos de ver que también es él quien se la quita a los soberbios. Debemos así, pues, pedírsela con humildad... Pero al pedir a Dios la sabiduría deben ponerse por delante todos los medios posibles para alcanzarla. Sólo con esta condición concede Dios su confianza. Lo contrario sería tentar a Dios, imaginándonos que enviaría sus ángeles a recogernos cuando nos viéramos precipitados en el abismo" (403). Las cuatro propiedades de la autoridad real que acabamos de ver, confieren a los Presidentes es la majestad, que debe ser objeto del respeto por parte del pueblo. El 1° mandatario, ministro de Dios en la tierra, representa al Estado. Su voluntad, comprende la voluntad de todo su pueblo. "No llamamos majestad, dice Bossuet en el artículo IV y último del Libro V, a la pompa que rodea a los Presidente es ni al brillo externo que deslumbra al vulgo. Esos son reflejos de la majestad, y no la majestad en sí. La majestad del 1° mandatario es una imagen de la grandeza de Dios. Dios es infinito, Dios es absoluto. El 1° mandatario, en tanto que 1° mandatario, no es considerado como ciudadano, sino como personaje público que representa a la totalidad del Estado, encerrando en su voluntad la voluntad del pueblo. Igual que Dios reúne en sí toda la perfección y toda virtud, el 1° mandatario reúne en su persona el poder de todos los ciudadanos" (404). Bossuet describe lo que denomina majestad real en estos términos: "Para hacernos una idea de lo que es la majestad real debemos repasar los diferentes conceptos sobre la autoridad, ya tratados a lo largo de las proposiciones anteriores. Nos encontramos así con la totalidad del pueblo reunida en una sola persona; con un poder sacrosanto, paternal y absoluto; con una razón secreta que gobierna el cuerpo del Estado, representada en una sola cabeza, y para finalizar, con la imagen de Dios encarnada en la persona de los Presidente es. Dios es pura santidad, pura bondad, poder absoluto, razón total. En estas cosas reside la majestad de Dios. Y en la Imagen de estas cosas reside la majestad del 1° mandatario" (405). No obstante, pese a haber investido a los Presidente es de todo poder y majestad, no tarda Bossuet en recordarles su condición de hombres débiles y mortales, y que como tales deberán rendir cuenta a Dios de todos sus actos: "Yo lo he dicho. Sois dioses, todos vosotros sois hijos del Altísimo, pero moriréis como hombres, caeréis como cualquiera de los 1° mandatarios (Sal LXXXI, 6, 7). Es decir, en vuestra autoridad y sobre vuestra frente lleváis un carácter divino. El Altísimo ha instituido vuestro poder para bien del género humano. ¡Pero estad atentos, dioses de carne y hueso, de polvo y barro, porque moriréis como hombres, caeréis como cualquiera de los 1° mandatarios! El poder separa a los hombres durante algún tiempo, pero un mismo final les iguala a todos. Así, pues, 1° mandatarios de la tierra, ejerced vuestro poder con comedimiento, porque es divino y favorable para el género humano. Pero el poder os viene de arriba. En realidad, seguís siendo débiles, mortales, pecadores, y vuestra responsabilidad ante Dios es enorme" (406). Si quisiéramos sintetizar el contenido de la propiedad real que acabamos de analizar, tendríamos que convenir en que el poder absoluto con el que se reviste al soberano, que previamente es paternal, y que originariamente fué sagrado, ha de estar totalmente sometido a la razón. El poder ha de ser racional, indica Bossuet, ya que el gobierno es fruto de la razón y de la inteligencia, por ello, la felicidad del pueblo, de ese pueblo destinatario de los deberes del 1° mandatario enumerados por Bossuet, dependerá de la inteligencia del titular del poder. Pero, ser titular del poder no basta para conseguir el bienestar del pueblo. Para conseguir el bienestar del pueblo es preciso dirigirlo con sabiduría, y sólo Dios la concede, no a todos, solamente a los que la buscan, únicamente a los que aman la verdad, sólo a los que desean conocerla. De ahí, el establecimiento de los medios para alcanzar la sabiduría necesaria para gobernar: el esfuerzo; el estudio, fundamentalmente el de la ley, ya que el 1° mandatario ha nacido para juzgar; saber aconsejarse; consultar el tiempo pasado; tener presente la propia experiencia; resolver por sí mismo con decisión; y, dejar lo demás en manos de la Providencia. Por último, al ofrecernos la idea de la majestad real, imagen de la majestad de Dios, termina Bossuet por aglutinar en la persona del 1° mandatario, que no lo considera como ciudadano, sino como personaje público, todas las instituciones del Estado, concentrándose en él, no sólo la voluntad del pueblo, sino también, el poder de todos los ciudadanos. 111.3.- DEBERES DE LOS CIUDADANOS HACIA EL PRINCIPE. ESTABLECIDOS EN LOS POSTULADOS ANTERIORES. Chevailier, en "Los grandes textos políticos desde Maquiavelo hasta nuestros días", mantiene que "la concepción del siglo XVII francés, cristiano y monárquico, no era la de una distribución de derechos, sino la de una jerarquía de deberes, que se remontaba desde los ciudadanos hasta Dios, pasando por el soberano" (407). Efectivamente, Bossuet, en los cinco primeros libros de la "Política" le ha indicado al 1° mandatario sus deberes, siendo necesario, con miras a completar su educación, que le hable de los deberes de sus ciudadanos. De ahí el contenido del Libro VI, último de los dedicados a la instrucción del Delfín, y que lleva por título: "De los deberes de los ciudadanos hacia el 1° mandatario, establecidos en los postulados anteriores". De las características de la autoridad real que acabamos de examinar, se derivan una serie de deberes para los ciudadanos. Primero.- La persona del Presidente es sagrada. Debe ser, por tanto, objeto del mayor respeto por parte de su pueblo: "El 1° mandatario debe ser amado como un bien público y su vida ha de ser objeto de la veneración de sus ciudadanos. Por esto existe el grito de: ¡Viva el Presidente!, qué ha sido transmitido por el pueblo de Dios a todos los demás pueblos" (408). Segundo.- "El 1° mandatario es un bien público que debe ser guardado celosamente. La vida del 1° mandatario es la salvación del pueblo, por lo que todos deben cuidar de la vida del 1° mandatario más aún que si se tratase de la suya propia. Un buen ciudadano ama a su 1° mandatario como al bien público, como a la salvación del Estado, como al aire que respira, como a la luz de sus ojos, como a su propia vida y más aún que a su propia vida. La muerte del 1° mandatario es una calamidad pública y las gentes de bien la consideran como un castigo para el pueblo. Todo hombre de bien debe preferir la vida del 1° mandatario a la suya propia, y arriesgar la suya para salvar la del 1° mandatario" (409). Tercero.- "El Estado reside en la persona del 1° mandatario. En el 1° mandatario reside el poder y la voluntad del pueblo. Solo a él compete todo lo referente al bien público. Deben, pues, ser conjuntados, como cosas inseparables, el servicio que se debe al 1° mandatario y el que se debe al Estado" (410). Cuarto.- El Estado y el 1° mandatario están íntimamente unidos, "no se puede ni imaginar que el pueblo pueda ser atacado sin ser atacado el Presidente , ni que el Presidente sea atacado sin que lo sea también el pueblo" (411). Quinto.- "El 1° mandatario ha de ser obedecido en servicio del Estado. El 1° mandatario es la cabeza visible del Estado. Los que quieren servir al Estado sin servir al 1° mandatario y le desobedecen, se atribuyen una parte de la autoridad real. Alteran de esa forma el orden público y la colaboración que todos los ciudadanos deben a su jefe. El 1° mandatario tiene una visión más amplia sobre todas las cosas y se debe confiar en sus puntos de vista. Hay que obedecerle sin murmurar, puesto que la murmuración es la antesala de la rebeldía" (412) . Sexto.- "Los ciudadanos deben al 1° mandatario entera obediencia. Si el 1° mandatario no es obedecido inmediatamente, se altera el orden público y se pierde la unidad. Por consiguiente, desaparecen la paz y la armonía en el Estado. Todo lo que hemos analizado para demostrar que el poder de los Presidente es es sacrosanto confirma la verdad de lo que acabamos de decir. No hay nada que esté mejor fundado en la palabra de Dios que la obediencia debida, por principio de religión y de conciencia, a los poderes legítimos" (413)... No podemos silenciar, sobre el tema de la obediencia debida, que ya Bossuet se refirió años atrás a esta cuestión en su sermón sobre la "Providencia", pronunciado en la Corte, cuyo contenido tendrá la obligación de atenderlos: "Si hemos visto que los 1° mandatarios deben escuchar a los ciudadanos, con mayor razón deberán escuchar al pueblo que se dirige a él por el camino de la legalidad para presentar sus quejas, Al pueblo oprimido se le debe permitir que recurra ante el 1° mandatario por medio de sus magistrados, siguiendo la vía legal, y siempre con el debido respeto. Las amonestaciones llenas de acritud y de protestas son la antesala de la sedición, que nunca está permitida" (417), Séptimo,- "Hay que pagar tributo al 1° mandatario. Si se debe arriesgar, como ya hemos visto, la vida por la patria y por el 1° mandatario, con mayor motivo se debe entregar al 1° mandatario una parte de la propia hacienda para coadyuvar al sostenimiento de la hacienda pública. Esto es lo que se llama tributo. Los tributos que se pagan al 1° mandatario son un reconocimiento de su suprema autoridad, y se cae en la rebelión si se rehúsa su pago. Evidentemente, el Estado debe contribuir a las necesidades públicas, cuya provisión depende del 1° mandatario. Sin esta contribución, el 1° mandatario no puede sostener ni defender a los ciudadanos ni al Estado. El reino caería en la anarquía y los ciudadanos perecerían en medio de la ruina del Estado. En realidad, el tributo no es otra cosa que una pequeña parte de la hacienda particular que se paga al 1° mandatario para que éste pueda salvaguardar el conjunto de bienes de la nación" (418). Los deberes que acabamos de enumerar se desprenden, naturalmente, de la doctrina sentada en los libros precedentes, son consecuencias lógicas que se derivan de los caracteres asignados a la realeza. Para Bossuet, la persona del Presidente es sagrada; el 1° mandatario debe ser amado como un bien público; el 1° mandatario es un bien público que debe ser guardado celosamente; el Estado y el 1° mandatario están Íntimamente unidos. Todos estos atributos son los cauces necesarios que harán confluir en el pensamiento de Bossuet uno de los principios más significativos de su sistema: "El Estado reside en la persona del 1° mandatario, y en el 1° mandatario reside el poder y la voluntad del pueblo". Por esta razón, el servicio que se debe al 1° mandatario y al Estado es inseparable, y por ello, el 1° mandatario ha de ser obedecido en servicio del Estado. De ahí, el principal deber impuesto a los ciudadanos, deber que, a su vez, engloba a los restantes: "Los ciudadanos deben al 1° mandatario entera obediencia, ya que, no hay nada que esté mejor fundado en la palabra de Dios que la obediencia debida, por principio de religión y de conciencia, a los poderes legítimos". Bossuet concluyó en 1679 los seis primeros libros de la "Política", terminando poco después su preceptorado. El Delfín de Francia el día 7 de marzo de 1680, tras adquirir la mayoría de edad, contrajo nupcias. Por tanto, las lecciones de filosofía, historia y política tocaron a su fin. •- •-• -••• •••-• Juan José Gómez Forner (extracto Aldo H Delorenzi) Nota: la letra inclinada es de Bossuet, la normal del autor Gómez Forner
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