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¡Oh patria! Cuántos hechos, cuántos nombres;
cuántos sucesos y victorias grandes...
Pues que tienes quien haga y quien te obliga,
¿Por que te falta, España, quien lo diga?
[Lope de Vega, La Dragontea ]
Medios de Comunicación, Opinión Pública y Relativismo Político
por
Ángel Gutiérrez Sanz
En los medios de comunicación nos podemos encontrar con los defensores del
relativismo que al tiempo que piden respeto para todo tipo de opinión
muestran un rechazo visceral e inquebrantable a los que no piensan como
ellos. Tolerancia para unos intransigencia para otros. Son respetuosos
con el pluralismo social después de haber excluidos previamente a todos
los que no les gustan.
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Cuando hablamos de que los grupos de poder se encargan de imponer las
verdades a los demás, no estamos hablando de la fuerza física, existen
modos más sofisticados. Hoy de lo que cabe hablar es de las influencias y
manipulaciones ejercidas por el poderoso entorno mediático. Los medios de
comunicación han llegado a tanto que se puede decir que ellos son los
verdaderos creadores de la opinión publica, que es tanto como decir que
son los verdaderos creadores de la verdad. El panorama actual no les podía
ser más propicio. Millones de ciudadanos tienen acceso diariamente a los
periódicos, en casi todos los hogares por modestos que sea entran las
imágenes de televisión y las hondas de la radio que van dejando su mensaje
a unas mentes que acaban sucumbiendo ante su fascinación. Para una gran
masa de ciudadanos verdad es lo que los medios de comunicación dicen y
aquello que se callan es que no ha existido, carece de interés o es
falso. El silencio se ha convertido en la peor de las censuras, tanto más
cuanto que pasa desapercibida para la gran masa de hombres que siguen
creyéndose espíritus libres y bien informados. El silencio condena al
ostracismo a aquellas verdades que no interesa decir. Los sujetos hoy día
pueden pensar libremente se dice; pero ¿Quién verdaderamente pueen
hacerlo sin dejar de sustraerse a la influencia de los medios.
En este mundo nuestro donde se ha desterrado la Verdad, las mentiras se
pregonan impunemente a los cuatro vientos. Todo es opinable , todo es
interpretable y si esto sucede en temas de actualidad, mucho más si se
hace referencia a la historia.. Resultan vergonzosas las interpretaciones
que se están haciendo del pasado más reciente en aras de los intereses
políticos de cada momento. La imparcialidad histórica brilla por su
ausencia.
En los medios de comunicación nos podemos encontrar con los defensores del
relativismo que al tiempo que piden respeto para todo tipo de opinión
muestran un rechazo visceral e inquebrantable a los que no piensan como
ellos. Tolerancia para unos intransigencia para otros. Son respetuosos
con el pluralismo social después de haber excluidos previamente a todos
los que no les gustan. Un claro ejemplo de lo que estoy diciendo lo
encontramos en un famosisimo periodista columnista del diario El Mundo. En un reciente artículo trataba precisamente sobre este tema. En
él se podían leer frases como éstas: "El actual relativismo filosófico y
político es el nombre que puede acoger , hoy por hoy, todas las tendencias
del pensamiento occidental que se ha hecho fragmentario, ocasional,
abierto y múltiple , desde Roland Barthes a El nombre de la rosa.... el
relativismo tiene mucha fascinación para la mente europea , más en estos
tiempos que ha superado los grandes absolutismos políticos, religiosos y
filosóficos" . Lo que no nos dice dicho columnista de donde le viene al
relativismo esa fascinación de la que habla. No nos dice tampoco cual es
la última razón que le lleva a enfrentarse de forma tan agresiva con una
de las figuras más importantes de finales y comienzo de siglo como lo es
Benedicto XVI. Sin duda en este su artículo como en otros quedan patentes
sus grandes dotes de escritor y periodista, pero cuando se habla de temas
como éste hace falta algo más, hace falta demostrar que se sabe de que se
está hablando. Aunque, a decir verdad, esto es lo que menos importa a los
lectores, que al final se van a quedar con lo que dice un famoso
periodista en un periódico de reconocido prestigio.
Si no está respaldada por los medios de comunicación ya se puede cansar de
aducir razones y argumentaciones la inteligencia más clarividente que no
serán tenidas en cuenta, pues al final con lo que la gente se queda es
con lo que se escribe en los periódicos o con lo que se ve en la
televisión . En un mundo donde no hay convicciones firmes pueden ser
suficientes seis meses de campaña bien dirigida y orquestada para hacer
de lo blanco negro y de lo negro blanco. Los dueños de los medios tienen
en sus manos el poder de convicción más grande que se haya conocido,
mientras sigan disponiendo del argumento irrefutable del dinero. Por arte
de magia la realidad al final aparecerá como los dueños de los medios
quieran que aparezca. Algo semejante a lo que sucediera en tiempos de los
sofistas.
Los medios de comunicación a través de la opinión pública extienden su
influencia también al mundo de la política. Hoy día en gran parte de los
países desarrollados, las masas son las que dan y quitan poder. Es la
aritmética de los votos la que al final decide los asuntos de la política
y a ella se recurre como solución a todo tipo de problema que pueda
presentarse. No existe principio alguno que esté por encima de la decisión
de la mayoría. El único dogma inapelable en los sistemas democráticos es
el respeto incondicional a los votos de los ciudadanos, ellos son los que
decide que es lo verdadero y que es lo falso, qué es lo que se debe hacer
y qué es lo que no se debe hacer. Ningún derecho natural es reconocido si
no lleva las bendiciones del parlamento, en cambio cualquier derecho
positivo puede quedar legitimado siempre que cuente con el apoyo
suficiente. Todo dependerá de lo que la mayoría quiera pues ella es la
depositaria de la verdad, de tal modo que la verdad sólo es verdad si la
vota la mayoría. En la Segunda República española se sometió a votación la
existencia de Dios y como mayoritariamente salió que no, la cuestión quedó
zanjada y a lo que se ve en éstas seguimos políticamente hablando.
A los sujetos, según se dice, se les permite pensar libremente, tener las
creencias acordes con su fe, adherirse al sistema de valores que moral o
religiosamente más les satisfaga; pero aún así no es fácil sustraerse al
relativismo político que al final acaba haciéndose presente en todas las
manifestaciones de la vida en la familia, en el matrimonio, en la
enseñanza , en los diversos ámbitos de la cultura. Nada hay escrito ni
definido en este mundillo de la política según las más puras exigencias
del pluralismo relativista y esto quiérase o no, coloca en situación
comprometida a todos aquellos que tratan de mantenerse firmes en sus
convicciones, a los que creen en verdades y en principios inamovibles,
valederos tanto a nivel personal como a nivel público, ciudadanos que cree
en el pluralismo político; pero por coherencia no pueden aceptar que éste
tenga que ser necesariamente relativista. ¿ Por qué hay que dar como
dogma, se preguntan, el que todo en política ha de relativizarse? ¿ Por
que ha de ser verdadero lo que la mayoría diga?
Algo hay por encima de todas las instancias políticas que es la propia
dignidad del hombre que pide ser respetada, algo hay por encima del
Parlamento que son la Verdad y el Bien a los que todo político debiera
sentirse obligado. Necesario es reconocer que la política tiene sus
propias exigencias morales, que nos colocan más allá de las conveniencias
personales o de partido, si no se entiende así lo más probable es que el
ciudadano tarde o temprano acabe desconfiando de la política. Nada hay más
peligroso viene a decir Juán Pablo II en Veritatis Splendor que las
democracias relativistas.
Desde muy antiguo viene considerándose a la política como el arte de hacer
posible lo imposible sin reparar en medios, porque como diría Gracián todo
lo dora un buen fin. Desgraciadamente, al final, son los resultados y no
la ética, los que distinguen la política acertada de lo que no lo es. Lo
políticamente correcto a veces poco tiene que ver con la verdad y la
decencia, lo que pone de manifiesto que la política se rige más bien por
lo que más conviene en cada momento, lo cual no deja de ser preocupante.
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Ángel Gutiérrez Sanz
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