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¡Oh patria! Cuántos hechos, cuántos nombres;
cuántos sucesos y victorias grandes...
Pues que tienes quien haga y quien te obliga,
¿Por que te falta, España, quien lo diga?
[Lope de Vega, La Dragontea ]
Entrevistamos a Juan Manuel Burgos: la filosofía personalista ante los retos del hoy.
por
Fernando José Vaquero Oroquieta
Juan Manuel Burgos encabeza una de las dos entidades españolas que se arrogan la etiqueta de “personalista”. Interesados en Arbil, en conocer sus ideas, proyectos y algunos de sus puntos de vista sobre aspectos de la realidad, accede a mantener una entrevista con nosotros.
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Entrevistamos a Juan Manuel
Burgos, doctor en Ciencias Físicas y en
Filosofía. Ha sido docente en diversas universidades de Roma y Madrid y
actualmente es profesor en el Instituto Juan Pablo II y en la Universidad Complutense de Madrid. Fundador y presidente de la Asociación Española de Personalismo (AEP), es autor
de varios libros. Se pueden mencionar entre otros El personalismo (2ª ed.
Palabra, Madrid, 2003); Antropología: una guía para la existencia (2ª ed.
Palabra, Madrid, 2005); Diagnóstico sobre la familia (Palabra, Madrid, 2004)
y Para comprender a Jacques Maritain (Mounier, 2006).
Pregunta: ¿Cómo definir al personalismo?, ¿escuela filosófica,
movimiento, estilo de vida?
Respuesta: Creo que hay diversos tipos de personalismo o de
relacionarse con el personalismo que abarcan todas esas posibilidades.
Personalmente lo concibo y me interesa como una escuela filosófica.
P.: En su página web afirman que la AEP pretende “promover, difundir,
profundizar u desarrollar la filosofía personalista en nuestro país. Se trata
de la primera asociación de estas características que se crea en España y en
Europa”. Entonces, ¿tienen acaso algún problema con el Instituto Emmanuel Mounier?
O, tal vez, ¿son dos maneras distintas de “hacer filosofía”?
R.: No tenemos ningún problema con el Instituto Emmanuel Mounier;
mantenemos buenas relaciones pero tenemos planteamientos distintos dentro de un
fondo común. Como su propio nombre indica ese Instituto se basa principalmente en
la figura de Mounier y, también según el estilo de Mounier, plantea un
personalismo como estilo de vida y como movimiento. La AEP tiene un
planteamiento diferente. Por un lado, pretende estudiar el personalismo en
general, no el de un autor específico. Por otro, queremos ser fundamentalmente
una institución académica que se dedique al desarrollo, profundización y
difusión de la corriente filosófica. Estamos seguros de que, por las ideas que
defiende el personalismo, este trabajo acabará influyendo en la sociedad, pero
no buscamos esa influencia de modo directo –mediante actividades colectivas o
acciones sociales- excepto en el mundo cultural y a través de una tarea
filosófica.
P.: El personalismo, nutrido de la savia de la Iglesia
católica, ha proporcionado filósofos de primera fila (Mounier, Maritain…). ¿Mantiene,
hoy día, su atractivo y su capacidad de propuesta? ¿Existe una filosofía
personalista entre protestantes y judíos? ¿Y, acaso, algún autor o fenómeno
análogo en el mundo musulmán?
R.: La cosecha de filósofos personalistas con una fuerte
convicción personal católica es realmente llamativa: además de los que ha
mencionado se puede señalar a Dietrich von Hildebrand, Romano Guardini, Gabriel
Marcel, Maurice Nédoncelle, Julián Marías, Edith Stein, Karol Wojtyla, Luigi Pareyson
y un largo etcétera. No sé si exagero pero dudo mucho que haya otra época de la
historia en las que se encuentre un ramillete de filósofos cristianos tan
impresionante. Hay, por supuesto, personalistas protestantes, aunque menos: Ricoeur
es, probablemente, el caso más claro. Y hay un grupo importante de
personalistas judíos agrupados en torno a la filosofía del diálogo con
representantes tan significativos como Buber o Lévinas. No conozco a ninguno en
el mundo musulmán. Respecto al atractivo y capacidad de propuesta del personalismo
creo que no solo la mantiene sino que la está incrementando. Señalaré tres
datos simplemente a modo de ejemplo: la explosión de publicaciones de y sobre
el personalismo en España, que alcanza a más de 100 títulos en los últimos 5 o
6 años; el proceso de consolidación de la bioética personalista, con una
federación internacional de asociaciones de este tipo y la acogida que están
teniendo las actividades que realizamos desde la AEP ; por ejemplo el
reciente congreso sobre la “Filosofía personalista de Karol Wojyla”, realizado
en la Universidad Complutense de
Madrid, ha tenido unas 40 comunicaciones, más de 200 participantes y buena
cobertura en los medios de comunicación.
P.: Al personalismo, desde determinados medios académicos,
se le imputa cierta falta de precisión conceptual y el permanecer –de alguna
manera- esclerotizado. ¿Le parecen justas esas acusaciones?
R.: Pienso que hay una parte de verdad en la primera
“acusación” que, a mi modo de ver, tiene su raíz en la juventud del
personalismo no en su potencial intelectual, que es inmenso. En cierto sentido,
se puede decir que esta corriente filosófica acaba de nacer pues tiene apenas
50 años. Hasta ahora ha aportado numerosísimas ideas, pero no siempre se ha
trabajado adecuadamente en la fundamentación, en la sistematización, y en la
aplicación a terrenos cercanos a la antropología como la educación, bioética,
empresa, etc. Tanto la juventud de esta filosofía como la amplitud de las ideas
aportadas hace que algunos conceptos o estructuras, si bien son muy sugerentes,
necesiten elaboración. El objetivo que nos proponemos en la AEP es justamente
trabajar en esa dirección y de ahí nuestra orientación básicamente científica. Hay
que señalar, de todos modos, que esta crítica se suele basar también en una identificación
incorrecta entre personalismo y pensamiento de Mounier. Mounier murió joven y
no le dio tiempo a sistematizar su filosofía. En otros autores, más recientes,
como Karol Wojtyla, ya hay un personalismo mucho más elaborado. Respecto al
segundo punto, que el personalismo esté esclerotizado, es la primera vez que lo
oigo.
P.: En la reciente Historia de España, encontramos a personalistas
en grupos demócrata cristianos, entre los socialistas, incluso en los
comunistas. Algunos personalistas protagonizaron, también, un cuestionado
diálogo cristianismo–marxismo que llevó a que terminaran recalando en partidos
marxistas, abandonando su catolicismo original. El personalismo cristiano, hoy
día, ¿ha quedado relegado en el protagonismo social y político de las ideas?
R.: Bueno, ser personalista no es garantía absoluta de
nada; se trata de una filosofía, no de doctrina eclesiástica, pero si
comparamos los problemas que puede haber planteado el personalismo como
filosofía al cristianismo con cualquier otra corriente filosófica contemporánea
creo que queda todo dicho. Esto, sin contar con la contribución positiva que ha
realizado, que es la fundamental y que ha sido inmensa. Respecto a la
influencia del personalismo, me parece que estamos en un momento de transición.
El personalismo influyó bastante en Europa en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial (Constituciones europeas, Declaración
Universal de los Derechos Humanos, etc.), después perdió muchas posiciones.
Ahora, en algunos países, y de modo transversal en buena parte de los
intelectuales católicos está ganando importancia. En España el personalismo
nunca ha sido relevante porque en la época franquista fue o ignorado o
criticado o ambas cosas. Maritain, por ejemplo, fue muy criticado en esa época,
pero nunca publicado. El personalismo tuvo después un pequeño auge en la
transición y luego volvió a desaparecer ante el empuje del marxismo y otras
corrientes ideológicas. Personalmente pienso que ahora tiene su gran
oportunidad pues puede aportar muchas ideas frescas y sugerentes para elaborar
una antropología moderna y sistemática pero respetuosa de la dignidad humana y
compatible con una visión trascendente y cristiana del mundo.
P.: No parece que la Filosofía disfrute de buena salud en
España. ¿Comparte este juicio? ¿Qué propone para modificar su declive actual?
R.: El problema fundamental, a mi juicio, es la difusión
del pensamiento débil entendido como el miedo por parte de los filósofos a
proponer doctrinas fuertes y sistemáticas sobre los diversos aspectos de la
realidad y, en particular, del hombre. Consecuencia de ese miedo es una huida
hacia el comentario erudito, la exposición del pensamiento de otros, o el
estudio academicista. Y el problema es que la filosofía así entendida tiene muy
poco interés. ¿A qué joven le puede interesar la valoración que un autor hace
sobre el estudio de otro autor en el que compara una opinión de Hegel sobre Kant?
A muy poca gente. No es que ese estudio no pueda tener su valor, evidentemente.
Pero la filosofía interesa primordialmente no porque comenta opiniones y
opiniones sobre opiniones sino porque propone una visión, porque explica cómo
es el mundo. Todo lo demás debe estar al servicio de ese objetivo. Y eso, hoy
en día, se da muy poco en el mundo filosófico. Todo se reduce al comentario o a
exposiciones que no comprometen. Justamente, por eso, pienso que el
personalismo tiene una oportunidad. Al proponer una visión fuerte del hombre en
un mundo desestructurado resulta atractivo porque ofrece lo que la gente busca:
un instrumento para comprender la realidad y para comprender no sólo qué somos
sino quienes somos.
P.: Algunos pensadores juzgan a la juventud española
actual como la más conformista de la Historia colectiva. Se constata, por otra
parte, la existencia de un “poder” planetario que determina lo “políticamente
correcto” por medio de un modelo vital relativista-consumista que conduce a un
individualismo extremo que debilita al hombre. ¿Pueden, maestros y filósofos, colaborar
en la tarea de tratar de romper esta dinámica?; ¿puede, la Iglesia católica,
ser una alternativa a esta mentalidad o debe replegarse a su medio más íntimo?
R.: Creo que ese juicio no va muy descaminado y que, en
consecuencia, la tarea y responsabilidad de maestros y filósofos es la de esforzarse
al máximo para tratar de romper esa dinámica nefasta, especialmente a medio y
largo plazo. No soy experto en educación y, por lo tanto, no puedo proponer
medios concretos pero pienso que habría que proponer a los jóvenes una buena
mezcla de propuestas atractivas en el marco de una disciplina exigente. Si no
se exige, la gente se hace floja e indolente y, al cabo, egoísta y no
comprometida, en parte por ignorancia, en parte por incapacidad. Pero esa
exigencia no puede requerirse porque sí –de un modo voluntarista o tiránico-
sino en el marco de proyectos atractivos que le den sentido. Este planteamiento
exige mucho esfuerzo por parte de los educadores pero creo que es la única vía
válida hoy en día. Y me parece también aplicable a la Iglesia , pues al fin y
al cabo, los jóvenes cristianos viven en el mismo mundo que los no cristianos
y, por lo tanto, están sujetos a los mismos problemas. Sí cabe –es más, creo
que es necesario- que la Iglesia elabore discursos diferenciados para quienes son
cristianos y para quienes no lo son, pero sin plegarse nunca a posiciones
intimistas o endogámicas que son contrarias a su misión universal y que generan
mecanismos destructores y empequeñecedores.
P.: ¿Considera, Juan Manuel Burgos, que todavía están
vivas las raíces cristianas de Europa? El neojacobinismo y el anticatolicismo
militante de algunos sectores sociales españoles y europeos, ¿qué opinión le
merecen?
R.: Las raíces cristianas de Europa están todavía muy
vivas pues no en vano tienen 2000 años y se puede apreciar, por ejemplo, en
todos los problemas que están planteando cada vez con mayor intensidad los
musulmanes. No consiguen adaptarse a los valores europeos en parte, justamente,
porque proceden de valores cristianos secularizados en el buen sentido de la expresión,
por ejemplo, la separación entre religión y política. Por eso, el anticatolicismo
presente en parte de la sociedad europea y española me parece ofensivo,
ignorante y estúpido. Ofensivo porque no respeta las opiniones de los demás;
ignorante porque no es consciente de las raíces de las que se nutren los
valores de la sociedad occidental en la que viven y estúpido porque no se dan
cuenta (o si se la dan no les importa) de que en la medida en que debilitan al
catolicismo fomentan en Europa una sociedad caótica y amoral sin puntos de
referencia.
P.: ¿Qué opina acerca de la reciente “guerra de las
viñetas”?
R.: La “guerra de las viñetas”, de hecho, ha sido una
manipulación política coordinado con mucha premeditación por líderes islámicos.
Que, cinco o seis meses después de publicar unas caricaturas sobre Mahoma en
una revista desconocida de Dinamarca, se esté manifestando gente en sitios tan
diversos como Pakistán, Indonesia o Nigeria no puede ser mera casualidad. Pero
yendo al contenido me parece básicamente indignante por parte del Islam. Puede
que haya habido una falta de respeto por parte de esa revista (no he visto las
viñetas) y Europa, sin duda, debe mejorar en el respeto de las convicciones
religiosas (comenzando por el cristianismo). Pero las dos varas de medir tan
diferentes (para sí y para los demás) que usan el Islam cada vez resultan más inaceptables.
No es posible publicar viñetas sobre Mahoma pero sí se puede asesinar a
sacerdotes o cristianos y quemar Iglesias en Turquía o Nigeria o impedir toda
mínima manifestación religiosa no islámica en Arabia Saudí. Creo que el Islam
actual no sólo no entiende la tolerancia sino que le importa muy poco y, por
eso, en la “guerra de las viñetas” yo veo sobre todo un ejercicio de fuerza por
su parte y un plegamiento de algunos ante esa fuerza que, sin embargo, no valen
para los cristianos porque nosotros no ponemos bombas y, por lo tanto, no damos
miedo.
P.: ¿Qué nos podría decir del personalismo de Karol Wojtyla?
R.: El personalismo de Wojtyla es una brillante
construcción intelectual surgida de una doble intuición, que la filosofía de
Tomás de Aquino tiene hoy todavía mucho que decir pero no todo y que el
pensamiento moderno ha dicho también muchas cosas interesantes. Es así,
básicamente una síntesis entre fenomenología y tomismo construida en torno a un
concepto de persona renovado y refundado que insiste en su carácter irreductible
y originario: cada persona es un ser único. Esta brillante antropología –muy
definida conceptualmente como se puede comprobar mediante la lectura de Persona
y acción- es una base solidísima para desarrollar una filosofía
personalista y, en consecuencia, para crear cultura favorable a una visión trascendente
del hombre.
P.: ¿Qué proyectos contempla para el futuro la Asociación
Española de Personalismo?
R.: La buena acogida que están teniendo nuestras
iniciativas nos estimula a lanzar nuevos proyectos, si bien tenemos que medir
nuestras fuerzas pues somos una asociación muy joven (apenas 2 años). Los
proyectos más inmediatos que prevemos son: organizar cursos sobre personalismo;
crear un foro personalista bianual y seguir con los Congresos Internacionales
sobre autores personalistas relevantes.
P.: Terminaremos,
si nos lo permite, con una pregunta de carácter personal con la que cerramos estas entrevistas.
¿Dónde se apoya, Juan Manuel Burgos, para mantenerse fiel a sus convicciones en
un mundo progresivamente hostil a toda expresión social que afirme
positivamente la posibilidad real de una vivencia trascendente y realmente humana?
R.: < Me apoyo en mi fe cristiana y en mi propia experiencia
interior. Ambas me dicen que, dentro de los fallos propios a todo hombre, el
camino que sigo es correcto y puede servir de ayuda a muchas otras personas.
Por lo que respecta al personalismo, hay, además, otro aspecto puramente filosófico.
Me gusta la filosofía y el personalismo me parece su mejor expresión en la
actualidad. Por eso me dedico a esta corriente filosófica. ·- ·-· -···
···-·
Fernando José Vaquero Oroquieta
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