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¡Oh patria! Cuántos hechos, cuántos nombres;
cuántos sucesos y victorias grandes...
Pues que tienes quien haga y quien te obliga,
¿Por que te falta, España, quien lo diga?
[Lope de Vega, La Dragontea ]
El cuerpo místico
por
Arturo Robsy
¿Qué es España? Esa
unidad de destino en lo universal, ese principio de atribución de mis
relaciones con el mundo, ¿es algo real o imaginación dislocada?
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A partir del momento en que sé que, desde la prehistoria hasta aquí,
han transcurrido dos mil años por el hilo conductor de la identidad de
nombres y emociones, me siento hoy responsable de toda la historia,
comprendo que la existencia de España es algo real, algo tan sólido que, en
lugar de deshacerse en los temporales de los siglos, ha crecido con cada
vida que bautizó y enterró.
La España de hoy es más grande que la de Felipe II, porque la
medida de una nación es el tiempo y no el territorio. España se mueve en la
historia a la vez que el planeta se mueve en el espacio. El planeta da
vueltas en torno a sí mismo, mientras que España avanza en lo temporal
hacia un futuro. La España de hoy también es más completa porque
dieciséis o diecisiete generaciones le han sumado sus hallazgos y sus
esfuerzos. Dentro de cuatrocientos años España aún será más grande, más
rica.
Se nos ocurre a todos añadir: «si sobrevive». ¿Es que corre peligro
España? Se lee en la prensa que sí; se ve en los separatismos que sí; se ve
en la colonización económica que sí, lo mismo que en la inoperancia del
sistema y en el entramado de intereses particulares. Se oyen en este sentido
muchos comentarios: «España se nos deshace entre las manos?» ¿Qué le
voy a hacer si no me lo creo? España es una Patria. Ha protagonizado una
historia larga y durísima precisamente a costa de estar en crisis, de correr
esos aparentes peligros de destrucción una y otra vez. Me excuso de citar
todos y cada uno de ellos. A todas las generaciones España ha estado a
punto de deshacérseles entre los dedos: la Primera República, el 98, el 36,
ahora. Pero aquí sigue España y esto sí que es incuestionable. No es un
nombre en el mapa o en la historia solamente: es una cultura milenaria,
universal y con vocación de eternidad, y eso no se muere ni se puede
matar.
A veces lo político se nos mezcla con lo universal. No dudo que el
sistema de esta España del presente se debilita solo: por irreal,
retóricamente representativo y corrupto como el resto de Occidente. Ni
dudo, aunque quisiera, que ello va a suponer una fuerte sacudida en todos
nosotros. Pero, gracias a Dios, España está por encima, a años luz por
encima de estos cambios políticos que serán pura anécdota dentro de dos
siglos.
Me importa más saber por qué estas cosas suceden y por qué tienen
que suceder una y otra vez. Hay sistemas que aspiran a representar a
España en un Estado que no está ni hecho ni pensado para los problemas y
realidades de esta época. Esos caen siempre al poco y con estruendo: ni
son realistas, ni son eficaces, ni son, por no ser, nada más que la
demostración de la contumaz tozudez de ciertas minorías. Hay otros
sistemas, otros estados, que nacen con su tiempo, que cubren una época y
que desaparecen suavemente - tristemente - una vez cumplida su misión.
Con mayor o menor acierto, algunos tratan de comprender a España; se
fijan más en lo permanente que en lo transitorio, y suelen solucionar gran
parte de las miserias causadas por la historia.
Uno de estos estados nacionales, o sea, ocupados especialmente por
España, es el que se vislumbra ahora. Pero para llegar a él antes hay que
llegar al ser de España; antes hay que comprender cómo es la Patria y qué
necesita. Y comprenderlo todos. Todos los fundamentales, al menos. Saber
que esta frágil estructura, doblada bajo el peso insensato de UCD, PSOE y
PP, se está cayendo sin arreglar nada, de puro imposible y débil, no
significa que cualquier otra cosa que la substituya será mejor si arranca,
como arrancó la "mala transición", de las prisas y de la negación de la
historia que nos prevenía en contra de lo que acabó haciéndose·- ·-· -···
···-·
Arturo Robsy
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