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¡Oh patria! Cuántos hechos, cuántos nombres;
cuántos sucesos y victorias grandes...
Pues que tienes quien haga y quien te obliga,
¿Por que te falta, España, quien lo diga?
[Lope de Vega, La Dragontea ]
La Academia Militar de Sevilla de 1.809
por
Francisco Ángel Cañete Páez
Sirvió de fructífera simiente en esa noble misión de formación de oficiales, dando origen a nuevos Colegios y Academias
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El 19 de Julio de 1808,
las águilas francesas que han invadido nuestro suelo se ven obligadas a abatir
su arrogante vuelo en los campos de Bailén (después serían igualmente
humilladas ante las murallas de Cádiz), primera derrota en firme del altivo
vencedor de Austerliz y Jena. Pero este triunfo de las armas españolas era sólo
el comienzo. La Patria tendría que prepararse para soportar una cruenta guerra
contra uno de los ejércitos mas importantes de todos los tiempos, tocando a
rebato por nuestras villas y ciudades para que sus hijos acudiesen prestos a su
defensa.
La Imperial Ciudad de
Toledo, cuenta por esos años con una Real Universidad de gran tradición
secular, pues ya en 1485 , los Reyes Católicos por Real Pragmática, habían
concedido autorización a la ciudad para crear el Colegio de Santa Catalina (con
rango de Estudio Universitario), que a partir del 22 de Febrero de 1520 se
convierte en Real Universidad.
El día 21 de Mayo de
1808, el Rector de dicha Real Universidad de Toledo, exaltado su ánimo y el de
sus profesores y alumnos por los tristes sucesos acaecidos en Madrid el día 2
de ese mismo mes de Mayo, clava en la fachada principal de la citada
Universidad una PROCLAMA invitando a sus alumnos a alistarse en un BATALLÓN
UNIVERSITARIO DE HONOR , que a expensas de la misma se va a constituir de
inmediato para combatir a las tropas francesas que han invadido nuestro suelo
patrio. A los alumnos que voluntariamente se alistasen se les otorgarían
determinados privilegios académicos, como los de “declarar ganados y
aprobados en sus respectivas Facultades todos los años que dure su milicia, y
si completasen los necesarios para obtener el Título de Bachiller en Facultad
Mayor, se les conferirá éste gratis y sin examen”. La Universidad se brinda
a subvencionar con sus fondos los primeros gastos que den origen a la formación
del Batallón, a los que se unen las donaciones de algunos profesores que llegan
a ofrecer sus propios devengos, de conformidad con el ardoroso texto de la
“Proclama” difundida con tan alto contenido patriótico.
Los estudiantes
toledanos, ante la expresión de tan elevados sentimientos, acuden a alistarse
en un número aproximado de trescientos, trocando sus libros por el fusil y las
aulas y los claustros académicos por el campo de instrucción primero, y de
batalla después. Sin mas demora, se forma ya de inmediato el Batallón
Universitario, que a las órdenes del Capitán de Milicias Provinciales Don
Bartolomé Obesso, el día 4 de Diciembre de 1808 parten para Andalucía, dando
escolta a la Junta Suprema, que ante el avance de las tropas francesas se ve
obligada a desplazarse hasta Sevilla, llegando a Córdoba el 23 de Diciembre y
permaneciendo en la ciudad califal hasta el 27, en que emprenden la marcha
hacia Sevilla. A su llegada a la vecina población sevillana de Alcalá de Guadaira,
en la Nochevieja de 1808, el pueblo, la nobleza y el clero que se han
desplazado desde Sevilla, vitorean y agasajan al Batallón de Alumnos toledanos,
los cuales fueron obsequiados con raciones de pan de la mejor calidad, llegando
a Sevilla en la mañana del día 3 de Enero de 1809 y acuartelándose en el
antiguo convento de los Padres Franciscanos de la Venerable Orden Tercera.
Sin el menor descanso se
dedican los escolares a la Instrucción del Recluta y a adiestrarse en el manejo
del arma y en la táctica de Infantería, Haciendo rápidos progresos y siendo
elegidos los mejores para dar la guardia de honor diaria en el Alcázar a la
Suprema Junta establecida en Sevilla.
Pero muy pronto iba el
Batallón Universitario a convertirse en Academia Militar, merced al celo y
entusiasmo puestos de manifiesto por un ilustre artillero y antiguo profesor
del Colegio de Artillería de Segovia, el Teniente Coronel Don Mariano Gil de
Bernabé, que llega a Sevilla en la primavera de 1809 y nada mas tomar el mando
del Batallón de Voluntarios de Honor concibe la idea de transformarlo en una
academia de formación de oficiales, por lo que con fecha 8 de Agosto de 1809, eleva
un escrito a la Suprema Junta Central, redactado en los siguientes términos:”En
la Academia que yo quiero establecer para instruir tales alumnos, saldrá el
mejor plantel de oficiales que tiene la nación; en mas de 15.000 estudiantes,
bachilleres, licenciados, doctores y aún catedráticos de Filosofía y otras
Facultades mayores que se precisan a tomar las armas, en las que no sólo podrán
escogerse en número grande de oficiales subalternos de compañía, sino que entre
ellos se descubrirán excelentes para jefes y aún para generales. No lo dudemos,
así como las tierras beneficiadas por semillas delicadas, dan con prontitud
sazonados frutos, de la misma suerte los estudiantes preparados para
conocimientos mas sublimes, deben en poco tiempo saber cuanto necesita un
excelente militar”.
Con estas palabras,
vertidas en tan razonable escrito, el eximio artillero y eminente profesor
militar Gil de Bernabé se configura como el verdadero precursor de la
Oficialidad de Complemento en España, de tan magnífico historial y buen
rendimiento en nuestro Ejército.
Estimaba Gil de Bernabé
que, tomando como base los Batallones Literarios de Toledo, Sevilla y Granada y
haciendo un llamamiento a todos los estudiantes mayores de diecisiete años que
hubiesen cursado tres en Facultad Mayor, se podrían organizar academias capaces
de formar más de 8.000 futuros oficiales precisos para poner al frente de un
ejército de 500.000 hombres, que se consideraba necesario para hacer frente a
las necesidades de la campaña. De este modo, el infatigable jefe de Artillería
acude a quien él cree que puede prestarle su valiosa ayuda en la empresa de
formación de la academia que desea llevar a término.
En
efecto, en el mes de Junio de 1809 es nombrado Asistente de Sevilla (ocupando
el cargo por segunda vez) el eminente patricio Don Jerónimo de Ustáriz y Tovar,
marqués de Ustáriz, y al poco de tomar posesión queda entusiasmado con la
propuesta de Gil de Bernabé y se dispone a prestarle todo su apoyo en tal
sentido, ejerciendo su valiosa influencia ante los miembros de la Junta Central
Suprema, como tal hizo; si bien, desgraciadamente, el marqués de Ustáriz no
llegaría a ver la inauguración de la Academia Militar de Sevilla, pues muy
quebrantado en su salud, fallece en esta ciudad el 27 de Septiembre de ese
mismo año 1809.
El
día 6 de Octubre, Gil de Bernabé vuelve a reiterar a la Junta su ofrecimiento,
contestándole la misma con fecha 14 del citado mes en la siguiente forma: “Ha
visto con complacencia la Junta Suprema de Gobierno, cuanto Usía propone lleno
de afán e ilustrado ardor por la buena causa en su papel del 6 del corriente,
sobre la necesidad de aumentar nuestros ejércitos en todas las Armas, con
proporción a las circunstancias y apuros en que nos encontramos, creando para
ello 8.000 Oficiales, y se ha servido aprobarlo en todas sus partes...”.El 14
de Diciembre de 1809 queda establecida la Academia Militar de Sevilla y el 16,
la Junta Central aprueba el Reglamento que debe observarse en la misma.
Integran la primera promoción 117 Alumnos (prácticamente todos pertenecientes
al Batallón Universitario de Toledo), que cursan las materias de Aritmética,
Geometría, Trigonometría, Fortificación, Dibujo Militar, Ordenanzas,
Contabilidad y Táctica Sublime. El uniforme que usaban los alumnos fue el mismo
que el del Batallón Universitario, compuesto de : casaca de paño color de
pasa, collarín y vueltas encarnados con ojales de estambre blancos, calzón de
paño blanco, botín alto negro y casco con visera y cimera de piel de oso con un
vistoso plumero rojo.
Dan
inicio las clases con la premura que la situación militar requiere,
compaginando los alumnos el régimen de las mismas con los servicios que
desempeñaban en el Batallón Universitario, hasta que al producirse la invasión
de Andalucía, éste recibe la orden de incorporarse al Ejército del duque del
Parque, mientras que la Academia se dispuso a tomar parte en la defensa de
Sevilla alentada por las palabras de su director: “Si los paisanos huyen,
no deben huir los soldados y menos, los que como vosotros se educan para
oficiales. Yo estoy a la cabeza de la Academia, mientras nos manden
obedeceremos y cuando esto nos falte haremos lo que nos dicte la razón y el
honor”. Ocupada Sevilla por los franceses en la mañana del 31 de Enero
de 1810, la Academia recibió la orden de servir de escolta a los caudales
públicos, cuyo convoy tomó la dirección del condado de Niebla, llegando a la
villa de Ayamonte, donde tras diversos incidentes es disuelta; embarcando Gil
de Bernabé hacia Cádiz el 11 de Febrero de 1810 y haciéndolo los alumnos el día
23; tres días mas tarde encuentran alojamiento en la Casa de Jóvenes de Marina
en la población de San Carlos.
Efímera,
como se ve, fue la vida de la Academia Militar sevillana, pero no tanto como
para haber servido de fructífera simiente en esa noble misión de formación de
oficiales, dando origen a nuevos Colegios y Academias, para cristalizar con el
paso de los años en las creación del Colegio General Militar y el Colegio de
Infantería de Toledo, instituciones prestigiosas ambas en cuyas aulas se
formaron lo mejor de nuestros Jefes y Oficiales de la segunda mitad del Siglo
XIX. La Academia Militar de Sevilla fue la médula y base de estos prestigiosos
Centros docentes y su director, Don Mariano Gil de Bernabé, ocupa desde entonces
un puesto de honor a la cabeza de los escalafones profesorales de la Enseñanza
Militar en España. ·- ·-· -···
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Francisco Ángel Cañete Páez
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