Arbil cede expresamente el permiso de reproducción bajo premisas de buena fe y buen fin | Para volver a la Revista Arbil nº 103 Para volver a la tabla de información de contenido del nº 103 | Disposición de la Jefatura del Estado por la que se liberan a todos los etarras con delitos de sangre [ BOE: 248 de 17/10/1977, páginas 22765 y 22766]
[Artículo del especial “Apreciaciones de Foro El Salvador ante el anuncio de una denominada tregua por parte de ETA”]
Documentos para la reflexión en torno a la denominada tregua anunciada por ETA por autores varios Hemos recopilado diversos textos (hasta 10) elaborados con motivo del anuncio de la denominada tregua por parte de ETA: las voces del Foro de Ermua, Asociación de Víctimas del Terrorismo, editorial de Páginas digital, Pío Moa, José Javier Esparza, Editorial de El Semanal Digital... Unos materiales para la reflexión, la crítica constructiva y la propuesta. | Relación de textos. 1.- Los obispos afirman que sólo les vale la disolución y desaparición de la banda (crónica del diario La Razón). 2.- Comunicado de prensa del Foro de Ermua. 3.- Nota de prensa de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en relación con el anuncio de alto el fuego decretado por la organización terrorista ETA. 4.- La ETA, más fuerte que nunca (Pío Moa). 5.- «Escenarios» de una previsible «hoja de ruta» propiciados por el anuncio de tregua de ETA (Fernando Vaquero). 6.- ¿Qué tregua? (Editorial de Páginas Digital). 7.- Una buena noticia para todos (Editorial de El Semanal Digital). 8.- Por qué el "alto el fuego" de ETA no es una buena noticia (José Javier Esparza). 9.- La tarea más complicada para lidiar con la tregua le toca a Rajoy (Antonio Martín Beaumont). 10.- Una paz basada en la justicia (José Luis Restán).
+++ Los obispos afirman que sólo les vale la disolución y desaparición de la banda. Los prelados vascos, sin embargo, reciben la noticia con «verdadera esperanza» y alivio. R.N. (La Razón, 23 de marzo de 2006). Madrid- El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Antonio Martínez Camino, manifestó ayer que es «insuficiente» la tregua anunciada por la banda terrorista y pidió la disolución la banda terrorista. Martínez Camino, que hizo esta valoración tras presentar el Nomeclátor 2006 de la CEE, afirmó que «nos alegramos de que los terroristas hagan pública su voluntad de no matar, extorsionar y de, suponemos, no seguir ejercitando las demás acciones terroristas. ¡Qué menos! Pero nos parece poco», añadió el portavoz de la CEE, que subrayó que «ETA debería anunciar su disolución y su desaparición. Eso es lo que esperan los ciudadanos de bien», según informa Servimedia. Martínez Camino también dijo que «parece evidente que ETA no puede, de modo alguno, poner precio de ningún tipo al respeto a los derechos fundamentales de las personas, ni al funcionamiento normal de las instituciones democráticas, que son las que tienen la legitimidad y la encomienda de velar por la solidaridad y por el bien común de España». En este sentido, Martínez Camino se remitió a los números 35 y 40 de la «Instrucción pastoral sobre la valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y sus consecuencias». El número 35 de la citada pastoral reza que «España es el fruto de uno de estos complejos procesos históricos. Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear no sería prudente ni moralmente aceptable». ETA no es interlocutor. Por su parte, el punto 40 afirma que «ante cualquier problema entre personas o grupos humanos, la Iglesia subraya el valor del diálogo respetuoso, leal y libre como la forma más digna y recomendable, para superar las dificultades surgidas en la convivencia. Al hablar de diálogo, no nos referimos a ETA, que no puede ser considerada como interlocutor político de un Estado legítimo, ni representa políticamente a nadie, sino al necesario diálogo y colaboración entre las diferentes instituciones sociales y políticas para eliminar la presencia del terrorismo, garantizar firmemente los legítimos derechos de los ciudadanos y perfeccionar, en lo que sea necesario, las formas de organizar la convivencia en libertad y justicia», añade el citado número. Finalmente, Martínez Camino expresó «la cercanía y la solidaridad de la Iglesia con las personas que sufren y que han sufrido las consecuencias de las acciones terroristas de ETA, de sus asesinatos, de sus extorsiones, de sus imposiciones y de sus amedrentamientos de todo tipo. La Conferencia Episcopal está con las víctimas del terrorismo». Bien distinta de la de la Conferencia Episcopal Española es la percepción que de la tregua tienen los obispos vascos, que manifestaron haber recibido «con verdadera esperanza» el alto el fuego y expresaron su apoyo a los gobernantes y representantes políticos que, en estos momentos, «tienen en sus manos la especial responsabilidad de conducir la construcción democrática de una sociedad justa y en paz». En un comunicado conjunto, el obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, el de San Sebastián, Juan María Uriarte, y el de Vitoria, Miguel Asurmendi, aseguraron que, en la medida en que este anuncio vaya a suponer una renuncia definitiva a la violencia, experimentan, junto con la sociedad vasca, «una sensación de alivio y una expectativa de que éste pueda ser un paso importante en el camino hacia una plena pacificación y reconciliación». Los prelados afirmaron que, a pesar de que intentos anteriores de pacificación no han llegado a dar «el fruto deseado», contemplan la nueva situación como una «oportunidad» de construir la convivencia social entre todos «desde la pluralidad legítima y democrática». «Todos los ciudadanos estamos llamados a contribuir a crear un clima social en el que se aleje definitivamente de nuestras relaciones el recurso a la violencia», añadieron. Comunicado de prensa del Foro de Ermua. El “alto el fuego permanente” de ETA es un nuevo engaño. Sólo cabe que ETA anuncie su disolución y los terroristas se entreguen a la Justicia Bilbao. 22 de marzo, 2006. Hace unas pocas horas la organización terrorista ETA ha distribuido un Comunicado anunciando que a partir de pasado mañana, viernes, declarará un “alto el fuego permanente”. Cabe destacar del comunicado de ETA los siguientes elementos: 1º-En ningún momento se anuncia el abandono de las armas, ni la renuncia al terrorismo como instrumento de acción política, ni la disolución de la banda terrorista. 2º-No se renuncia, ni siquiera temporalmente, a la extorsión, al aprovisionamiento para futuras acciones terroristas, ni al terrorismo callejero. 3º.-ETA sigue exigiendo concesiones políticas que resultan absolutamente inasumibles para una democracia y que, en particular, no tienen encaje alguno en la Constitución española. El comunicado está redactado en términos imperativos a los cuales, con calculada ambigüedad, supedita la permanencia del alto el fuego. Esta es la quinta “tregua” de cierta duración que ETA ha anunciado desde 1988, cuando lo hizo “con objeto de negociar una salida pactada al conflicto vasco”. El último alto el fuego, hecho público en septiembre de 1998, le denominó ETA “tregua indefinida y sin condiciones”, tras la revuelta popular de Ermua en el País Vasco y en toda España contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco en julio del año anterior, lo que les colocó en una situación de enorme debilidad y aislamiento. Esta tregua, como las anteriores, terminó con una nueva brutal campaña de asesinatos, que comenzó por el teniente coronel Blanco, siguió por Fernando Buesa y su escolta y continuó con decenas de muertos más. ETA no es y no puede ser un interlocutor político legítimo. No hay nada que negociar con la banda terrorista más allá de su entrega a los tribunales y su disolución. No puede haber premio ni recompensa por dejar de matar. Por otra parte, la experiencia y los términos del comunicado, nos obligan a desconfiar de las intenciones de ETA. La banda terrorista pretende debilitar la acción del Estado, hacer desistir de las convicciones democráticas a la sociedad y aprovechar para rearmarse y recomponer su entramado tanto en el ámbito institucional, como en su capacidad asesina, tratando así de superar su actual debilidad. Un mero “alto el fuego permanente” no cambia sustancialmente nada, es una mera declaración sin carácter definitivo que hay que interpretar como una acción táctica de la banda, la cual mantiene el chantaje terrorista condicionando su tregua a la asunción de sus objetivos políticos, igual que hizo en las anteriores cinco treguas. Los términos del comunicado, después de casi 40 años de actividad criminal, de la concesión -en octubre de 1977- de una amnistía general a absolutamente todos los presos de ETA, incluidos los condenados por delitos de sangre y de encontrarse en un momento de máxima debilidad, son inaceptables y deben ser rechazados por la democracia española. Los españoles ya hicimos un gran esfuerzo de generosidad en el nacimiento de nuestro Estado de Derecho, que ETA no respetó en lo más mínimo. Por ello, para que se pueda entrar en una negociación con ETA, deben cumplirse cuatro condiciones: -- Que ETA proclame su intención de disolverse de manera inmediata y definitiva como organización, -- Que anuncie que los terroristas huidos ya condenados o con causas pendientes, procesados o imputados, se entregarán a corto plazo a la Justicia del Estado, --Que ETA se comprometa a hacer entrega verificable de las armas y explosivos, y -- Que ETA declare que pone fin de manera inmediata a la extorsión, al terrorismo callejero y a cualquier uso de la violencia en todas sus facetas. Cuarenta años de sufrir la brutalidad y los reiterados engaños de ETA han enseñado a los ciudadanos vascos y a los del resto de España a no confiar en las medias palabras de estos criminales, a no dar crédito a sus vagos compromisos y promesas, que romperán nuevamente en cuanto les convenga hacerlo. No debemos repetir el ciclo de las anteriores cinco treguas-trampa de las cuales ETA salió reforzada tanto en su estructura, como en su legitimidad como interlocutor. Desde el FORO ERMUA pedimos al Gobierno y a todas las fuerzas políticas que no se dejen engañar, actúen con firmeza, responsabilidad y confianza en la derrota de ETA sin concesiones ni negociaciones, a través de los instrumentos del Estado de Derecho. Nota de prensa de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) en relación con el anuncio de alto el fuego decretado por la organización terrorista ETA. La Asociación de Víctimas del Terrorismo desea manifestar su más absoluto rechazo en relación con el anuncio de alto el fuego permanente decretado en la jornada de hoy por la banda terrorista ETA, ante la evidencia de que se trata de una nueva trampa de los asesinos para conseguir objetivos políticos. Nuestro Estado de Derecho no puede quedar sometido a los designios de viles criminales, que a lo largo de la historia han demostrado que sus únicos argumentos son el tiro en la nuca, la extorsión y el asesinato. Por lo tanto, el único comunicado que la AVT espera de ETA es el de su disolución y la entrega de los terroristas con el fin de que estos sean juzgados en España. Hasta la fecha ETA ha intentado en varias ocasiones engañar a la ciudadanía y a los máximos dirigentes de nuestro país con falsas propuestas de tregua, momento que los terroristas no han dudado en aprovechar para reorganizar sus comandos, rearmarse y volver a asesinar y a sembrar el terror en nuestra sociedad. Lamentablemente, las diferentes “treguas” que ETA ha decretado, tan sólo han servido para que posteriormente los asesinos hayan vuelto a destrozar la vida de cientos de familias, que vieron cómo quienes hoy de forma hipócrita hablan de “proceso de paz” colocaban coches bomba o disparaban de forma indiscriminada y salvaje contra sus familiares. El objetivo del citado alto el fuego no busca en ningún caso la mal llamada “paz” a la que hacen referencia, sino tan solo el chantaje al Estado de Derecho. Basta detenerse unos minutos a analizar el comunicado de los asesinos de ETA, para constatar que el mismo únicamente encierra un decálogo de condiciones impuestas al Gobierno, y en ningún caso una rendición de los terroristas como queremos todos los demócratas. Aceptar en estas condiciones como algo positivo el anuncio de ETA, supone implícitamente dar por bueno el pago de un precio político a los asesinos para que dejen de matar. Desde la AVT consideramos que ello supondría arrodillar al Estado de Derecho a los pies del terrorismo, y una nueva agresión a todos los que han sufrido el azote del terror. Por desgracia a lo largo de los últimos meses hemos visto como el Gobierno de la Nación ha permitido que quienes jalean y apoyan a los asesinos ocupen escaños en el Parlamento Vasco, que se homenajee continuamente a los terroristas de ETA en el País Vasco, o que Batasuna-ETA ofrezca un mitin en Baracaldo. Una vez conocido el anuncio realizado en el día de hoy por la banda terrorista ETA, cabe preguntarse si todas las concesiones anteriormente puestas de manifiesto y llevadas a cabo en los últimos meses, no constituían un mero anticipo del precio político que en los próximos meses el Gobierno de la Nación habrá de pagar a ETA por este gesto. Desde la AVT ya anunciamos al advenimiento del proceso que hoy se confirma, y que seguramente se verá corroborado en próximas fechas con nuevas concesiones como la legalización de Batasuna, beneficios encubiertos hacia los presos de ETA, etc. De nada servirán los sollozos, los homenajes y los minutos de silencio por parte de los partidos políticos cuando ETA vuelva a hacer lo único que sabe: asesinar. Por desgracia, cuando ese día llegue cada dirigente tendrá que asumir sus responsabilidades y ser consciente del aire y de la ayuda que ha brindado a los asesinos de ETA cuando estos se encontraban en el peor momento de su historia. Por lo tanto, la AVT solicita a los dirigentes de nuestro país que no se dejen engañar por falsas propuestas de alto el fuego-trampa, ni que negocien con quienes tan sólo entienden de muerte, extorsión y chantaje, ya que de esta forma tan sólo permitirían a los asesinos superar su actual fase de debilidad, para en un futuro no muy lejano volver a destrozar la vida y la esperanza de los ciudadanos. La ETA, más fuerte que nunca. Por Pío Moa (de Libertad Digital, 22 de marzo de 2006) En la última etapa de Aznar, la ETA se hallaba acosada, fracasando una y otra vez en sus atentados, con su financiación semidestrozada y proscrito su aparato político. La hazaña se había logrado partiendo de un principio muy simple: la aplicación de la ley a los criminales: aunque parezca mentira, fue la primera vez que se hacía desde la Transición. Antes se perseguía a la banda bajo el supuesto de que no existía “solución policial”, sino “política”, y, por consiguiente, la vía policial –la legal en un estado de derecho-- se supeditaba a la busca de acuerdos con los jefes terroristas. Ello significaba la quiebra de la ley y la legalización del asesinato como modo de hacer política. Era la vía preconizada desde el principio por el grupo PRISA y seguida vergonzantemente por todos los gobiernos, de derecha o de izquierda. Vergonzantemente, porque mentían a los ciudadanos negando sus tratos fraudulentos con la ETA, para ser desenmascarados de vez en cuando por los ufanos terroristas. La “vía política” consistió, en todos sus puntos, en una estafa a la democracia. Por el contrario, los gobiernos de Aznar demostraron que sólo la vía legal daba resultados y acercaba el fin de la pesadilla. En tales circunstancias, la llegada del gobierno actual ha sido la mejor noticia que haya tenido la ETA en su historia: tras verse al borde del abismo, ha podido recomponer sus aparatos y sus finanzas, se ha rearmado, ha probado que podía golpear donde y cuando quería, y ha logrado una parte muy sustancial de sus proclamados objetivos: liquidar la Constitución y abrir un proceso constituyente, o más bien desconstituyente, hacia la desintegración de España y de la democracia, que destruya todo lo construido desde la Transición. No es probable que se conforme con lo ya obtenido, pero ya ha adelantado un enorme trecho. Los terroristas y los separatistas jamás habrían logrado acercarse tanto a sus objetivos con sus solas fuerzas. Precisaban la colaboración de una fuerza nacional, y en los penúltimos tiempos de Aznar eso parecía imposible. El PSOE había optado por una política rara en él, renunciando a la mezcla de claudicación y terrorismo (GAL), para adherirse a la línea legalista de Aznar, en el Pacto Antiterrorista y por las Libertades. Ello cegaba las salidas a los pistoleros y a los demás separatistas, y establecía la base obvia de cualquier estado que aspire a sostenerse: una plataforma de principios inatacables (democracia y unidad nacional), sobre los que hacer política, e impidiendo hacer política contra ellos. Sin embargo, esa actitud socialista duró muy poco, y las mismas fuerzas que presionaban por la “solución política”, provocaron un cambio radical de postura: determinaron como enemigo fundamental al PP, no a los asesinos y secesionistas, y buscaron la alianza o complicidad de estos últimos para atacar directamente la Constitución. Una inversión completa del anterior pacto. Todos juntos organizaron grandes campañas desestabilizadoras. La maniobra, no sé si elaborada con detalle, se ha producido del siguiente modo. En primer lugar, el Plan Ibarreche-Ternera, plan separatista aunque conservase una ficción de unidad, útil para mantener a las Vascongadas en la Unión Europea. El plan fracasó aparentemente en el Parlamento, aunque sólo llevarlo a él ya pisoteaba la Constitución. Entonces entró el juego el plan B, de los separatistas catalanes, equivalente al anterior. La aprobación del estatuto secesionista catalán traería consigo, inevitablemente, la del plan Ibarreche-Ternera y un proceso de disgregación del país. Así, por una vía ligeramente indirecta, la alianza del PSOE con los secesionistas y los terroristas está destruyendo aceleradamente la Constitución. No es casual que la ETA declare su tregua cuando unas Cortes envilecidas, a impulsos de un gobierno anticonstitucional, aprueban la disgregación de España en seudonaciones. La tregua anterior se dio en una situación de debilidad de la banda, y como un modo de ganar tiempo para rehacerse. La actual es toda una declaración de triunfo: la ETA se siente muy próxima a ganar la partida. Durante dos años ha advertido al gobierno de Zapatero: “tienes que ir hasta el final, o atente a las consecuencias”. Y Zapatero y los suyos van cumpliendo, como hicieron después del 14-M con los islámicos. La ETA se siente más cerca que nunca de sus objetivos. Sus largos años de crímenes parecen tener por fin recompensa, y ésta sólo podía dárselo un gobierno enemigo y conculcador de la Constitución, es decir, de las libertades y de la unidad de España; es decir, un gobierno ilegal, porque lo es todo aquel que no guarda y hace guardar la ley, aunque haya salido de unas elecciones. Algunos ingenuos se preguntan cómo es posible esta colaboración. Muy simple: el rojo Zapatero y la ETA tienen la misma concepción de base: la idea de que las democracias --identificadas con “la derecha” o “el imperialismo”-- crean un “océano de injusticia y de pobreza”. Discrepan en los métodos para combatir la “injusticia”, pero se trata de una diferencia menor. En lo fundamental, en atacar a los causantes, según su trastornado juicio, de ese “océano”, están de acuerdo. Y el pobre Rajoy diciendo que apoyará al gobierno para que no pague un precio político a los terroristas. Y luego llama bobo a Zapatero… El precio político está ya pagado en gran parte, señor lince, a costa de la ley; otra cosa es que la ETA quiera más todavía. Siga usted “mirando al futuro”, a ver si nos aclara algún día qué es lo que ve. Pío Moa «Escenarios» de una previsible «hoja de ruta» propiciados por el anuncio de tregua de ETA. Por Fernando Vaquero (de www.paginasdigital.es 23 de marzo de 2006). Se venía esperando desde hacía meses, hasta el punto de que ya parecía haberse convertido en una auténtica «leyenda urbana». No obstante, en el fin de semana pasado se produjeron dos hechos, en el mundo nacionalista vasco, que prefiguraban la tregua. Veámoslos. 1. El anuncio de una manifestación unitaria de todo el nacionalismo, salvo el PNV, para el próximo 1 de abril en Bilbao bajo el lema «Konponbide garaia da. Euskal Herria. Erabakia. Adostasuna» (Es tiempo de soluciones. Euskal Herria. Decisión. Acuerdo). 2. Recambio en el instrumento mediático y negociador más próximo del PNV, Elkarri, transformándose en Lokarri; y celebrando el sábado 18 su primera manifestación con el lema: «acuerdo, consulta y reconciliación». No existen muchas diferencias, aparentemente, entre ambas propuestas; pero subyace la pugna por el liderazgo del conjunto del nacionalismo vasco, lo que se traduciría –más allá de los objetivos genéricamente compartidos- en los límites materiales y formales de la propuesta de paz, su calendario (más o menos comprimido) y sus instrumentos específicos. El objetivo final está claro: el ejercicio del derecho de autodeterminación por TODOS los vascos, lo que incluye, evidentemente, a los navarros. De modo que hasta después de las elecciones municipales y Forales del año 2007, según resultados, o ya transcurridas las generales del 2008, el PSOE no se atreva a incluir a Navarra, de una u otra forma, en el proceso, al menos de manera explícita. ¿Cómo ejercer el derecho a la autodeterminación?: por medio de un referéndum lo más «democrático» posible; lo que en clave nacionalista quiere decir que el triunfo de la opción independentista esté casi asegurado (¿acaso sin Ejército español, sin Guardia Civil…?). Pero, para que tal referéndum sea factible y aceptable para todo el nacionalismo, hay que recorrer varias etapas articuladas en diversas mesas: 1. Mesa de los partidos nacionalistas y sus agentes sociales. Las dos iniciativas antes mencionadas debieran confluir unificando objetivos y calendario; en aras de una mayor eficacia: la unidad de acción permite avanzar, la división debilita. Pero, aunque no se alcance un consenso, trabajarían en la siguiente. 2. Mesa de todos los partidos vascos «sin exclusiones», de modo que sus acuerdos puedan, idealmente, tramitarse por medio del Parlamento de Vitoria a efectos de mantener el formalismo institucional que evite una evidente ruptura constitucional. Con el precedente del «plan Ibarretxe», la «carretera» del Estatut habría que transformarla en «autopista» para alcanzar objetivos más ambiciosos. 3. Mesa de ETA y el Gobierno español, a efectos técnicos: cese del acoso judicial, situación de los presos (tema decisivo, pues deben contentar a miles de familiares ansiosos), aspectos relacionados con un eventual y progresivo desarme, retirada parcial del Ejército y la Guardia Civil… El contexto derivado de la inicial aprobación del Proyecto de Estatut, ayer martes 21 de marzo, desvela que el actual marco constitucional ha sido parcialmente desbordado. Vamos encaminados, por esa «carretera», a un cambio de Régimen que desemboque –transitoriamente- en una España confederal, estadio intermedio para la secesión de las «naciones» que así lo determinen (por referéndum). A corto y medio plazo, con esta «oportunidad» (¡ser el partido de la paz!), el PSOE tiene la posibilidad de volver a ganar las elecciones municipales del año próximo y las legislativas del 2008; salvo que ETA mate, que no lo hará al tratarse de un proceso de años que, acaso, requiera nuevas mayorías parlamentarias facilitadoras de un proceso constituyente: de la Ley a la Ley, formalmente legal, pero materialmente rupturista. El Partido Popular sólo tiene una opción: colaborar con el Gobierno en un previsible diálogo, pero como garante intransigente de la unidad nacional y constitucional. Quedarse fuera supondría, mediáticamente hablando, seguir siendo el «partido de la guerra», frente a los «deseos infinitos de paz» de Zapatero, de la sociedad vasca… y ¿de quién no? Y mientras tanto, impulsar todo tipo de iniciativas cívicas unitarias, el empleo de recursos legales e institucionales, etc. Aunque se empeñen los nacionalistas, Francia no se moverá ni un milímetro, pues el nacionalismo vasco –muy dividido además- apenas representa un 10% de los votos en los departamentos vascos. El Estado francés jamás cederá a ninguna fórmula confederal o análoga que lo rompa: son jacobinos, de los de verdad. Y no cederá ante los nacionalistas, pero tampoco ante ningún Gobierno español en deriva hacia su desintegración: ni el País Vasco es Irlanda, ni Iparralde es el Ulster… ni Francia es Gran Bretaña. Pero, si Euskal Herria es la futura Irlanda, ¿Navarra será el Ulster del pasado mañana? Tratarán de evitarlo, evidentemente. Pero todo ello, al menos, después del 2008. Y mucha paciencia, que nos vamos a hartar de palabras. Unas importantes, muchas superfluas, pero todas a considerar. ¿ Qué tregua? Editorial de www.paginasdigital.es 22 de marzo de 2006. La tregua anunciada por ETA será mala si Zapatero se empeña en conceder de antemano lo que sólo puede conceder después de que los etarras y su entorno se hayan comprometido a no matar más y a no extorsionar más. Hasta el momento, han seguido recaudando su llamado impuesto revolucionario y han seguido comprando armas. A los terroristas no se les puede premiar con alguna de las reivindicaciones políticas por las que han matado a mil personas. La memoria de las víctimas marca una línea roja que no se puede cruzar. Zapatero su vuelve a equivocar si sueña con una negociación política con el entorno etarra en la que el punto de partida sea el nuevo Estatuto de Cataluña. Una buena noticia para todos. Editorial de www.elsemanaldigital.com 23 de marzo de 2006. El terrorismo no ha terminado, pero se va a interrumpir, y esto alegra a todos los españoles. Ahora el presidente deberá intentar "una paz basada en la justicia" sin precios políticos. 23 de marzo de 2006. La tregua anunciada ayer por ETA es una buena noticia para todos los españoles. ETA interrumpe su carrera criminal, después de más de cuatro décadas matando, mutilando, secuestrando y extorsionando, en definitiva negando la vida y la libertad de los ciudadanos. ETA ha sido la negación de la paz y de la democracia, y un cese de actividades es evidentemente bueno. No es la primera vez que ETA declara treguas totales o parciales. Lo ha hecho en 2004 respecto a Cataluña, tras la mediación del líder de Esquerra Republicana de Catalunya Josep Lluís Carod-Rovira, y lo hizo en 1998 tras el pacto de Estella que implicó a todos los partidos nacionalistas vascos y a Izquierda Unida en una estrategia soberanista –que llevó al Plan Ibarretxe- coincidente con los objetivos de la banda terrorista. Y es que ETA ha anunciado que no matará, de momento, pero no ha dicho que esa posición sea definitiva, ni que se disuelva, ni que renuncie a sus metas. Se impone la prudencia. Cabe más bien la duda de que la tregua sea una parte de la estrategia terrorista para conseguir sus objetivos. ETA explícitamente justifica su paso diciendo que lo da para "construir un nuevo marco en el que sean reconocidos los derechos" que ellos atribuyen a Euskadi. ETA aspira hoy, como ayer, a la autodeterminación –antes llamada independencia, hoy "derecho a decidir"-, a la territorialidad –que implica la anexión de Navarra y de parte del departamento francés de los Pirineos Atlánticos- y a la liberación de los delincuentes encarcelados. Ayer intentaba conseguirlo con las armas, y hoy con la tregua. Aunque nadie debe engañarse, es buena noticia. No es casualidad que esta tregua se haya dado el 22 de marzo. El día anterior, el 21, la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados aceptó la capacidad del Parlamento catalán para definir a Cataluña como nación. Esa vía legal, abierta ahora por voluntad de José Luis Rodríguez Zapatero, permitirá que el País Vasco siga el mismo camino, y crea un marco adecuado para ciertas peticiones de ETA que hasta ahora no tenían cabida en nuestro Ordenamiento. El terrorismo no ha terminado, pero se va a interrumpir, y esto alegra a todos los españoles sin excepción. Será una alegría que a continuación ETA desaparezca, y que lo haga sin ningún chantaje más. El nacionalismo vasco por un lado y el Gobierno de Zapatero por otro tienen que resistir la tentación de aprovechar políticamente esta coyuntura en su propio beneficio. Se trata, como la misma ETA dice, y como la gente espera, de construir "una paz basada en la justicia". Pero una paz sin precios políticos. Por qué el "alto el fuego" de ETA no es una buena noticia. Por José Javier Esparza (de www.elsemanaldigital.com, 23 de marzo de 2006) ETA es una banda terrorista, esto es, una organización armada. Su fuerza está en las armas. Si ahora dice que las hará callar por un tiempo, eso sólo puede significar una cosa: que ha encontrado bazas mejores para lograr sus propósitos, bazas que le permitirían alcanzar sus objetivos con menos riesgo. Tales bazas sólo puede habérselas proporcionado el Gobierno. No puede considerarse tranquilizador. En esos propósitos de ETA, en sus objetivos, está el meollo de la cuestión. ETA mata por un programa de carácter político. Ese programa contempla, con carácter fundamental, la autodeterminación del País Vasco (como paso previo a la independencia), la anexión de Navarra y la excarcelación de los terroristas presos. ETA no ha rebajado sus exigencias. En consecuencia, hay que preguntarse por qué ETA piensa que hoy puede acercarse a esos objetivos sin matar. Y eso hay que preguntárselo al Gobierno, que, además, en los tres frentes ha enviado señales al mundo etarra. ¿Qué ha comprometido exactamente ZP en el "proceso de paz"? Lo que ETA ha anunciado es un "alto el fuego permanente". Un alto el fuego es ese trance en el que ambos contendientes suspenden los tiros –pero sin dejar de tener el arma en la mano. Una situación así nunca puede ser "permanente", porque ninguna fuerza puede congelarse en una exhibición inmóvil. Por definición, el alto el fuego es un ínterin que sólo tiene dos salidas posibles: o la rendición, entregando las armas, o la reanudación de las hostilidades. Sabemos que ETA no desea rendirse porque no ha dejado de rearmarse. Por consiguiente, la amenaza continúa. El alto el fuego, también por definición, es bilateral: nadie levanta el arma si el enemigo sigue disparando. ETA habla de "alto el fuego" y no añade "unilateral" (algo que sí hizo cuando la tregua con Aznar). Por consiguiente, hemos de pensar que la nueva situación implica también un "alto el fuego" por parte del Gobierno. Eso sólo podría traducirse en la suspensión de la actividad antiterrorista del Estado. He aquí una nueva pregunta que hay que dirigir al Gobierno ZP, máxime si tenemos en cuenta que desde hace largos meses no hay ni una sola detención de etarras en suelo español: ¿estamos también nosotros en "alto el fuego"? Más allá del deplorable júbilo de los medios progubernamentales, conviene tener presente que estamos ante una banda armada que se encuentra, hoy, en su mejor momento desde hace años y con más influencia política que nunca. Esa influencia se la ha otorgado el Gobierno al alimentar las expectativas sobre un "proceso de paz". Como esa "paz" depende enteramente de la voluntad de ETA, los terroristas tienen al Gobierno en sus manos: un solo atentado mortal y ZP se hundirá. El PSOE, que lo sabe, hará lo imposible para contentar a ETA. Y ETA, que, por supuesto, también lo sabe, hará lo imposible para coaccionar al PSOE. Y los hay que todavía están contentos. La tarea más complicada para lidiar con la tregua le toca a Rajoy Por Antonio Martín Beaumont (de www.elsemanaldigital.com, 23 de marzo de 2006) La idea de que mientras rija el "alto el fuego" no va a haber asesinatos ha alegrado al pueblo español, y eso dificulta la misión del PP de recordar que no puede haber cesiones a la banda. La tregua de ETA, "alto el fuego permanente" en los términos de la banda terrorista, ha creado esperanzas en el conjunto de la sociedad española. Es natural y bueno que sea así: a nadie le agrada ser extorsionado, amenazado y humillado, y nadie mentalmente sano desea ver sangre en las calles. Todo lo que nos aleje de ese escenario, que ha sido el de los últimos cuarenta años por culpa de ETA, es buena noticia. No hay duda. Otra cosa es que para llegar al final de ETA no puede pagarse, por muchas razones políticas y morales, ningún precio. Ya que, entre otras cosas, ETA tiene una larga historia detrás de treguas rotas y de promesas incumplidas, además de que sería difícil explicar que cuatro décadas y casi mil muertos después se cede ante su chantaje. Para ese viaje no necesitábamos alforjas, diría un castizo: acabar con ETA cediendo ante los terroristas es algo que cualquier Gobierno anterior podía haber hecho y ninguno hizo. Pero el problema para el partido de la oposición -sólo hay uno, a día de hoy, y es el PP- es cómo conjugar la necesaria cautela, derivada de una experiencia que sólo él atesora, al parecer, con la explosión de alegría y esperanza que la noticia ha causado en el pueblo español. Como con la "tregua trampa" de 1998 y 1999, el PP tiene ante sí una etapa muy difícil de contención. Y esta vez, además, en la oposición. Mariano Rajoy, naturalmente, acudirá la semana que viene a la cita con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, aunque ya asume que el Gobierno no va a convocar –aún- el Pacto Antiterrorista. Y en este caso, como en otros, el líder de la oposición tiene que conservar la sangre fría, pensar en términos políticos, analizar el sentimiento de ilusión que el anuncio etarra despierta en la gente y dar con la fórmula mejor para mantenerse firme para evitar que el Gobierno ceda al pago de cualquier precio político impensable y, ya estratégicamente hablando, que el PSOE rentabilice en exclusiva la tregua. El "número uno" del PP puede de momento aferrarse a que en el comunicado de ETA nada dice que la tregua sea definitiva, y a que la banda se ha rearmado y reorganizado en estos meses, lo que hace pensar en futuras acciones. Si Rajoy pide prudencia, debe ser escuchado. Pero la mala noticia para el PP es que -no por casualidad- la tregua llega justo después de la reforma estatutaria catalana, es decir, justo después de que las Cortes hayan aceptado que en España puede haber varias naciones. Eso es, claramente, la mejor baza negociadora de Zapatero y si los españoles ven que eso va a traer la "paz" de nada van a servir por parte del PP ni los lamentos ni los argumentos jurídicos complejos. El PP tiene por delante una etapa complicada, en la que los intereses de ETA y los del PSOE coinciden. Mao decía aquello de "si te pisan conviértete en alfombra". Sin llegar tan lejos, los populares pueden convertir este obstáculo en una ventaja y en un trampolín. Encontrar la fórmula adecuada para comunicar con la gente, sin asustar pero sin aceptar engaños, es ahora la tarea fundamental que tiene por delante Mariano Rajoy; y por supuesto dar con las personas adecuadas para hacerlo. Intentar otra cosa sería un suicidio, y si alguien no lo recuerda puede preguntar a José María Aznar por la anterior tregua terrorista. Una paz basada en la justicia. Por José Luis Restán (de www.paginasdigital.es , 23 de marzo de 2006) Pocas cosas pueden sorprender en el escueto comunicado en el que ETA anuncia un “alto el fuego permanente”, pero hay una que produce estupefacción: su afirmación de que se trata de construir una “paz basada en la justicia”. Cuando algunos ya saludan a los encapuchados como buenos chicos que están empujando para superar el conflicto, conviene recordar que estamos ante una banda que ha asesinado a un millar de españoles, ha provocado el exilio de miles de vascos, y ha extorsionado sin piedad para alimentar su propia maquinaria del terror. No encontramos ni una sola rectificación de todo esto en el comunicado de la banda; más bien parece, en perfecta coherencia con su matriz ideológica marxista, que contempla estos decenios de terror como un periodo necesario para desembocar en un proceso político que debe llevar a la autodeterminación de una fantasmagórica Euskalerría, que naturalmente incluya a Navarra y el País vasco-francés. Así las cosas, uno se pregunta sobre qué justicia se basa la paz que nos propone ETA. Está claro que es una buena noticia que la banda etarra decida silenciar sus armas. Pero eso no nos introduce de por sí en el país de las mil maravillas. Por el contrario, se abre un escenario resbaladizo y lleno de ambigüedades. Por eso resultan especialmente clarificadoras las palabras del portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, quien ha advertido que ETA no se disuelve (luego su violencia latente pesará como espada de Damocles sobre el famoso proceso), que la paz no puede tener precio político alguno (pero Ibarreche ya ha lanzado su mesa de partidos para cambiar el marco institucional del País Vasco, y los nacionalistas no esconden su convergencia de objetivos en lo que se refiere a la autodeterminación) y por último, que la memoria y la dignidad de las víctimas deberían ocupar un lugar primordial en la gestión de este nuevo escenario. A la vista de la euforia mediática y política que se ha levantado, cabe dudar de que esta claridad presida los próximos tiempos. Y sin embargo sería imprescindible, para que la maldad de ETA no siga contaminando la convivencia civil, aunque ahora sea por caminos diferentes a los de las pistolas y las bombas. Es un sarcasmo muy duro de tragar que los asesinos que han hecho de la violencia más cruel el instrumento de su acción política nos hablen ahora de construir la paz basada en la justicia. Se comprende que el Gobierno y las fuerzas políticas deben explorar este laberinto, pero si el tratamiento del problema criminal de ETA se entremezcla con las pretensiones soberanistas del mundo nacionalista, tendremos más motivos para la inquietud que para la esperanza •- •-• -••• •••-• Autores Varios
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