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Disposición de la Jefatura del Estado por la que se liberan a todos los etarras con delitos de sangre
[ BOE: 248 de 17/10/1977, páginas 22765 y 22766]
Una creciente necesidad: el asociacionismo crítico de los telespectadores ante la deriva de contenidos y de orientación de las televisiones.
por
José Basaburua
Existe una potente interrelación entre el enorme atractivo y poder de las televisiones y los imperativos publicitarios. Reflexiones críticas, sobre el panorama actual de los medios de comunicación, desde la mirada y la voz de Maribel Martínez Eder: pionera del asociacionismo de los telespectadores y radioyentes en España
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El poder de los Medios de
Comunicación. Una panorámica desde Navarra
El pasado 16 de marzo de 2006 se desarrolló una nueva sesión
de los denominados “Talleres de Realidad” organizados por la Fundación Leyre de
Pamplona. En esta ocasión se contó con la participación de Dª. MARIBEL MARTÍNEZ
EDER, Presidenta de la Asociación Plaza del
Castillo y portavoz de FIATYR. Su título: El
poder de los Medios de Comunicación. Panorámica Navarra”.
La ponente fue objeto, hace
algunos años, y junto a otros pioneros de este campo, de una ilícita campaña de
desprestigio desde algunos programas sensacionalistas de Tele 5 por medio de grabaciones
no consentidas con “cámara oculta”, con el objetivo de desacreditar al movimiento
social de los telespectadores y radioyentes. No por ello ha acusado, desde
entonces, desaliento alguno como efecto de la agresión. Igualmente, demostró a
los asistentes que tampoco ha rebajado unos firmes criterios mantenidos con
coherencia a lo largo de su dilatada experiencia.
Su punto de partida, insistiendo
en ello, fue la siguiente afirmación rotunda: “la sociedad española,
humanamente hablando, es más rica y mucho más culta que lo que las televisiones
reflejan”; no en vano, desde las mismas una minoría impone sus criterios al
resto de la sociedad. Prueba de ello sería la existencia de una opinión pública
crecientemente crítica ante el actual estado de cosas, lo que se refleja en el cada
vez más común comportamiento consistente en “apagar la televisión”. Pero, el
poder social, cultural y político de esa minoría, no obstante, es inmenso:
puede afirmarse que el poder de los medios de comunicación es superior a los
poderes tradicionales; afirmación acreditada por la renuncia del poder político
al cumplimiento estricto de las leyes en este medio.
Los imperativos publicitarios.
La ponente destacó, como factor decisivo
en la elección de los contenidos y en la orientación de las televisiones, el enorme
impacto de la publicidad, cuyo montante económico es gigantesco. Destacó los
siguientes aspectos:
1. La presencia de la publicidad
desborda a la propia televisión; encontrándola en numerosos ámbitos de la vida
social y pública.
2. Los medios de comunicación
dependen en sus cuentas de resultados de las cuotas de publicidad; incluidos
los de titularidad pública. Una dependencia que determina contenidos y hasta
sus horarios.
3. La publicidad “vende” no sólo
productos, sino, y ante todo “valores”, por medio de la promoción de
determinadas imágenes físicas, que pretenden modelar a toda la población. De
modo que la televisión asume un rol de cambio social.
4. La publicidad impacta
especialmente en los valores estéticos y mentales de las nuevas generaciones,
orientándolas hacia el consumismo y el relativismo.
Expresión divertida y muy
extendida de este poderoso influjo es la opinión de quienes aseguran que “lo
que más les gusta de la televisión son los anuncios”. Pero la contrapartida cultural
y social de tal percepción es que, de este modo, las televisiones se han
convertido en un auténtico catálogo de venta de productos de todo tipo. A ello
se le suma otro fenómeno: paradójicamente, baja la calidad de los contenidos
televisivos, mientras que sube la calidad de la publicidad, como producto
estético y tecnológico de incuestionable ingenio en muchos casos.
Otra consecuencia –ya mencionada- de
su influencia es que los propios contenidos materiales televisivos están
condicionados por una publicidad que reviste diversas formas: los clásicos
anuncios, los patrocinios, la publicidad encubierta…
Pero pese a que la legislación
contempla una cuota publicitaria, en cortes, del 20% del total de los espacios,
es evidente que tal previsión se incumple, derivando en una relajación de la
legislación; tanto de hecho como de derecho.
Las españolas son, seguramente,
las televisiones con mayor carga publicitaria del mundo. Para alcanzar tales
méritos, la ponente recordó como dos series de producción española, punteras
hace bastantes años, marcaron “un antes y un después” en la incorporación de diversas
modalidades de publicidad en sus contenidos: “Farmacia de guardia” y Médico de
Familia”. Desde entonces, nuestro umbral de resistencia ante la invasión
publicitaria de los contenidos televisivos se ha rebajado. Pero, igualmente
grave, es que nos hemos acostumbrado a ser testigos pasivos y acríticos de toda
clase de manifestaciones de violencia, genitalización de los afectos, etc.
No se puede separar, aseguró, las
tendencias sociales en curso con los contenidos y modelos televisivos. Así,
desde tales medios, también se propugna una adolescencia -con todos sus valores
externos y físicos- que se adelanta en el tiempo a costa de la infancia; pero
que en su temporalidad ya no parece tener fin…
Por lo que respecta a este
apartado relativo a la publicidad, recordó que los grandes sectores que se sirven
de la misma son: automóvil, telefonía móvil, alimentación y limpieza. En este contexto,
la Unión Europea está contemplando la regulación de la publicidad encubierta
legalizándola; medida de controvertidos riesgos que viene suscitando un gran
debate, al menos en otros entornos.
¿Televisión versus realidad?
Otra expresión de la degradación
de sus contenidos, relacionado con esa capacidad de “aguante” pasivo de los
telespectadores, es lo que nos ofrecen las televisiones como “la auténtica realidad”:
violencia, expresiones culturales de bajísimo nivel, lenguaje pobre, estética
de mal gusto… Paradójicamente, por el contrario, la publicidad promueve modelos
inalcanzables para la inmensa mayoría de usuarios…
Este contexto de deriva televisiva,
en aras de objetivos predominantemente mercantilistas y de cambio social, exige
una respuesta colectiva; una acción social positiva y decidida, especialmente en
defensa de los más desprotegidos, ante unos contenidos manipuladores: los niños
y los adolescentes.
La televisión, nos recordó, es un
medio potente, extraordinario, próximo, comunicativo… Pero sus contenidos en
horas de máxima audiencia son deplorables, aseguró, hasta el punto de que la
“crónica negra” ya es un contenido que siempre proporciona material seguro y
que se ha incorporado a los informativos estrella. Por todo ello, el concepto
de “televisión basura” no ha perdido vigencia y, si bien los actores emisores
son responsables de lo emitido, también los ciudadanos tienen una
responsabilidad en su transformación por medio de la reivindicación y la
participación: pero en primera persona.
Además de ese influjo negativo en
niños y adolescentes, rebaja del nivel cultural y ético, no puede desdeñarse otros
graves efectos negativos del medio televisivo. Es el caso de los comportamientos
miméticos que se han podido detectar en fenómenos asociados a determinados crímenes
y asesinatos y con el mundo de la pornografía.
¿Crisis en los índices de
audiencia de la televisión?
Pero aunque, aparentemente, la
televisión lo invada todo, a causa de esa degradación está en crisis: los
telespectadores se están cansando y buscan fórmulas alternativas de ocio. Prueba
de ello es la pérdida, en conjunto, de un buen porcentaje de sus niveles de
audiencia: hay menos espectadores que años atrás; y no sólo porque se haya
diversificado la oferta en número de cadenas, o por el impacto de Internet y
las nuevas tecnologías (consumo casero de DVDs, etc.).
Los poderes públicos, no podía ser
menos, tienen mucha responsabilidad en todo ello: por acción y, también, por
omisión. Así nos comentó, como ejemplo, que el actual gobierno ha ejecutado ciertos
signos de importancia: es el supuesto de la clausura de algunas de las
televisiones que emitían pornografía en abierto durante la mayor parte de su
programación horaria. Nuestra conferenciante valoró como muy positivas tales
actuaciones, pero teme igualmente que queden únicamente en eso, en simples
gestos aislados; cuando lo que debe hacerse en avanzar decididamente en la
línea marcada por la tan esperada Ley Audiovisual.
En su intervención, dialogada constantemente
con unos asistentes que la acribillaron a preguntas, también se posicionó ante
el impacto cultural de Internet, destacando dos aspectos fundamentales a su
juicio: la peligrosa nivelación de tan dispares contenidos, y una auténtica
segregación física, tecnológica y mental entre las generaciones.
Respecto a la polémica suscitada
con la creación del CAC, como respuesta a otra pregunta del público, aseguró
que la opinión de las asociaciones del sector es unánime: es necesaria una
autoridad audiovisual independiente en la que participe la sociedad con un
carácter lo más representativo y cualificado posible y entre cuyas funciones
figure, preferentemente, modificar las perniciosas tendencias señaladas.
También se debatió en torno a las
perspectivas abiertas con el tan anunciado “apagón analógico” y las generadas
por la “televisión digital terrestre”: pluralismo en los contenidos,
interactividad… Pero que también conlleva algunos riesgos, como es que una
concentración de las productoras de los contenidos oferte una aparente pluralidad
pero que, en realidad, se trate de una uniformidad cultural de hecho dirigida
por el “pensamiento único”.
A petición de los asistentes se
comentaron otras diversas cuestiones: la situación específica en Navarra, las
concesiones de televisión digital terrestre, las “radios piratas”, el papel del
Consejo Audiovisual de Navarra, la creación de una Oficina de Defensa de la
Audiencia, la salud del movimiento asociativo, la receptividad de los partidos
políticos, etc.
Una intensa sesión informativa que
invoca a la participación social activa también en este medio.
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José Basaburua
Dirección
electrónica de interés:
www.asociacionplazadelcastillo.org
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