Tengo un amigo que siempre que me ve, me pregunta qué va a hacer la gente de orden. La próxima vez que le vea le responderé que paradójicamente, la gente de orden deberá de emprender la rebelión cívica. Porque la gente de orden acepta la legalidad vigente, el orden y la paz social. Pero no puede permanecer en el sillón cuando el gobierno de turno pretende imponer su voluntad política como norma suprema. Pasaron por encima del dictamen del Consejo de Estado sobre el texto de reforma del Estatut de Cataluña. No detallan la memoria económica del nuevo PER porque lo importante es asegurar el pesebre. Pasan por encima del criterio de la comisión delegada para asuntos económicos porque los ‘pejigueros’ funcionarios no van a frenar un proyecto del gobierno. Y para demostrar las relaciones “fluidas y cordiales” con la Iglesia y la Santa Sede, un día antes de la visita del Papa a España, ‘expropian’ el seminario de Bergara (Guipúzcoa). Dos semanas más tarde, la televisión pública emite en pleno Telediario un reportaje sobre cómo apostatar. Y eso que los misioneros españoles se han convertido en el mejor embajador español en Oriente Próximo y en el resto del mundo. Pero da igual: la hoja de ruta del laicismo prima sobre la diplomacia. Eliminado el Dios cristiano, la ética pública se convierte en la nueva ‘religión’ del Estado. Lo mismo ocurre con la LOE y Educación para la Ciudadanía. El gobierno ignoró los tres millones de firmas de la CONCAPA a favor de la asignatura de religión y ha ‘ninguneado’ a los casi dos millones de españoles que salieron a la calle el pasado 12 de noviembre para exigir respeto para la libertad de educación. Más. El gobierno se comprometió a no iniciar la negociación con ETA si no existía un fin “total” de la violencia. Las cartas de extorsión y los actos de violencia callejera evidencian que la violencia permanece. Pero da igual, porque la voluntad política vuelve a estar por encima de los compromisos políticos y ciudadanos. Ante semejante ejercicio de totalitarismo político no cabe otro recurso que no sea la rebelión ciudadana. ¡Basta ya, hasta aquí hemos llegado! No vamos a seguir contemplando impasibles la reconstrucción de España, el pisoteo de las libertades, el acoso a lo católico y la vergüenza de una rendición indigna, humillante e inmoral. Es el momento de la rebelión. Con causa. Demasiada causa •- •-• -••••••-• Luis Losada Pescador
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