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Los abortos legales realizados en España durante el periodo de Felipe González desde el 5 de Julio de 1985 (sanción de Juan Carlos I) hasta el 5 de Mayo de 1996 (Toma de posesión de Aznar) fueron 359.624.
Los abortos legales realizados durante la presidencia de José María Aznar desde el 6 de Mayo de 1996 (Primer día de gobierno) hasta el 17 de Abril de 2004 (Toma de posesión de Rodríguez) fueron 511.429
(Fuente: Subdirección General de Promoción de la Salud y Epidemiología)
Verdades privadas y verdades públicas
por
Jesús Ortiz López
En toda época el derecho se apoya en la naturaleza humana y sólo por excepción intenta contradecirla, con grave riesgo para la sociedad y para la libertad de las personas, como ocurre en nuestra época al intentar aislar el derecho positivo de la ley natural
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La joven alemana
Sophie Scholl contribuyó con su sacrificio a la caída del nazismo, actuando
como una nueva Antígona que se opone a las leyes injustas con la ley más
antigua del mundo, la ley natural. En febrero de 1943 Sophie y su hermano Hans
fueron detenidos por lanzar hojas de propaganda antinazi en la universidad. Después
de tres días de interrogatorio fueron juzgados, junto un amigo suyo, y
condenados los tres a muerte en la guillotina. La sentencia se ejecutó al día
siguiente. Este suceso real ha sido llevado recientemente a la pantalla
cosechando importantes premios y opta a los Oscar como película en lengua no
inglesa. En el interrogatorio ella pregunta: «¿Por qué me castigan?» Y a la respuesta:
«¡Es la ley!» ella replica: «La ley se puede cambiar, la conciencia no». Mientras
el interrogador la tacha de ser poco realista, ella responde: «Lo que digo
tiene que ver con la realidad y la costumbre, con la moral y con Dios», pero
sólo recibe la tajante respuesta: «Dios no existe». Y así vemos que, por encima
de las apariencias, queda una vencedora y un vencido, a la vez que advertimos
que la violencia procede de la falta de religión.
Si miramos al
siglo V antes de Cristo encontramos al personaje de Antígona que se enfrenta al
tirano Creonte porque reconoce el valor trascendente de las leyes de naturaleza
que sostienen el desarrollo histórico. Entre el tirano y la valerosa joven se
produce un diálogo que hace chocar la ley natural con la voluntad arbitraria
del poder: «No creía yo que tus decretos tuvieran tanta fuerza como para saltar
por encima de las leyes no escritas, inmutables, de los dioses: su vigencia no
es de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe cuándo fue que aparecieron».
Esa actuación de Antígona muestra que las normas éticas no son creación de los
hombres ni dependen esencialmente de una época determinada de la historia,
puesto que aparecen como una realidad anterior objetiva fundada en la
ordenación de la naturaleza y de la condición humana, que remiten a los dioses.
El pensamiento
moderno ha cuestionado la ley natural como algo heterónomo cuando piensa que
impediría la realización del hombre, como afirmaba el filósofo Sartre: «No
existe naturaleza humana, porque no hay Dios que la pueda haber pensado» (L’existencislisme
est un humanisme). Otros pensadores han planteado la necesidad de una ética
común por consenso, pero ajena a las creencias religiosas, para orientar
nuestro mundo globalizado, aunque paradójicamente está más fragmentado en los
bienes y valores básicos. Sostienen que ninguna verdad privada puede aducirse para
criticar una verdad pública, con
la intención de
lograr la convivencia entre distintas religiones, y naturalmente también para
poner orden en el comportamiento humano. Algunos consideran que deberíamos
evolucionar hacia una nueva generación de religiones sin pretensiones de
verdad, quedando sometidas al principio ético de verdad; sin embargo, pienso
que los presupuestos ideológicos que los sustentan tienen un concepto reductivo
de la religión como un hecho cultural sin trascendencia alguna.
El
entendimiento entre religiones y culturas me parece más bien una cuestión de diálogo
sincero sobre la base de la identidad y del sentido. Se parece a lo que ocurre
con las vidrieras de las catedrales vistas desde fuera o desde dentro, y por
tanto de modo distinto, de lo cual no se puede deducir que todas las
perspectivas y opiniones serían equivalentes porque cada uno vería una parte de
la verdad. Ahora bien, para no hacer del diálogo un engañoso relativismo sobre
la verdad es preciso añadir que las dos posturas no son equivalentes, porque
las vidrieras son una realidad con un sentido determinado por su finalidad en
el ámbito religioso de la catedral. No están para ser vistas por fuera, ni
siquiera por dentro como en un museo, porque son sencillamente un elemento más
de un conjunto de significado religioso para contribuir a las celebraciones
litúrgicas de esa comunidad cristiana en la catedral. Si se prescinde de su
naturaleza, de su finalidad, y de su función, pierden su sentido y se
convierten en una pieza de museo. En definitiva, hay que reconocer que no todo
es relativo y por eso el creyente puede razonar a cualquiera que su «verdad
privada» puede ser verdad universal, a condición de razonar con seriedad y
buscar sinceramente la visión de conjunto, como ha hecho Ratzinger con
Habermas, D’Arcais o M.Pera, entre otros muchos, incluidos judíos y musulmanes
durante su primer año de pontificado.
En suma, la ley
natural es el código más antiguo del mundo, anterior a cualquier ley positiva
porque está inserta en la ontología de la persona; sin embargo la ley natural
es ordenación de la razón y no puro biologismo, y debe ser entendida desde una antropología
trascendental. Cicerón, en el siglo I antes de Cristo, consideraba la ley natural
como ley suprema que fundamenta el derecho «que es común a todos los tiempos y
ha nacido antes de haberse escrito ninguna ley ni constituido ninguna
ciudadanía». Por ello esta ley conocida por los hombres es la medida para
valorar las leyes humanas, y así unas serán justas y otras sólo serán
utilitarias: «De manera que no hay en absoluto justicia si no hay naturaleza y
la que se establece por razón de una utilidad, se anula por otra utilidad» (De
legibus). Vemos, en definitiva, que en toda época el derecho se apoya en la
naturaleza humana y sólo por excepción intenta contradecirla, con grave riesgo
para la sociedad y para la libertad de las personas, como ocurre en nuestra
época al intentar aislar el derecho positivo de la ley natural. ·- ·-· -······-·
Jesús Ortiz López
Visualiza la realidad del aborto: Baja el video Rompe la conspiración de silencio. Difúndelo.
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