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Romance del Tío Pelé por Martín Ibarra Benlloch Este romance del primer gitano beatificado –4 de mayo de 1997-, ha sido escrito sobre la falsilla del Via Crucis, con sus catorce estaciones. En ellas se desgrana el proceso de detención, prisión y martirio del beato Ceferino, conocido por todos como el Pelé. El mártir del rosario es un buen ejemplo para todos, sean o no calós. Bajo su intercesión y la de la Virgen -a la que tanto quiso-, nos ponemos | I . ¡Válgame la Virgen! ¡Tantos hombres contra uno y además inocente!. Llegan ya los milicianos y bajan de los camiones, registran casas y plazas, esquinas y callejones. Han entrado en la catedral y prenden fuego a los retablos. Arde uno, arden veinte y se ríen como diablos. Ven pasar a un buen cura y entre varios lo detienen. Lo zarandean y se mofan con él se entretienen. Ve la escena Ceferino que ha ido a ver lo que pasa. Que le dijo don Nicolás que saliera un momento de casa. ¡Válgame la Virgen! ¡Tantos hombres contra uno y además inocente! Esto dice Ceferino y en el acto le rodean le apuntan con el fusil y enseguida le cachean. Encuentran entre su ropa un fleme para el ganado y las cuentas del rosario. Y con esto empieza para él su singular calvario. Lo llevan ya al convento de las Capuchinas donde sufrirá tormento burla, enfermedad y hambre caninas. Poco se le da al Pelé teniendo buena compañía de aquellos sacerdotes y de la Virgen María. ¡Valgame la Virgen! ¡Tantos hombres contra uno y además inocente! Aquel día era un sábado. Ampara la Virgen María a quien en Ella confía y le reza confiado. Mucho le reza el Pelé, fuerte agarra las cuentas y repasa las verdades de fe mientras piropea a la Reina. ¡Quiera ella recibirme pronto en su regazo! Aquí lo tengo todo hecho solo me queda su abrazo. ¡Válgame la Virgen! ¡Tantos hombres contra uno y además inocente! II. ¿Dónde estás tío Pelé? ¿Dónde estás, que no te encuentro? Camina rauda la Pepita hasta llegar a casa. -No ha vuelto el tío Pelé se marchó hace horas a la plaza del Mercado. ¿Qué le habrá pasado? -¡Ay, que le habrán detenido! ¡Ay, que le habrán hecho daño! ¡Ay, que solo es un viejo tratante, cestero, honrado! ¡Ay, qué harán con sus canas! ¡Ay, qué harán de sus piernas! ¡Ay, qué harán de su cara, ay qué harán de sus cejas, de su nariz, de sus ojos, de sus labios, de sus orejas! ¿Dónde estás tío Pelé? ¿Dónde estás, que no te encuentro? Sale la Pepita a la calle, mira, pregunta e indaga, dónde está Ceferino dónde sus huesos recalan. Ha llegado a la plaza y allí no encuentra nada. Se acerca a la catedral y ve columnas de humo y oye risas muy malsanas. Se ríen ellos y ellas con sus pañuelos rojos al cuello mientras alzan los fusiles y buscan curas y laicos para el degüello. ¿Dónde estás tío Pelé? ¿Dónde estás, que no te encuentro? Se imagina la Pepita lo peor y no es cierto. Sube hacia el Entremuro que algo le late en el cuerpo que el Pelé aún vive eso le parece seguro. Hoy es sábado y la Virgen le habrá protegido. Allá va ella en su busca allá camina ligera. En la puerta un miliciano le echa el alto y qué desea. ¿Dónde estás tío Pelé? ¿Dónde estás, que no te encuentro? -Aquí está tu tío Pelé, ya puedes traerle comida. Y una manta para que duerma, que colchones les han quitado todos los anarquistas que de Barcelona han venido y han robado la ciudad, quemado la catedral y otras muchas dependencias. Traéle manta al Pelé, que la baldosa es muy fría. Y aunque haga calor en julio, la baldosa es muy fría. III. Yo voy con mi caballito Chispa, con mi caballito blanco. Sus crines me parecen seda aunque sean de esparto . El Pelé está en su celda tranquilo como de costumbre. Se acuerda de su infancia, de cuando se calentaba en la lumbre. Sueña con sus caballos, con sus asnos y sus potros, sueña con vender tantos y tantos en muchas ferias sueña con rebaños grandes y compradores felices, que cabalgan, cargan y labran, y lucen borceguíes. El Pelé se ve de niño subido a su primer caballo ¡qué miedo, qué grande el bicho, qué relinchos, qué carajo! El Pelé se agarró a las crines y le dio un beso enseguida. De aquel su primer paseo solo recuerda el viento, el frío en las orejas y la sonrisa completa. Fue feliz, sintióse libre y decidió en aquel momento dedicarse a los animales de cuatro patas por cierto que son nobles si se les trata con algo de tiento. Yo voy con mi caballito Chispa, con mi caballito blanco. Sus crines me parecen seda aunque sean de esparto. Ha cenado el Pelé con gana a pesar de los pesares. Piensa que es lo que toca al que sigue a Jesús. Y que si en Semana Santa todos rezan devotamente el Vía Crucis los viernes, a él le ha tocado comenzar uno que no sabe lo que durará. Yo voy con mi caballito Chispa, con mi caballito blanco. Sus crines me parecen seda aunque sean de esparto. IV. -Con Dios me acuesto, con Dios me levanto, con la Virgen Santísima y el Espíritu Santo . Así rezaba el Pelé desde que era pequeño y lo repite nuevamente con el mismo empeño. Sabe que ayer llegaron y se llevaron a varios de la cárcel, los soltaron para evitar una matanza que ha de llegar pronto, que ha de hacerse sin tardanza. No lo liberaron a él, ni a ninguno de los curas, pero oyó también decir que en el pozo del convento han ido a parar varios santos de cabeza . ¿San Vicente, san José, san Francisco, santa Clara? ¡Qué locura, ya no sé en qué va a acabar todo esto! Pelé coge el rosario y comienza el Padrenuestro. Hágase tu voluntad en la tierra como en los cielos. Pelé asiente seguro, Pelé asiente muy cierto, aunque no entienda lo que pasa Dios sabe más, es muy serio. No está solo y lo sabe, que se encuentra acompañado y les reza consolado y les habla dulcemente. -Con Dios me acuesto, con Dios me levanto, con la Virgen Santísima y el Espíritu Santo. V. Deme usted ese rosario, deje ya de rezar . Le ha llegado visita a la celda al tío Pelé. En la celda está con otros y contento se le ve. Lleva el bueno de Ceferino Su rosario en la mano y lo reza bisbiseando como le enseñaron. Lo reza a todas horas y anima a los demás, que recen a Nuestro Señor y a la Virgen de bondad. Su vecino el Sopena que le quiere a su manera y lo desea liberar se da cuenta de que reza y lo hace sin parar. Él dice que no cree en Dios y por eso así le habla. -Ceferino, por Dios se lo pido, deje usted de rezar. ¿No se da cuenta que no se puede, y estando en la cárcel por solo eso le pueden matar? -Pues yo rezo amigo Eugenio porque quiero rezar. Soy libre y buen hijo y a mi madre quiero hablar. Le digo cosas bonitas, repasando su historia de pe a pa y si pudiera también, me le pondría a bailar. -No rece usted tío Pelé que lo van a fusilar. Deme usted ese rosario que así quizá lo podamos de la cárcel sacar. -No te doy yo mi rosario ni quiero dejar de rezar. Mi fe es el rosario y no quiero apostatar. Mi vida vale bien poco, vale bien poco ya. Es como una flor, que a la Virgen quiero dar. Si me la quitáis, seguro que su aroma le llegará. Yo con ella quiero vivir y de su mano al cielo me gustaría llegar. Allí estaré con Jesús, con los angelitos y muchos más. Con mis caballos y burros y otros conocidos y amigos, entre los que me gustaría poderte contar. -Deme usted ese rosario deje ya de rezar. Que a socialistas, anarquistas, comunistas y masones les disgusta esa oración. Y mandamos no lo olvide en esta ciudad. Deme usted ese rosario, que le salvaré yo. -El rosario no te lo doy ni tú me has de salvar. Si tu salvación es que no rece, yo me quiero condenar. Que prefiero la condena, que seguro me salvará y me llevará al cielo de donde no me querré escapar. VI. Pelé se siente enfermo del estómago lo menos . Por eso cuando le visitan y le dan de comer dice con buen ánimo que mañana patatas y judías le traigan. -¿No quiere usted carne tío, que le fortalecerá? -No quiero, hija mía, que es muy cara y con patatas y judías estoy más que satisfecho y os vendrá bien a vuestro peculio maltrecho. -No diga eso, que siempre hay ocasión, de conseguir al fiado, al prestado, al confiado o al descuido. -No hija mía, no me digas esas cosas que con poco yo me conformo y basto. ¡Si pudiera comer migas con uvas y chorizo! Pero mi estómago está un poco revuelto y más vale comer suave que hacer aspaviento. Ya se va la Pepita con el nuevo encargo. Allá queda el Pelé en la celda con el estómago revuelto. ¿Quién dijo miedo? Se pregunta el Pelé. Pero postrado y callado, Ceferino aguanta el tipo y todo lo que puede que no es mucho. Piensa en los niños que pasan hambre y en los huérfanos de cariño y de lumbre. Recuerda tantos momentos y tantos mocos recogidos en su pañuelo y tantas manos agradecidas por recibir un cuenco con sopa y tocino y cebolla y pan por medio. Otras veces solo con un caramelo se alegraba la cara de los niños y eso era muy bueno . ¡Y cuántos abrazos a los que solos y enfermos se hallaban, enfermos como él ahora y solos aunque rodeados de traviesos chiquillos, sucios y contentos! Recuerda mucho el Pelé y todo le sabe a cielo. A cielo el frío de la baldosa y lo incómodo de la pared. A cielo el malolor, la oscuridad y el insulto, la burla de los que pasan, y el miedo del compañero. ¡Si con Jesús está sufriendo! ¡Con él se irá al cielo! VII. Por fín volvió la Pepita con patatas y judías. Llegó lo mejor que pudo, aunque con cara preocupada. Ya es normal, que sabía de una y mil descargas, de una y mil crueldades, de penas mucho largas. Y al ver al tío Pelé rezando su rosario se espantó la Pepita un rato muy largo. -¡Esconda ese rosario tío, que lo veo fusilado! ¡Escóndalo por favor, que lo veo ya ajusticiado! -No lo escondo que no quiero, que deseo yo rezarlo. Con él estoy de maravilla, con él me siento reconfortado. Le digo a la Virgen Ave, le digo llena de gracia, que el Señor esté contigo y conmigo también lo quiero. -Deme usted ese rosario tío, démelo ahora mismo. Ya he visto muchas dramas, ya me duelen los odios, no quiero más disparos sobre pechos de amigos, ni quiero llorar más lágrimas de mis seres queridos. -No te lo daré Pepita, porque es mi vida y mi refugio. A la Virgen me acojo y me sostiene, a ella le pido y le piropeo. Que deseo que ella de su mano me lleve al cielo. Se enfada la Pepita viendo que no avanza nada. Sabe que si se lo quita del disgusto lo mata. Y si con él se queda, también su suerte será muy negra, muy negra. -¡Esconda ese rosario tío que lo veo fusilado! VIII. Mucho se acuerda el Pelé de los suyos y de un niño que se llamaba el Alemán . Este tenía una pelota con la que le gustaba jugar. La chutaba y la chutaba y la volvía a chutar. Alguna vez hizo un destrozo porque tenía que destrozar, pues no se ha visto una pelota que no haga una calamidad. Y barullo, pues como un crío de su edad, lo armaba a todas horas el bueno del Alemán. Un día que armó jaleo a sus tres años de edad estuvieron a punto de una buena paliza dar. Pero salió el Pelé en su defensa ¿Cómo no lo iba a hacer? ¿No veis que es un niño y sin maldad, que solo quiere jugar? Se libró el buen Alemán de la paliza, porque nadie se la quiso dar. Pero murió poco después de muerte natural. Con él fue a parar la pelota, con él la quisieron enterrar que esa es una costumbre del todo inmemorial. Mucho se acuerda el Pelé de esa pelota y del Alemán. IX. Van para diez días que está preso ya. Y en estos días sabe que no tiene futuro en esta tierra mortal. Poco le importa al Pelé que sabe que pronto con su Jesús del alma se unirá en locura de amor de ésas que mejor no hablar pues nadie imaginar supo ni puede ni podrá lo que será en el cielo gozando de Dios estar. El Pelé que pertenecía desde hace unos años a la Adoración Nocturna, que cantó tantas veces de rodillas emocionado a Jesús Sacramentado de él ahora desea saciarse a todas horas y no puede ni le dejan . Por ello como le enseñaron realiza comuniones espirituales: Yo quisiera Señor recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra madre María Santísima con el espíritu y fervor de los santos. Pelé se pone de rodillas y besa su rosario. Se imagina ante el tabernáculo y espera en el pecho recibir al Señor. ¿Cuándo Jesús mío estaremos los dos, siempre juntos, inundándome Tú de felicidad? En aquellos momentos le viene a la memoria una de las oraciones que tantas veces ha rezado y a tantos niños ha enseñado: -Madre mía, Virgen María, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes. A mí solo no me dejes . X. Han llegado más milicianos a la cárcel. Uno se para frente al Pelé y brillan malignamente sus ojos. -¡Este es pájaro de cuenta, hay que darle su merecido! ¡Le gusta ir a misa, a las procesiones y a la Adoración! Merece pronto un castigo, pues no hay que dejar vivo a ningún enemigo de la razón y el anarquismo . Asienten los demás porque ante tamaño delito, no es fácil oponer nada en su descargo. Nadie sin embargo recuerda ninguna mala acción, palabrota o insulto. -Yo lo he visto en el Amparo, ayudando a otros abuelos. -Y yo contar cuentos a niños gitanos y también a los payos hacerles reir y darles muchos caramelos. -Pues yo lo vi acompañando al obispo en su entrada a esta ciudad hace cuatros meses contados. -Yo lo he visto dar limosna siendo pobre como es, a la vez que aconsejaba rezar y confesarse. -Todo ello es nefasto ya os lo decía yo. Este Pelé es pájaro de cuenta y hay que afusilarlo. ¡Raudo! Empujan al Pelé Tirándole de la manta. Duerme el pobre viejo olvidado de sus males soñando como suele con músicas celestiales. Se ve de pequeñito dormido en su cunita el cielo por techo de manta la sabanita. Recita muy bajito aquella oración piadosa: -En esta postura estoy. No sé si saldré. Si esta noche muero mi alma a Dios entregaré . Pegan una patada en sus costillas y despierta presuroso con una sonrisa. -Cogedle, que es pájaro de cuenta y hay que quitarle las plumas. XI. ¡Ay, que los suben a todos al camión! ¡Ay, que no hay luna ni luz ni estrellas! ¡Ay, que los empujan como al ganado, que lo van a trasquilar! ¡Ay, que no, que no, que van al matadero municipal! Los milicianos los llevan al matadero de los que no piensan igual, que han de acabar con ellos, sean pocos o muchos que así lo exige el progreso ruso y la revolución liberal. ¡Ay, que sube ya Pelé, que la pierna no le llega más! ¡Que le ayuden, que le ayuden, que no se quiere quedar como si fuera un cobarde, un apóstata no más! Echa arriba la pierna Pelé, echa el cuerpo palante una vez más y emprende el último viaje sin venta ni compra, sin trueque ni toma, ni ten, ni mira, ni oye, ni na. Es el viaje más real de todos, con billete de ida nada más. Unos matan con odio sin saber bien por qué lo harán; otros reciben el odio y perdonan de verdad. Allá van subiendo unos y otros sin parar. se llena el camión y arrancan rumbo al cementerio municipal. Allí se para y bajan, allí les mira el personal. Unos ríen, otros blasfeman, otros apuestan qué pasará. ¿Habrá algún Judas que se dé marcha atrás? Entre dos apuestan, si el de aquí o el de allá. Otro se fija bien y dice, a la cabeza disparar que quiero los pantalones de este, que de talla estamos a la par. Pelé se aferra al rosario que no soltó jamás. Le pide a la Virgen pura que le prepare su palma ya. Que le abra su manto y le recoja con bondad a este hijo que la quiere dar un beso y mil y más. Desgrana bisbiseando aquello que dijo siempre acuérdate ahora y en la hora de nuestra muerte. Ya se apresta el pelotón ya levantan los fusiles, solo se oye en los labios de los mártires el grito de Viva Cristo Rey. Todos se animan así, y vitorean a Cristo. ¡Viva Cristo, viva Cristo rey del universo entero! ¡Viva Cristo nuestro juez único y verdadero! . Con odio y rabia contenido gritan los milicianos ¡muera! Y disparan las salvas y escupen y blasfeman. Gritó también el Pelé y no de rabia o de miedo. Que el dar vivas a Cristo era cosa acostumbrada y con un Jesús ahí voy y un María yo te quiero, cae al suelo Pelé como si estuviera muerto. XII. Todos han caído al suelo Ya todo se acabó. ¡Pues no, pues no, que falta después del escarnio el despojo! A éste le cogen los zapatos a éste los pantalones. A aquel la camisa, la americana o los calzones . También le quitaron al tío Pelé sus bonitos pantalones y quedó tendido con un brazo sobre la cara, quejumbroso y malherido, desangrado. Era noche cerrada, de agosto el mes de la Virgen. Era noche abierta para mil emociones, para mil encuentros amorosos, para mil nuevas sensaciones. Para mil abrazos nuevos, castos, puros, piadosos. Antes de morir pudo comprobar que le despojaban de sus pantalones mientras él agonizaba. Se acordó del niño sin camisa, del cuento que tantas veces contara a los niños de don Nicolás y a muchos otros rapaces que escucharle atónitos solían. Acababa bien el cuento pues los angelitos lo consolaban. Pensaba el bueno de Pelé que también ahora cuando de dolor se retorcía que los angelitos se lo llevarían al cielo, con camisa aunque sin pantalones. Le daba igual porque en el cielo, le pondrían traje de gala para el banquete eterno Y habría fiesta gorda, con todos los que ese día fundirse en un abrazo sin final esperaban . XIII. Se enteraron los calós de la ejecución. Más de uno y de una esa noche escuchó las descargas. Enseguida pidieron permiso para llorar al cadáver en el cementerio . Ahí se fueron varios, ahí estaban sus seres queridos o no queridos, con los balazos por medio. ¡Ay, Pelé, Pelé de mi vida, Pelé qué huérfanos quedamos, por qué te dieron balazos a ti que no diste mal alguno, ni mala yegua, ni maldición ni hurto! ¡Ay, Pelé, qué vergüenza! ¡Te robaron los pantalones! Lograste buena posición, pero por ser generoso, llegaste a pasar dificultad y a última hora por ser fiel te han afusilado y te han dejado hecho una calamidad. Tirado en el cementerio, a despojo de los perros, sin pantalones ni nada, sin sepultura y sin duelo. En esto reparan en la mano del Pelé: lleva el rosario que siempre rezó y lo cogen con unción. ¡Este es su testamento! ¡Esta es su mejor herencia! ¡El rosario de María! Pero no se lo toman a bien. El Lisardo entra en cólera. Dice que va a matar, al responsable de esta injusta sentencia. Todos le dicen cuidado, pero su ira es grande. Sale corriendo y gritando, todos temen el desenlace. No un muerto sino más, y más y más y más. Pues ya se sabe, que cuando alguien aprieta un gatillo, si le gusta aprieta un cientillo. Cuando se entera la Pepita le da un buen soponcio. Y el hijo de sus entrañas que por el sexto mes ya iba, muere por el dolor profundo que ella sentía. No es solo una muerte de un gitano la que llora, que son dos a esta hora las que se llevan contando. También a este niño lo reciben los angelitos, que con el Pelé juegan y ríen, cantan y cabalgan todos juntitos . XIV. Ya palea el paleador y echa tierra en la zanja. Van uno, van dos, van tres y van cuatro cadáveres al montón. Pala va y pala viene que hace mucho calor y si no se cubren pronto se llenará todo de hedor, de hormigas y moscas, gusanos y gusanillos y lloraremos todos de pena, o de rabia, o de ambas un ratillo. Ahí va el Pelé para abajo seguido de otro cuerpo. Yace callado, muerto, bien enrojecido y desangrado. A uno le faltan los zapatos, a otro el cinturón o la camisa. Al Pelé los pantalones que para qué los quería. Todos los que aquella noche juntos murieron, juntos descansan ya en la zanja que han abierto. Será una fosa común ahí en el camposanto donde juntos esperarán el juicio eterno. Aquella misma mañana acuden a las Capuchinas la Maruja y la Ñori a recoger las pertenencias de su tío. ¿Qué tenía? ¿Qué les dan? La manta, el fleme y poco más. Pero es bastante para tener un recuerdo. Y con eso y el rosario que habían recogido se quedan la herencia más buena, la mejor. Que fructifique pronto la semilla que aquel día dejó tío Pelé. Amén. Amén. “Tan, tan... las uvas son verdes. Tan, tan... ¿Cuándo madurarán?” . •- •-• -••••••-• Martín Ibarra Benlloch Nota previa En el texto remitimos de ordinario a la obra de Mario Riboldi, bien documentada y con múltiples ilustraciones: Ceferino Jiménez Malla. Un verdadero caló, Milán 1993. Un análisis más detallado sobre las publicaciones y, en general, la devoción al beato Ceferino en: Martín Ibarra Benlloch, “La devoción al beato Pelé en Europa”, VIII Congreso de cultura europea. Pamplona 2005. | | Para volver a la Revista Arbil nº 107 Para volver a la tabla de información de contenido del nº 107 La página arbil.org quiere ser un instrumento para el servicio de la dignidad del hombre fruto de su transcendencia y filiación divina "ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil El contenido de estos artículos no necesariamente coincide siempre con la línea editorial de la publicación y las posiciones del Foro ARBIL La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del público siempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen. | Foro Arbil Inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones. N.I.F. G-47042954 Apdo.de Correos 990 50080 Zaragoza (España) ISSN: 1697-1388 | | |