En su notable Diccionario de tópicos, Gustave Flaubert va recopilando
esas definiciones vanas, fatuas, que la burguesía usa para los
conceptos fuertes, serios y trascendentes, aunque también incluye de
los otros.
Precursor de la obra maestra que escribiría Leon Bloy tiempo después,
su Exégesis de lugares comunes, Flaubert nos ayuda desde mediados del
siglo XIX a develar los pensamientos y comportamientos de cierta
burguesía frente al acto electoral.
Cuando Flaubert consigna el sentido que ese sector social da a la
palabra "horizontes", acota: "encontrar bellos los de la naturaleza y
negros los de la política." Esta es, según el novelista francés, la
aspiración burguesa por esencia: conformarse con lo natural y
criticar sin piedad los esfuerzos públicos por construir un mundo
mejor. Nada de extraño tiene, entonces, que esa misma burguesía
considere a los ideales, dice Flaubert, como algo "completamente
inútil."
Ante las elecciones, habrá tres tipos de burgueses.
En primer lugar, los que no votarán, porque no están inscritos. Los
conocemos por cientos: son algunos de nuestros alumnos, muchos de
ellos llenos de erres y al mando ya de un modelo 2006. Escépticos se
hacen llamar a sí mismos, aunque viven de fuertes convicciones
respecto del valor de la moneda y de la intensidad del placer.
Burguesía juvenil, pero senil.
En segunda mirada, los que no votarán porque es fin de semana largo e
importa poco un voto más o menos, si total, todos los candidatos
ofrecen lo mismo. En este grupo están también los que votarán, pero
por motivo alguno estarían dispuestos a ser vocales o apoderados.
Obviamente, se enterarán de algunos resultados a medianoche, al
retornar de un raid motociclístico para aliviar las tensiones
electorales. Burguesía minimalista, débole.
Los burgueses de la tercera especie son los más peligrosos. Al igual
que los anteriores, siguen pensando que los horizontes de la política
son negros, que los ideales son completamente inútiles, que lo
importante es el pragmatismo, formar un nuevo conglomerado, vestirse
con ropajes de patrias jóvenes ya vetustas. Por desgracia, estos
burgueses se meten a fondo en las elecciones. Son ya parlamentarios,
ofician de generalísimos, arman candidaturas propias supuestamente
unitarias, ruegan para que no sean derrotados los candidatos rivales,
incluso encabezan una candidatura presidencial afirmando que se
puede, aunque no sepan qué es lo que se debe.
Los suyos parecen ideales, parecen compromisos, pero se descubre algo
mucho más banal detrás. Son los que, según Flaubert al hablar de
compraventa, suspiran al afirmar: "vender y comprar, objeto de la
vida," o en palabras que Bloy explica admirablemente, los que tienen
por único dogma el solemne "los negocios son los negocios." Burguesía
fuerte y poderosa, con pretensiones avasalladoras.
También Flaubert nos recuerda que para el burgués, imbéciles son
simplemente, "los que no piensan como nosotros."
Y si en las elecciones ganan "los imbéciles" ¿cómo se irán a comportar los
burgueses?
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Gonzalo Rojas Sánchez
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