Hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Julián Gómez del Castillo, cofundador del Movimiento Cultural Cristiano (MCC, en lo sucesivo); una de las organizaciones católicas más presentes, en las calles de las ciudades españolas, con su característico estilo militante. Pregunta: Imagínese a un joven de 17 años. Padres separados, vive con la madre. Bautizado, hizo la primera comunión pero no contempla la posibilidad de confirmarse. Estudia en un colegio privado no católico. Su mayor estímulo es disfrutar el fin de semana a tope. Suele llevar un preservativo en un bolsillo del pantalón. Ahora, su principal dilema es decidir donde hacerse un tatuaje. Inteligente, consumidor habitual de cine y vídeo, pero apenas lee libros; estudiando únicamente para superar curso y no perder los privilegios caseros. No tiene claro qué estudios superiores realizará. No está comprometido en ninguna asociación. Si se lo presentaran en una reunión de amigos, y éste le preguntara "de qué vas", ¿qué respondería? Respuesta: De constructor de vida solidaria P.: ¿Podría resumir, sintéticamente, el carisma de su movimiento? R.: Servir a la promoción integral y colectiva, no al asistencialismo de los empobrecidos. P.: Algunos movimientos sociales, aparentemente, han sido abandonados en buena medida por los católicos, caso del sindicalismo, el cooperativismo, etc. Esta apreciación, ¿es justa? ¿debería, el conjunto del catolicismo social, retomar la iniciativa en estos ámbitos sociales? R.: Lo que ha sido abandonado es la actitud militante sustituyéndose con la cancerosa e interesada burocracia. P.: El MCC, en sus publicaciones, denuncia con idéntico énfasis, tanto las injusticias económicas y estructurales norte-sur, como el daño del aborto. Esa capacidad de juicio, ¿le facilita el mantenimiento de espacios de encuentro con otras realidades y movimientos eclesiales?, ¿se identifica con algunas de esas realidades de forma especial? R.: Con la Iglesia. Las demás realidades... son propias del mundo enriquecido a costa del empobrecido. P.: ¿Mantiene, su movimiento, buenas relaciones con los obispos españoles? ¿Participa en las delegaciones diocesanas de apostolado seglar y pastoral obrera? R.: La mayoría del MCC es universitaria. Amamos a la Iglesia, a toda y única Iglesia y, lógicamente, todo lo que hacemos colabora en su acción apostólica. P.: ¿Cuáles son las raíces, a su juicio, de las constantes muestras de anticatolicismo militante practicado por determinados sectores políticos y mediáticos españoles? R.: El sectarismo antirreligioso se ha dado en la derecha y en la izquierda españolas desde principios del siglo XX y se sigue dando. ¿Seguirá? En la medida que no se construya la justicia, seguirá. P.: El MCC propugna generalmente, según vemos en su revista Autogestión, el "voto en blanco". Con la mirada en los próximos comicios del 25 de mayo, ¿mantendrá de nuevo esa postura?, ¿también en el País Vasco y Navarra donde, además, se juega la libertad de media sociedad? R.: Sí. Niego las siete palabras finales. Pero mientras más de 4.000 millones de personas pasen hambre provocada, 400 millones de niños sean esclavos y 1.500 millones sean parados o subempleados pediremos el voto en blanco. P.: ¿Qué opinión les merece el colectivo Cristianos en el PSOE? R.: Los datos que tenemos nos dan la impresión que no tienen maduro ni el cristianismo ni el socialismo, quizá sean socialdemócratas. P.: El futuro parece jugarse, en buena medida, en la educación de las nuevas generaciones. ¿Cómo responder, desde la Iglesia a ese reto? R.: Eso lo he oído en los últimos 60 años. Creemos que el gran problema de la evangelización del mundo enriquecido es la vivencia de la conversión y la solidaridad. P.: En un mundo globalizado y de pensamiento único, cuyo destino se determina en restringidos círculos financieros y de poder político de alcance universal, ¿qué puede aportar la Doctrina Social de la Iglesia? ¿No parece, acaso, un instrumento obsoleto frente a las modernas modalidades de lucha y de resistencia anti-globalización?: R.: No, si promovemos un cristianismo de conversión y solidaridad. P.: La inmigración está evolucionando, pasando de ser una excepción a constituir una realidad generalizada en la sociedad española. ¿Cuáles son, a su juicio y en este contexto, los límites del principio de solidaridad? R.: La solidaridad no debe tener límites, debe abarcar hasta "dar la vida", lo demás son chapuzas burguesas. P.: El Islam, ¿qué le sugiere? ¿confrontación, diálogo, asimilación, ecumenismo, multiculturalismo? R.: Diálogo. P.: Ante la guerra en Irak, ¿le parece justa y adecuada la postura de la Iglesia católica? R.: Sí, pero además no toleremos que sirva para tapar las otras 72 guerras que hay. Muchas gracias.•- •-• -••••••-• F.J.V.O.
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