Poblaciones marginadas que han sufrido en las últimas décadas una intensa arabización e islamización, los bereberes reivindican la personalidad de su cultura y lengua. En Argelia, desde 1980, los bereberes residentes en la Cabilia han reivindicado su identidad cultural frente a la arabización sufrida por los franceses, y después de la independencia con la proveniente del FLN argelino. Con mayor protagonismo político, los bereberes argelinos han protagonizado varias “intifadas” contra el gobierno argelino que han sido suprimidas con gran violencia. Del mismo modo, su región se convirtió en un bastión frente al islamismo salafista que ensangrentó los últimos años de Argelia. En Marruecos la situación no es muy diferente, los bereberes del norte y del sur del país son marginados del desarrollo económico y carecen de derechos lingüísticos y culturales. Hace unas semanas la policía marroquí cargó contra los manifestantes que protestaban de la prohibición de una conferencia de Ahmed Adghirni, presidente del Partido Democrático Amazigue, prohibido en Marruecos. Resulta curioso que en la única ciudad donde los bereberes inmigrantes tienen libertad para fundar asociaciones culturales y plantear proyectos educativos en su lengua sean en la ciudad española de Melilla. Los antiguos rifeños se ven discriminados por un Marruecos arabizante, y muchas de aquellas familias mantienen fuertes lazos de relación con España. No obstante, los bereberes del Norte de África se sienten cercanos a Europa, una de sus mayores figuras de la literatura, el poeta Jean Amrouche, defendió la identidad de su lengua bereber y su fe católica. La labor presente de la Iglesia, desde los tiempos del “africano” San Agustín, hasta el martirio de los siete trapenses de Tibhirine en 1995, ha creado una pequeña comunidad católica bereber. Los bereberes encuentran en la Iglesia una madre que defiende su identidad. •- •-• -••••••-• José Luis Orella
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