La archidiócesis de México, bajo la presidencia del arzobispo primado, cardenal Norberto Ribera Carrera, convocó la peregrinación a la Basílica de Guadalupe bajo dos lemas: la unidad de los mexicanos (al ser año electoral) y la caridad cristiana a favor de los emigrantes (subrayando su oposición a la construcción al muro que separe a Estados Unidos de su vecino del Sur) . Se cumplen 475 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indígena Juan Diego (canonizado en 2.002 por el Papa Juan Pablo II, cuya estatua preside la plaza entre los dos recintos sacros) en el cerro de Tepeyac, a cuyas faldas se encuentra la Basílica de Guadalupe. La Virgen de Guadalupe Un 9 de diciembre de 1.531 un pastorcillo llamado Juan Diego paseaba por el cerro de Tepeyac cuando se sintió atraído por el canto de unos pájaros. En lo alto del cerro descubrió la imagen de una mujer que se comunicó con él. Se presentó como Nuestra Señora de Guadalupe, y le pidió que hablara con el obispo para que le construyera allí un altar en su honor. El obispo pidió pruebas al indígena por lo que tres días más tarde, el 12 de diciembre, la Virgen se le volvió a aparecer y le pidió que agarrara unas rosas de la cumbre, a la vez que le imprimió su imagen en la capa, que aún se guarda en la basílica. Ante la evidencia, el obispo creyó en el milagro y levantó una capilla en honor a la Virgen de Guadalupe. Desde ese momento la devoción a la Virgen morena no ha dejado de aumentar. En 1.737 se le proclamó Patrona de la Nación Mexicana, cuando hizo desaparecer la peste que azotaba la ciudad; En 1.895 fue coronada Reina de México, y en 1.945 el Papa Pío XII la denominó Emperatriz de las Américas. La Basílica de Guadalupe Una pequeña ermita fue construida con materiales perecederos en el lugar donde Juan Digo se encontró a la Virgen (donde moró y murió el santo). Posteriormente se optó por un templo mayor que también resultaría pequeño, por lo que sufrió constantes modificaciones. Debido a los daños producidos por los seísmos, la Basílica Antigua sufrió importantes mejoras de restauración y cimentación. Debido al peligro de derrumbe que corrían los feligreses, se inició en el último cuarto del siglo XX, a pocos metros, la construcción de una nueva basílica, de planta circular, con 8.000 metros cuadrados de superficie. La peregrinación Las peregrinaciones al santuario constituyen un fenómeno social y religioso de multitudes. No en vano, se le considera el primer santuario mariano del mundo. Desde el sábado anterior se veía por las carreteras que conducían a la Villa grupos de peregrinos caminando, en bicicleta o en autocares, transportando imágenes de su patrona. Muchos acuden desde lejos y de rodillas para venerar a la Virgen y ofrecerle ese sacrificio si les concedía una gracia de curación física o de trabajo. Se calcula que el río humano que acudió a venerar a “la morenita de Tepeyac” (como solía llamarla Juan Pablo II) fue de más de 8 millones de personas, robusteciendo así la fe popular que, sin distingo de posición social, raza e incluso creencias, le ofrendan los mexicanos a la Guadalupana. En la noche del 11 de diciembre se llevó a cabo la tradicional serenata a la Virgen, para ya en la medianoche del 11 al 12 se le cantasen las “mañanitas”, momento en que se pudo ver a famosos artistas mexicanos. A las 12.00 horas del pasado 12 de diciembre se celebró la “misa de rosas”. El arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera encabezó la solemne concelebración y bendición de las rosas, con lo que concluyó el año jubilar guadalupano que decretó el propio cardenal, que se inició el 12 de diciembre de 2005, para celebrar el 475 aniversario de las apariciones de Santa María de Guadalupe en el Tepeyac. La nota folclórica la ponen los peregrinos que se concentran ataviados con sus trajes típicos en la plaza de las Basílicas, algunos de los cuales realizan danzas autóctonas en honor a la Virgen de Guadalupe. En la misma plaza en que se encuentran las basílicas antigua y nueva, también se deja ver el “papamóvil” que utilizó Juan Pablo II en sus viajes a México. Como curiosidad, una mujer de 28 años, que había viajado desde Tlaxcala (a más de 100 km de DF), dio a luz un varón, justo a mediodía en el atrio de la Basílica Fervor cristiano En 1.524, antes de que Hernán Cortés entrara en Tenochtitlán (la antigua Ciudad de México), nadie pensaba que Quetzalcóatl, Tlaloc y Huitzilopochli (los dioses adorados por los indígenas) podrían pasar a mejor vida. Lo que se ha vivido en diciembre no es ni más ni menos que una muestra más de que México es el bastión de la cristiandad, no sólo del continente americano sino del mundo occidental. •- •-• -••••••-• David Elizalde
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