Con motivo de la campaña que, “Ayuda a la Iglesia Necesitada” está realizando para ayudar a los cristianos de Irak, he podido visitar in situ los lugares y conocer a algunas de las personas a las que se destinarán los fondos recaudados. Básicamente me he movido por diferentes zonas del Kurdistán, al norte de Irak, y por Kirkuk, ciudad limítrofe con esta región. Allí hemos estado acompañados en todo momento por los obispos de Kirkuk y de Bagdad, así como por el rector del seminario, y así hemos podido conocer de primera mano tanto su visión como la realidad sufriente del pueblo iraquí. Para entender la situación que viven en Irak los cristianos tenemos que echar brevemente la vista atrás y repasar, con dolor, las tragedias que han ido viviendo sus habitantes. La guerra con Irán, la I guerra del Golfo, con un durísimo embargo posterior que dejó al pueblo iraquí aislado de comercio internacional y contacto con el exterior, por lo que tuvo que sufrir penurias terribles que le impidieron reconstruirse debidamente, y después la II guerra del Golfo, que pese a su rápido desenlace ha producido una postguerra de consecuencias aún más funestas. Me explicaba el obispo de Kirkuk, Louis Sako, que el mayor problema actual de Irak es la inseguridad y el terror que se pueden vivir de forma especial en ciudades como Bagdad, Mosul o algunas otras del sur del país. Allí las bombas, los chantajes, los secuestros y la muerte campan por sus respetos. Cada día dejan su vida en las calles hombres, mujeres y niños. Unos cuya muerte es intencionada y otros simplemente fruto de las circunstancias. Los suníes (entre los que se encuentran los seguidores de Sadam Hussein), asesinan sin piedad a sus enemigos acérrimos los chiies, que ahora ocupan el gobierno y que se están viendo incapaces de pacificar y de normalizar el país. Por el norte, los kurdos, masacrados en su día por Sadam, intentan hacerse independientes y crear su propio estado, ofreciendo actualmente una zona de relativa seguridad y prosperidad. En estas circunstancias los cristianos de Irak, en su mayoría católicos de rito caldeo, contando también con minorías sirio-católicas, y en menor grado de rito latino y ortodoxos, son unos sufrientes de su situación minoritaria en el país: aproximadamente representan el 3% de la población, y del ambiente de inseguridad y terror que se vive cada día. Una parte importante de los cerca de 1.5 millones de cristianos que había en Irak residía en Bagdad, donde incluso llegaron a crear una zona que se la llegó a conocer como “el vaticano de Bagdad”, donde se agrupaban el seminario, la facultad de teología, así como varias iglesias y conventos. Desgraciadamente las amenazas, bombas, secuestros y chantajes por parte de facciones extremas como Al-Quaida, hicieron que todos estos centros se trasladasen al centro de Bagdad, en busca de una mayor seguridad para los estudiantes y los fieles. Pero al cabo de unos meses se comprobó que ni en el centro de la ciudad era posible vivir en esa situación contínua de terror, por lo que se optó por trasladar la mayor parte de estos centros al Kurdistán, donde se hallan actualmente. La diáspora de los cristianos ha sido continua. Los que tenían más medios o soporte exterior han podido emigrar a Australia, o Estados Unidos. Otros han puesto sus miras en la vieja Europa, en países que ponen menos problemas a su entrada, como es el caso de Suecia o Alemania. Otros han emigrado a países limítrofes, como Siria o Jordania, donde también viven una realidad sufriente que desde Ayuda a la Iglesia Necesitada intentamos paliar, y, finalmente son muchos los que, abandonando casas, antiguas seguridades, e incluso dividiendo a la familia, se han traslado al Kurdistán. Son pocos y posiblemente los más desprotegidos y de menos recursos los que se han tenido que quedar en ciudades como Bagdad. Se estima que en total, entre 700.000 y 1m. de cristianos han salido ya fuera de las fronteras de Irak, y el éxodo continúa. Frente a esta tragedia humana, los cristianos que permanecen en el país gozan de una fuerza sólo propia de la unidad que produce sufrir juntos la adversidad. Yo he visto una fe viva, fuerte, dinámica, plasmada en dos congregaciones de religiosas de dominicas y de la Inmaculada Concepción, cada una con cerca de 130 monjas, que se centran en atender a la educación en cristiano de niños y adolescentes. Su prestigio y buen hacer ayuda a que no sea extraño que familias musulmanas lleven también sus niños a estas escuelas. Con medios a veces mínimos ( he visto con mis ojos una escuela en la que tenían que impartir las clases en penumbra porque no tenían dinero para pagar el coste de la luz) pero con fe e ilusión hacen una tarea fantástica. Junto a ellas un seminario joven, que acoge a cerca de 35 vocaciones entre caldeos y sirio católicos, y que el vivir provisionalmente en bungalows y con unos escasos calentadores, no es obstáculo sino aliciente para seguir adelante. Sacerdotes veteranos y jóvenes, entregados a sus quehaceres pastorales con entrega y arrojo, y grupos de catequistas seglares que son expresión de la fuerza viva de una fe. El terror en Irak es el pan nuestro de cada día. He tenido la suerte de conocer personalmente a dos sacerdotes que fueron secuestrados y torturados para pedir una compensación económica por ellos. La finalidad última de ese dinero está por descubrir y puede ir desde intereses meramente delictivos hasta intereses políticos o religiosos. La forma en que cuentan el tiempo de angustia y privación de libertad me asombró vivamente, pues su fe e incluso buen humor sobrepasó a los secuestradores. Apenas hace cuatro meses un sacerdote ortodoxo fue secuestrado, y su cuerpo descuartizado. Actualmente las amenazas de bombas y chantajes a la jerarquía, pastores y fieles de la Iglesia continúan, amén de sufrir las consecuencias genéricas del terror indiscriminado, que pude sentir personalmente durante mi estancia en Kirkuk, sintiendo a menos de 100 metros la explosión de dos bombas que rompieron cristales de la catedral y de la casa donde nos alojábamos. Con el apoyo incondicional del grupo COPE que ha asumido el ayudar a los cristianos perseguidos de Irak como su campaña justa de Navidad, desde Ayuda a la Iglesia Necesitada y gracias a la generosidad de más de 5.000 personas y entidades hemos podido recaudar cerca de 600.000 euros que se destinarán íntegramente para ayudas de supervivencia de esas familias iraquíes que han tenido que abandonar todo y emigrar al norte del país, para colaborar en su futuro, y finalmente, para ayudar a los seminaristas, futuros pastores de un rebaño ahora disperso y desconcertado. La campaña desde nuestra institución no ha finalizado y queremos que continúe durante el primer trimestre del año. Cuanto más dinero recaudemos a más familias cristianas podrá llegar nuestra ayuda. A través del 902-636-737 se puede recabar información de cómo hacer llegada la ayuda económica y también visitando nuestra página web: http://www.ain-es.org o personándose en nuestras oficinas de Madrid: calle Ferrer del Río nº 14 o en Barcelona en la calle Luis Antúnez, 24. La llama de la esperanza no se apaga sino que continúa viva cuando ponemos nuestra confianza en Dios y sentimos a través de la oración la hermandad de sus hijos. Vuestras oraciones no caerán en saco roto. •- •-• -••••••-• Javier Menéndez Ros
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