Estamos en una
sociedad cada vez mas alejada de Dios, de sus leyes, incluso de la Ley Natural que es la más basica de todas las normas de conducta del ser humano. Esto se
refleja, por desgracia en todos los ambientes, en todos los trabajos, en todos los
ordenes de la vida diaria.
En algunos sectores
se han constituido asociaciones de personas que pensando igual puedan, combatir
de mejor manera semejante temporal. Personas con buenas intenciones, con
sentido común, con dignidad, puedan poner puntos en común, problemas que surgen
en el ejercicio diario de la profesión e intentar salvar y defender los
derechos de Dios frente a los ataques de que es constantemente víctima.
Con esa inención,
hace algun año, entró a formar parte quien escribe estas lineas, de la Asociación de Farmacéuticos Católicos. Los problemas morales a los que los boticarios nos
enfrentamos a diario son tremendamente frecuentes y algo serios. La venta de
preservativos y de píldoras anticonceptivas es una práctica diaria en la farmacia
que para un boticario católico, consecuente con la Fe, supone una patada contra su conciencia. La culpabilidad esta salvada en el caso de los
que somos simples empleados (no somos los dueños, no podemos evitar que el
propietario tenga esos productos en la farmacia) pero aún asi es tremendamente
incómodo enfrentarse cada día a colaborar con que las personas atenten contra
las leyes divinas y se favorezca el hedonismo. Desde las instituciones se
favorece por las leyes, la extirpacion de la verdadera naturaleza trascendental
del ser humano, se atrofia el sentido del auténtico amor, de la verdadera
sexualidad y la eliminación del fin primario del matrimonio, único
verdaderamente válido y biológicamente posible que es entre hombre y mujer. Se
ha creado una mentalidad laxa en la que todo vale, en la que lo que hace la
mayoría tiene legitimidad y está bien, incluso es natural, normal. El
farmacéutico católico, cada dia, ha de enfrentarse con todo esto de una forma
palpable, y le quedan dos soluciones:
1) abandonar su oficio, que
en muchos casos es vocacional, o
2) seguir pataleando su conciencia cada vez que ha de dispensar
semejantes productos, desproticar en sus adentros y hacer algún acto de
reparación por la ofensa que supone para Dios el hecho de que la gente de forma
constante machaque una y otra vez los Mandamientos divinos e incluso destruya
el auténtico amor.
Esto, referente a la
sexualidad, al sexto mandamiento, pero es que también se enfrenta uno, dentro
de este mercado capitalista en el que andamos sumergidos a cuestiones morales
en las que se enfrentan los intereses economicos con la salud de las personas.
Los farmacéuticos
católicos titulares, tienen otra serie de obligaciones morales que los que son
simplemente empleados, y la trascendencia de la dirección de su farmacia es
mucho mayor.
Tienen una
responsabilidad enorme, puesto que depende mayormente de ellos en que en su
farmacia existan determinados productos y otros se dispensen bajo una serie de
condiciones, todo ello conforme a la Etica y Moral Católicas.
Como apuntaba más
arriba, dicha asociación de Farmacéuticos católicos está constituída para,
defender los derechos de Dios en medio de semejante panorama y para defender la
objeción de conciencia a la que tenemos derecho en el ejercicio de nuestra
profesión.
El objetivo es bueno,
pero realmente , ante el apabullante y constante bombardeo, no se ven
reacciones claras y visibles de los profesionales sanitarios que se llaman
católicos, que asisten a Misa, que rezan. ¿Dónde están? ¿Acaso se hayan
acomodado por no perder clientes y así dejar de obtener unos beneficios
económicos? Claro, es mucho más fácil. Pero ¿y la conciencia? ¿Nos podemos
quedar tranquilos interiormente editando boletines en los que se afirma
defender la vida, especialmente la del no nacido, sin ejercer acciones visibles
que contrarresten tanta barbaridad? ¿Se pone, mirando a la realidad de cara,
con los dos ojos y sin miedo a nada, una balanza en la que se pesan a un lado
los intereses económicos y al otro los de la propia alma y los de Dios? ¿O mas
bien los máximos responsables, los que pudieran hacer algo se han dejado llevar
de la comodidad, de la corriente del “todo vale”, tapándose los ojos una y
otra vez, por cuestiones económicas o por no gritar a los cuatro vientos algo que
sea políticamente incorrecto, para no quedar mal, para no ser señalados? ¿No es
ésto sino un acto de pura cobardía, de puro acomodamiento, de pura hipocresía?
¿Por qué entonces se afirma con todo el bombo la propia catolicidad, la
filiacion Divina, si pudiendo, no se hace absolutamente nada? Se afirma
constantemente que el católico bautizado ha de ser testigo vivo de Dios en
medio del mundo, que hoy más que nunca se necesitan santos en medio de la
sociedad. ¿Realmente uno puede ser testigo de Dios callándose a todo?
Que las leyes
vigentes no nos favorecen las cosas es evidente, pero algo de batalla sí que se
puede plantear, teniendo nada más y nada menos que la Fe, a Dios.
Es vergonzoso que
ante tanto ataque y tanta desverguenza no haya por parte de los farmaceuticos
catolicos, la más mínima reacción, protesta, manifestación.
No se piensa que al
final de nuestra vida, El que nos ha dado los talentos o la posiblidad de tener
una farmacia y ayudar (y de qué manera) a tanta gente, nos pedirá cuentas de
la gestión que hemos hecho de esos talentos, capacidades humanas, y de la
gestión de nuestra farmacia, no solo en el ámbito económico. Y nos pedirá
cuentas tambien de ese silencio ante tanta maldad. Nadie habla de que se puedan
llegar a modificar las leyes o normas, sino de una mínima defensa o protesta
dentro de un “sistema democrátrico” en el que se supone que tienen cabida las
opiniones, que uno se puede expresar libremente. Si la gente se manifiesta
pidiendo la ampliación del aborto o derechos contra natura o contra la familia
¿por qué los farmacéuticos católicos optan por el silencio y no manifiestan ni
siquiera, no ya su opinión en igualdad de condiciones, sino la misma Doctrina
de la Iglesia sobre ciertos temas, fundamentados además por una serie de conocimientos
y profesionalidad que les podrían dar más argumentos a sus reivindicaciones?
¿No hay nadie dentro
del mundo farmacéutico que realmente se dé cuenta de todo esto, que tiene una
trascendencia mayor de la que pensamos?
Están en juego muchas
cosas. No sólo la defensa de la vida (que es esencial y suena muy bien) sino
los derechos del mismo Dios, el bien de nuestra alma, y por la influencia que
nuestro oficio nos da, el de otras muchas personas.
Las cosas están
demasiado claras, el enemigo se muestra de cara expresando sus propósitos y sus
tácticas. Es de ineptos no verlo. Dios vale mucho más que las glorias humanas,
que el beneficio económico. Renunciando a todo eso que se opone a El, quizá
perdamos prestigio entre nuestros colegas, de cara al mundo, pero ¿y que? Dios
siempre da el ciento por uno. Recompensa como nadie cualquier cosa, cualquier
renuncia, lucha, sacrificio que se haga por amor hacia El.
Hay que combatir, es
necesario, es urgente, la sociedad, las almas y Dios lo demandan, aunque no
sean conscientes de ello, precisamente porque se les ha inculcado una
mentalidad relajada, se dejan llevar, porque no tienen a Dios.
La farmacia es un
sitio estupendo para hacer el bien, y no sólo en el aspecto sanitario. Tenemos
un contacto con las personas muy directo. Una farmacia en un barrio, en una
calle siempre es un sitio de referencia en esa zona porque se supone que hay
personas preparadas, formadas. Empecemos por lo menos a saber decir basta.
Basta de ignorar los derechos de Dios. Difundir, con la cantidad de medios que
hoy en día hay, la Doctrina de la Iglesia respecto a temas de anticoncepción y
aborto. Explicar que los supuestosa medios para evitar el Sida no son ni mucho
menos eficaces. La influencia de la figura del farmacéutico en la sociedad es
tremenda. Mucha gente tendría en cuenta su opinión porque día a día en la
farmacia le confían su salud. A la gente la han amorfado, le han eliminado la
capacidad de pensar y la realidad nos dice que no saben nada sobre temas
básicos de la vida humana. Se creen las cuatro mentiras que les largan y nada
más. Nuestro deber es informar y tomar posturas activas de rechazo ante todo
eso
Sinceramente no creo
que un farmacéutico titular que renuncie a tener determinados productos y a
dispensar otros bajo ciertas condiciones vaya a perder prestigio en la zona en
la que está. Podrá ser señalado, pero seguro que será más conocido y ante Dios
tendrá un prestigio que de primeras, Él le devolverá con la Paz y la Alegría del alma, sabiendo que está luchando por la Causa más noble. A la larga esa botica sí que tendrá un prestigio, por ser valiente, por saber ir contracorriente.
Dará ejemplo, puro y verdadero testimonio de lo que debe ser un profesional
sanitario que ama a Dios y pone en practica Sus enseñanzas.
Dios rechaza a los
tibios. O estamos con El, o estamos contra El. No es facil, pero es un deber en
el que sabemos que hay recompensa y de la buena. Tras toda la acción que se
pudiera emprender, debe haber una vida interior de oración de entrega. Si en la
historia ha habido mártires por Cristo, hoy en día debe haber mártires
igualmente por la misma causa, que mueran dia a dia cara a esta socidad
corrupta por amor a Dios. Un martirio de desprecios humanos, de rechazo. Pero
después viene lo mejor, la Paz que sólo Dios sabe dar, el consuelo de la única
Reina y Madre. Ese será nuestro mayor tesoro, nuestro mejor trofeo, nuestro
mejor beneficio. La cobardía para los necios. Los hijos de Dios deben saber
llevar con orgullo ese título hasta las últimas consecuencias. Al final de
nuestra vida El no los demandará y nuestro martirio particular se vera colmado
por la gloria eterna a la que, incluso desde nuestra farmacia debemos aspirar a
llegar. ·- ·-· -······-·
María del Pilar Marcos Carrión.
25 aniversario ¡Malvinas argentinas!
La revindicación de la Malvinas es un asunto que incumbe a todos los miembros de la comunidad hispana
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