Acabo de leer tres libros de un compañero de diversas inquietudes, al que he conocido por medio de la red. Uno de ellos es del todo diferente con respecto a los otros dos, se trata de un manual sobre los dopantes deportivos (“¿Doping o entrenamiento?”), y no soy persona autorizada para comentarlo. Pero sus conocimientos sobre drogas alcanzan también al área policiaca o de novela negra, géneros que no son idénticos, pero si emparentados. Al segundo corresponden los otros dos libros. El autor, murciano, es buen conocedor del mundo del deporte, es oficial eventual (Reservista Voluntario) del cuerpo de sanidad militar, médico y doctor en farmacia, trabaja precisamente como inspector de farmacia. De no haber leído su biografía, sospecharíamos encontrarnos igualmente por sus conocimientos sobre la materia, de un forense, un policía, psiquiatra o similar. En sus tramas no faltan los detalles de humor y de crítica social y política, que son elemento esencial del género negro, mucho menos inocente y bienpensante que la novela detectivesca pura, del tipo Holmes o Poirot. Hay alguna denuncia particular del aborto y de la decadencia moral, pero sin incurrir en apología o amargura. También referencias la mitología, astrología, substanciales en alguna pista, a la literatura y la historia clásica y contemporánea. En delgados volúmenes no se puede pedir más. Paco Taibo debería llevar a Juan López Corbolán a la “Semana Negra” de Gijón como prometedora estrella del género. Pero probablemente en su viaje anual en tren, vago remedo del Orient Express de Ágata Christie, recriminase a su corte de la progresía más amargada de ambos lados del charco sobre sus excesos con la bebida, el café y otras cosas. Claro que habría que admitir que son elementos identitarios del género. Y del ambiente pesebreramente subvencionado.
Todos ellos se pueden conseguir en red googleando los títulos.
El “sofista” es una novela del género negro. Cuenta la investigación de unos asesinatos en una tranquila ciudad provinciana de la España mediterránea. El autor utiliza el seudónimo de Selma Heckler. Se trata de una novela de misterio en la cual se investigan una serie de asesinatos rituales. La psicología del asesino y los métodos de investigación criminal están basados en metodología utilizada en la realidad por la policía científica siguiendo los protocolos estandarizados de la criminología.
Igualmente interesante es la aparición de un personaje denominado profiler o con la misión de realizar el perfil psicológico del serial killer. Un poco en la estela de Ed Mc Bain, Heckler nos introduce en el lumpen de los bajos fondos de la ciudad y nos ofrece una sorprendente final a ritmo trepidante con lo que los autores anglosajones definen como "griping lectura" el autor nos encandila y nos sumerge en los entresijos y vericuetos del submundo policial. Muy bien y sencillamente retratado, en esta ocasión lo importante es la atmósfera y de menos es identificar al asesino y la inexorabilidad de su captura.
La trama de "los despojos del Diablo" se desarrolla en una tranquila ciudad provinciana de la España profunda donde de repente aparece el cadáver de una mujer brutalmente asesinada. Hay elementos de satanismo. A partir de ahí, siguiendo la metodología policial se encadena la acción en la cual un tiro de investigadores liderados por Aureliano Moon, un experto médico forense, Anna, la pizpireta criminalista y Pencho, un sabueso antihéroe más cercano al clásico detective perdedor de la novela negra que al de genial deducción en la policiaca, forman la esencia de una novela trepidante y embaucadora con ciertos dejes sardónicos irónicos en la mejor tradición de la novela negra contemporánea.
El mal existe. Excepcionalmente aparece teatralmente en torno al macho cabrío. Pero siempre en torno a las pasiones y debilidades humanas.
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Francisco D. de Otazú
25 aniversario ¡Malvinas argentinas!
La revindicación de la Malvinas es un asunto que incumbe a todos los miembros de la comunidad hispana
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