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La cristianización de la Filosofía antigua en Atenas y Alejandría

por Gonzalo Fernández

Atenas es uno de los focos del pensamiento antiguo. Este articulo trata de la incidencia del triunfo del cristianismo en las escuelas filosóficas de la ciudad. Se divide en estos apartados: la vida académica en la Antigüedad Tardía, las instituciones atenienses dedicadas a la filosofía, la crisis de las creencias paganas en 529 y 532 y el cultivo de una filosofía cristiana en Atenas a lo largo de la Edad Media.

La vida académica en la Antigüedad Tardía.

En la Antigüedad Tardía la enseñanza se articula en los tres niveles sucesivos de Gramática, Retórica y Filosofía. No se trata de unas disciplinas regladas con la obtención de un título al final de cada ciclo. Los alumnos eligen a sus maestros con plena libertad (generalmente uno por escalón). En muchas ciudades existen estudios de Gramática. En bastantes menos hay enseñanzas de Retórica aunque el dominio de esta materia es muy apreciado al ser requisito imprescindible en el Bajo Imperio para el ejercicio de los gobiernos provinciales. Sólo unas pocas ofrecen docencia de Filosofía.

Sin embargo donde existen escuelas de Retórica hay también de Gramática. En las que se imparten Filosofía se enseñan también los dos grados inferiores.

Las principales escuelas se hallan en Alejandría, Gaza, Beirut, Antioquia, Constantinopla, Roma, Cartago, Ravena, Milán, Lyon, Burdeos y Tarragona. Las fuentes de financiación varían. Unas dependen de sus municipios (vg. la Escuela Filosófica de Alejandría). El poder imperial atiende las necesidades económicas de otras como sucede con la de Constantinopla. El Senado sufraga la que existe en la Ciudad Eterna. Las últimas son privadas.

En todas ellas son frecuentísimas las disputas de los profesores entre sí que pasan a sus alumnos. En la Universidad de Atenas durante el siglo IV d.C. Eunapio de Sardes proporciona dos datos interesantísimos en las Vidas de los Sofistas  Uno alude a las terribles peleas de los discípulos de Aspines contra los de Julián de Capadocia. La otra es la expulsión de la ciudad que sufre el famoso maestro de Retórica Proheresio acusado injustamente de haber asesinado a un rival. Proheresio marcha entonces a Roma donde su docencia adquiere tal prestigio que la Urbe le erige una estatua en el Foro Antiguo con este epígrafe Al Rey de los Retóricos la Reina de las Ciudades. En cambio los condiscípulos de un maestro acostumbran a guardarse fidelidad a lo largo de toda su vida. El obispo Basilio de Cesarea (llamado en el Santoral San Basilio el Grande) y el emperador Juliano el Apóstata continúan la amistad que ambos habían forjado en Atenas en sus años de aprendizaje. Así el primero de ellos envía al segundo un obsequio de frutas cuando Juliano atraviesa el punto más próximo a Cesarea de Capadocia en su malhadada campaña persa del año 363 que le costaría la vida.

Las escuelas atenienses de Filosofía:

Entre las ciudades que ofertan estudios de Filosofía  destaca Atenas con sus tres escuelas: la Universidad, la de los sofistas y la neoplatónica.

 La Universidad de Atenas.

La funda el emperador Marco Aurelio (161 – 180). Su génesis responde al interés de los miembros de la Dinastía Antonina (96 – 192) por la ciudad de Atenas.  Ese filohelenismo se explica por dos factores. Uno es el tinte humanístico que aquellos principes intentan dar a su poder hasta el reinado de Cómodo (180 – 192). El otro versa en la plena integración de la Hélade y su cultura en el Imperio Romano. Tenemos tres muestras de  la lealtad ateniense a Roma en época de los Antoninos. Una de ellas es la Biblioteca que T. Flavio Pantaino regala a la ciudad de Atenas en torno al año 100 d.C. Otra se observa en la estatua de Trajano que Tiberio Claudio Ático Herodes dedica en el Ágora y de la que se conserva el epígrafe recogido en las Inscriptiones Graecae.  La tercera es el Odeón de Herodes Ático que este político, millonario y filántropo ateniense (hijo del anterior) inaugura en 161 d.C. A su vez, el amor a Atenas de Adriano (117 – 138) queda patente en teoría y en la práctica. Desde el punto de vista teórico se percibe en su sueño de construir en Atenas una Adrianópolis (Ciudad de Adriano) que se uniera a la Teseópolis (Ciudad de Teseo) originaria.  En la realidad se concretiza en la construcción del Templo de Zeus Olímpico (Olimpeion), del Arco que lleva el nombre del emperador y destinado a unir la nueva Adrianópolis con la vieja Teseópolis y la Basílica del Ágora.

La primera Universidad de Atenas se destruye por los hérulos en 267 d.C. A comienzos del siglo V vuelve a instalarse en el Ägora. De ella dice Alison Frantz Tenía todos los elementos imprescindibles para ser una escuela tradicional: gimnasio, baños, aulas,etc. Y sobre todo un imponente patio acolumnado al que se entraba a través de un pórtico con seis estatuas colosales de Gigantes y Tritones (criaturas de la tierra y el mar) que previamente habían adornado la fachada del Odeón de Agripa en el mismo sitio. La construcción de edificio pagano tan importante puede fecharse en la primera década del siglo V por testimonios numismáticos.

 La restauración de la Universidad de Atenas en la primera década del siglo V d.C. se explica por la política de establecer nuevamente la vida municipal en todo el Imperio que se sigue a partir del óbito en 395 d.C. de Teodosio I el Grande aunque las dificultades económicas del momento ocasionan que dichas reconstrucciones se efectúen con materiales antiguos vueltos a aprovechar (vg. las seis estatuas de Gigantes y Tritones del pórtico de la susodicha Universidad). En Atenas se restauran en estos mismos años la Biblioteca de Adriano, el Gimnasio del Ágora y el Teatro de Dionisio en la ladera meridional de la Acrópolis. Ëste último había sido levantado en el siglo IV a.C. Nerón (54 – 68) lo amplía añadiéndole una grada delantera de asientos reservados a los sacerdotes de Dionisio y los altos dignatarios. A principios del siglo V d.C. el Teatro se destina a las reuniones de la Asamblea de Atenas. Se erige una tribuna de oradores a la que se adorna con un friso escultórico salvado de algún monumento anterior.

  La Escuela de los Sofistas.

Se sitúa en el Areópago. Esta colina rocosa se halla encima del Ágora. La leyenda sitúa allí el juicio de Ares (dios de la guerra) por los demás olímpicos a causa del asesinato de uno de los hijos de Poseidón (dios del mar). Una de sus cuevas guarda el viejo Templo de las Euménides (diosas de la venganza).

Las excavaciones en el Areópago durante el bienio 1970-1971  han descubierto un palacio. Aquí se  aloja la Escuela de los Sofistas. Este edificio tiene unas dimensiones de 35,50 metros de norte a sur y 41 metros de este a oeste. Los arqueólogos de la Escuela Americana de Estudios Clásicos han sacado a luz 24 habitaciones (muchas de ellas de gran tamaño), 2 patios con peristilo, 2 patios de servicio más pequeños y unos baños particulares en la esquina sureste del palacio. Los componen 3 habitaciones que sirven respectivamente de frigidarium, tepidarium y caldarium. 2 manantiales excavados en la propia Colina del Areópago abastecen de agua este palacio al que también se conoce por Casa del Manantial o Casa de la Fontana.

  La Escuela Neoplatónica

La funda Plutarco el Grande quien la dirige hacia 432 d.C. La instala en su propio domicilio. Esta es una costumbre muy común en la Antigüedad Tardía según las noticias aportadas en las Vidas de los Sofistas de Eunapio de Sardes y en el Discurso XVIII  de Himerio. Se halla en la denominada impropiamente Casa de Proclo pues este último filósofo sólo es el segundo director de la Escuela tras Siriano. Dos testimonios avalan esa identificación. Uno es el hallazgo de un probable busto de Plutarco el Grande.  El otro se debe a Marino de Neápolis quien sucede a Proclo a la cabeza de la Escuela Neoplatónica de Atenas.

Marino escribe una biografía de su antecesor (costumbre muy habitual entre los directores de aquella Escuela) . Allí se dice que a Proclo le gustaba mucho el emplazamiento de la Escuela por hacerse  visible desde la Acrópolis, haber sido la vivienda de Plutarco el Grande y su proximidad al Teatro de Dionisio y al Templo de Asclepios. Ello induce a la precitada Allison Franz a situar la sede de la Escuela Neoplatónica de Atenas en el camino situado en la ladera meridional de la Acrópolis.

Los caracteres de la Escuela Neoplatónica de Atenas son en primer lugar su absoluta oposición al cristianismo. Es necesario citar su cultivo de una mística pagana con supuestas apariciones a sus maestros de los viejos dioses. En tercer término su financiación es privada por medio de subvenciones de particulares llamadas en griego diadocika. . Sus maestros conceden gran importancia a la Retórica como paso previo a la estricta docencia filosófica. Como toda escuela que se precie sus directores forman una línea sucesoria que recibe el nombre de cadena de oro y a sus miembros se les llama los diádocos. Cada diádoco escribe la vida de su inmediato predecesor. Ya hemos visto como Marino de Neápolis escribe la de Proclo a la vez que Damascio de Siria (diádoco en 529) redacta una Vida de Isidoro. Así la Escuela Neoplatónica de Atenas crea una hagiografía pagana visible en la continua aplicación a Proclo del adjetivo divino. Esa hagiografía pagana se inserta en el mismo espíritu que informa otros escritos importantes del paganismo como la Vida de Apolonio de Tiana por Filóstrato, la Vida de Pitágoras que se debe a Jámblico y las mencionadas Vidas de los Sofistas de Eunapio de Sardes.

Hasta 529 la cadena de oro de la Escuela Neoplatónica se halla formada por los siguientes personajes: su mismo fundador Plutarco el Grande; Siriano que florece hacia 450; Proclo quien continúa practicando los Misterios de Eleusis de forma privada y clandestina y al que su biógrafo Marino de Neápolis considera capaz de provocar lluvia en tiempo de sequía dentro de la mejor tradición taumatúrgica pagana iniciada con Apolonio de Tiana; y Marino de Neápolis, recipendiario de supuestas apariciones de Demeter (señal de que continúa practicando los ritos eleusiacos), Pan y Asclepios y defensor en su Comentario al Timeo de Platón de la doctrina de la eternidad del mundo(totalmente inconciliable con la idea cristiana de la creación) por medio de unos argumentos similares a los que Macrobio emplea en el Comentario al Sueño de Escipión. Después de Marino de Neápolis el diádoco es Siriano. La cadena de oro se cierra con Damascio de Siria quien acentúa todavía más la idiosincrasia mística de la Escuela en su Tratado de los Principios.

El mejor exponente de la ideología anticristiana de la Escuela Neoplatónica de Atenas es Simplicio de Cilicia (contemporáneo de Damascio de Siria). En su Comentario al Enchiridion de Epícteto Simplicio defiende frente a la doctrina cristiana del perdón de los pecados la idea tomada del Gorgias de Platón del castigo implacable y ejemplar de los daños que pueda sufrir el pecador. También Simplicio de Cilicia enjuicia en forma desfavorable  los cultos cristianos de hombres muertos (en concreto de Cristo y los mártires) y los contrapone a la divinidad del cielo que es hostil a cualquier liturgia fúnebre. En este sentido Simplicio recoge una corriente pagana que condena la veneración de las reliquias de los mártires por los cristianos. En los siglos IV y V esas críticas aparecen en Ammiano Marcelino y todos los discípulos de Jámblico quienes preconizan que el troceamiento de un cadáver a fin de transformar sus partes en objetos de devoción es una profanación siniestra y una impureza repugnante.

  La crisis de los años 529 y 532   El planteamiento.

La Escuela Neoplatónica de Atenas es respetada hasta la subida al trono de Justiniano en 527. Aquel emperador desea extirpar el paganismo pues Procopio de Cesarea dice que Justiniano desea asegurar a sus súbditos no sólo la seguridad del cuerpo, sino también la salvación del alma. En 527 una constitución imperial veta a los paganos y a sus hijos el ejercicio de cargos públicos y les impone la obligación de aprender la fe ortodoxa (Código de Justiniano I, 5, 12). Dos años más tarde Justiniano promulga otras dos constituciones. Por la primera obliga a los paganos a hacerse instruir en las creencias cristianas so pena de confiscación de bienes (Código de Justiniano I, 5, 18, 4). A través de la segunda despoja a los paganos de la facultad de enseñar (Código de Justiniano I, 11, 10, 2). A esta medida se refiere la Cronografía de Juan Malalas cuando dice que bajo el consulado de Flavio Decio (529 d.C.) Justiniano promulga un edicto dirigido a los atenienses por el que prohibe la enseñanza de la Filosofía. Además Justiniano, en aplicación de estas medidas, lanza una persecución en Constantinopla que afecta a altos funcionarios criptopaganos.

  Las primeras medidas para luchar contra la crisis.

En torno a 529 se aprecian rastros de cristianización en la Universidad de Atenas y la escuela de los sofistas. En la primera se graba una cruz bizantina en la frente de uno de los tritones del pórtico. En la segunda se ocultan estatuas intactas en pozos, lo que no se observa en los edificios del entorno. El ocultamiento de las esculturas de los antiguos dioses es una práctica muy común por los paganos en momentos en que se sienten perseguidos por las autoridades cristianas. Así han aparecido la Venus Capitolina, la Afrodita de Milo, la Minerva de Poitiers y el Hercules Mastaï del Vaticano. Igualmente San Agustín y Quotvuldeo de Cartago se refieren a esa práctica de suerte que el segundo en el Libro de las promesas y predicaciones de Cristo la cita con la memoria de estas palabras de Isaías aquel día arrojará el hombre entre topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro que hizo para adorarlos.

Los neoplatónicos de Atenas se ocultan en 529 esperando la alborada de una etapa más tranquila. Simplicio de Cilicia, en la conclusión de su Comentario al Enchiridion de Epícteto, califica su época de tiempo de tiranía y crisis. Además emplea en el mismo pasaje el circunloquio las circunstancias imperantes a fin de evitar la expresión los cristianos que les resulta muy odiosa. Idénticas palabras figuran en la Vida de Isidoro  de Damascio de Siria y  Proclo en sus Comentarios a la República y al Alcibíades, En el Comentario al Enchiridion de Epícteto Simplicio llega a decir, en un genuino retrato de su situación de 529 a 532, que cuando el poder adopta una actitud contraria a la persona o las creencias del filósofo, este último debe o bien exiliarse (como hizo Epícteto en Nicópolis durante la tiranía de Domiciano) o bien aguardar oculto a que mejoren las circunstancias.

 Igualmente aquellos filósofos  dejan el gobierno de la Escuela a sus compañeros cristianos quienes la salvan mediante esa genial falsificación que son los escritos atribuidos a San Dionisio Areopagita. En el año 533 d.C. tiene lugar en Constantinopla un debate entre monofisitas y calcedonienses. Los primeros, capitaneados por Severo de Antioquia,  aducen en defensa de sus tesis unos escritos que atribuyen a San Dionisio Areopagita. Este  personaje  es una de las escasas conversiones que el Apóstol Pablo de Tarso consigue durante sus prédicas en Atenas  ( Hechos de los Apóstoles, XVII, 34) y la tradición le considera el primer obispo de aquella diócesis.

Los escritos que se atribuyen a San Dionisio llevan los títulos de Jerarquía Celeste, Jerarquía Eclesiástica,   Nombres Divinos y Teología Mística . Aparecen además nueve supuestas cartas dedicadas al monje Gayo (Cartas I  a IV), al ministro Doroteo (Carta  V), al presbítero Sosípatro (Carta VI), a San Policarpo obispo de Esmirna (Carta VII ), al monje Demófilo (Carta VIII), a San Tito discípulo del susodicho Apóstol Pablo de Tarso (Carta IX) y a San Juan Evangelista (Carta X).  Estas  obras levantan  polémicas en el momento de su aparición. En el coloquio constantinopolitano de 533 el obispo antimonofisita Hipacio de Efeso se  pregunta cómo es posible que ni San Atanasio ni San Cirilo de Alejandría las mencionen pese a pertenecer a un pastor tan glorioso e insigne cual San Dionisio. Sin embargo en el Occidente Latino alcanzan enorme éxito. Su paternidad empieza a ser contestada en el siglo XV por L. Valla a quien sigue Erasmo de Rótterdam en el XVI. Sólo a fines del XIX  empieza a vincularse su génesis con algún discípulo cristiano de los neoplatónicos paganos de Atenas.

Pienso que el Pseudo-Dionisio intenta proteger la escuela neoplatónica de Atenas de un posible cierre decretado por la autoridad imperial. Le lleva además una segundo móvil:  quitar la fama que la ciudad tiene de baluarte pagano. Esta mala prensa se debe al fracaso allí de las prédicas del Apóstol Pablo de Tarso. Siglo y medio antes San Juan Crisóstomo en la Cuarta Homilía sobre los Hechos de los Apóstoles  había reputado muy superior el conocimiento sobrenatural de Cristo y los Apóstoles respecto a los vanos sofismas de los filósofos, la cultura ateniense, Platón y Pitágoras. También los escritos del Pseudo-Dionisio suponen una respuesta cristiana y ateniense al anónimo poeta y músico, oriundo de Siria pero de lengua griega, que entre 500 y 525 compone el celebérrimo Himno Akathistos en honor de la Madre de Dios cuya estrofa 17 dice: Salve, Tú que haces al sabio ver que es un ignorante. Salve, Tú por quien las disputas de los filósofos son estúpidas. Salve, Tú que ahuyentas a los poetas hacedores de mentiras. Salve, Tú que disuelves los juegos de palabras de los atenienses.

El Pseudo-Dionisio hace lo mismo en Atenas que coetaneamente efectúa Juan el Gramático en Alejandría al escribir sus dos tratados sobre la eternidad del universo: el primero contra Proclo (De aeternitate mundi contra Proclum) y el segundo con el propósito de refutar al Estagirita (De aeternitate mundi contra Aristotelem). Ignoramos si el Pseudo-Dionisio es ateniense de nacimiento. En el estado actual de nuestros conocimientos no lo podemos afirmar ni negar. Pero no invalida mi idea de que gesta sus obras en Atenas. A esta ciudad acuden alumnos de todo el Imperio Romano. Lo demuestran las varias tierras de las que son oriundos sus últimos filósofos paganos. Incluso el gran filósofo alejandrino Ammonio se forma en Atenas con Simplicio de Cilicia antes de las medidas antipaganas de Justiniano en 528 – 529.

  Los nuevos problemas y la huida de los filósofos paganos a Persia.

En 532 Justiniano lanza una segunda persecución contra la aristocracia paganizante de Constantinopla que tiene dos consecuencias en Atenas. Una de ellas es la reforma de la escuela de los sofistas en un monasterio. Ello puede deducirse del uso de otras estatuas de dioses como aparejo en la nueva construcción (por ejemplo un torso de una imagen de Atenea en bulto redondo se emplea de peldaño en una escalera), la metamorfosis en baptisterio de la piscina existente en sus baños particulares y el reemplazo del mosaico del triclinio por una cruz. El segundo es la huida de los últimos filósofos paganos de la Escuela Neoplatónica a Persia gobernada entonces por el rey de la dinastía sasánida Khusro I Anosharvan (el del Alma Inmortal) a quien las fuentes griegas llaman Chosrroes (el Primero de este nombre pues el segundo es el conquistador de Jerusalén a comienzos del siglo VII contra el que lucha el emperador bizantino Heraclio).

La mejor fuente es Agathias muy superior a la noticia más breve del Léxico de la Suda. Agathias dice No mucho tiempo antes, Damascio el Sirio, Simplicio el Cilicio, Eulamio el Frigio, Prisciano de Lidia, Hermias y Diógenes de Fenicia, e Isidoro de Gaza, todos ellos la auténtica flor, usando un término poético, de los filósofos de nuestro tiempo, porque no aceptaban la visión de Dios que prevalecía entre los habitantes del Imperio y creían que el estado persa era mejor por reinar en él aquella unión de autoridad y de filosofía que Platón da por base al estado modelo, marcharon a Persia en la esperanza de pasar allí el resto de sus vidas, ya que en el Imperio ellos se negaron a acatar las leyes existentes y se encontraban expuestos a continuas alarmas por su oposición al orden establecido. Pero instalados en Persia, vieron que existían magistrados violentos y prevaricadores, forzadores de puertas y ladrones de mantos. Apreciaron que los grandes oprimían a los pequeños, y que el adulterio se extendía por todas partes a pesar de la poligamia. Las entrevistas que ellos sostuvieron con el Rey, les acabaron de convencer de su error. Ellos hallaron en él a un hombre que hacía ostentación de filosofía, pero que no tenía noción alguna de los maestros, que no se entendía con ellos en ningún punto y que practicaba multitud de costumbres contrarias a la moral. Chosrroes, que les había tomado afecto, hizo todo lo posible para retenerlos, pero antes que aceptar sus regalos, los filósofos prefirieron volver a su país y morir en él. En aquel tiempo se firmó un tratado entre los persas y los habitantes del Imperio, y en su contenido existía una cláusula que permitía a estas siete personas el retornar a su patria y vivir allí, en plena seguridad, sin que fueran obligados a adoptar opiniones que no compartían o a modificar su propia fe

  El éxodo en Persia y el retorno de los siete filósofos al Imperio.

Los pensadores desterrados se enfrentan al llegar a Persia con el estado de verdadera guerra civil que sucede allí tras el frustrado golpe de fuerza mazdakita de 529 en contra de que el trono recayere en Khusro I Anosharvan cuando falleciera el soberano reinante Kavadh. Los últimos años del reinado de Kavadh y los primeros de Khusro Anosharvan (quien sube al trono en 531) se caracterizan por la lucha del poder imperial contra los mazdakitas. Frente al comunismo mazdakita Kavadh y Khusro se ven apoyados por los grandes y los nobles o los grandes y los hombres distinguidos que de ambas maneras llama el cronista persa Al-Tabari a los representantes más altos de la sociedad irania. La represión de los mazdakitas por Khusro I Anosharvan es particularmente sangrienta. Agathias alude a los dos bandos en contienda. Menciona por un lado la tiranía de los poderosos es decir de los aristócratas empeñados en restaurar el orden social. De otro se refiere a la abundancia de ladrones, la práctica del adulterio y la posibilidad  que cada hombre tiene de contraer matrimonio con cuantas mujeres desee. Ello supone una cita de la ideología mazdakita que defiende la absoluta comunidad de mujeres bienes. Por tanto la estancia de los siete filósofos en Persia es sólo anecdótica. De ella sólo queda el escrito de Prisciano de Lidia que se titula Solutiones eorum de quibus dubitavit Chosroes Persarum rex.

Tradicionalmente se ha pensado que los filósofos retornan al Imperio tras la Paz Perpetua que Justiniano y Khusro firman en septiembre de 532. Voy a matizar un poco esa tesis. En aquel tratado el monarca sasánida obtiene de Justiniano una amnistía para los filósofos y la promesa de que no serían molestados por sus creencias. La vuelta de nuestros siete pensadores acaece en 533 aprovechando la tregua que Justiniano da a los paganos de su Imperio hasta la tercera persecución que principia en 542.  Los motivos del rey persa son varios. En primer término considera inevitable otra contienda con Justiniano, pese al fausto nombre de Paz Perpetua, que en efecto estalla en 540. En esa nueva guerra los paganos y samaritanos del Imperio,  víctimas de la intolerancia justinianea, podían servirle de quintacolumnistas. El número de paganos es aún elevado. En 542 Juan de Éfeso se gloría de haber bautizado en su misión evangelizadora a 100.000 paganos además de erigir 100 iglesias y de 10 a 12 monasterios. Justiniano se ve constreñido a aceptar las condiciones de Khusro al encontrarse en 532 envuelto en una campaña contra los ostrogodos de Italia. Cuando los filósofos vuelven al territorio del Imperio, al mismo Simplicio de Cilicia  reemprende sus tareas investigadoras. Su Comentario al De Caelo de Aristóteles recoge una observación personal acerca de un río en Mesopotamia. En otra obra suya que se titula Comentario a la Física de Aristóteles dice que la escribe una vez fallecido Damascio de Siria a quien Agathias considera retornado de Persia.

La pervivencia de los estudios de Filosofía en la Atenas altomedieval.

En la década de 560 la Escuela Neoplatónica de Atenas sigue funcionando. Lo atestigua la noticia de Olimpiodoro según la cual las subvenciones privadas (diadocika) continúan existiendo pese a las multiples confiscaciones que habían tenido lugar. Creo que el Pseudo-Dionisio Areopagita salva la Escuela. No obstante muchos cristianos identifican aún a Atenas con el paganismo. Puede verse en el proemio a la Descripción de Santa Sofía por Paulo Silentiario y en un epigrafista anónimo. El uno dice No están hechas estas líneas para que sean juzgadas por los embaucadores atenienses, sino para que emitan su opinión acerca de ellas los hombres piadosos y de buenos sentimientos, aquéllos en quienes Dios y el Emperador confían. El otro manifiesta Vosotros, atenienses, que tenéis siempre en los labios a vuestros filósofos, a Platón, a Sócrates, a Epicuro, a Aristóteles: verdaderamente ellos no son más que las sombras de vuestros sabios, que la miel de vuestro Himeto y que las tumbas de vuestros muertos; es aquí, en Constantinopla donde florecen la fe y la sapiencia.

 La Universidad de Atenas y la Escuela Neoplatónica son arrasadas por los eslavos en 579. Aquellos invasores se retiran en 583 y entonces se reanuda la enseñanza de la Gramática, Retórica y Filosofía en la ciudad. Lo prueban tres testimonios. Uno es un grafito cristiano del Partenón (posterior a 591 que es la fecha ante quem de la metamorfosis de ese edificio en la catedral de Atenas) que dice Recuerda, Señor, a tu siervo Jorge, presbítero y gramático. El segundo radica en las alusiones del Papa Zacarías y Beda el Venerable a los estudios en Atenas en el siglo VII de Teodoro. Este personaje es oriundo de Tarso en Cilicia. Se forma en Atenas. Pasa a Roma donde profesa como monje. Por último va a Inglaterra donde ocupa la Sede Arzobispal de Canterbury. La tercera noticia se halla en las Acta Sanctorum. Cita los años de aprendizaje en Atenas de Gisleno de Hagenau. Gisleno es un eclesiástico que desempeña un papel muy importante de la evangelización de los sajones por Carlomagno. Esos tres datos son interesantísimos porque demuestran que en la Alta Edad Media no se registra un descenso de las prácticas viajeras y educativas respecto a la Antigüedad.

El problema del testimonio de Miguel Akominato Coniates

El texto

Miguel Akominato Coniates es un contemporáneo del emperador bizantino Alejo I Comneno (1081 – 1118). En sus Yambos sobre la dignidad primigenia de la ciudad de Atenas dice El amor hacia los atenienses, en el pasado los más célebres entre los hombres, dicta mis palabras, anhelando consolarme con la encendida nostalgia de sus antiguas glorias. Pero ¡ay! Nada más deplorable existe para mí, de aquella esplendídisima ciudad únicamente se ven las ruinas amontonadas sin orden por el paso de los siglos. Quienes no ven con sus ojos lo que aman, y se satisfacen con una mera sombra del objeto idolatrado, no por eso dejan de consumirse en su pasión. ¡Infeliz de mí!, de quien se ha adueñado el amor a los atenienses, como Hera sedujo a Ixión, y sólo puedo enumerar de mi querer dolores a cual más triste. Vivo en Atenas y nada contemplo de Atenas: las antaño sedes de toda alegría, hogaño muestran sus funestos escombros. Ciudad tan desafortunada ¿Dónde hallaré tus cosas más sagradas? Todas han perecido: tus tribunales, tus jueces, los sufragios de tu pueblo, tus leyes, la potencia de tus oradores, tus asambleas, tus hazañas terrestres y marítimas. Aquella musa de variado color, que era la fuerza de la elocuencia y que en todo tiempo representó la mayor gloria de Atenas, ha sucumbido, y no ha dejado ni el menor recuerdo de su esplendor primigenio. No obstante, pese a discurrir mi existencia en la infortunada Atenas de este momento, en el futuro sólo quedará de esta ciudad la memoria de la verdadera imagen de su antigua grandeza.

La crítica.

Este testimonio no puede utilizarse para defender la decadencia de Atenas en el siglo XI. Supone un eco del tema del Ubi sunt? Al contrario la centuria antedicha es una época de esplendor en la historia ateniense. Lo demuestran la Iglesia de los Santos Apóstoles y la conocida por Kapnikarea dedicada a la Virgen María. Pasemos a analizarlas.

La Iglesia de los Santos Apóstoles

La Iglesia de los Santos Apóstoles se construye hacia 1020. Tiene un elemento típico griego: la alternancia de hiladas de bloques de piedra y líneas de ladrillo. En esto se diferencia de la arquitectura bizantina de Constantinopla.  En época romana el ágora se encuentra dentro de las murallas. Pero en el bienio 1675 – 1676 los viajeros   J. Spon  y G. Wheler hablan de la ubicación de la Iglesia de los Santos Apóstoles extramuros de Atenas en el segundo volumen del Voyage d’Italie, de Dalmatie, de Gréce et du Levant fait aux années 1675 et 1676 (Lyon, 1678). Sólo en 1778, con el amurallamiento otomano de la ciudad, la Iglesia de los Santos Apóstoles vuelve a introducirse dentro del perímetro urbano aunque muy cerca de las murallas: lo demuestra el nombre de  Puerta de los Santos Apóstoles que lleva una salida de Atenas.

El elemento de mayor interés es su bóveda con forma de cuna y hecha a base de hileras. De este tipo de bóvedas sólo existen otros ejemplos dentro de la Grecia propia en unas cisternas bizantinas emplazadas en la Acrópolis de Atenas. Es H. Leclercq quien expone su sobresaliente sistema constructivo: Un elemento que distingue las bóvedas bizantinas de sus coetáneas occidentales es ser causa de empujes que se difunden por todo el perímetro que abren. La bóveda es una masa de albañilería continua y en esencia alzada que, al recibir la carga, ejerce presiones sobre todo su contorno de suerte que la bóveda tiende a agrietar los muros que encuadra. La bóveda no puede ser contrarrestada sólo con sus cuatro ángulos: ha de mantenerse encima del perímetro entero. Los bizantinos consiguen este resultado por asociaciones de bóvedas: de otro modo las presiones se destruirían mutuamente.

Continúa este tratadista :  En los Santos Apóstoles hallamos una cúpula en el centro que ejerce efectos de presión en todo su perímetro. Cuatro arcos dobles, cerrados por grandes nichos, encuadran esa cúpula y llevan las pechinas. Pero estos mismos arcos dobles originan sus empujes: ¿Los anulará con contrafuertes? No. Un casquete esférico tira con violencia sobre el espacio triangular y hace sólidos los arcos dobles. Su casquete, que tiende a combarse al exterior por el esfuerzo de los empujes, será mantenido en su perímetro por una pequeña bóveda de horno. Propiamente hablando no existen contrafuertes: las diversas bóvedas se apoyan progresivamente unas contra otras y las últimas contra el muro del recinto. Es a la vez una edificación excelente y una obra de arte irreprochable, que se explica por sí misma y lleva en su propio aspecto las garantías de su equilibrio.

La Iglesia de los Santos Apóstoles se halla muy ligada a las actividades militares del emperador bizantino Basilio II. Un serio problema nace para Bizancio con el emplazamiento en el siglo VII de los búlgaros, pueblo de las estepas, entre los ríos Kubán y Kama. Desde aquí se dirigen hacia la antigua provincia romana de Mesia de forma que el Río Marítza se convierte en la frontera entre el Estado Búlgaro y el Imperio Bizantino. El primero alcanza gran auge desde finales del siglo IX y principios del X con Samuel (893 – 927)  quien adopta la titulatura de zar (emperador). Uno de sus sucesores es Samuel (976 – 1014). Samuel y Basilio II, entronizados ambos el mismo año, emprenden una lucha a muerte que sólo termina con la victoria definitiva del segundo en Strumitsa (1014).

Este triunfo origina la muerte de Samuel y el  fin del Primer Imperio Búlgaro que no se sobrepone a aquel desastre. En 1018 Basilio II , con la ayuda de soldados de Kiev  y del rey húngaro  Esteban I el Santo ( c.a. 1000 – 1038),  ocupa todo el territorio búlgaro y lo incorpora al Imperio Romano de Oriente. Acto seguido celebra sus éxitos castrenses en Constantinopla y Atenas. En la primera hace bordar el paño de seda  que una generación más tarde el obispo Gunther de Bamberg lleva a su ciudad y se custodia hoy en el Tesoro de la Catedral de aquella ciudad alemana. En la segunda construye la Iglesia de los Doce Apóstoles. La ordena erigir dentro del ágora en el mismo punto donde el viejo Altar de los Doce Dioses señalaba el punto de partida de los caminos que unían Atenas con las diferentes localidades del Ática. Con esto recoge la vieja tradición de la Atenas Cristiana de levantar iglesias encima de ruinas de viejos templos dedicados a dioses o héroes cuyos nombres, rasgos o funciones permitiesen una fácil superposición de las nuevas advocaciones cristianas.

  Kapnikarea

Se erige entre 1060 y 1070. Pienso que ha de relacionarse su construcción con el refugio en Atenas de potentados bizantinos que abandonan las regiones italianas de la Apulia y Calabria al negarse a reconocer la nueva soberanía del normando Roberto Guiscardo. Se caracteriza por la cúpula central que se apoya en pechinas encima de una base cuadrada y el fin en ábsides de cada una de sus naves. La Kapnikarea tiene importancia en la historia de la Iglesia de Atenas al celebrarse con gran solemnidad la Fiesta de la Presentación de Nuestra Señora en el Templo de Jerusalén todos los 21 de noviembre.

Una hipótesis

El asunto se complica porque el rey Pedro IV el Ceremonioso se jacta de haber restaurado la enseñanza en Atenas tras incorporar a aquel ducado en 1379. Esto parecería dar la razón a Miguel Akominato Coniates, lo que choca con el auge ateniense en el siglo XI. Mi opinión es la siguiente. Pedro IV (tan amante de la Ciudad como prueba su célebre Elogio a la Acrópolis) restaura allí la docencia que habría decaido no en el siglo XI sino a raíz de la crisis que se abre en todo el Imperio Bizantino tras la caída de Constantinopla a manos de los miembros de la Cuarta Cruzada en 1204.

Aquel mismo año los estados de Tesalia, Beocia y el Ática pasan a Bonifacio de Monferrato quien en 1205 cede los feudos de Atenas y Tebas al caballero francés Otón de la Roche (1205 – 1225) . A la muerte de éste último pasa a Guy I (1225 – 1263) que transforma en ducado el feudo latino de Atenas tres años antes de su muerte. El siglo XIV no es mejor con la conquista de Atenas por los almogavares en 1311. La incorporación de los ducados de Atenas y Neopatria a la Corona Aragonesa en 1379 explica los deseos de Pedro IV el Ceremonioso de afianzar su poder haciéndolo agradable a los atenienses por medio de la restauración de la vida académica (sólo dañada a partir de 1204) y el  respeto a la Acrópolis. Éste último elemento es importante porque los anteriores señores latinos habían impuesto la disciplina romana en el Partenón (catedral de Atenas desde finales del siglo VI)  y el abandono por los obispos atenienses del Palacio Episcopal (que se sobreponía al Erectheion  y al Templo de Atenea Niké) para instalar allí su castillo (símbolo de un odioso dominio extranjero).

Alejandría

 La constituye Ammonio Saccas que fallece en 242 d.C. Es una más de las escuelas paganas afectas al neoplatonismo que inician su andadura desde el siglo III al V. Entre ellas es menester aludir a las de Roma con Amelio y Porfirio (alumnos directos de Plotino), Siria donde brilla Jámblico, Pérgamo a la que pertenecen los maestros del emperador Juliano y Atenas con Plutarco el Grande, Siriano, Proclo y Simplicio. La escuela neoplatónica de Alejandría se sostiene con las ayudas del municipio y las aportaciones de los estudiantes. Su docencia se organiza en los tres escalones habituales de gramática, retórica y filosofía.

Su desarrollo.

Desde el siglo IV al reinado de Justiniano (527 – 565).

Con la destrucción del Serapeum en 391 la escuela filosófica de Alejandría incorpora las enseñanzas científicas que allí se impartían tras el arrasamiento del Museion en 272. También pretende crear una biblioteca que sustituya a las existentes junto al viejo Palacio Real de los Ptolomeos, en el Museion< (adonde Augusto llevó los fondos de la Biblioteca rival de Pérgamo tras vencer a Marco Antonio y Cleopatra) y el Serapeum. Aquellas bibliotecas  se habían incendiado respectivamente en 44 a.C., 272 y 391. En general los fondos de la más modesta biblioteca de la escuela filosófica de Alejandría se incrementan hasta principios del siglo VIII.

Entre los siglos III y VI el profesorado de la escuela constituye un baluarte del paganismo aunque tuviesen alumnos cristianos. Ammonio Saccas es maestro tanto del pagano Plotino como del cristiano Orígenes. Un influjo de la escuela neoplatónica de Alejandría se observa en la adopción por el arte cristiano del tema iconográfico del Cristo helenístico (de factura clásica, vestido con túnica fidiaca de paños mojados, imberbe y con figura de efebo) que enseña su doctrina sentado en una cátedra. Este modelo se añade a las iconografías del Buen Pastor y el Christus legem dat. Las primeras dependen de la escultura greco-arcaica conocida por El Muscóforo (Museo de la Acrópolis en Atenas) aunque cambian el ternero del modelo por una oveja. Las segundas son tributarias de  las representaciones de los emperadores romanos. El Cristo helenístico completa al siriaco (de unos treinta años, barbado y con sensación de majestad). Éste último llega a las basílicas romanas de Santa Prudenciana (c.a. 400 d.C.) y Santa Constanza (bien que ésta reconstruida en el siglo IX). Asimismo explica la génesis del tema medieval del Pantocrator por medio de la iconografía bizantina.

La dependencia económica de la escuela neoplatónica de Alejandría del municipio y las aportaciones de sus estudiantes la diferencia de la escuela neoplatónica de Atenas y de la imperial de Constantinopla que Teodosio II inaugura en 425. La primera vive de la herencia del mismo Platón incrementada por las donaciones y legados de sus simpatizantes a través de los tiempos. La segunda depende del tesoro imperial. La convivencia de cristianos y paganos en la escuela de Alejandría es tensa pero sólo se registran tres hechos sangrientos. Uno es la fracasada defensa pagana del Serapeum en 391 d.C. frente a la agresión de los cristianos dirigidos por el obispo Teófilo. En ese suceso se distingue el matemático Theón, padre de la filósofa Hipatia, quien se ve obligado a refugiarse en Constantinopla. Otro es el asesinato de la antedicha Hipatia en 415. El tercero ocurre en la segunda mitad del siglo V. Radica en la muerte de un alumno cristiano del famoso gramático y pensador neoplatónico Horapolon a manos de sus condiscípulos paganos.

Durante los siglos IV y V la escuela neoplatónica de Alejandría continúa siendo un bastión del paganismo pese a la presencia en sus aulas de algunos escolares cristianos como Sinesio de Cirene. En el siglo V brilla la figura del antedicho Horapolon. Este es el primer intelectual que otorga a los jeroglifos egipcios (que tanto extrañaron al obispo Clemente de Alejandría en el siglo III y al historiador Ammiano Marcelino en el IV) un simbolismo místico asumido de la filosofía neoplatónica. Con ello abre una vía exegética que no finaliza hasta el siglo XVIII..

Horapolon puede ser considerado igualmente el padre de la Egiptología. Le lleva su hostilidad a  judíos y cristianos. Los primeros se instalaron en Alejandría en el mismo instante de su fundación por Alejandro Magno (330 a.C.). Aquí ocupan uno de los cinco barrios de la ciudad y erigen una sinagoga basilical considerada el segundo edificio del judaísmo después del Templo de Jerusalén. En Alejandría los hebreos adquieren tal auge que en el siglo III a.C. relegan su lengua materna al culto del sábado en la sinagoga. Por tanto traducen sus Libros Sagrados al griego en la llamada Versión de los LXX. En torno al cambio de Era aparece el filósofo Filón. Éste es un judío de lengua y cultura helenas quien conoce el platonismo medio a la perfección. Identifica la Sabiduría de Yahwé que figura en el capítulo 8 del Libro de los Proverbios con el Demiurgo platónico o ser intermedio entre el Ser Supremo y el universo a través del cual el primero crea el segundo. Filón resalta la naturaleza intercesora de la Sabiduría de Yahwé por los hombres al hallarse sentada a la derecha del trono de Dios pues el antedicho pasaje del Libro de los Proverbios  reputa a la Sabiduría la consejera de Yahwé durante la creación.  A su vez los hebreos de Alejandría alaban su propia cultura y no la consideran desmerecedora de la faraónica.

Los cristianos de Alejandría recogen ese panorama ideológico. En primer término practican una importantísima exégesis escriturística donde sostienen que el Antiguo Testamento (los Libros Sagrados judíos) prefiguran el Nuevo. Seguidamente dan un paso más y a la vieja ecuación filoniana Demiurgo platónico = Sabiduría de Yahwé añaden a Cristo a Quien definen el Verbo del Padre basándose en el capítulo I del Evangelio de San Juan. Por tanto la preocupación de Horapolon por las antigüedades faraónicas supone un intento de demostrar que la historia egipcia es más antigua e ilustre que la judía. En este sentido se anticipa a la tarea que emprende Voltaire en el siglo XVIII de aducir la naturaleza superior de la cultura china sobre la hebraica.

Gran interés tienen la segunda mitad del siglo V y los inicios del VI en Alejandría. Por un lado existen estrechas relaciones entre los neoplatónicos paganos de Alejandría con sus correligionarios de Atenas. El alejandrino Hermeias estudia en Atenas con Siriano y es condiscípulo de Proclo. Los hijos de Hermeias, Ammonio y Heliodoro, hacen también su aprendizaje en Atenas con Proclo. El propio Heliodoro es el maestro en Alejandría de Damascio de Siria quien se instala en Atenas y marcha a Persia en 531 junto a Simplicio de Cilicia, Eulamio de Frigia, Prisciano de Lidia, Hermeias y Diógenes de Fenicia e Isidoro de Gaza. Ello prueba la movilidad de los maestros insignes, cuyos servicios se requieren en las distintas escuelas, y el buen momento de la escuela neoplatónica de Atenas bajo la rectoría de Proclo. Éste envía a un discípulo suyo de nombre Agapio a enseñar filosofía a  la escuela imperial de Constantinopla. Sin embargo los neoplatónicos paganos de Alejandría son más acomodaticios con las autoridades cristianas que los atenienses. En las postrimerías del siglo V Ammonio, el hijo de Hermeias y hermano de Heliodoro, llega a un acuerdo con el patriarca Atanasio II (c.a. 489-496) por el que la escuela alejandrina renuncia a sostener algunos temas del pensamiento antiguo como la eternidad o divinidad del mundo que son por completo inaceptables para los cristianos. La actitud de Ammonio provoca la agria repulsa de Damascio de Siria y origina el primer desencuentro grave entre ambas escuelas.

El reinado de Justiniano.

En el siglo VI conviven aún cristianos y paganos en Alejandría. Sus máximos representantes son el cristiano Juan el Gramático (asimismo llamado Juan Filópono con cierta impropiedad) y los paganos Ammonio, Heliodoro (hijos ambos de Hermeias y Olimpiodoro). La vida de Juan el Gramático se extiende entre c.a. 490 y la década de 570 a 580. Algunas fuentes le dan el sobrenombre de filópono (amante del trabajo). Esto ha llevado a algunos tratadistas a defender la pertenencia de Juan a una cofradía de laicos piadosos de Alejandría que reciben el nombre de filóponos por su ardiente dedicación a obras buenas en beneficio del arzobispado de la ciudad . Pero el adjetivo filópono se aplica a filósofos muy laboriosos y algunos de ellos anticristianos como Proclo. Creo que es este segundo significado el que ha de aplicarse a Juan el Gramático máxime cuando testimonios árabes posteriores alaban su afán por el estudio. Este personaje ocupa una cátedra de gramática en la escuela filosófica de Alejandría aunque no parece que llegue a ejercer su dirección.

En 529 Juan el Gramático publica De aeternitate mundi contra Proclum. Allí critica la doctrina de Aristóteles de la eternidad del mundo en su materia y forma. Ello es uno de los dos factores que incitan a Justiniano a no aplicar en 529 a Alejandría la medida que retira a los paganos el derecho a enseñar. El otro elemento disuasorio estriba en el miedo del emperador a la tradición motinesca de la ciudad. Juan de Éfeso, contemporáneo de Justiniano, considera a los alejandrinos una horda de bárbaros directamente inspirada por Satán. El mismo soberano ordena distribuir entre los habitantes de Alejandría, en forma de liberalidad cesárea, parte del trigo recogido como impuesto a los campesinos egipcios. Ello se debe al temor abrigado por Justiniano de que un tumulto en Alejandría hiciese peligrar la llegada a Constantinopla del grano egipcio, imprescindible para el avituallamiento de la Nueva Roma, y supusiera un inconveniente en su política exterior defensiva frente a los persas pero ofensiva en relación con vándalos, ostrogodos y visigodos. La aparición del De aeternitate mundi contra Proclum de Juan el Gramático ocasiona la respuesta de Simplicio de Cilicia en sus Comentarios a la Física y al De Caelo de Aristóteles y los nuevos argumentos de Juan en su De aeternitate mundi contra Aristotelem.  

 Juan el Gramático dedica el tratado Contra Aristóteles a criticar la filosofía del Estagirita. Esa obra se fecha después de 529 y antes de 540. Ha llegado a nosotros en las referencias del filósofo pagano de la escuela neoplatónica de Atenas Simplicio de Cilicia y en cuatro fragmentos en árabe , un quinto en griego y otro en siriaco. Juan el Gramático divide este trabajo en ocho libros. Del I al III se ocupa de las doctrinas aristotélicas relativas al quinto elemento eterno. Consagra los libros IV al VI al tema de la eternidad del universo. Parece ser que los perdidos libros VII y VIII del Contra Aristóteles se dedicaban a la metamorfosis del mundo real en otro más divino. Así el asunto de los seis primeros libros es filosófico y la temática de los dos últimos sería ya teológica pues ambas disciplinas constituyen los principales campos de trabajo de nuestro filósofo aunque éste escribe también sobre matemáticas, astronomía, gramática y medicina. En su Contra Aristóteles Juan el Gramático critica toda la filosofía peripatética pero sobre todo sus ideas sobre la eternidad del mundo y el ímpetu porque ambas eran argumentos usados por los neoplatónicos paganos en sus disputas contra los cristianos y resultaban incompatibles con la existencia de un Dios Creador  

Las doctrinas de Juan el Gramático hubieron de hallar acogida muy favorable en la ciudad de Alejandría en una etapa inmediatamente posterior a la crisis de la enseñanza pagana en 529 cuando Justiniano retira a los maestros seguidores de las viejas creencias la facultad discente. Así el obispo Sergio de Alejandría ordena a los maestros cristianos en 543 no enseñar de Aristóteles más que la lógica y los primeros argumentos analíticos según algunos escritores árabes (Al-Fârâbi, Youhana Ibn Haïlan y Mohammed Ibn Zahariyyâ ar-Râzî). Sin embargo el efecto de esta medida sobre la escuela es limitado (depende sólo del libre albedrío de los profesores cristianos) al no depender económicamente la escuela del obispado. Tres factores colaboran en eco tan benévolo de nuestro filósofo en Sergio. Uno es el agradecimiento de los alejandrinos a Juan el Gramático por haberla salvado en 529 de las medidas represivas de Justiniano con la aparición de su tratado Sobre la eternidad del mundo contra Proclo. El segundo es el mismo prestigio de Juan como crítico del Estagirita pero al tiempo buen conocedor de su filosofía pues antes de su Contra Aristóteles habían aparecido algunos comentarios suyos a obras del padre del peripatetismo: In de Anima, In de Generatione et Corruptione, In Categorías e In Physica.  El tercer y último factor es la ortodoxia en esta época de Juan el Gramático ya que sus ideas trinitarias de estirpe triteista sólo se declararán heréticas en 680, es decir unos cien años después de su óbito.

En cuanto a los filósofos paganos de la Alejandría del siglo VI Ammonio, hijo de Hermeias, es comentarista de Aristóteles. Igualmente lo son su correligionario Olimpiodoro y los cristianos Juan el Gramático, David y Elías. Su hermano Heliodoro es también gramático además de astrónomo bien que se inscriba en la tendencia neoplatónica. El último gran pensador pagano de Alejandría es Olimpiodoro. Se le deben Comentarios a tres escritos de Platón (Alcibíades, Gorgias y Fedro) y dos de Aristóteles (Categoriae y Metereologica). Olimpiodoro defiende tesis muy opuestas a la doctrina cristiana. Asume la herencia plotiniana de negar la eternidad de la penas del Infierno. Abriga serias dudas en torno a la validez de las ideas cristianas de ultratumba. Justifica el suicidio si proporciona un gran bien espiritual. Como hace Simplicio de Cilicia en Atenas Olimpiodoro (tal vez temeroso de ser perseguido por las autoridades) usa el circunloquio las circunstancias imperantes para referirse a la supremacía del cristianismo a la que considera una religión para iletrados. Finalmente acepta la tesis de Proclo alusiva al daimon de Sócrates.

De la muerte de Justiniano a la conquista árabe.

Sin embargo continúan los vínculos de cristianos y paganos en la escuela neoplatónica de Alejandría. El cristiano Elías es discípulo de Olimpiodoro. Con la muerte de Olimpiodoro en torno a 565 se abre un nuevo periodo en la, filosofía alejandrina singularizado por dos notas distintivas. Una radica en el predominio de los cristianos en sus aulas. Sus máximos representantes son Elías y David. Exponen los temas paganos tradicionales aunque hagan profesión de fe cristiana para no enfrentarse a las jerarquías civiles y religiosas del Imperio y de su ciudad. La segunda es el auge que adquiere la retórica. Este no es un fenómeno privativo de Alejandría pues sucede también en Gaza. Se relaciona con la creciente importancia de las carreras eclesiástica y administrativa pues la retórica es un instrumento muy útil para llegar y mantenerse en ellas. Este proceso se inicia con la génesis de la burocracia bajoimperial pero toma nuevas alas en el siglo VI.

La escuela neoplatónica de Alejandría ofrece otras perspectivas en aquella centuria. Una es la colaboración en sus tareas de personajes cristianos secundarios: el filósofo Juan de Apamea, el médico Aecio de Amida y el médico y filósofo Sergio de Res Aina llamado Sergio de Teodosiópolis en Occidente. Si se unen sus actividades a las astronómicas de Heliodoro es posible inferir que en la Alejandría del siglo VI existen las escuelas de medicina y neoplatónica.

La segunda abarca enseñanzas de astronomía y recoge la herencia de los viejos intelectuales alejandrinos en óptica, física y matemáticas. Por último Sergio de Res Aina y Juan de Apamea inician las traducciones al siriaco de escritos filosóficos y médicos griegos. Ellos preparan el camino a la posterior recepción árabe del legado helénico. Ambos personajes son cristianos monofisitas. Se relacionan con otros traductores de su fe que no estudian en Alejandría vg. Esteban bar Sudaile, Ahudeemneh y el autor anónimo que vierte al siriaco las Eneadas de Plotino y la Teología del Pseudo-Aristóteles. Esta escuela monofisita de traductores se centra en el siriaco y arameo. Completa las versiones al iranio de los mejores frutos de la sabiduría griega que llevan a cabo los nestorianos refugiados en el Imperio Sasánida tras la clausura de la escuela de Edesa en 489. Entre ellos destacan Hiba el Traductor, su alumno Probo y el más tardío Aba de Kaskar. Las dos tendencias siguen en vigor después de la conquista islámica. La monofisita sigue con el filósofo, astrónomo y matemático Severo Seboht, su discípulo Atanasio de Balad, el obispo Gregorio de Hauran y Jacobo de Edesa al que M. Meyerhof denomina el corifeo más sobresaliente del helenismo cristiano en ropaje lingüístico arameo. La nestoriana continúa con Silvano de Ouardu, el Katholikos Henaniso I, el monje y médico Simón de Taibuta y los obispos Mar Aba, Isoboht y Denha quienes traducen y comentan obras del Estagirita.

La incidencia de la conquista árabe en la escuela filosófica de Alejandría.

La conquista de Alejandría por los árabes en 641 es un hecho importantísimo. Puede hablarse de un antes y un después: no por la falsa noticia del incendio de la Biblioteca de Alejandría por los vencedores que jamás se produjo; sí a causa de la fundación de Cairo como ciudad totalmente islámica y rival de la cristiana Alejandría en una actitud que los musulmanes repiten en el caso de Túnez versus Cartago tras ocupar el África Peninsular. El desarrollo del Cairo origina el declive de Alejandría del que no se libran sus escuelas. El siglo VII contempla la figura del filósofo Esteban, el último pensador enciclopédico de la antigüedad. Antes de 617 Esteban marcha a Constantinopla a instancias del emperador Heraclio. Allí enseña filosofía en la escuela sufragada por el palacio. Con esto Heraclio sigue la política inaugurada por Justiniano (luego continuada por Carlomagno en Occidente) de atraer a la capital a los mejores maestros y a los ingenios más preclaros. Otro escrito alejandrino de idéntica centuria es el Comentario Cristiano al Parménides que ocupa la parte perdida de Proclo en los manuscritos griegos. L.G. Westerink dice de este tratado Supone la ruptura con la tradición neoplatónica. Su estricta interpretación formal de las hipóstasis representa el fin del sistema de Jámblico, vigente durante dos siglos y medio

A principios del siglo VII destacan en Alejandría los médicos y eruditos Pablo de Egina y Aarón. Un coetáneo de la entrada de los árabes en la ciudad es el también médico Juan de Alejandría a quien la tradición islámica posterior confunde con Juan el Gramático. Las obras de los tres ejercen notable influjo en los primeros estudios árabes. La fundación del Cairo y la lógica decadencia alejandrina hacen que sus escuelas y bibliotecas se trasladen buscando la proximidad de la mutante capitalidad musulmana. Hacia 718 el califa Omar II ordena un primer cambio que tiene lugar a Antioquia por hallarse cerca de Damasco, centro del Imperio Omeya. Con el nacimiento del califato abbasí Siria pierde importancia a favor de Mesopotamia. Esto conlleva que la escuela abandone Damasco y se instale en Harran debido a su cercanía a Samarra, la sede abbasí entre 836 y 889. La consolidación definitiva de Bagdag origina que el califa Al-Motadid disponga transferir allí la escuela desde Harrán. La biblioteca de la escuela filosófica de Alejandría sigue idénticos avatares. Al-Motadid la emplaza en Bagdag tras las paradas de Antioquia  y Harran. En Bagdag sus fondos  (tal vez enriquecidos con las aportaciones nestorianas y sabeas de Harran) incrementan los manuscritos griegos adquiridos por el califa Al-Mamoun con destino a la escuela de traductores de la ciudad. Ambas fuentes suponen las bases del gran acervo bibliográfico que Focio de Constantinopla resume parcialmente en su Biblioteca o Myriobiblion y que será destruida por los mongoles en el siglo XIII. 

El problema del médico Juan de Alejandría. 

La tradición islámica posterior atribuye al filósofo alejandrino Juan el Gramático unos tratados médicos conservados en árabe y le hace coetáneo de la conquista árabe de Alejandría en 641. Dichas obras pertenecientes al arte de Esculapio son la colección de enseñanza titulada los Dieciséis libros de Galeno (obra pseudonímica que recoge el canon galénico del conocimiento de la salud) y unos escritos abreviados sobre cada uno de los referidos Dieciséis libros de Galeno, una historia de la medicina griega y un comentario al primer libro De antidotis de Galeno. Las mismas fuentes consideran a Juan el Gramático autor de unos Comentarios y Escolios a Aristóteles. Esas noticias se equivocan. Juan el Gramático vive aproximadamente entre 490 y la década 570-580. Recogen, empero, la memoria de sus Comentarios a algunos escritos del Estagirita que superan el mero Organon. Ese conjunto de obras se dedica a la lógica. Comprende los Predicamenta o Categoriae, De interpretatione, Analytica priora, Analytica posteriora, Topica y De sophisticis elenchis.

 M. Meyerhof extrae estas conclusiones de su estudio en torno a los vínculos de Juan el Gramatico con la medicina árabe:

El Juan de Alejandría, a quien la literatura árabe atribuye los Comentarios a Aristóteles y Galeno, se identifica con Juan el Gramático. No ha sido probada la tesis de H. Diels con arreglo a la cual habría un tercer Juan de Alejandría, distinto tanto de Juan el Gramático como del médico objeto de nuestro estudio, quien habría escrito los Escolios a Aristóteles atribuidos por las fuentes árabes a Juan el Gramático con pleno acierto.

La localización de la vida de Juan el Gramático, al tiempo de la conquista árabe de Egipto, es un error que aparece en los manuscritos griegos de su Comentario a la Física de Aristóteles. De aquí pasa a las versiones sirias y árabes del tratado. La leyenda del encuentro en 641 de Juan el Gramático con el general árabe Amr Ibn Al-‘Asi se debe probablemente al bibliógrafo musulmán Ibn an-Nadin en su Fihrst que se data en 987 d.C.

El adorno de este relato y el nexo de Juan el Gramático con el incendio de la Biblioteca de Alejandría es un yerro del susodicho Ibn an-Nadin que se transmite por medio de Ibn al-Oifti, escritor que muere en 1248 a quien los cristianos llaman Furlani

 Los sirios poseen la totalidad de los Comentarios a Aristóteles y los escritos teológicos de Juan el Gramático vertidos en su lengua. Los árabes los conocen por medio de los sirios. Esto explica que Juan el Gramático sea una autoridad en la enseñanza teológica sirio-jacobita y un soporte de la teodicea arábigo-islámica (Al-Gazali) y arábigo-judía (Maimónides)          

Los escritos sobre medicina que los árabes atribuyen a Juan el Gramático se clasifican en cuatro grupos: 

A.- Su participación en la génesis de la colección de enseñanzas médicas que se titula los Dieciséis libros de Galeno y recoge el canon galénico del conocimiento de la salud. Este testimonio corresponde al autor árabe del siglo XI Ibn Abi Usaibiá aunque en el siglo XIII el habitualmente mejor informado Ubaidallah  b. Gibrail rechaza su veracidad.

B.- Escritos abreviados grecotardíos sobre cada uno de los precitados Dieciséis libros de Galeno. Sólo se conservan en traducciones  hebreas y árabes. Ibn an-Nadin entrevé su autoría por Juan el Gramático que sólo aparece expresa de forma tajante por Ibn Abi Usaib’ia. Podrían atribuirse a un médico alejandrino de los siglos VI o VII d.C. (vg. Paladio, Gesio, Sergio, etc...).

C.- Una historia de la medicina griega con arreglo a la noticia aportada en 903 por Ishaq b. Hunain. Ha llegado a nuestros días en estado fragmentario. M. Meyerhof la califica de chapuza fantástica llena de cuentos mágicos e indigna del ingenio de Juan el Gramático. D.- Un comentario al primer libro del De antidotis de Galeno al que el referido tratadista considera un exponente místico-mágico de la literatura tardía de Alejandría sobre ciencias pseudonaturales que tampoco puede deberse a Juan el Gramático. .Así pues todos los escritos árabes que la tradición árabe atribuye a Juan el Gramático son apócrifos. Deben borrarse de las obras históricas junto a la leyenda que menciona las relaciones de los eruditos alejandrinos con los conquistadores árabes de Egipto. Algunas precisiones en este esquema. El Juan de Alejandría que colabora en la génesis de la recopilación docente llamada Dieciséis libros de Galeno es un médico que vive en la Alejandría de siglo VII y presencia la entrada de los árabes en 641. A la misma persona se deben los resúmenes de aquellos escritos pseudogalénicos. No puede admitirse, en cambio, su autoría de la historia de la medicina griega ni del comentario al primer libro del De antidotis de Galeno aunque estos aún pertenecen menos a la herencia de Juan el Gramático. Los Dieciséis libros de Galeno y sus comentarios abreviados serían manuales de estudio en la escuela médica de Alejandría. Hemos visto como brillan allí en los inicios del siglo VII, y al lado de nuestro Juan, otros cristianos como Pablo de Egina y Aarón cuyas obras ejercen hondo influjo en la naciente ciencia árabe. La fundación del Cairo a mediados del siglo VII, concebida como rival de la cristiana Alejandría, supone el inicio de la decadencia de las escuelas alejandrinas de medicina y filosofía y explica sus traslados hacia el año 718. Entonces se pierden muchos recuerdos y se confunden Juan el Gramático (filósofo alejandrino del siglo VI a quien se deben importantísimos Comentarios a Aristóteles) con el médico homónimo del siglo VII (coautor de un manual de medicina vigente en la escuela de Alejandría y responsable de unas notas explicativas que se inspiraban en las doctrinas galénicas).

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Gonzalo Fernández



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