Arbil cede
expresamente el permiso de reproducción bajo
premisas de buena fe y buen fin |
Para
volver a la Revista Arbil nº 112
Para volver a la tabla de
información de contenido del nº 112 |
Marca la cruz, o haz que la marque tu gestor o banco, en tu declaración. Asegura que ese tramo de tu renta no se convierte, por defecto, en financiación para organizaciones contrarias al Orden Natural
Malvinas, a 25 años
por
Sebastián Sánchez
Homenaje a los caídos y a los veteranos de guerra del Ejército Argentino, por el mérito en combate y la sangre heroicamente derramada en las batallas de Darwin - Pradera del Ganso, Longdon, Dos Hermanas, Harriet, Wireless Ridge, Tumbledown, Boca House, Puerto Howard, Bahía Fox y tantos otros lugares de nuestras Islas.
|
“La espada proporciona belleza a las
cosas; es la espada la que ha hecho novelesco al universo”
G. K. Chesterton
La Causa, no
las causas
En estos 25
años, una verdadera multitud de pseudo - especialistas se ha congregado en
torno a un hervidero de lugares comunes respecto de la gesta malvinera. En ese locus
ramplón en el que los hechos nada importan suele vociferarse que la
recuperación de las Malvinas – a la que recurrentemente llaman “invasión” –
habría obedecido a la necesidad de legitimación de un gobierno militar cuya
caída estaba en ciernes. Así, a la “dictadura” se le habría ocurrido una
especie de estratagema político - publicitaria que enfervorizaría a l masa y
les haría olvidarse de los malos momentos vividos en los oscurísimos años
setenta. Así las cosas, convocaron a un puñado de militares que se encargaron
de llevar adelante lo que estos peritos de la ordinariez denominan “aventura
ridícula”. Movilizaron entonces a un montón de soldados conscriptos sin
preparación militar alguna e “invadieron” el archipiélago convencidos de que los
ingleses negociarían ante la evidencia de la ocupación de
facto. Pero los
británicos no negociaron – siguen los analistas – y el resultado fue una
matanza de “chicos de la guerra” (el título de una película del periodo
alfonsinista que fue la exasperación del argumento que aquí sintetizamos) en la
que los militares profesionales se ocuparon solamente de torturar soldados,
matarlos de hambre y frío para terminar escapando y lloriqueando en un pozo de
zorro apenas sonaron los primeros tiros.
Palabras más
o menos, este es el argumento de la llamada “desmalvinización” difundida ad nauseam
mediante una inimaginable oleada de libros, entrevistas, revistas, películas y un
sin fin de recursos al uso. Nunca más acertada la expresión de Huizinga cuando señaló aquella "historia en
servidumbre...esclava de un sistema temporal de opiniones”.
La mayor cualidad
de esta desmalvinización de raíz gramsciana ha sido la de haber
encontrado eco casi absoluto en el argentino medio (ese fiel estereotipo del burgués
que tanto repugnara a Bloy) que se la ha tragado de cabo a rabo y la ha
multiplicado en el hogar, la escuela, la universidad, las parroquias y… los
cuarteles.
Conocemos de
sobra los argumentos necesarios para devastar los lugares comunes que confluyen
en la malhadada desmalvinización. Reconocemos las causas políticas,
diplomáticas y hasta económicas que dieron lugar a la reparadora recuperación
del 2 de abril. Pero nada de eso nos ocupará hoy. No queremos hablar de esas
cosas por la misma razón que nos negamos a discutir respecto del nazismo
de Pío XII. Estamos hartos de dar cuenta de verdades que rompen los ojos. Hartos
de seguir la agenda del enemigo. Señores: “Quien quiera oír que oiga”.
No miraremos
hoy el rostro de los traidores, el de “los guerreros
de herrumbrados escudos, que han consentido inertes los rapaces despojos” o el
de los que “olvidados del lábaro o la espada, deshonran sus oficios de guías y
pastores”, como diamantinamente señala Caponnetto. Preferimos dirigirnos a los
argentinos bien nacidos que aún le rezan a Dios y saben dolerse por la Patria.
Por eso, hoy sólo
nos referiremos a lo esencialísimo y excelso de esta materia, esto es, la Causa
metafísica de nuestra guerra contra los británicos. Y lo haremos subidos a los
hombros de un gigante, Alberto Caturelli, quizás el más importante filósofo
puesto a columbrar unas cuantas verdades sobre nuestra entrañable gesta.
Luego de
sostener con el rigor que lo caracteriza que el pacifismo ideológico, de suyo
antinatural y anticristiano, es una patología que afecta al Bien Común,
Caturelli señala una verdad sempiterna que en su día expresara el Aquinate: hay
guerras justas. Y la causa de la guerra justa es, ante todo, “la reparación de
un derecho cierto violado (contra el bien común), dicho de otro modo por el
mismo Doctor Angélico: ‘la única y sola causa justa de hacer la guerra es la
injuria recibida’”.
En efecto,
cuando en 1833, Inglaterra invadió la Islas cometió un acto injurioso de tal
naturaleza que “siguió agrediendo a la Argentina todo el tiempo, minuto a
minuto, segundo a segundo durante casi siglo y medio”. Por eso mismo tantos
soldados españoles, para quienes Gibraltar es una herida abierta, desearon venir
a combatir junto a nosotros en aquél otoño del ’82.
Durante la
Guerra de Malvinas, continua el insigne Caturelli, la Argentina pudo reunir e
invocar todos los títulos legítimos de una guerra justa. Las enseñanzas de dos
humildes dominicos, Santo Tomás de Aquino y Fray Francisco de Vitoria, así lo demuestran.
Lo demás es puro y estéril vericueto ideológico.
Pero existe además
otra razón que nos indica la verdadera trascendencia de nuestra guerra, esto
es, la “batalla metafísica” de las Malvinas. Los argentinos, aunque hoy lo
desconozcamos, combatimos contra las potencias que conforman, para decirlo
agustinianamente, la Ciudad del hombre. En efecto, luchamos contra las fuerzas que
imponen el Nuevo Orden Mundial, esa siniestra simbiosis en parte marxista, en
parte liberal y siempre masónica que aspira a la disolución de las patrias en
pos de la imposición de un Estado universal y homogéneo de corte profundamente
anticristiano. La Argentina, aún sin saberlo aquellos que declararon la Guerra,
fue la protagonista de la última peripecia bélica contra el Nuevo Orden Mundial. Ni
más ni menos. De ahí el odio, la incordia y la persecución desatados contra nuestra
gesta.
La espada
otorgadora de belleza
Bien lo dice
ese inefable gordo que fue Chesterton: “la espada proporciona belleza a las
cosas”. Es la belleza que, por ser trascendente del Ser, se niega a quienes lo
niegan a El. Es la espada que, como signo de las causas justas, suele dar
virtud a los hombres que la portan, aún cuando ellos mismos no terminen de
comprender el porqué.
Y pensamos, y
recordamos, cuánta belleza esplendió en el frío suelo malvinero. Pensamos en
nombres propios, en imágenes vívidas de soldados arrojados en un combate que
sólo se entiende desde el alma.
Pensamos en
el Tte. Estévez, paradigma de la heroicidad, que hasta el último minuto, herido
ya de muerte, se preocupó por la seguridad de sus soldados. Pensamos en la famosa
carta que escribiera a su padre, en la que le agradece ser “católico, argentino
e hijo de sangre española”.
Pensamos en
el soldado Poltronieri, con su medalla “Al heroico valor en combate” sobre el
orgulloso pecho, obtenida merced a la protección que brindó a sus compañeros en
el repliegue mientras mantenía a raya a los ingleses a tiro limpio. Lo que los
ingleses no pudieron, acallar su ametralladora y aplacar su ánimo patriótico,
lo lograron los traidores en estos 25 años.
Recordamos,
como si hubiésemos estado ahí, al Subteniente Peluffo que, malamente herido en
la cabeza, rezaba el Rosario junto a sus inseparables conscriptos ante el
estupor de los descreídos ingleses.
Pensamos en
el Subteniente Gómez Centurión, hoy retirado por el ejército kirchnerista, que
abatió al Tte. Cnel. Jones luego de que éste traicionara el alto al fuego
matando a dos de sus soldados. Lo pensamos preguntándose una y otra vez si
podría haber cambiado el destino de sus nueve soldados caídos en combate.
Y recordamos,
leyéndola una y otra vez, la carta de la humilde maestra argentina que se
dirigía a un soldado argentino con las rodillas hinchadas de tanto rezar por
él. Y pensamos en ese soldado, junto a su fúsil y su rosario, esperando el
combate con el calor de esa caricia en el corazón.
Y pensamos
también en los cinco españoles que pelearon la guerra codo a codo junto a sus
hermanos argentinos, reviviendo la hazaña de hace dos siglos, cuando Buenos
Aires era reconquistada de manos piratas merced al hidalgo coraje caballeresco
de criollos y españoles. Recordamos al marinero español Alfonso López que junto al Capitán Payarola, nadó lejos del buque Isla
de los Estados, hundido
por los aviones enemigos. Horas braceando en las heladas aguas hasta llegar a la pequeña Isla Cisne y ser rescatados por tropas nacionales. Y vemos, de veras lo vemos, a
aquel español, muerto en ese mismo buque junto a tantos argentinos,
hispanizando con sus restos nuestro gélido mar austral.
Y pensamos en
el cabo Ibáñez que desde el humilde guardacostas Río
Iguazú, y clamando un
¡viva la Patria!, derribó el Harrier que un segundo antes había ultimado a su
compañero.
Y recordamos
a los caballeros del aire, con sus Mirage, Pucarás, Dagger y Skyhawk, atacando
a la flota británica al grito de ¡Dios y Patria! Los recordamos en Bahía San
Carlos y en Bahía Agradable, aquella tarde en los ingleses casi pierden la guerra. Los vemos en el “corredor de las bombas”, sorteando cohetería de toda especie,
aguerridos como ninguno, el alma hondamente calada por las enseñanzas
patrióticas y cristianas de otro mártir argentino, Jordán Bruno Genta.
Y recordamos,
con dolor lacerante, al Crucero Gral. Belgrano y sus 300 ultimados. Y vemos a
sus 700 jóvenes marineros sobrevivientes en sus balsas a la deriva, junto a un
capitán que no debería haber sobrevivido a su buque. Y rezamos por ellos a
Nuestra Señora, en la advocación de Stella Maris, para que les de el abrigo
eterno que merecen.
Y pensamos, y
rezamos, por nuestros 400 compatriotas suicidados en estos 25 años, hartos del
horror de la miserable posguerra que vivieron, orgullosos de ser argentinos
pero no de la Argentina, avergonzados de la imbecilidad colectiva cuyas
nefastas consecuencias padecieron.
Colofón
Estos son algunos
de nuestros pensamientos y recuerdos de hoy. Esta es la belleza que esplende.
Lo demás es sólo viruta ideológica, mera arenisca que la brisa de la Justicia
algún día hará volar hacia el olvido. Nada ponemos en la mesa de un debate infecundo.
Ahorraremos tiempo y energías al no discutir la leyenda
negra malvinera. Ahora
sólo hay tiempo para la verdad.
Solos, entre
los despojos de un ejército desarmado material y espiritualmente, entre la
indignación de una comunidad de rodillas y entre las ruinas nauseabundas de un Estado
tiranizado y enloquecido, sólo queremos ver y pensar a nuestros héroes. Cerrar
los ojos, recordar la belleza que sus acciones otorgan a las cosas, para después
abrirlos y ver a la patria con ojos mejoreso·- ·-· -······-·
Sebastián Sánchez
IV Congreso Mundial de las Familia
La Familia es célula de resistencia a la opresión del Sistema. Por ello se le persigue
***
Visualiza la realidad del aborto: Baja el video Rompe la conspiración de silencio. Difúndelo.
|
|
Para
volver a la Revista Arbil nº 112
Para volver a la tabla de
información de contenido del nº 112
La página arbil.org
quiere ser un instrumento
para el servicio de la dignidad del
hombre fruto de su transcendencia y
filiación divina
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y
Crítica", es editado por el Foro
Arbil
El contenido de
estos artículos no necesariamente
coincide siempre con la línea editorial
de la publicación y las posiciones del
Foro ARBIL
La reproducción total o parcial
de estos documentos esta a disposición
del público siempre bajo los criterios
de buena fe, gratuidad y citando su
origen.
|
Foro
Arbil
Inscrita en el
Registro Nacional de Asociaciones. N.I.F.
G-47042954
Apdo.de Correos 990
50080 Zaragoza (España)
ISSN: 1697-1388
|
|
|