Cajal
y Dios
Recibió
el premio Nobel en octubre de 1906, por sus estudios sobre la demostración de
la teoría neuronal y la ley de polarización dinámica de las neuronas. En su
obra escrita, que fue abundante, da cuenta de aspectos de su persona como el de
sus creencias, aspecto éste por cierto escasamente estudiado y en absoluto
difundido.
Nacido en el seno de una familia católica, se casó por la
iglesia con una católica ferviente, Silveria Fañanás, con la que tuvo siete
hijos, que fueron bautizados y recibieron la comunión. Aunque probablemente no fue un católico practicante, parece no encontrar nada que
se acerque a Dios tanto como esa religión.
Jamás tuvo que ver con la Institución Libre de Enseñanza, aunque conociera a personas afines a ella. Más bien todo lo
contrario: estudió en los Escolapios de Huesca. Fue matriculado en él y
sometido a una dura disciplina (ayunos incluidos) por un profesor famoso por
doblegar muchachos rebeldes, cosa que el padre de Cajal quería a toda costa
conseguir, para disuadirle de su entonces incipiente afición a la pintura, que
tan útil sería con posterioridad para su carrera científica, plagada de éxitos
conseguidos a través de la minuciosa observación y dibujo de lo observado.
Haciendo referencia al episodio de dureza docente en los Escolapios, sobre el
cual se han dicho verdaderas burradas contra al Iglesia, diría él mismo años
más tarde, por carta publicada en “Nuestra Revista”, Órgano Oficial de los
Antiguos alumnos de San Antón, del mes de julio de 1922:
Don Eduardo Rute.
Estimado Compañero:
He recibido y leído con deleite los números de Nuestra
Revista, redactada por los antiguos alumnos de San Antón.
Y he sabido también por su grata, con la natural
satisfacción, los acuerdos, tan honrosos para mí, tomados por los doctos
redactores de la citada publicación. Por todo ello doy a usted, así como a sus
simpáticos compañeros, las más cordiales gracias.
No hay que dar valor a las críticas estampadas en mi
Autobiografía con relación a la Escuela Pía de Jaca. Ninguna institución docente está libre de albergar temporalmente algún profesor de mal genio y
excesivamente riguroso. Sobre que mis endiabladas travesuras de chiquillo
díscolo, justificaban de sobra cualquier medida disciplinaria. Yo me
enorgullezco hoy, de todos modos, de haber sido alumno de las Escuelas Pías.
Me es muy grato con este motivo, después de reiterarle la
expresión de mi gratitud, saludarle afectuosamente.
[“Cajal. Escritos inéditos”, García Durán Muñoz y Francisco Alonso Burón, publicados ambos en Barcelona en 1983 por la Ed. Científico Médica].
En 1895, con 43 años, ingresó en la Real Academia de Madrid y en su discurso de ingreso titulado “Fundamentos racionales y
condiciones técnicas de la investigación biológica”, dejó testimonio claro
de sus ya afianzadas creencias al escribir, hablando de las cualidades morales
que debe poseer el investigador:
“Y á los que te dicen que la Ciencia apaga toda poesía
... contéstales que... tú sustituyes otra mucho más grandiosa y sublime, que es
la poesía de la verdad, la incomparable belleza de la obra de Dios y de las
leyes eternas por Él establecidas. Él acierta exclusivamente á comprender algo
de ese lenguaje misterioso que Dios ha escrito en los fenómenos de la
Naturaleza; y á él solamente le ha sido dado desentrañar la maravillosa obra de
la Creación para rendir á la Divinidad uno de los cultos más gratos y
aceptos....”
Pero también Cajal, además de deísta, resulta ser uno de
esos científicos poco frecuentes, que tienen muy claros los límites de la
ciencia en relación a asuntos como la religión, escribiendo en el mismo
discurso:
“ La vida y la estructura van más allá de nuestros
recursos amplificantes y de la potencia reveladora de nuestros métodos... En la
ausencia de datos suficientes para formular una explicación
racional...abstengámonos de imaginar hipótesis... de esta excesiva confianza en
los recursos teóricos que para la resolución del supremo enigma de la vida
pueden ofrecernos las ciencias auxiliares, adolecen casi todos los modernos
creadores de teorías biológicas generales, aunque éstos tengan nombres tan
justamente célebres como Herbert Spencer, Darwin, Haeckel, Heitzmann, Bütschli,
Noegeli, Altmann, Weissmann, etc.... en lugar de abarcar con su mirada el
horizonte entero de la Creación, sólo han logrado explorar un grano de arena
perdido en la inmensidad de la playa...”.
Esta fe deísta se encuentra unida a la creencia en el alma
inmortal desde sus veinte años en los que, abatido por el sufrimiento de la
tuberculosis, escribe [“Cajal. Vida y Obra”, de los autores García Durán Muñoz
y Francisco Alonso Burón, publicados ambos en Barcelona en 1983 por la Ed. Científico Médica, p. p.445]:
“Ciertamente del naufragio se habían salvado dos altos
principios: la existencia de un alma inmortal y la de un Ser Supremo rector del
mundo y de la vida”.
(“Recuerdos de mi vida”. Edic. 1923, p. 163).
Hay otros muchos escritos, algunos en los que manifiesta sus
opiniones sobre aspectos de la religión y, en concreto, de la fe cristiana
vivida por sus contemporáneos, en los que no ahorra críticas, pero nunca dejó
de transmitir su creencia en Dios creador. Los siguientes autógrafos son buena
prueba de ello:
“Más tarde o más temprano
llegará el turno del naufragio del admirable aparato visual, el órgano
filosófico por excelencia que nos relaciona con el infinito y sin el cual
dudaríamos de la existencia de Dios”
"La hermosura es una
carta de recomendación escrita por Dios."
“Para ser sabio, el hombre
necesita aprender todos los libros; para ser virtuoso, le basta con uno: el Evangelio”
“No
hay virtud sin religión, ni felicidad sin virtud”
[Autógrafos. Museo Cajal. En
“Cajal. Vida y Obra”, de los autores García Durán Muñoz y Francisco Alonso Burón, publicados ambos en Barcelona en 1983 por la Ed. Científico Médica,]
Sus críticas hay la religión
católica, que también las hubo, no le hacen perder el respeto más profundo por
los no creyentes, a los que tal vez en algún sentido, en el fondo envidia (p.
461) :
“No te burles de los
creyentes fervorosos si eres escéptico. Ten piedad de tus antepasados que
fueron cristianos sinceros numerosas centurias. Sería ingratitud imperdonable
olvidar que tu corazón y tu cerebro están enraizados en un protoplasma
milenariamente cristiano y espiritualista. Pecarás, por tanto, de sacrílego y descastado,
mofándote de tus antepasados, a quienes debes la vida”.
[citado en “Cajal. Vida y
Obra”, de los autores García Durán Muñoz y Francisco Alonso Burón, publicados ambos en Barcelona en 1983 por la Ed. Científico Médica. Carpeta de autógrafos en biblioteca Durán-Ramón y Cajal]
En la misma obra se recoje su
explicación al hecho de sus dudas de fé, no como un deseo si no como una
incapacidad:
“Nadie cae en la cuenta del
hecho fisiológico que hay cabezas refractarias a la fé. No se trata de tener o no razón, sino de la fatalidad mental de no poder ser de otro
modo”.
“Sólo la inmortalidad
integral, es decir, la persistencia del alma y del cuerpo, nos
satisface plenamente...A pesar de mi respeto y veneración hacia la ortodoxia
cristiana, hay dogmas, por ejemplo, el de la resurrección de la carne, que me
sumen en un mar de confusiones”
[“Charlas de café”, 1923.
En “Cajal. Vida y Obra”, de los autores García Durán Muñoz y Francisco Alonso Burón, publicados ambos en Barcelona en 1983 por la Ed. Científico Médica, p.457-]:
... o
estos otros:
“Tan glorioso me parece un
católico de talento y henchido de fe robusta, como un patricio y emérito
racionalista. Después de todo, en cierta materia, nuestra razón está demasiado
condicionada para autorizar un juicio severo. Porque ambos, creyentes y
heterodoxos, son hechuras del ambiente histórico y de la fatalidad
arquitectónica del cerebro”.
[“Cajal. Escritos inéditos”, García Durán Muñoz y Francisco Alonso Burón, publicados ambos en Barcelona en 1983 por la Ed. Científico Médica. [ Educación y formación de Don Santiago Ramón y Cajal. Dr. J.L. Nieto
Amada, Serrablo XXV, 102, Diciembre 1996].
Respecto a su pertenencia y militancia activa en la
masonería, episodio comentado como ciertísimo en diversos medios, fundamentalmente
afines a la masonería, decir que no dejó documento alguno en el que expresase
dicha simpatía, y más bien dejó manifiesta su antipatía al hablar de sus
desavenencias con el Dr. Simarro, conocido político y científico masón cuyo
saber y carisma iban a dejar honda huella en la tarea científica del médico
aragonés, quien consideró a la persona de Simarro como maestro y amigo. En
carta dirigida a Carlos María Cortezo, y fechada el 8 de agosto de 1922, hablando de Simarro, ya fallecido, Cajal escribe lo siguiente:
“...en España había algo más urgente y digno de su
gran talento que presidir logias masónicas, defender anarquías y afiliarse a un
muriente y desacreditado partido republicano...”
[Vera, F.J., Santiago Ramón y Cajal en Valencia
(1884-1887), Valencia, Editorial Denes, 2001, p. 80-81].
También en otras ocasiones se
interpretan hechos en su vida de forma al menos discutible. Tal es el caso de
su consideración como primer presidente del CSIC (http://www.csic.es/galerias.do?galeria=presidentes
), cuando es de dominio público e incluso aparece en la versión en español del
juego familiar de salón Trivial Pursuit la pregunta ¿En qué año se fundó el CSIC?, y como contestación correcta (y cierta)
aparece En 1939, habiendo muerto Cajal en el año
1934. No obstante, se pretende asociarle a la Institución Libre de Enseñanza, donde jamás estudió, cumplimentándose su formación en
colegios como el de los Escolapios de Jaca, entre otros.
Cajal
y España
Pero si sorprendentes son las anteriores citas, no lo serán
menos las siguientes, en las que se demuestra bien a las claras que se puede
ser Premio Nobel y patriota español, no “nacionalista”, ya que el nacionalismo
es una ideología que pretende mediante cualquier medio (incluso violento)
imponer una idea subjetiva de nación a una mayoría patriota que no hace más que
adherirse a una realidad, como es el caso de España y sus nacionalismos
En su obra El mundo visto a los ochenta años. Impresiones
de un arteriosclerótico, Cajal expone su patriotismo:
"No; digan cuanto gusten derrotistas y augures pusilánimes el
ímpetu de nuestra raza no se extingue fácilmente. Padecerá eclipses, atonías,
postraciones como las han padecido otros pueblos. De su letargo actual,
contristrador y deprimente, se levantará algún día, cuando un taumaturgo
genial, henchido de viril energía y clarividente sentido político, obre el
milagro de galvanizar el corazón desconcertado de nuestro pueblo, orientando
las voluntades hacia un fin común: la prosperidad de la vieja Hispania" (1960, 112).
Cajal, además de patriota era
centralista, como los actuales franceses y su tan traída y llevada república, y
decía cosas como las siguientes:
"¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede del imperialismo
castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes y gobiernos! ¡Qué
sarcasmo! Ella, despojada primeramente de sus libertades, bajo el odioso
despotismo de Carlos V, ayudado por los vascos, sufre ahora la amargura de ver
cómo las provincias más vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan
en cara su centralismo avasallador..." (1960, 114-115).
Volviendo sobre los nacionalismos,
comenta en el mismo libro sobre catalanismo y vasquismo:
"A guisa de explicaciones del desvío actual de las regiones
periféricas se han imaginado varias hipótesis, algunas con ínfulas filosóficas.
No nos hagamos ilusiones. La causa real carece de idealidad y es puramente
económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900 y tuvo por causa
principal, aunque no exclusiva, con relación a Cataluña, la pérdida irreparable
del espléndido mercado colonial. En cuanto a los vascos, proceden por imitación
gregaria. Resignémonos los idealistas impenitentes a soslayar las raíces
raciales o incompatibilidades ideológicas profundas (que no niego en absoluto)
para contraernos a motivos prosaicos y circunstanciales" (1960,116).
Merece la pena reproducir lo que don Santiago
escribía el 25 de mayo de 1934, en el prólogo a la obra que nos ha servido de
base para este texto, así podemos corroborar cuál era su apuesta:
"No es que me asusten los cambios de régimen, por radicales
que sean, pero me es imposible transigir consentimientos que desembocarán
andando el tiempo, si Dios no hace un milagro, en la desintegración de la
patria y en la repartición del territorio nacional. Semejante movimiento
centrifugo, en momentos en que todas las naciones se recogen en sí mismas
unificando vigorosamente sus regiones y creando poderes personales
omnipotentes, me parece simplemente suicida. En este respecto, acaso me he
mostrado excesivamente apasionado. Sírvame de excusa la viveza de mis
convicciones españolistas, que no veo suficientemente compartidas ni por las
sectas políticas más avanzadas ni por los afiliados más vehementes a los partidos
históricos" (1960, 15).
Como frase definitoria de un totalitarismo naciente, la
siguiente:
"¿Cuánta ingratitud
tendenciosa alberga el alma primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo
y jactancioso Sabino Arana y del descomedido hermano que lo representa?" (1960, 119).
Volviendo sobre los enfoques de
naciones vecinas y supuestamente avanzadísimas en todos los ordenes comentaría:
"Si España estuviese poblada de franceses e italianos,
alemanes o britanos, mis alarmas por el porvenir de España se disiparían;
porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de
campanario en aras de la concordia y del provecho común" (1960, 122).
Todos estos fenómenos los llegaría a denominar trance de balcanización
inminente.
Sus ideas centralistas le llevaron a imprimir un
carácter muy centralista a la JAE, que se desarrolló fundamentalmente en
Madrid. Menos mal que con el paso del tiempo llegaría Jose Mª Albareda,
secretario general del CSIC, a descentralizar la ciencia española del siglo XX a
través de la brillantísima creación y gestión al frente del CSIC, en el que
siguió las directrices ya escritas por él mismo años antes en su libro Biología política publicado
en 1923.
La moraleja de todo esto es que se puede ser
inteligente, o muy inteligente, hasta Premio Nobel, a la vez que creyente y
patriota, y además español. No “nacionalista español”, si no patriota español:
España ya existe.
·- ·-· -······-·
Alfonso V. Carrascosa
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