No espere encontrar casi nada en la
producción cinematográfica universal sobre la
terrible Revolución soviética que estamos
conmemorando esta semana, a 90 años del comienzo
del mayor genocidio de la historia humana.
Un gran Stalin filmado por HBO, la
reciente película Cuán lejos me lleven mis pasos,
y algo más, muy poco más. Casi todo el cine
restante es antifascita, antinazi,
antidictaduras, procastrista, guevarista,
filocomunista.
Pero aún sabemos leer. Y las nuevas
generaciones, formadas por lectores bien
instruidos, podrán preservar la memoria del
comunismo soviético y mundial gracias a los
abundantes y notables libros disponibles en
castellano e inglés.
Primero, la revolución misma. Sobre ella,
las extensas obras de conjunto de Richard Pipes y
Orlando Figes se mantienen como las
fundamentales; mucho más breves, pero con valor,
Sheila Fitzpatrick, La revolución rusa (cubre
todo el proceso hasta la segunda Guerra mundial)
y Beryl Williams, The Russian revolution. Las
obras de Marc Ferro, The Russian revolution of
february 1917 y A social history of the Russian,
revolution contienen también enfoques
interesantes. Y si de interpretaciones se trata,
nada mejor que Edward Acton, Rethinking the
Russian revolution, porque deja en claro cuán
elitista y anti proletaria fue la Revolución. Por
cierto que para conocer su figura central, la
magistral biografía de Lenin, A political life,
de Robert Service, es imprescindible. Documentos
inéditos sobre su crueldad sin límites se
encuentran en Richard Pipes, The unknown Lenin.
Después, el período del terror
stalinista. Si hay estómago y autocontrol, hay
que lanzarse a conocerlo a fondo. Punto de
partida imprescindible es el clásico The great
terror, de Robert Conquest, confirmado y
contrastado por la obra colectiva de Stéphane
Courtois y otros autores franceses, el magnífico
Libro negro del Comunismo. Para algunos aspectos
específicos, obviamente Archipiélago GULAG de
Alexandr Solshenitsyn, GULAG, de Anne Applebaum y
el reciente y terrible The cannibal island de
Nicolas Werth, todos dedicados al sistema de los
campos de trabajos forzados y de las colonias de
deportación, canibalismo incluido.
Para conocer a Stalin (para lograr
entender algo de su maldad única, más bien) son
notables las biografías de Edvard Radzinsky,
Dmitri Volkogonov y el mismo Robert Conquest,
complementadas por el magistral ensayo del
novelista británico, Martin Amis, ya traducido al
castellano: Koba, el temible.
Y junto a Stalin existía toda una cohorte
de criminales menores. Por eso es importante
conocer de Donald Rayfield, Stalin y sus
verdugos, de Simon Sebag, Stalin, The court of
the red Tsar, de Amy Night, Beria, y para
entender todo el trabajo sobre la sociedad rusa,
de David Hoffmann, Stalinist values.
¿Alguna novela que alivie algo el duro
trabajo de lectura histórica? Por cierto, los
clásicos de Solshenitsyn, Un día en la vida de
Iván Denisovitch y Pabellón de cancerosos, junto
al magistral House of meetings, de Amis.
Por su parte, Stephen Koch en Double
lives: Stalin, Willi Münzenburg and the seduction
of the intellectuals, explica la magistral
penetración del stalinismo en los intelectuales
para convertirlos en compañeros de ruta (ah
Neruda), así como Francois Furet cierra el tema
en cuanto a interpretación general con su
profundísimo El pasado de una ilusión
Para una mirada completa del periodo son
imprescindibles los trabajos de Ernst Nolte; en
concreto, La guerra civil europea, 1917-1945, y
sus disputas con Furet en Comunismo y fascismo.
La lista puede parecer algo larga, pero
es que los crímenes fueron demasiado graves y las
víctimas han sido muy olvidadas, por lo que
nuestra responsabilidad como custodios de la
verdad es proporcionalmente muy grande. ·- ·-· -······-·
Gonzalo Rojas Sánchez
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Visualiza la realidad del aborto: Baja el video Rompe la conspiración de silencio. Difúndelo.
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