Fue, podríamos afirmar, un soñador de la Cruz de Cristo, un Quijote literario que embistió contra los molinos de viento del agnosticismo, el laicismo, la masonería, los proxenetas de la novela, los pornógrafos de los medios de comunicación y de usinas de la mentira y la calumnia.
Como político fue protagonista de famosos debates, defendiendo sus convicciones religiosas.
Como Ministro de Justicia e Instrucción Pública, tuvo la valentía de reimplantar la enseñanza religiosa en las escuelas del Estado, como materia ordinaria, no obligatoria para aquellos que no profesaban la religión católica.
En las polémicas nunca utilizó el agravio, fundando y sosteniendo sus principios. Jamás esgrimió sus vastos conocimientos para denostar a sus contrincantes, la petulancia estuvo ausente en él; no obstante la firmeza con que defendía sus alegatos, siempre lo hizo con la prudencia y la humildad propia de los sabios. La nobleza de conducta fue su inmejorable blasón filosófico.
La galanura de su prosa se constituyó en una constante lección de gramática y pureza semántica. Como apóstol difusor entre sus contertulios de las normas evangélicas, fue un destacado Sacerdote laico y en esa tesitura bregó con muchos para explicarles con suma paciencia y bondad la fe en Dios, en muchos con éxito y en otros, no obstante su empeño persuasivo, no lo logró, como en el caso del gran repúblico y eminente político Doctor Lisandro de la Torre, ex compañero de bancada en el H.C. de Diputados de la Nación, con quien entabló un histórico y aleccionador intercambio epistolario
Juntos militaban en el Partido Demócrata Progresista
Se complacía en manifestar que nunca escribió ni una palabra que pudiera escandalizar a un lector y menos a sus hijos.
Tuvo una pléyade de hijos ejemplares en la vida pública y en diversas especialidades, cumpliéndose el pasaje evangélico que afirma que: “Del árbol bueno, brotan frutos óptimos”.
Lo mismo sus novela y escritos, son sus hijas e hijos, frutos de una mente pura.
Una página elocuente de su catolicismo la redacta en la contratapa de su libro “Navega hacia Alta Mar” en donde aclara perfectamente la autarquía espiritual y dogmática de ser católico.
Aunque críticos literarios y exegetas con muchísima más autoridad que yo, lo categorizan como al escritor más eminente y destacable de Hispanoamérica, creo oportuno hacer un comentario de alguna de sus obras, no obstante que en todas se destaca la mano maestra del escritor y del católico militante y del educador. De todas sus obras se respira el aire puro y vivificador de lo excelso, animoso y entretenido.
Mi admiración por el Dr. Gustavo Martínez Zuviría y, ahora veneración, no provienen ni de mi amistad, pues no tuve el privilegio de conocerlo personalmente, ni por vinculación familiar, sino después de haber leído y releído todos sus escritos, novelas, opúsculos, notas y relatos que me llenaron de admiración y enriquecieron mi religiosidad, mi catolicismo, mi hombría, mi condición de ciudadano, esposo y padre. Fue agigantándose su figura como apóstol de la pluma y escritor de una pulcritud tan esmerada en los conceptos que, de los mismos, emergen enseñanzas morales, filosóficas, éticas, históricas y del saber ser, además de los innumerables testimonios de personas creíbles por su conducta y su sabiduría dignas de tener en cuenta para confrontarlas con mis conclusiones.
Como decía más arriba fue un escritor de una pulcritud tan esmerada con una estética tan brillante pero poniendo énfasis siempre en los valores éticos que transmitía coincidiendo con el gran escritor católico Jacques Maritain, que la estética debe respetar los valores éticos del cristianismo, consideraba que ello es aplicable a todas las creaciones artísticas. P.e.: un cuadro atrayente, con gran perfección artística, impactante, pero inmoral o sacrílego, no se compatibilizaría en absoluto con una verdadera conclusión ética.
Gran conocedor de todos los versículos bíblicos y de los evangélicos, intérprete y comentarista de ellos, los aplicó en muchas de sus novelas, escritos y comentarios.
Gran pensador sobre el destino del hombre, siempre insistió en los tres amores infalibles:
1) A la Santísima Virgen María.
2) Al Papa
3) A la Eucaristía.
Fue un hombre llano, sin empaque, tolerante, cordial, pero vigoroso defensor de la verdad, la Santa Religión y los Valores Espirituales en diálogos entretenidos y conferencias con conceptos y relatos que mantenían el interés y la admiración de los oyentes. En sus escritos fue siempre un predicador incansable de los sentimientos nobles y sabios, comentarios hasta salpicados de anécdotas entretenidas y muchas de ellas de sano humor enderezados en un esfuerzo literario incansable para la salvación de las almas en una constante preocupación por extender el Reino de Dios y sintetizado en el epitafio que prefirió para su tránsito a la eternidad: “Yo te defendía Señor, dame ahora la paz”; segmentos de sus novelas y escritos que revelan su pasión por difundir el relato atractivo con premisas llenas de grandeza existencial y orientación espiritual.
P.e. a saber: pasemos a las novelas: “Alegre” su primera novela año 1905 reelaborada en 1929. Ya en la primera edición, principios del siglo XX revela una maestría novelesca, su vocación de escritor y un espíritu dirigido al relato en que exalta lo heroico, la nobleza de sentimientos y la catolicidad que imprime y como un esmalte brilloso acuareliza en todas sus novelas.
Comienza, desarrolla y concluye con un mensaje enternecedor del negrito protagonista principal. El novel escritor tenía recién 20 años llenos de sanas y protagónicas ilusiones.
Mi experiencia personal quedó enriquecida en cada lectura de las obras del eminente escritor, pero para mí, la obra Paradigmática es “Flor de Durazno”, terminada en 1911 cuando apenas tenía 27 años. En ella manifiesta ya su gran inspiración para describir todas las expresiones del espíritu humano, con todas sus pasiones, malas y buenas y las reacciones emotivas que como resortes sobrenaturales “encapsulados” en nuestras almas al crearnos DIOS a su imagen y semejanza, se transforman en emociones llenas de sublimes sentimientos traducidos en el perdón, el amor y el olvido de los agravios.
Pensemos en los personajes de “Flor de Durazno”, especialmente Págs. 246/56: Don Germán y Dña. Encarnación, la actitud pastoral y evangélica del cura Don Filemón, y la bondad y pureza, su candor y blancura de alma de RINA, el personaje central y la pureza e inocencia de su hijita, la verdadera joya de un collar riquísimo que anudó las almas hasta ese momento desunidas, en un jardín de flores embellecidas por los mejores sentimientos.
En esta novela Hugo Wast ya demuestra su grandeza moral, su alma transparente y sus cualidades literarias revalidadas en la labor de más de medio siglo; pero esta obra es señera.
“Flor de Durazno”, famosa en casi todo el mundo, demostró tempranamente la riqueza de un intelecto esclarecido por las más nobles virtudes espirituales y literarias.
Sin perjuicio de tener que repetir lo manifestado anteriormente y, destacar que cada novela, cada escrito del Dr. Gustavo Martínez Zuviría abre una primavera vital en el alma en donde surgen los más valiosos proyectos del alma que la encauzan con Ideales Supremos que la conducen por los caminos hacia DIOS, podríamos citar una sucesión de ideas brillantes en todos sus escritos y novelas que nos conducen por esos caminos, pero sería llenar páginas de lo que está escrito, pero no quiero obviar una frase bíblica que como corolario ofrece en varias novelas dramáticas como “La que no perdonó”, “La Casa de los Cuervos”, o “Ciudad Turbulenta, Ciudad Alegre”, cuando por falta de comprensión y mucho amor propio por la hija, provoca el suicidio de ésta.
El novelista estampa la frase como rotunda moraleja a nuestros caprichos: “DIOS pide misericordia y no Sacrificios” y en “Fuente Sellada” estampa un diálogo monitor para todos los católicos cuando Evangelina desesperada relata su drama al sacerdote jesuíta Padre Palau; transcribo la parte substancial:
“Porque el amor es así, como un resorte que nos levanta cuando el desaliento nos abate; como una luz que nos guía, cuando vivimos desorientados en la niebla del mundo. Usted ha dicho bien; yo conozco su alma y quizás la conozco más que usted misma, que se juzga mal. En su resolución hubo despecho, pero hubo más abnegación por causas ajenas. A pesar del tiempo que hace que no la veo, yo veía venir estas cosas; ¿por qué no me habló antes?...Ya el reproche es inoportuno, pero no el consuelo… Si Dios ha permitido que su vida se derrame por un cauce donde sólo corren fangosas miserias, Él sabe por qué ha sido, y Él velará por usted, y le dará las fuerzas en la medida necesaria. “Bástele a cada día su propio trabajo”, dice la Escritura. Refúgiese en la oración y la confianza, y reanime su fuerza en la humildad. “Yo soy –ha dicho el Señor- el que levanta con entera salud a los llorosos; y traigo a mí a los que conocen su enfermedad”. -¿Y a él? –interrogó Evangelina que escuchaba ansiosa aquellas santas palabras-; a él ¿debo dejarle conocer lo que pasa en mí? -¿Qué teme usted? ¿Qué sucedería si él lo supiera? -Yo no sé; quizás sufriría mucho, -dijo ella ruborizándose. –Eso no es nada. El dolor es también un don de DIOS; pues lo que más diferencia al hombre de los animales es el saber sufrir. “¡Ay, de los que pierden los sufrimientos”. Evangelina bajó la cabeza. –Yo –dijo-, yo sabría sufrir; pero él… -Si él comprendiera, si no hubiera peligro de que interpretara mal su sentimiento y si él tuviera la voluntad templada como usted, no vería tampoco ningún mal en dejarle saber la verdad. Pero ¿la comprenderá él? -No sé –contestole Evangelina con tristeza, recordando que Juan Manuel no había adivinado el delicioso misterio de su corazón de niña. –Entonces eso lo verá usted. Cortoles la palabra la imperiosa voz de una campana. –Han terminado las clases; van a salir los niños –dijo el padre Palau. El jesuíta se levantó para cerrar la puerta, oyendo en el claustro el rumor de los alumnos que llegaban; Evangelina creyó que con aquel ademán quería dar por terminada la conferencia y se puso de pie. -Bueno, hija –díjole él-, vaya tranquila; Dios conduce por el camino derecho a los que con humildad se lo piden. Hágase ciega en manos de Dios y déjese llevar”.
Sin perjuicio de consignar que en todas las obras de Hugo Wast surgen a raudales ideas magistrales que enriquecen la conducta humana, en la novela corta “La Copa Intacta” Págs. 1260/1264, impresionan la articulación 1) de un extremo heroísmo que conjugan con sentimientos llenos de ternura, verdaderos amores; 2) inspiración del Espíritu Santo; 3) un gran sentido de la responsabilidad ante DIOS, como hombre y ante esa mujer que su esposo se estaba muriendo y sus hijitos a los que tanto quería y que él también quería mucho. En la novela hay un párrafo elocuente que conviene transcribir: ”Alejandro le refirió entonces lo que Julia no le había contado de aquel encuentro para que el obsequio resultara una sorpresa………. Pero la voz de su conciencia le habló con más verdad que la grosera experiencia de sus camaradas y esa voz le dijo que había más dulzura en el borde de la copa intacta que en la embriaguez de una aventura………….¿Crees ahora lo que te dije: que a esa mujer la defienden su hijito y su lealtad al marido? -¡Sí, mamá! -¿Estás contento de creer que una mujer puede ser buena y un hombre ser fuerte? -Sí, mamá! Y ella que había adivinado la lucha de él, lo estrechó en sus brazos y lo besó”.
“La Copa Intacta” patentiza la agudeza literaria para describir situaciones límites y críticas del corazón humano y las reservas morales del alma surgen para fortalecer la conducta del ser.
Como ya lo he expresado reiteradamente, el insigne escritor en todas sus novelas, comentarios, opúsculos y poesías, brinda al lector pensamientos enaltecedores del alma, de una excelsitud casi sobrenatural que lleva al lector inexorablemente al camino de la Gracia y a reflexionar sobre nuestro destino inmortal.
Por muchos años fue Director de la Biblioteca Nacional, organizándola, dotándola de ejemplares de distintas procedencias y de autores importantes en el mundo cultural, como así también de material histórico y científico muy consultado.
Cuidadoso de su prosa especialmente en el aspecto moral, no hay en sus escritos una sola palabra que aunque sea roce o se aproxime a lo inmoral.
Sus obras se están reeditando en la Argentina, España y México. Es el escritor Católico más destacado y eminente de toda América y España y el más conocido en todo el mundo.
Toda su fervorosa ascética cristiana volcada en la enorme producción literaria y apostólica, la resume en su libro “Navega hacia Alta Mar” que además de su valor religioso y literario es una guía excelente para el buscador de DIOS.
Otra faceta del ilustre escritor fue la investigación histórica, documentando el rol protagónico que tuvo el Ejército para lograr el primer Gobierno Patrio, que lo plasmó en su trabajo “Año X”
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Alfredo Ángel Carrere
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