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De cómo Laura Gallego desenmascara a La Emperatriz de los Etéreos. Literatura fantástica al servicio de la hegemonía cultural.
por
Fernando José Vaquero Oroquieta
La más reciente novela de la escritora española Laura Gallego, ¿es una simple muestra de literatura fantástica, o, por el contrario, alberga ciertas pretensiones y “adherencias” ideológicas? ¿Cuáles son sus claves culturales?
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Dirigido al
público adolescente y juvenil, y claro exponente de la exitosa literatura
fantástica, ha sido uno de los libros más regalados en estas pasadas fiestas
navideñas. Laura Gallego, la gran escritora española de este género literario,
especialmente reconocida por sus seguidores por la trilogía Memorias de
Idhún, nos ofrece con La emperatriz de los Etéreos (Alfaguara, Madrid,
2007, 312 páginas, 15´95 €) un atractivo relato, lineal en su trama, ágil en su
redacción, cautivador con sus propuestas… y un tanto cargado de algunas de las referencias
más características de la poliédrica New Age. Veámoslo.
La propia Laura Gallego
presenta su narración, en http://www.laemperatrizdelosetereos.es/,
de la siguiente manera:
«Es la historia de un
muchacho, Aer, cuyo único deseo es encontrar el poblado de la mítica Emperatriz
del Reino Etéreo, para lo cual dará la espalda a todo cuanto conoce y se
embarcará en un viaje casi suicida, a través de un mundo helado y hostil que
parece incapaz de albergar un solo rincón amable.
Y es la historia de Bipa,
una chica sensata y pragmática que solo ve en los sueños de Aer una gran locura
que lo conducirá irremediablemente a la muerte. Por esto razón, también ella
partirá en un viaje, en busca de su amigo Aer, con la esperanza de alcanzarlo,
hacerle entrar en razón y llevarlo de vuelta a casa antes de que sea demasiado
tarde.
A través del mundo regido
por la enigmática Emperatriz, Bipa y Aer, cada uno por su lado, viajarán en
busca de lo que más desean. Pero... ¿seguro que lo que más desean es lo mejor
paro ellos?
(...) Es una historia
acerca de los sueños. Aer sueño con un mundo mejor. Bipa sueña con un hogar,
con una vida tranquila junto a sus seres queridos. ¿Es mejor ser etéreo o ser
opaco? ¿Es mejor buscar nuevos horizontes o mirar alrededor? Son dos maneras de
ver la vida -la de los opacos, la de los etéreos- que parecen condenados a no
entenderse. Sin embargo, más allá de los Montes de Hielo, más allá de la Ciudad
de Cristal, al otro lado del Mar de los Líquidos, el brillo de una estrella
azul parece ser la respuesta a todas las preguntas».
Bipa, la auténtica
protagonista y, por ello, figura referencial de la novela, vive junto a su
padre en una cueva situada en un macizo montañoso asediado por una casi
perpetua tormenta de nieve que cubre un mundo casi extinguido del que se ha
perdido, incluso, su memoria. Trabajadora, dotada de un marcado espíritu
práctico que cultivará en todas sus dimensiones, en absoluto romántica, y tan directa
como áspera en sus manifestaciones, huirá de cualquier ensoñación e ideal. Una
persona “opaca” que tampoco se plantea ningún interrogante respecto a la
presencia, naturaleza y consecuencias del mal en el mundo; una realidad que
parece circunscribirse a una naturaleza enigmática que, por algún motivo
escondido, les niega el cálido sol.
Por el
contrario, Aer, más “etéreo”, carece de habilidades prácticas y se preocupa ante
todo por llegar, un día, al inalcanzable paraíso terrenal del que hablan
algunas leyendas que casi nadie cree. De este modo, Aer, aunque atractivo para
otras jóvenes, es el modelo opuesto… o, acaso, complementario de Bipa.
Impulsada por un
sentido de la responsabilidad que disimula el amor que experimenta por él, Bipa
partirá en su búsqueda, transitando el mismo camino iniciático; si bien con una
perspectiva completamente distinta.
Bipa,
desbordando los límites de su chata visión de la vida, logrará rescatar a Aer. Y
gracias al misterioso ópalo que le entregó Maga -la chamana líder de su
comunidad- en el inicio de su aventura, conseguirá finalmente destruir la
estrella azul que –realmente- agota y hiela su mundo; como también vampiriza la
energía espiritual y física residual de sus deshumanizados y “etéreos” seguidores.
En la
confrontación de esas dos visiones radicalmente distintas de la existencia,
será Bipa quien triunfe, tomando el relevo de Maga en la dirección de su primitiva
comunidad. Y Aer tendrá que rendirse a la evidencia de que, si bien tenía razón
en su certeza de que existía algo más allá de su estrecho mundo, su vida
únicamente tiene sentido junto a Bipa y entre su gente. Sus ideales únicamente
eran una quimera.
Así, la
salvación de Aer, y por extensión de todo ese helado mundo, vendrá de la mano
de Bipa, quien logrará encajar en sus vidas, de modo realista, las piezas del
amor, el esfuerzo, y el servicio, desenmascarando además, el falso mito que
consumía las fuerzas de una humanidad sometida a los caprichos de una estrella
en la que míticamente había situado la encarnación de sus falsos ideales: la
inexistente Emperatriz de los Etéreos.
Desde el mismo
inicio de la novela son constantes los guiños de la escritora a la New Age;
entre ellos, el culto a “la diosa” que profesan en esa elemental y cavernaria
comunidad. “La diosa” les da vida por medio del amor humano, proporcionándoles
además piedras mágicas de propiedades sanadoras y reconstituyentes, según explica
Maga: una anciana mujer, suprema sacerdotisa, de edad incalculable, vida
sencilla, inagotable espíritu de servicio, y ciertos conocimientos esotéricos.
Una profunda pincelada ecofeminista para un lienzo fantástico.
Resumamos: un
razonable materialismo práctico, eso sí, perlado de generoso amor humano,
piedras mágicas (ópalo y cuarzo) tan de moda hoy día, un mínimo y nominal culto
a “la diosa”… frente a un ciego idealismo alienador. Pero, tales ingredientes,
¿no les recuerdan al ramillete de creencias de la New Age a los que dio forma,
por poner un ejemplo, Dan Brown con su novela El Código Da Vinci?
Fue un escritor
navarro, José Antonio Ullate Fabo, quien expuso
magistralmente en su libro La verdad sobre el Código da Vinci
(Libroslibres, Madrid, 2004), la idea central desde la que se desplegaba esa novela:
una pseudoespiritualidad natural, que denominaba casualmente “culto a la
diosa”, de resonancias ecofeministas y poco originales bases gnósticas; presentada
como un esoterismo totalmente enfrentado al cristianismo “machista” que habría
falsificado por completo al “primigenio” mensaje de Jesús.
Efectivamente, y volviendo a La
emperatriz de los Etéreos, bien puede afirmarse que Bipa, sin la fuerza del
amor que siente por Aer, nunca habría logrado rescatarlo; ni mucho menos redimir
al mundo, misión que jamás llegó a plantearse. Parece dibujarse en la narración,
entonces, una solución de síntesis en esa confrontación de temperamentos. Pero,
analizando el desenlace a fondo, concluiremos que el reencuentro final no será fruto
de una simbiosis equitativa de ideales y actitudes contrapuestas, sino del
desenmascaramiento de la segunda de los opciones; unas creencias alienantes y
falsas, con la consiguiente destrucción de todas sus estructuras. Será Bipa
quien triunfa totalmente: una mujer natural, espontánea, que sigue sus
instintos, capaz de estructurar su existencia sin necesidad de compañero ni
ideal alguno, pegada a la tierra… Además de a la mencionada New Age, ¿no huele,
también, al feminismo radical dominante?
Por todo ello, no es muy
osado afirmar que el contexto cultural y mental de la novela de Laura Gallego
se alimenta de algunos de ingredientes más relevantes de la novela de Dan Brown
y de la cultura hegemónica ultrafeminista; eso sí, con una estructura y
dimensión ajustadas al segmento lector al que está dirigida.
Un producto literario, en
definitiva, atractivo y sugerente, que transmite múltiples sensaciones,
especialmente de impregnaciones melancólicas, y, en cualquier caso, tributario
de lo “espiritualmente correcto”. Un fruto cultural, para lo bueno y lo malo,
de nuestro tiempo. Ecofeminismo y New Age, para jóvenes y adolescentes, cuya
concepción antropológica sitúa al mal únicamente en la existencia de
estructuras explotadoras, como algo ajeno al hombre, reduciendo la moral a un
mecánico pragmatismo: el postmoderno “buen salvaje”. Literatura fantástica al
servicio de la hegemonía cultural. Una verdadera “educación para la
ciudadanía”. ·- ·-· -······-·
Fernando José Vaquero Oroquieta
***
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