Es sabido que la ocupación
francesa de la península no fue una irrupción brutal, si no un confuso proceso
en el que la debilidad, cuando no la vileza de la corona disfrazó la invasión
con cierta legalidad. Es comprensible que no pocos españoles viesen la
oportunidad de una reforma profunda prefiriendo el nuevo orden encarnado en
José Bonaparte, al viejo, cuya sucesión encarnaría Fernando VII. Pero el hecho
de venir envuelta esa revolución en engaño, secuestro y fuerza, la del primer
ejército de su tiempo, sin duda, a la medida de su genial estratega, hace que
cobré mayor valor la reacción de dignidad y valor de la inmensa mayoría del
pueblo español, que abre la Historia Moderna de España al elegir ser sujeto, y
no sólo objeto, de sus destinos.
A la celebración del
bicentenario de los gloriosos acontecimientos queremos contribuir, precisamente,
y salvando todas las distancias, como ellos; como ciudadanos comunes,
eventualmente convertidos en milicia de los valores permanentes. Se podrán
jerarquizar según unas u otras ideologías; Religión, Libertad, Patria,
Rey….Pero no cabe duda que hace dos siglos, un pueblo orgulloso y mal armado le
dijo al amo de Europa; “No” y “¡en mi hambre mando yo!”. Lo hizo en toda
España. Se simboliza el “dos de mayo” madrileño, donde un cuarto de los mozos
que quisieron rescatar a los infantes de coraceros, granaderos y mamelucos eran
asturianos. Lo pagaron el día siguiente, como Goya recoge de modo
impresionante. Se simboliza en el bando del alcalde de Móstoles, transcendente;
habrá una declaración de guerra “con todas las de la ley” redactó, Villamil, un funcionario civil de la Marina, asturiano.
Es sabido que hay
incidentes antifranceses, al menos, en Gijón y Burgos. Pero es desde Oviedo
desde donde va a partir un hecho fundamental; la declaración de guerra “con
todas las de la ley”, y un formalizado proceso de substitución del vacío de
poder capitalino.
Desde el balcón de correos, el cartero, D. Álvaro Ramos
leyó la correspondencia en la que se narraban los detalles de los sucesos del
Dos de Mayo de 1808 en Madrid. Los ovetenses están consternados, y se produce
entonces una ruptura entre las dos instituciones que van a representar en el
microcosmos local eso, tan discutible, de “las dos Españas”.
9 de mayo. La Audiencia contra la Junta General.
Los magistrados y Nicolás Llano Ponte, Comandante
Provincial, pretendieron publicar el bando de Murat. La ley marcial.
Escosura se dispuso a leerlo, pero
la algarabía en las calles no le permitía hablar. En Cimadevilla, dos
mujeres del pueblo, pobres y valientes, sin duda por aquello de que los que
tiene más que perder se lo piensan más todo, María Andallón y Joaquina Bobela, gritan
repetidamente “1qué no se publique!”. Ambas mujeres sobrevivieron a la guerra y
fueron premiadas por el Rey Fernando, que no siempr, en honor a la verdad, fue
mezquino. Otras personas, como el médico Reconco o el conde de Peñalva
que lanzaron la consigna: ¡A las armas!.Los sublevados rompieron el
parche del tambor de la guardia que acompaña a Llano Ponte y comenzaron a tirar piedras a los magistrados que
retrocedieron y se refugiaron en la Audiencia. Por un balcón de ésta, el Obispo Hermida procuró sin éxito, calmar a la muchedumbre. La prudencia del prelado se
ve compensada con el celo de los frailes, que se adhieren al alzamiento.
El pueblo de Oviedo seguía reclamando a gritos
el bando de Murat para quemarlo. Cada vez más gente se arremolinaba en la
puerta de la Audiencia. Una columna de estudiantes y otra de vascos, armeros
de Trubia y la Vega que trajeron las armas de fuego, procedentes del
asalto a la fábrica de armas. Tomaron al asalto la audiencia entre gritos de
¡viva la religión! y ¡Viva el Rey!.
El golpe.
-“¿Donde está el pueblo?”
-“frente a su balcón, armado”.
Gregorio Piquero-Argüelles formaba parte del núcleo central
de la conspiración que diariamente se venía reuniendo en la casa de D. José
María García del Busto, juez primero noble de la ciudad de Oviedo, con el
objeto de preparar el alzamiento patriótico contra el invasor francés.
El día 24 de mayo de 1808, los complotados deciden
apoderarse del cuantioso depósito de armamento existente en la Real Fábrica (52.466 fusiles de Infantería, 2.745 tercerolas de Caballería y 11.612 pistolas)
para armar a la muchedumbre y marchar luego hacia la Plaza Mayor con la intención de deponer al brigadier D. Juan Crisóstomo de La Llave, comandante general de la costa cantábrica. Una vez reunido el heterogéneo paisanaje,
éste se divide en tres grupos, poniendo el primero de ellos a las órdenes de D.
Gregorio Piquero, quien se disfraza con ropas de Juan Alvz. Santullano
facilitadas por Antonia Alonso de Viado Castro y Álvarez Argüelles, esposa del
juez del Busto y la hermana de éste, Gertrudis (que más tarde casaría con
Piquero). En la noche de este día Piquero-Argüelles, poniéndose al frente de su
grupo, sale de la casa de García del Busto para encaminarse hacia la casa de
Armas, que ya se encontraba ocupada por la muchedumbre y, adelantándose con una
facción de los más decididos, se dirige a la Casa-Regencia, en donde sorprende y desarma a la guardia del Regimiento Provincial. Ya dentro
de las dependencias es atajado por el ayudante de La Llave, a quien D. Gregorio solicita permiso para ver al general pero, ante la negativa del
oficial a facilitarle el acceso, Piquero-Argüelles, muy resolutivo, acude
directamente a la estancia en la que se haya reunido con los magistrados de la Real Audiencia, el coronel Llano Ponte y otras personalidades; llama a la puerta y sale el
general La Llave, entablándose entre ambos el diálogo siguiente:
La Llave: ¾¿Qué
es lo que ocurre tío á estas horas; habrá poco más de cuatro horas que llegué á
esta casa, y ya me trae V. un memorial?
Piquero: ¾Señor
General, soy mandado por el pueblo para entregar á V. S. este pliego y
recibir la contestación.
La Llave: ¾¡Hombre,
por Dios bendito, mañana es otro día; tengo otras cosas más importantes entre
manos, venga usted mañana!
Piquero: ¾Señor,
si S. S. no se entera ahora mismo de este pliego, el pueblo hará que V. S. le
lea y acaso con lágrimas.
La Llave: ¾Paisano,
agradezco mucho la atención del señor Juez primero, pero me choca el que me
pida, sin quitarme aún las espuelas, que reuna antes de una hora en esta casa
las personas que señala esta lista. ¿Y dónde está el pueblo?
Piquero: ¾Al frente de los balcones de esta misma casa, y armado.
Al advertir a la muchedumbre armada que se agolpaba
alrededor de la plaza, La Llave decide evacuar consultas con los magistrados, a
los que no consigue localizar porque ya se habían fugado ante el sorprendente e
inesperado giro que tomaban los acontecimientos. En su desesperado intento
tropieza con Crespo Cantolla, su Auditor, al que inquiere por dónde habían
escapado éstos, manifestándole que habían salido por la puerta falsa de la
habitación que comunica con la Audiencia. Considerándose abandonado, La Llave delibera con el Auditor acerca de lo
acontecido, quien le aconseja que la prudencia en este tipo de situaciones
impone ceder a la fuerza de las armas.
Piquero será Sargento Mayor (equivalente a teniente coronel
hoy),cuando asumida la soberanía por la Junta del Principado, una de su primeras disposiciones es la de levantar un ejército de campaña de 20.000 hombres,
agrupados en 22 regimientos de nueva creación. El capitán Pedro Méndez de Vigo
es rápidamente ascendido a coronel y puesto al mando de un improvisado cuerpo
de infantería de tres batallones y unos 1.500 hombres recién alistados: la
llamada “ 1ª División Asturiana de Voluntarios “.
Otro protagonista, Del Busto tuvo un papel destacado como
miembro de la Junta Suprema, ejerciendo la jefatura de la Superintendencia de Policía y encargándose de los asuntos del Ministerio de Guerra junto a
Pedro Argüelles de la Rúa y Felipe Vázquez Canga.
Comandados por el Procurador General y estos otros personajes
de Oviedo el bando se quemó en el actual parque. A las cinco de la tarde de ese
mismo día, se reúnen el pueblo y algunos diputados y entre todos deciden no
reconocer más Rey que a Fernando VII y confiarse a la Junta, en lugar de a la Audiencia.
25 de mayo, La Junta Suprema.
Se establece una Junta Suprema que enviaría emisarios a
Inglaterra para firmar la paz en nombre de España y aliarse con los británicos,
consiguiendo así suministros y armas, además de medios para repatriar a tropas
españolas desplazadas por toda Europa en las campañas napoleónicas, la división
destinada en Dinamarca, del Marqués de la Romana. También esta tendrá su flanco colaboracionista, encabezado por Kindelán.
Como señala Ramón Álvarez Valdés en sus Memorias del
levantamiento de Asturias en 1808, esta Junta Suprema ejerce las
funciones de soberanía en nombre de Fernando VII, es decir, en nombre de
España:
«Nota de las demandas expresivas de la voluntad del
pueblo de esta capital [...]
Art. 2.° Siendo la primera medida de salvación la de crear
un Gobierno patriótico, enérgico y entendido que dirija con acierto los
esfuerzos de los asturianos en resistir la horrible agresión que les amenaza,
crea e instituye una Suprema Junta de Gobierno con todas las atribuciones de la Soberanía que ejercerá en nombre de Fernando VII mientras no fuese restituido al Trono,
compuesta del patricio D. José María del Busto, Juez primero noble de esta
ciudad y de los demás individuos que merecen la confianza del pueblo y se
designan en la lista entregada al Sr. Comandante general.
Art. 3.° Esta Suprema Junta no procederá a ningún acto hasta
que haya prestado sobre los Santos Evangelios el juramento de fidelidad al Rey
y a la Patria y de sacrificar en sus aras la vida, antes que supeditarse a la
ignominia de sufrir el yugo de la dominación francesa.»
Oviedo, encarnado a Asturias toda, ya había
simbolizado, en tiempo de la ocupación islámica, la titánica y soñadora, hasta
lo visionario, restauración cristiana, y hasta cierto punto, gótica y toledana.
Así lo representa la bandera asturiana, la Cruz de la Victoria que en alguna ocasión se ha orlado con la leyenda “Asturias nunca vencida”. Quiso el destino
que de nuevo, siglos después, se repitiera la osadía del pequeño David contra
el Goliat de otro colosal imperio.
Nadie hubiese jurado en mayo de 1808 lo que se pudo cantar
en 1814:
“Vamos corriendo por Francia, dando la caza al francés, El regimiento de Cangas o de Grado, o de Llanes, o…)
Los voluntarios del Rey”
Honor y gloria para los que se lanzaron a lo incierto en
defensa de lo permanente.·- ·-· -······-·
Fco. Javier Díaz de Otazú
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