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P. Bernardo Monsegú, C.P. biografía y esbozo a un estudio analítico de su obra
por
José Martín Brocos Fernández
Este artículo quiere hacer justicia a uno de los teólogos y escritores espirituales más claros y profundos que han surcado el pasado siglo; perito del Episcopado Español en el Concilio Vaticano II, miembro de la Pontificia Academia Romana de Teología y de la Sociedad Mariológica Internacional, su obra lo eleva al santuario de los ilustres de nuestras letras, que sobrepasa el concepto restringido de escritor católico para ser considerado, con toda justicia, como una relevante figura literaria mundial en todos los órdenes.
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1. Vida y obra.
Hilarión
Gómez Martín, según figura en su partida de nacimiento; P. Bernardo de María
Virgen, de religioso; y P. Bernardo Monsegú, como escritor, pues adoptó en la
firma el segundo apellido del padre, Bernardino, maestro nacional, nació el 21
de octubre de 1909 en un pequeño pueblo de Segovia, Barahona, al lado de
Pedraza de la Sierra, lugar donde siempre decía que había nacido y donde se
crió con sus seis hermanos.
Un día estando en casa, un hermano
pasionista iba pidiendo limosna por las casas del pueblo, y lo acogieron en la
casa familiar para pasar la noche. Habló con Hilarión Gómez, y de aquella
conversación vespertina, éste tomó la firme determinación de ser pasionista[1].
Así, a los 15 años, el 16 de noviembre de 1924, ingresó en el convento de los
Padres Pasionistas en Peñaranda del Duero (Valladolid), profesando el 17 de
noviembre de 1925. Estudió Filosofía en Peñafiel y Mieres, pasando después a
cursar sus estudios teológicos en el Convento de los Santos Juan y Pablo, en
Roma. Recibe el Orden Sacerdotal el 19 de febrero de 1933. En 1934 se licencia
en Filosofía, en Roma, doctorándose de seguido con su tesis acerca de los
“Fundamentos filosóficos del Humanismo de Luis Vives”. Escribe el P. Leandro
que “recién llegado el R.P. Bernardo de María Virgen de Roma donde acababa de
cursar brillantemente sus estudios, y que a la sazón desempeñaba el cargo de
lector, o catedrático de Filosofía”[2],
pasa a residir en el Convento de los PP. Pasionistas de Mieres, habitando en el
mismo 29 religiosos pasionistas, cuando le sorprende la revolución marxista de
octubre de 1934, siendo “incendiado el convento”[3]
y cruelmente martirizados 3 religiosos pasionistas; los cadáveres del Cohermano
Salvador de María Virgen, C.P. y del Cohermano Alberto de la Inmaculada, C.P.,
asesinados “a tiros”[4] el 5 de
octubre, son arrojados al río, y el cadáver del R.P. Inocencio de la
Inmaculada, llevado el 9 de octubre al martirio desde el Centro Socialista de
Turón, conjuntamente con ocho Hermanos de las Escuelas Cristianas, arrojado a
una fosa preparada de antemano[5],
y los demás presos en diversas cárceles[6].
Testimonia su hermana, que las peores eran las mujeres revolucionarias, pues
tenían “un odio satánico, acaudillando el asalto y expolio del convento una
revolucionaria al grito de ¡A por ellos que son frailes!”[7].
Milagrosamente él logró escapar andando varios días por los montes, bebiendo
agua de lluvia y alimentándose únicamente de hierbas, hasta caer en poder de
los revolucionarios, que lo encuentran medio muerto. Es juzgado por la chusma
en el autodenominado “Comité revolucionario”, en Valdecuna (Mieres), y le
obligan a prestar diferentes servicios al Comité, situación que se mantiene
hasta la llegada de tropas nacionales que vencen a los rebeldes liberando
definitivamente Asturias[8].
Pasa impartir Literatura y
Filosofía en el noviciado pasionista de Peñaranda de Duero. Le atrapó el
Alzamiento Nacional español de 1936, recién regresado de un viaje a Roma, en el
mismo Madrid, hospitalizado de una operación de oído llevada a cabo por el
doctor Bertrán. Por ser sacerdote lo arrojan fuera del hospital todavía
convaleciente, sin haberse repuesto de la operación[9],
mientras que a su familia, que residía en Villa del Prado (Madrid), por destino
del padre, y que desde el advenimiento de la malhadada República venía
padeciendo persecución más o menos solapada por tener un hijo religioso, tras
ser retirada a su padre la plaza de maestro por católico, tienen que marcharse del pueblo donde nadie les da
ni cobijo ni alimento[10].
Se trasladan a Madrid, y el P. Monsegú vivirá los tres años de la guerra
siempre escondido, la mayor parte en una pensión, “diciendo que era un
estudiante”[11], con dos de
sus hermanas: Máxima e Higinia, que en el Madrid rojo le acompañaban a todas
partes, pues se movía por Madrid para impartir ocultamente los Santos
Sacramentos, y celebrando la Santa Misa en casas privadas. Pasó muchos momentos
de peligro, pero, testimonia su hermana, “la Divina Providencia nos salvó del
martirio”[12]. Finalizada
la guerra de Liberación, pasa a impartir docencia, sucesivamente, en Peñaranda
de Duero, en Peñafiel (Valladolid), como profesor de Filosofía en el
Estudiantado pasionista, religiosos que se preparan para el sacerdocio, de
dicha ciudad, en Mieres, y nuevamente en Peñaranda de Duero[13].
Empieza escribir muy temprano. En
octubre de 1928 publica una poesía titulada “Aromas del Rosario” en la revista El
Pasionario. Mes a mes irá incluyendo la revista en la Sección Poética, poemas
del P. Monsegú, con el intervalo de la guerra. Dedicará sus versos a la
Santísima Virgen, a los Misterios de nuestra Fe o a los Santos pasionistas[14].
Pero su gran salto al público español se produce en el año 1942, con un trabajo
sobre la riqueza espiritual de España, presentado a concurso en el Certamen
Literario patrocinado por el Casino de Madrid, que obtuvo el primer premio por
unanimidad, entre los 39 concursantes, y accésit para Francisco Elías de Tejada
Spínola, a la sazón catedrático de la Universidad de Salamanca. El Jurado lo
componían: el general laureado Aranda, como presidente del Casino, D. Gabriel
Maura Gamazo, Duque de Maura, académico e historiador, y D. Armando Cotarelo
Valledor, secretario de la Academia de la Lengua. Fue el reconocimiento de un
mérito y la consagración de un escritor.
Regresa
a la Casa General, en Roma, “permaneciendo de 1945 a 1954 formando parte de la
Comisión General de Estudios”[15],
y ejerciendo en idéntico período de profesor de Teología. Retorna definitivamente
a España, para ocuparse en labores pastorales y hacerse cargo de la popular
revista El Pasionario en Santander primero y luego en Madrid, hasta 1966[16].
En 1955 obtiene también el premio Donoso Cortés, por su obra La clave teológica
de la historia según Donoso Cortés, en el certamen convocado por las
Diputaciones de Extremadura. En esta obra se glosa el pensamiento
filosófico-histórico del Marqués de Valdegamas, para quien todas las ciencias
políticas y morales han de buscar su fundamento en el conocimiento de lo
sobrenatural, orden al que pertenecen la gracia y la Providencia divinas. Y en
1959 se le adjudica el premio “Menéndez Pelayo” del Consejo Superior de
Investigaciones, por su obra: Filosofía del humanismo de Juan Luis Vives.
Contemporánea o sucesivamente menudeó sus colaboraciones en las “Semanas de
altos Estudios Teológicos”, del Instituto Francisco Suárez del CSIC, en la Revista
Española de Teología, en las Jornadas de la “Ciudad Católica”, y en otras
revistas y periódicos. Perito episcopal español en el Concilio Vaticano II,
testimonia el Card. Marcelo González Martín:
Recuerdo al P. Monsegú entre los
peritos del Episcopado Español. Constante en su servicio de ayuda y asesoramiento, lleno de discreción,
con envidiable capacidad de discernimiento
y de análisis, sin dejarse llevar nunca por los arrebatos de la novedad, señalando con precisión las
consecuencias que podrían derivarse de la aceptación o el rechazo de tales o cuales
afirmaciones, ponderando también con agudeza crítica la riqueza teológica y pastoral que encerraba el nuevo horizonte
de la eclesiología, tal como
se iba precisando.[17]
Participó
también en los Capítulos Generales de la Congregación, convocados después del
Concilio Vaticano II para actualizar las Reglas y Constituciones de la
Congregación[18]. Aparte sus
colaboraciones periódicas, prolífico e incansable, sigue publicando otros
libros de muy diversa índole, desde ¿Sabes vivir? (1957), Valoración filosófica
de Menéndez Pelayo (1957), Marido y mujer (1961), Él y su Pasión (1968), Religión
y Política (1974), Postconcilio, tres tomos (1973-1976), La Iglesia que Cristo
quiso (1986).
Como se puede deducir tanto de sus
premios, como de sus investigaciones, existen dos preocupaciones en la vida del P. Monsegú de hondo calado
científico y patrio: son los valores
de la patria hispanas, y los grandes epígonos que los defendieron.
Desde su enclaustramiento conventual
el P. Monsegú vibró siempre a acordes de la patria
y la cultura hispanas, no en vano había sido víctima de sus ideales siendo prisionero durante la contienda
española, y no precisamente por defensor de la cultura y patria hispanas, sino por su
condición de religioso.
Pero sobre todos esos amores patrios
y culturales que arriba hemos mencionado, sobresalió
en el P. Monsegú el de su fidelidad y defensa de la Iglesia (…). El móvil del P. Monsegú es apostólico. Se trata
de un propagandista católico al que le duelen los confusionismos que los católicos padecen. Frente a ellos
se ha impuesto la dura y meritoria
tarea de vivir en guardia permanente, pluma en ristre, firme en la doctrina, valiente en la denuncia, estricto en
la clarificación. Monsegú es temible para los que tienen que temer. Monsegú no es fustigador por sistema, sino
clarificador por convencimiento
y servicio.[19]
Cofundó
en 1968 junto con D. Luis Ruiz Galiana la revista Roca Viva, asumiendo la
dirección de la misma en 1987 tras el fallecimiento de D. Luis. Dirigió
nuevamente, de 1978 a 1985, la popular revista El Pasionario[20].
Además de en las mencionadas publicaciones, escribió múltiples artículos
destacando sus contribuciones en: Revista Española de Teología, Estudios
Marianos, Ephemerides Mariologicae, Scripta de María, Verbo, Estudios
Franciscanos, Revista de Espiritualidad, Iglesia-Mundo o Punta Europa, entre
otras.
Pasionista
de recia espiritualidad, arquetipo de clérigo tradicional, adscrito al
pensamiento político tradicional hispano[21],
de sólida formación en la tradición de la Filosofía cristiana, profundo
conocimiento de la Sacra Teología, amplia Cultura y abnegada dedicación, vivió
con profundo dolor el postconcilio[22].
Precisamente en uno de sus múltiples artículos escritos, denuncia que el neomodernismo “que hoy
florece” –lo dice el mismo Maritain- es lo más contrario al espíritu del Concilio… Nada tiene que ver con el temporalismo, el mundanismo que son cortejo y
contraseña del neomodernismo en alza. Una cosa es reconocer debidamente la dignidad del hombre, del hombre
integral, en todas sus dimensiones,
interesarse por él, ayudarle, y otra muy distinta adorar al hombre y su progreso, proceder como si el
señorío y la dirección y la norma le correspondiese al hombre y no a Cristo, a la libertad y no a la verdad, a la
historia y no a la teología.[23]
Está
en posesión de la Gran Cruz de Caballero Isabel la Católica, condecoración que
le impuso personalmente el Ministro Castiella. Miembro de la Pontificia
Academia Teológica Romana, de la Academia Mariológica Internacional y la
Sociedad Mariológica Española.
En
el prólogo a Sabes vivir. Paso a la vida, escribe el Marqués de Lozoya:
Por mi mal, me llamó muy pronto el
clarín a lo que llaman, los que aún no han leído su libro, la lucha por la
vida. Y gasté mis días –los días preciosos de mi juventud- en contiendas
académicas primero y en contiendas políticas más tarde, dejándome la sangre del
alma entre los zarzales del camino; conquistando puestos para comprobar en cada
uno lo que ya me decían los libros ascéticos de mi niñez: que todo ello es
nada; leyendo poco y apresuradamente, escribiendo mucho y hablando mucho, sin
meditar apenas, Siguiendo, en fin, el signo de los hombres de mi generación a
quienes no ha sido dado vivir una sola hora sin combate ni un solo día sin
sosiego.
Para nosotros ha escrito usted,
Padre Bernardo, las páginas castizas de su bello libro ordenado a crear en
nuestro espíritu el sentimiento heroico de la vida y la convicción profunda de
que únicamente viviendo a tono con lo que es norma específica de nuestra
conducta (la razón como hombres y la gracia como cristianos) podemos aspirar a
la gloria y felicidad verdadera.
Hubo en España una edad dorada en
que los hombres se preparaban, antes de acometer magnas empresas, meditando las
verdades eternas en libros de alto saber teológico. A partir del siglo XVIII,
en que España adopta la actitud de vencida y recibe de los extraños el concepto
de vida, los españoles nos dejamos atraer de los vanos prestigios de la
literatura que es como juego de niños, sin nada sustancial. Hemos perdido el
gusto por los libros de antaño, libros macizos en que se resume la dolorosa
experiencia humana en contacto con el mundo a través de siglos.
Su
vida de actividad intensa se fue reduciendo paulatinamente por la edad avanzada
y por el alzheimer que iba minando su cuerpo y su mente[24].
Falleció con 93 años, 20 de marzo de 2003, en olor de santidad en el
Convento-Santuario de Santa Gema Galgani de los Padres Pasionistas en Madrid.
La Misa Exequial, con el templo rebosante, fue presidida por el P. Provincial.
Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio de La Almudena[25].
2. Obras del P. Bernardo Monsegú, C.P.
La
riqueza espiritual de España, base de su futura grandeza. Su cetro de oro y su
blasón divino, Madrid, Imp. Prensa Española, 1943;
¿Sabes
amar?, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1947 (3ª ed., 1962);
Paso
al amor, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1948;
El
Occidente y la Hispanidad, Madrid, Instituto de Cultura Hispánica, 1949
(México, 1977, 3ª ed. corr. y aum., Madrid, El Pasionario, 1989);
Paso a
la vida, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1950;
¿Sabes
vivir? o vida racional y cristina, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1950
(2ª ed., 1953);
¿Sabes
santificarte?, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1952 (2ª ed., 1961);
Del
altar al hogar, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1953 (2ª ed., 1962);
¡Paso
a la santidad!, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1954;
Clave
teológica de la historia según Donoso Cortés, Primer Premio en el Certamen
Nacional del Centenario de la muerte, Madrid, Ed. El Pasionario, 1956 (3ª ed. corregida
y aumentada, 1988);
Valoración
filosófica de Menéndez Pelayo. Su saber, su ideología, su tesis de España,
Santander, Edic. Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 1957;
Filosofía
del humanismo de Juan Luis Vives, Premio “Menéndez Pelayo”, Madrid, Patronato
Raimundo Lulio, C.S.I.C., Instituto Vives, 1959 (Madrid, Instituto “Luis Vives”
de Filosofía, 1961);
Sobre
la “Humanae Vitae”. Su alcance y obligación, Madrid, Speiro, 1960;
Marido
y mujer, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1961;
Él y
su Pasión, Estudio cristológico, Madrid, Edic. El Pasionario, 1968;
Sobre
la significación del Sacerdocio Ministerial. Observaciones Generales al
“Documento I”, Madrid, Roca Viva, 1971;
Las
jornadas sacerdotales de Zaragoza de 1972. Historia y polémica sobre las mismas,
Madrid, Edic. CIO, 1972;
Religión
y Política. El cristianismo y la ordenación religiosa de la sociedad, Madrid,
Coculsa, 1974;
El
Posconcilio. Hechos y cuestiones polémicas, 3 vols., Madrid, El Pasionario,
1973-1976;
Retablo
posconciliar. Seis años entre las olas, Madrid, Studium, 1978;
Páginas
actuales sobre la Virgen de Siempre, Madrid, El Pasionario, 1981;
La
Iglesia que Cristo quiso, Madrid, Ed. Arca de la Alianza Cultural, 1986.
El
culto mariano en España. Síntesis histórica, Salamanca, Imp. Kadmos, 1988
(Separata de Mariología LIII, Año 1988);
Santa
Gema Galgani. La flor de El Viso, Madrid, El Pasionario, 1994.
Autobiografía,
inédita. [Se conserva mecanografiada].
Diversas colaboraciones.
BERNARDO
DE MARÍA VIRGEN MONSEGÚ [ET AL], Episodios de la Revolución en Asturias. Los
Pasionistas de Mieres (Asturias) y la Revolución de Octubre de 1934. Episodios
narrados por los mismos protagonistas, Santander, I. Martínez, 1935 (contiene
relatos autobiográficos: en concreto, P. Bernardo, C.P., “El camarada Hilario”
págs. 177-184; y véase también P. Leandro de San Luis, C.P., “Sensacional
odisea”, págs. 157-176).
SANTA
GEMA GALGANI, Epistolario de Gema Galgani. La gran santa del siglo XX,
Traducción del italiano por el R.P. Bernardo de María Virgen (Monsegú),
Barcelona, Edit. Litúrgica Española, 1944;
SANTA
GEMA GALGANI, Autobiografía, diario, escritos varios, libros de los éxtasis,
Traducción del italiano por el R.P. Bernardo de María V. (Monsegú), Barcelona,
Edit. Litúrgica Española, 1947;
PIER
CARLO LANDUCCI, ¿Existe Dios?, Traducción del P, Bernardo Monsegú, C.P.,
Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1953;
RAFAEL
GARCÍA Y GARCÍA DE CASTRO [ET AL], Siete conferencias en la Biblioteca de
Menéndez Pelayo, Santander, Taller de Artes Gráficas de los Hermanos Bedia,
1956;
MICHELE
FEDERICO SCIACCA, Perspectiva de la metafísica de Santo Tomás, Traducción al
castellano por Bernardo Monsegú, Madrid, Speiro, 1960 (2ª ed., 1976);
RENZO TITONE, Muchachos a contraluz, Madrid, Sociedad de Educación
Atenas, 1964;
ENRICO BARAGLI, Prensa, Radio, cine y televisión en
familia, Madrid, Sociedad de Educación Atenas, 1965;
SANTO
PABLO DE LA CRUZ, Cartas y diario espiritual de San Pablo de la Cruz,
Selección, traducción y clasificación por el P. Bernardo Monsegú, C.P., Madrid,
Ediciones “El Pasionario”, 1968;
BASILIO
DE SAN PABLO, C.P., Clave sacrificial de la redención. Estudio comparativo de
las dos estructuras de la soteriología a la luz del Concilio Vaticano II,Obra póstuma precedida de un estudio
bio-bibliográfico del mismo por el P. Bernardo Monsegú, C.P., Madrid, Studium,
1975;
SANTA GEMA GALGANI, Santa Gema. Sus escritos, autobiografía, diario, cartas…,
Traducción del italiano por el R.P. Bernardo Monsegú, Madrid, El Pasionario,
1977.
·- ·-· -······-· José Martín Brocos Fernández
[1]
Testimonio oral (marzo 2008) de Máxima Gómez Martín, hermana del P. Monsegú.
[2]
Leandro de San Luis, “Sensacional odisea” en Bernardo de María Virgen [et al], Episodios de la Revolución en Asturias. Los
Pasionistas de Mieres (Asturias) y la Revolución de Octubre de 1934. Episodios
narrados por los mismos protagonistas, Santander, I. Martínez, 1935, pág,
157.
[3]
Joaquín Arrarás, Historia de la Cruzada Española, Vol. II, Años
precursores, Madrid, Datafilms, 1984, pág. 181.
[4]
Ángel Palomino, 1934. La guerra civil empezó en Asturias,
Barcelona, Planeta, 1998, pág. 108.
[5]
Cfr. Miguel González, O.P. Mártir por
amor solo. Mientras Asturias ardía. Inocencio Canoura Arnau, Madrid,
Ediciones “El Pasionario”, 1993.
[6] Exhaustivo relato de los martirios, prisión y torturas sufridas
por los religiosos pasionistas en la revolución de Asturias, en Bernardo de María Virgen [et al], Episodios de la Revolución en Asturias. Los Pasionistas de Mieres
(Asturias) y la Revolución de Octubre de 1934. Episodios narrados por los
mismos protagonistas, Santander, I. Martínez, 1935, passim. Erróneamente
Aguado Sánchez, en su magnífico libro, escribe que fueron cuatro pasionistas
los martirizados: “Se prende fuego también al Convento de los Pasionistas y se
da caza a cuatro novicios que intentan huir. Sus cadáveres quedan arrojados en
el Caudal”. Francisco Aguado Sánchez,
La revolución de octubre de 1934, Madrid, San Martín, 1972, pág. 136.
[7]
Continuación testimonio recopilado de Máxima Gómez Martín.
[8]
Acerca de la revolución socialista de 1934, recomendamos especialmente:
Francisco Aguado Sánchez, La
revolución de octubre de 1934, Madrid, San Martín, 1972; Ángel Palomino, 1934. La
guerra civil empezó en Asturias, Barcelona, Planeta, 1998; Pío Moa y
Javier Ruiz, 1934: comienza la guerra civil. El PSOE y la Ezquerra emprenden
la contienda, Barcelona, Áltera, 2004. Reseñar que el socialismo convirtió
Asturias en una tremenda hoguera de fuego y ríos de sangre. Víctimas de aquel
incendio diabólico, 58 iglesias destruidas, muchas de inconmensurable valor
artístico, y 59 sacerdotes y religiosos martirizados per odium fidei.
[9]
El Convento de los PP. Pasionistas de Madrid, en la Avda. Federico Rubio, había
sido incendiado por la ralea republicana en 1931. Desde entonces “la comunidad
pasionista vive dispersa en casas particulares. En ellas buscan los milicianos
a los religiosos que saben viven en Madrid. Descubierto el paradero de algunos,
son aprehendidos y martirizados. Los Padres Gabriel Pérez y Carlos Nogueira
caen fusilados y mueren ejemplarmente vitoreando a Cristo y a España”. Joaquín
Arrarás, Historia de la Cruzada Española, Vol. IV, Alzamiento, Madrid,
Datafilms, 1984, pág. 324.
[10]
Continuación testimonio recopilado de Máxima Gómez Martín.
[11]
Continuación testimonio recopilado de Máxima Gómez Martín.
[12]
Continuación testimonio recopilado de Máxima Gómez Martín.
[13]
Cfr. I. Díez Merino, “Nota necrológica P. Bernardo Monsegú, C.P.”, en Revista “Estudios Marianos”, Vol. LXX
(2004) pág. 414.
[14]
Cfr. José Luis Quintero, C.P., “P. Bernardo Monsegú (1909-2003). Una vida unida
al `Pasionario´”, en Revista Pasionario
nº 883 (mayo 2003) pág. 170.
[15]
Provincia Pasionista de Castilla. Secretaría Provincial SANG. Nota interna
necrológica, pág. 1.
[16]
José Luis Quintero, C.P., “P. Bernardo Monsegú (1909-2003). Una vida unida al
`Pasionario´”, en Revista Pasionario
nº 883 (mayo 2003) pág. 170.
[17]
I. Díez Merino, “Nota necrológica P. Bernardo Monsegú, C.P.”, en Revista “Estudios Marianos”, Vol. LXX
(2004) pág. 415.
[18]
Provincia Pasionista de Castilla. Secretaría Provincial SANG. Nota interna
necrológica, pág. 2.
[19]
I. Díez Merino, “Nota necrológica P. Bernardo Monsegú, C.P.”, en Revista “Estudios Marianos”, Vol. LXX
(2004) pág. 416-417.
[20]
José Luis Quintero, C.P., “P. Bernardo Monsegú (1909-2003). Una vida unida al
`Pasionario´”, en Revista Pasionario
nº 883 (mayo 2003) pág. 170.
[21]
Puede consultarse su defensa pública de la fe católica en el ámbito
socio-político en los tomos I, II y IV de las memorias de Blas Piñar López, Escrito
para la historia, Madrid, FN, 2000; Por España entera, Madrid, FN, 2001; Bandera
discutida, Madrid, FN,
2003.
[22]
En esta línea colaboró directamente con CIO, firmando muchos artículos con
seudónimos en diversas revistas antiprogresistas.
[23]
P. Bernardo Monsegú, “Crisis y no crecimiento”, en Roca Viva, nº 22-23 (1969).
[24]
Provincia Pasionista de Castilla. Secretaría Provincial SANG. Nota interna
necrológica, pág. 2.
[25]
Provincia Pasionista de Castilla. Secretaría Provincial SANG. Nota interna
necrológica, pág. 4.
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